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El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
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El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
La entrada del templo Kiyomizu era un hervidero de gente ansiosa. Los murmullos y las largas especulaciones sobre lo que había mas adelante se extendían en una cola que abarcaba todo el patio frontal, pasando el pequeño y adornado Torii de la entrada. Numerosos turistas habían esperado, desde la noche anterior, a tener acceso al interior del famoso “templo dorado”, cuya fama como antigüedad mundial se había acrecentado mucho mas ante el rumor de la divinidad que lo protegía. En un país como Japón, cuyas supersticiones estaban basadas en monstruos, y dioses con formas estrafalarias la caída de un verdadero “Dios” era bien recibida con ánimo y júbilo a pesar de las numerosas “especies” que ahora coronaban sus calles...
El interior de la construcción era de madera cobriza, tan espaciosa que parecía vacía. Tenía un amplio recibidor, así como tener intactas muchas de las decoraciones de siglos pasados. Una armadura coronaba el Hall, bajo un pergamino envejecido y adornado con borrosa caligrafía. Muchas de las ofrendas -mayormente comida o regalos hechos a mano- se depositaban en el altar de uno de los cuartos, dónde los guías y religiosos, al parecer, mostraban sus respetos por el tengu que había descendido de las montañas. Según muchos, todo aquello era para agradecer la prosperidad. Muchos otros decían que era para apaciguar su ira y que no recayese sobre sus hijos. Las personas que decían haberlo visto se habían quedado prendadas de su belleza etérea, de sus movimientos gráciles o su mirada lapislázuli. Que de solo una de sus palabras podía sacar el encanto para convertir lo deseado en una cruel verdad...
Las campanas resonaron en el despeñadero, escenario bien marcado por excelencia al verse completamente toda la ciudad desde sus balcones. Se acercaba la noche, y la decepción por no haber visto al Dios no le impidió a nadie desaparecer del templo. No había quién arriesgase para ver a un Tengu entre la penumbra.
-T-tengo que... irme -entre gemidos, el joven castaño hacía vibrar el agua con el movimiento de su cuerpo. Metido en uno de los manantiales naturales de detrás del templo -área prohibida para los visitantes-, Bonten disfrutaba de sus privilegios como Dios. Embestía al muchacho con saña, rudeza, mientras las manos posadas firmemente en su cadera le hacían seguir cabalgando sobre él.
-Tonterías~ -el rubio alargó sus carnosos labios, perforados por la argolla del pearcing, en una sonrisa socarrona y ladina antes de empujarle al suelo de piedra lisa del manantial. El cuerpo se removió, notando como el agua entraba en sus pulmones de golpe- Aún puedes divertirme mas -murmuró, relamiéndose, antes de seguir impidiéndole volver a la superficie.
El pálido cuerpo del ángel se movió hacia delante, embistiéndolo entre ronroneos sensuales y sutiles. El chapoteo insistente del ahogado pareció ralentizarse al tiempo que perdía el sentido, quedando inmóvil del todo cuando Bonten soltaba un gemido alto y claro, arremetiendo por última vez contra el cuerpo ya sin vida.
-Que fastidio -con los ojos brillando de deseo insano, protestó-. Los humanos os morís demasiado rápido -soltó su cadera, repeinándose el largo pelo rubio hacia atrás con la mano, suspirando. Ladeó la cabeza hacia los alrededores y el camino. ¿Se habían ido realmente todos o...?
El interior de la construcción era de madera cobriza, tan espaciosa que parecía vacía. Tenía un amplio recibidor, así como tener intactas muchas de las decoraciones de siglos pasados. Una armadura coronaba el Hall, bajo un pergamino envejecido y adornado con borrosa caligrafía. Muchas de las ofrendas -mayormente comida o regalos hechos a mano- se depositaban en el altar de uno de los cuartos, dónde los guías y religiosos, al parecer, mostraban sus respetos por el tengu que había descendido de las montañas. Según muchos, todo aquello era para agradecer la prosperidad. Muchos otros decían que era para apaciguar su ira y que no recayese sobre sus hijos. Las personas que decían haberlo visto se habían quedado prendadas de su belleza etérea, de sus movimientos gráciles o su mirada lapislázuli. Que de solo una de sus palabras podía sacar el encanto para convertir lo deseado en una cruel verdad...
Las campanas resonaron en el despeñadero, escenario bien marcado por excelencia al verse completamente toda la ciudad desde sus balcones. Se acercaba la noche, y la decepción por no haber visto al Dios no le impidió a nadie desaparecer del templo. No había quién arriesgase para ver a un Tengu entre la penumbra.
-T-tengo que... irme -entre gemidos, el joven castaño hacía vibrar el agua con el movimiento de su cuerpo. Metido en uno de los manantiales naturales de detrás del templo -área prohibida para los visitantes-, Bonten disfrutaba de sus privilegios como Dios. Embestía al muchacho con saña, rudeza, mientras las manos posadas firmemente en su cadera le hacían seguir cabalgando sobre él.
-Tonterías~ -el rubio alargó sus carnosos labios, perforados por la argolla del pearcing, en una sonrisa socarrona y ladina antes de empujarle al suelo de piedra lisa del manantial. El cuerpo se removió, notando como el agua entraba en sus pulmones de golpe- Aún puedes divertirme mas -murmuró, relamiéndose, antes de seguir impidiéndole volver a la superficie.
El pálido cuerpo del ángel se movió hacia delante, embistiéndolo entre ronroneos sensuales y sutiles. El chapoteo insistente del ahogado pareció ralentizarse al tiempo que perdía el sentido, quedando inmóvil del todo cuando Bonten soltaba un gemido alto y claro, arremetiendo por última vez contra el cuerpo ya sin vida.
-Que fastidio -con los ojos brillando de deseo insano, protestó-. Los humanos os morís demasiado rápido -soltó su cadera, repeinándose el largo pelo rubio hacia atrás con la mano, suspirando. Ladeó la cabeza hacia los alrededores y el camino. ¿Se habían ido realmente todos o...?
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Un día largo y aburrido, la tarde calurosa y los intensos ruidos del tráfico comenzaban a hacerle perder la paciencia, muchas veces anhelaba las largas y divertidas giras alrededor del mundo, aunque eso significase que tuviera que aguantar a un par de molestos fans y acosos(A pesar de que ello ya fuera parte de la rutina), las manecillas del reloj solo aumentaban su desesperación haciendo un perfecto coro con los latidos de su corazón, no sabía la forma en la que podría desahogarse de toda esa presión, su madre una vez le habló sobre lo importante que era tener una pequeña charla con “Dios”, que con ello su alma se sentiría en una completa paz, además de la importancia de poder redimir sus pecados en una muy necesaria confesión, sentiría que se libraría de una gran peso después de ello, nunca había sido lo suyo, pero siempre había una primera vez. En cuanto el timbre sonó tomó sus cosas, no espero ni un segundo más, saliendo de aquel sucio salón. Tan solo quería sentir el viento acariciar su rostro y deshacerse de aquello que mantenía su corazón intranquilo.
Era una tarde fría, en el salón no podía sentir aquel delicioso clima, pero no era momento de estar disfrutando aquello, tenía que buscar algún templo, aunque el catolicismo no fuese normal en aquella ciudad, cualquier templo serviría en ese momento. Preguntó a una serie de personas para buscar información sobre algún templo cercano, las calles eran estrechas y muchas parecían no tener fin, pensó en desistir sin embargo el sonido de las campanas lo alentaron a continuar con su recorrido.
Tardó unos cuantos minutos más en llegar, ya que se detenía a ver algunas tiendas y puestos que llamaban su atención en el camino, Japón era un lugar interesante, a pesar de tener un padre japonés, jamás había salido a tener camitas con él, y mucho menos tenía la suficiente cultura para andar solo por esos lugares, lo único que podía reconocer eran algunos monumentos y grandes estructuras gracias a los conocimientos adquiridos en todos los libros que había leído a lo largo de su vida.
Entre tantos pensamientos por fin dio con aquel lugar, observando a sus alrededores, la vegetación rodeaba ese sitio, con razón los japoneses eran personas pacificas, quería purificar su alma y ese sin duda era un lugar perfecto para hacerlo, las personas poco a poco se iban retirando mientras él apenas arribaba a esas instalaciones..era una gran obra arquitectónica, sin duda se tomaría unas horas más para visitar por completo los alrededores, tenía muy presente el dicho “La curiosidad mató al gato”, pero eso ya lo había experimentado una vez, por lo que no le importaba correr riesgos. Las luces del templo comenzaban a iluminarlo, por lo que no pudo evitar sacar su móvil y fotografiar la belleza que tenía frente y aunque esa no fuese una visita turística no se podía dar el lujo de poder pasar aquella oportunidad.
Suspiró-Llegué..-se limitó a decir, no había nadie a su lado, todo era tan..tétrico, seguro pronto cerrarían, por lo cual tendría que darse prisa, todo era tan silencioso, un lugar digno para orar, se hincó frente a lo que creía que era el “Altar” en una templo católico, unió sus manos comenzado a pensar sobre todo lo que había hecho últimamente, sobre lo arrepentido que estaba sobre sus actos y pensamientos impuros, sin embargo aquellos pensamientos fueron interrumpidos con una serie de gemidos los cuales helaron su sangre, se levantó intentando buscar de donde procedían, no era normal, seguro se trataba de algún alma en pena que rondaba por ahí, no quería verla…pero realmente tenía mucha curiosidad, salió del templo en su búsqueda y en su lugar una zona de manantiales apareció en su camino, vaya, era obvio que no podía pasar a aquel sitio, pero nadie le veía..¿Qué podía perder?. Cauteloso comenzó a explorar aquel sitio, en busca del dueño de aquellos gemidos, entre la tenue niebla un par de siluetas se hicieron presentes..tapo rápidamente sus labios, sorprendido por lo que veía, de la misma forma en la que llegó se ocultó sin poder despegar la mirada de aquella escena..eso no estaba nada bien..
Era una tarde fría, en el salón no podía sentir aquel delicioso clima, pero no era momento de estar disfrutando aquello, tenía que buscar algún templo, aunque el catolicismo no fuese normal en aquella ciudad, cualquier templo serviría en ese momento. Preguntó a una serie de personas para buscar información sobre algún templo cercano, las calles eran estrechas y muchas parecían no tener fin, pensó en desistir sin embargo el sonido de las campanas lo alentaron a continuar con su recorrido.
Tardó unos cuantos minutos más en llegar, ya que se detenía a ver algunas tiendas y puestos que llamaban su atención en el camino, Japón era un lugar interesante, a pesar de tener un padre japonés, jamás había salido a tener camitas con él, y mucho menos tenía la suficiente cultura para andar solo por esos lugares, lo único que podía reconocer eran algunos monumentos y grandes estructuras gracias a los conocimientos adquiridos en todos los libros que había leído a lo largo de su vida.
Entre tantos pensamientos por fin dio con aquel lugar, observando a sus alrededores, la vegetación rodeaba ese sitio, con razón los japoneses eran personas pacificas, quería purificar su alma y ese sin duda era un lugar perfecto para hacerlo, las personas poco a poco se iban retirando mientras él apenas arribaba a esas instalaciones..era una gran obra arquitectónica, sin duda se tomaría unas horas más para visitar por completo los alrededores, tenía muy presente el dicho “La curiosidad mató al gato”, pero eso ya lo había experimentado una vez, por lo que no le importaba correr riesgos. Las luces del templo comenzaban a iluminarlo, por lo que no pudo evitar sacar su móvil y fotografiar la belleza que tenía frente y aunque esa no fuese una visita turística no se podía dar el lujo de poder pasar aquella oportunidad.
Suspiró-Llegué..-se limitó a decir, no había nadie a su lado, todo era tan..tétrico, seguro pronto cerrarían, por lo cual tendría que darse prisa, todo era tan silencioso, un lugar digno para orar, se hincó frente a lo que creía que era el “Altar” en una templo católico, unió sus manos comenzado a pensar sobre todo lo que había hecho últimamente, sobre lo arrepentido que estaba sobre sus actos y pensamientos impuros, sin embargo aquellos pensamientos fueron interrumpidos con una serie de gemidos los cuales helaron su sangre, se levantó intentando buscar de donde procedían, no era normal, seguro se trataba de algún alma en pena que rondaba por ahí, no quería verla…pero realmente tenía mucha curiosidad, salió del templo en su búsqueda y en su lugar una zona de manantiales apareció en su camino, vaya, era obvio que no podía pasar a aquel sitio, pero nadie le veía..¿Qué podía perder?. Cauteloso comenzó a explorar aquel sitio, en busca del dueño de aquellos gemidos, entre la tenue niebla un par de siluetas se hicieron presentes..tapo rápidamente sus labios, sorprendido por lo que veía, de la misma forma en la que llegó se ocultó sin poder despegar la mirada de aquella escena..eso no estaba nada bien..
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Las montañas de Kioto gozaban de gran reputación e historia dado su nombre como antigua capital japonesa. Los frondosos bosques escondían caminos forjados por el caminar de los ejércitos o las incursiones a mitad de la noche de la pasada realeza. Los pequeños ríos, salientes y cascadas abundaban a medida que se iba subiendo, y la humedad del aire solo le confería a aquellos páramos un siniestro toque de misteriosa y desolada belleza. Estando en primavera, mucha de la arboleda reinante iba adoptando colores distintos al verde e iban echando los frutos propios de la época. Alrededor del manantial dónde Bonten acababa de protagonizar una de sus muchas salvajadas se extendían de manera silenciosa ramas de melocotoneros, con incipientes hojas color naranja y olor dulce que le daban a la escena otro matiz; aunque esta siguiera siendo cruel.
El rubio se levantó, sacando de la intimidad que otorgaba el agua cristalina a su cuerpo desnudo, por el cual se deslizaron los torrentes de agua hasta terminar el hilos y goteos brillantes. Se sacudió el pelo con las manos, despegándolo de su cuello y espalda antes de alzar la mirada al cielo, ignorando los arbustos de su alrededor. Le llegaba el olor de un perfume que estaba seguro que no era del chico al que acababa de cargarse. Estiró los labios en una sonrisa y se inclinó hacia delante, haciendo que la tenue luz de la luna creciente hiciera sombra en el grotesco movimiento de los huesos de su espalda, que parecían revolverse entre sus omóplatos y sus hombros hasta acabar rasgando la piel con un crujido desagradable. Dos pares de alas se extendieron pues, majestuosas y oscuras hasta sacudirse a ambos lados de su cuerpo, deshaciéndose así de cualquier resto de fluido interior de su cuerpo. Nunca se paró a pensar en el mecanismo de sus alas, y no lo haría a aquellas alturas.
Tras un fuerte aleteo, que hizo salpicar el agua, se elevó en el aire hasta dar una patada al aire e impulsarse hacia las rocas por las que caía aquella fina y constante cascada. Dando media vuelta quedó bajo ella, como si quisiera limpiar cualquier resto del humano que tan poco satisfactorio le había resultado. Su mirada lapislázuli, maliciosa y escrutadora, observó las inmediaciones de reacio camino que había hasta los manantiales. Aquel olor... Le gustaba. Olía, a parte de al dulzor de los frutos del árbol, a colonia, a nuevo y a temerosas y deliciosas feromonas. Bonten era tan consciente de su alrededor como le interesaba ser.
-¿Hasta cuando piensas estar espiándome~? -habló, aparentemente al aire, cuando sacudió las impecables alas y dio un salto hacia el cadáver flotante del estanque, utilizándolo como apoyo para llegar a la gruesa piedra de la orilla. Puso un brazo en jarra y plegó las alas, tapándose, sin recato pero con descaro- ¿Te ha gustado lo que has visto, mirón~?
El rubio se levantó, sacando de la intimidad que otorgaba el agua cristalina a su cuerpo desnudo, por el cual se deslizaron los torrentes de agua hasta terminar el hilos y goteos brillantes. Se sacudió el pelo con las manos, despegándolo de su cuello y espalda antes de alzar la mirada al cielo, ignorando los arbustos de su alrededor. Le llegaba el olor de un perfume que estaba seguro que no era del chico al que acababa de cargarse. Estiró los labios en una sonrisa y se inclinó hacia delante, haciendo que la tenue luz de la luna creciente hiciera sombra en el grotesco movimiento de los huesos de su espalda, que parecían revolverse entre sus omóplatos y sus hombros hasta acabar rasgando la piel con un crujido desagradable. Dos pares de alas se extendieron pues, majestuosas y oscuras hasta sacudirse a ambos lados de su cuerpo, deshaciéndose así de cualquier resto de fluido interior de su cuerpo. Nunca se paró a pensar en el mecanismo de sus alas, y no lo haría a aquellas alturas.
Tras un fuerte aleteo, que hizo salpicar el agua, se elevó en el aire hasta dar una patada al aire e impulsarse hacia las rocas por las que caía aquella fina y constante cascada. Dando media vuelta quedó bajo ella, como si quisiera limpiar cualquier resto del humano que tan poco satisfactorio le había resultado. Su mirada lapislázuli, maliciosa y escrutadora, observó las inmediaciones de reacio camino que había hasta los manantiales. Aquel olor... Le gustaba. Olía, a parte de al dulzor de los frutos del árbol, a colonia, a nuevo y a temerosas y deliciosas feromonas. Bonten era tan consciente de su alrededor como le interesaba ser.
-¿Hasta cuando piensas estar espiándome~? -habló, aparentemente al aire, cuando sacudió las impecables alas y dio un salto hacia el cadáver flotante del estanque, utilizándolo como apoyo para llegar a la gruesa piedra de la orilla. Puso un brazo en jarra y plegó las alas, tapándose, sin recato pero con descaro- ¿Te ha gustado lo que has visto, mirón~?
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Estaba nervioso, y un poco temeroso ante lo que acababa de presenciar, ya que en esos momentos solo un antiguo recuerdo llegaba a su mente, aquella noche fatal en donde su padre robaba el último aliento de su madre, llevó una mano sobre su frente recargándose sobre el tronco del árbol en el cual intentaba resguardarse de los ojos del joven, mordió con fuerza su labio inferior haciéndole sangrar, los ahogados gemidos de su madre aun atormentaban su mente, los gritos de su padre continuamente eran una pesadilla para quitarle el sueño, sería mejor retirarse de aquel sitio, su salud mental estaba lo bastante dañada como para permanecer en aquel sitio, recargó levemente su cabeza, observando el firmamento, no se había percatado que el manto de estrellas ya los estaba cubriendo, tendría que volver pronto a casa, ya que no conocía muy bien aquellos alrededores y si no se daba prisa, seguro se perdería en el camino.
Limpió aquellas finas gotas de frío sudor que bañaban su frente, dispuesto a retirarse de la escena del crimen, no sin antes echar un pequeño vistazo nuevamente. Volteó aun intentando ocultar su presencia, pero esta vez todo aquel horror terminó siendo una incomparable obra de arte de la cual no pudo despegar la mirada ni un instante. Todo aquel espectáculo le pareció fascínate, por fin podía apreciar una de esas criaturas de las cuales eran siempre un buen tema de conversación y las cuales rechazó una vez que cumplió la mayoría de edad. Aquella criatura embelesó su vista, esa era quizá la razón para no fuesen accesibles para todas las personas. Su grácil movimiento, la delicadeza de su mirada, sus finos cabellos danzando al compás de la suave brisa nocturna a pesar de permanecer húmedos aún, sin duda era la majestuosa obra de un Dios del cual aún cuestionaba su existencia, sin embargo lo más sorprendente fueron aquellas majestuosas alas que salieron de su espalada, sin duda era perfecto, el chico, el clima, el entorno en el que se encontraba envuelto, tanto que lograron que aquel temor se transformara en admiración haciendo que su excitación creciese…aunque eso no durara por mucho tiempo más.
Exaltado cuando se le fue dirigida la palabra, dio media vuelta y comenzó sus andadas, no quería tener ninguna relación con un asesino, y menos ahora que estaba en la cima de su carrera, era obvio que aquel adónico cuerpo le había encantado, tenía que ignorarlo y salir en cuanto antes de ahí, tenía que escapar, el camino que decidió tomar era un tanto inestable, debido a la vegetación se topaba con una que otra raíz, las cuales le hacían tropezar, no sabía cómo sentirse al respecto, lo mejor sería guardar aquel secreto, ahora el único sonido que se hacía presente era el crujir de las hojas debajo de sus pies, era imposible que ese ángel...o demonio se tomara la molestia de seguirle…”Basta de estúpidos pensamientos, deberé de dejar atrás aquellos silogismos y encontrar una salida a esto” pensó intentando relajarse de igual manera.
Limpió aquellas finas gotas de frío sudor que bañaban su frente, dispuesto a retirarse de la escena del crimen, no sin antes echar un pequeño vistazo nuevamente. Volteó aun intentando ocultar su presencia, pero esta vez todo aquel horror terminó siendo una incomparable obra de arte de la cual no pudo despegar la mirada ni un instante. Todo aquel espectáculo le pareció fascínate, por fin podía apreciar una de esas criaturas de las cuales eran siempre un buen tema de conversación y las cuales rechazó una vez que cumplió la mayoría de edad. Aquella criatura embelesó su vista, esa era quizá la razón para no fuesen accesibles para todas las personas. Su grácil movimiento, la delicadeza de su mirada, sus finos cabellos danzando al compás de la suave brisa nocturna a pesar de permanecer húmedos aún, sin duda era la majestuosa obra de un Dios del cual aún cuestionaba su existencia, sin embargo lo más sorprendente fueron aquellas majestuosas alas que salieron de su espalada, sin duda era perfecto, el chico, el clima, el entorno en el que se encontraba envuelto, tanto que lograron que aquel temor se transformara en admiración haciendo que su excitación creciese…aunque eso no durara por mucho tiempo más.
Exaltado cuando se le fue dirigida la palabra, dio media vuelta y comenzó sus andadas, no quería tener ninguna relación con un asesino, y menos ahora que estaba en la cima de su carrera, era obvio que aquel adónico cuerpo le había encantado, tenía que ignorarlo y salir en cuanto antes de ahí, tenía que escapar, el camino que decidió tomar era un tanto inestable, debido a la vegetación se topaba con una que otra raíz, las cuales le hacían tropezar, no sabía cómo sentirse al respecto, lo mejor sería guardar aquel secreto, ahora el único sonido que se hacía presente era el crujir de las hojas debajo de sus pies, era imposible que ese ángel...o demonio se tomara la molestia de seguirle…”Basta de estúpidos pensamientos, deberé de dejar atrás aquellos silogismos y encontrar una salida a esto” pensó intentando relajarse de igual manera.
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
El “Tengu” del templo suspiró, haciendo una mueca de burla al escuchar la agitada respiración y el crujir de la hierba bajo sus pies, denotando un andar apurado y esquivo, pero torpe. Sin embargo no pareció querer moverse de su sitio. Sacudió las alas, queriendo secarselas lo suficiente como para no entorpecer el movimiento. Luego caminó hacia el melocotonero, donde estaba colgada su ropa en una de las sobresalientes ramas que daban al lado. No estaba del todo seco -poco le importaba-, pero aún así se echó por encima el kimono verde, haciéndose un semilazo con el obi para mantenerlo al menos sujeto a la cadera. Olvidando el pantalón en una escena a la que seguramente volvería emprendió el vuelo, azotando el suelo con las alas y haciendo hondas en el lago antes de elevarse. La copa de los frondosos árboles se interpuso en su campo de visión, ahora bajo sus pies, pasándolas de largo mientras planeaba, divertido, en busca del movimiento que aquel humano poco afortunado provocaría con su huida.
Las montañas y la ciudad a aquella hora de la tarde, mientras el sol se ocultaba tras el horizonte que podía contemplar desde aquella altura era como un mar tranquilo y apacible. Aún distinguía, por el camino de vuelta, a la gente que abandonaba el templo y le dejaban, al fin, unos momentos de paz. Aunque, por lo que había comprobado, no todos. Bonten descendió casi al final del dudoso camino que llevaba hacia los manantiales, haciendo revolotear la hierba del suelo. Se dejó caer, llevándose por delante con las alas un par de finas ramas y haciendo salir de sus nidos a algunos pájaros que parecieron protestar entre cánticos graves. De un movimiento, y viendo que aún casi flotaba a ras de suelo dio una vuelta sobre su eje, golpeando sin miramientos al muchacho antes de tomar tierra, flexionando las rodillas. Se enderezó, mostrando aquella prenda colocada de un modo tan revelador y bajó la vista al suelo, a dónde le había hecho caer. Bien visto era guapo, de buen cuerpo, mirada sombría y una expresión de miedo que le daba incluso mas atractivo.
-¿Te marchas de un templo sin rezar primero? -ironizó, dando un par de pasos al frente antes de plantarle, sin delicadeza, el pié desnudo en el pecho para impedirle incorporarse, presionando su espalda contra la tierra- Eres un chaval bastante desconsiderado, ¿no? -su voz, a pesar de su aspecto, era grabe y sensual, y cada vez que descendía su tono parecía que soltase algún tipo de suave y tentador gemido. Dobló la rodillas, acercándose a su cuerpo para observarlo con descaro. Supuso que los únicos que podrían quedar en el templo eran los encargados y no creía que ni ellos pasasen por allí.
Deslizó la pierna por su estómago, logrando sacarle el aire antes de llevar la mano a su cuello, sintiendo el pulso bajo sus dedos. Le levantó la cabeza del suelo, ladeando la suya de forma pensativa, juguetona.
-¿Y ahora que? ¿Debería devorarte por tu osadía? -sospesó.
Las montañas y la ciudad a aquella hora de la tarde, mientras el sol se ocultaba tras el horizonte que podía contemplar desde aquella altura era como un mar tranquilo y apacible. Aún distinguía, por el camino de vuelta, a la gente que abandonaba el templo y le dejaban, al fin, unos momentos de paz. Aunque, por lo que había comprobado, no todos. Bonten descendió casi al final del dudoso camino que llevaba hacia los manantiales, haciendo revolotear la hierba del suelo. Se dejó caer, llevándose por delante con las alas un par de finas ramas y haciendo salir de sus nidos a algunos pájaros que parecieron protestar entre cánticos graves. De un movimiento, y viendo que aún casi flotaba a ras de suelo dio una vuelta sobre su eje, golpeando sin miramientos al muchacho antes de tomar tierra, flexionando las rodillas. Se enderezó, mostrando aquella prenda colocada de un modo tan revelador y bajó la vista al suelo, a dónde le había hecho caer. Bien visto era guapo, de buen cuerpo, mirada sombría y una expresión de miedo que le daba incluso mas atractivo.
-¿Te marchas de un templo sin rezar primero? -ironizó, dando un par de pasos al frente antes de plantarle, sin delicadeza, el pié desnudo en el pecho para impedirle incorporarse, presionando su espalda contra la tierra- Eres un chaval bastante desconsiderado, ¿no? -su voz, a pesar de su aspecto, era grabe y sensual, y cada vez que descendía su tono parecía que soltase algún tipo de suave y tentador gemido. Dobló la rodillas, acercándose a su cuerpo para observarlo con descaro. Supuso que los únicos que podrían quedar en el templo eran los encargados y no creía que ni ellos pasasen por allí.
Deslizó la pierna por su estómago, logrando sacarle el aire antes de llevar la mano a su cuello, sintiendo el pulso bajo sus dedos. Le levantó la cabeza del suelo, ladeando la suya de forma pensativa, juguetona.
-¿Y ahora que? ¿Debería devorarte por tu osadía? -sospesó.
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Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Continuaba con su apresurado paso, intentaba encontrar la salida ante aquel lugar de perdición, que en vez de aliviar su alma en pena había recibido una nueva carga en su ya dañada mentalidad, no estaba seguro porque el juego del gato y el ratón, tan inmerso en sus pensamientos, tan inmerso en sus pecados, tan inmerso en lo que le depararía su incierto futuro en aquella ciudad tan podrida como su alma que no pudo percatarse que aquel monstruo le estaba siguiendo muy de cerca, ¿Realmente a que le temía, A que le hiciesen daño, A que lo matasen por haber presenciado aquel asesinato, a terminar con un lastimero destino como el de su madre?,-Maldición-fue la primera palabra que llegó a su mente en esos estresantes instantes, sentía que la sangre que recorría su cuerpo se había tornado helada viajando agresivamente hasta sus extremidades, ansioso por escapar de un cruel destino.
De algo estaba seguro, nunca tenía que mostrarse débil antes las situaciones extrañas y que no pudiese controlar, estaba entre la espada y la pared, sin embargo aquella mueca de horror que en un principio tenía ante toparse con lo inusual desapareció para tornarse en una fría y completamente inexpresiva, a pesar del dolor que la caída le había generado, sintiendo como sus vertebras se quejaban por el fuerte contacto, lo único que pudo escapar de sus labios fue un muy breve quejido, había recibido peores golpes en su vida por lo que uno más no le resultaba molesto, aquella voz le resultaba encantadora, sin embargo no caería como aquel pobre chico al cual habían despojado de su miserable vida por tan solo un poco de placer con un ser prohibido-No-dijo cortante ante su cuestionamiento, intentando removerse para apartar al demonio que tenía frente- Yo ya cumplí mi cometido en este sitio…así que será mejor que me dejes libre-afiló la mirada, tanto como una peligrosa daga, poniéndose a la defensiva ante un nuevo ataque por parte del extraño-Lárgate…-amenazó lo cual no fue muy inteligente de su parte.
Nuevamente aquel incomodo frió recorrió por completo su cuerpo, no por el querer escapar, sino porque ahora su vida estaba escapando de sus manos; sus orbes se abrieron más de lo usual llevando ambas manos sobre la mano que le impedía tomar un poco de aire-Su..suéltame- decía entre dóciles quejidos y gemidos creando con una impresiónate fuerza un agarre contra la muñeca y el antebrazo contrario. No quería morir ahí, en donde nadie encontrara su cuerpo, estaba en la cima de su carrera por lo que morir no estaba en sus planes. Se removió de forma violenta contemplando en cuanto podía el rostro del sujeto que estaba robando su ultimo aliento-N..no..-jadeó con dificultad buscando algún punto débil que hubiese en el contrario, si salia de esta juraba que el otro chico tampoco saldría con vida.
De algo estaba seguro, nunca tenía que mostrarse débil antes las situaciones extrañas y que no pudiese controlar, estaba entre la espada y la pared, sin embargo aquella mueca de horror que en un principio tenía ante toparse con lo inusual desapareció para tornarse en una fría y completamente inexpresiva, a pesar del dolor que la caída le había generado, sintiendo como sus vertebras se quejaban por el fuerte contacto, lo único que pudo escapar de sus labios fue un muy breve quejido, había recibido peores golpes en su vida por lo que uno más no le resultaba molesto, aquella voz le resultaba encantadora, sin embargo no caería como aquel pobre chico al cual habían despojado de su miserable vida por tan solo un poco de placer con un ser prohibido-No-dijo cortante ante su cuestionamiento, intentando removerse para apartar al demonio que tenía frente- Yo ya cumplí mi cometido en este sitio…así que será mejor que me dejes libre-afiló la mirada, tanto como una peligrosa daga, poniéndose a la defensiva ante un nuevo ataque por parte del extraño-Lárgate…-amenazó lo cual no fue muy inteligente de su parte.
Nuevamente aquel incomodo frió recorrió por completo su cuerpo, no por el querer escapar, sino porque ahora su vida estaba escapando de sus manos; sus orbes se abrieron más de lo usual llevando ambas manos sobre la mano que le impedía tomar un poco de aire-Su..suéltame- decía entre dóciles quejidos y gemidos creando con una impresiónate fuerza un agarre contra la muñeca y el antebrazo contrario. No quería morir ahí, en donde nadie encontrara su cuerpo, estaba en la cima de su carrera por lo que morir no estaba en sus planes. Se removió de forma violenta contemplando en cuanto podía el rostro del sujeto que estaba robando su ultimo aliento-N..no..-jadeó con dificultad buscando algún punto débil que hubiese en el contrario, si salia de esta juraba que el otro chico tampoco saldría con vida.
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Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Sentir como el pulso vibraba entre sus dedos, como intentaba llenar sus pulmones desesperadamente entre gemidos y jadeos y como su piel se enfriaba tras un instante de calor le resultaba excitante, pero en un extremo demasiado bajo como para sentirse complacido. Bonten sabía -o mas bien había comprobado- que los humanos eran criaturas débiles, incapaces de aguantar torturas extremas sin acabar irremediablemente muertos. Y eso, aunque pareciera enfermizo, le frustraba.
-Siempre me lo he preguntado -ladeó la cabeza, apretando y hundiendo las uñas en su cuello, notando la calidez de su sangre, su pulso acelerándose...- ¿Cuanto dolor es capaz de soportar un humano? ¿Cuanto está dispuesto antes de suplicar por su muerte con un último y pobre suspiro de su miserable y efímera... vida? Si te pones a pensarlo es tan ridículo. Si algún día aquellos a los que llamáis “mascotas” se rebelasen vuestra raza se extinguiría~ -parecía cavilar solo, siendo esta una costumbre muy arraigada que tenía desde siempre. Bonten era alguien manipulador, de raras ideas y con cambios de carácter proporcionales a sus reflexiones sobre un conjunto del todo que él visionaba. Incomprensible- Ah, pero espera. Yo estaba escuchando tus razones -pareció recordar que tenía al moreno debajo, apartando la mano de un manotazo para liberarse de aquel ardiente agarre que le había dejado marca en la muñeca.
Se dio el lujo de mirarle de arriba a abajo mientras dejaba que recuperase algo de aliento. Podía intuir que era un espécimen joven, de porte firme y aspecto resistente. Y puesto que le había visto ejerciendo no era muy inteligente de su parte dejarle marchar sin haber probado en sus propias carnes el poder del afamado Tengu de Kiyomizu. El rubio se enderezó, moviendo los dedos hasta sentir como las uñas se friccionaban contra las palmas de sus manos. Sacó una gruesa y húmeda lengua y se la pasó por el labio superior antes de levantar los brazos, arrancando de entre sus alas dos grandes plumas negras, estilizadas y brillantes. Las agitó en un diestro movimiento, como si estuviese haciendo malabares con dos piezas de plástico antes de lanzarlas contra el muchacho. Cortaron el aire a una velocidad propia de varas de metal; que de hecho fue en lo que parecieron convertirse al clavarse, acertadamente, en la pálida piel hasta atravesarla y dar contra la tierra del camino. La sangre rápidamente fluyó desde la palma de su mano y su antebrazo izquierdo, mientras un tintineo siniestro de dos pares de cascabeles acompañaban el brillo plateado de las cortas y afiladas lanzas.
-¿Estás asustado? -siseó, con una voz sensual y masculina que no parecía acorde con su aspecto- Estarías loco si no lo estuvieras -sonrió, sentándose a horcajadas sobre él antes de plantarle una mano en la frente, empujándole el flequillo hacia atrás y la otra en el pecho, pasando el dedo entre la apertura de la camisa para romperla completamente. Apretó con saña su pectoral izquierdo, notando el desenfrenado latido de su corazón. En el silencio de los alrededores del templo, se escuchó como un fuerte latido, mientras los ojos del ángel caído parecían engullir la mirada del joven. Su mano se hundió aún mas en su pecho, el cual atravesó como si estuviese hecho de cera caliente, dejando como evidencia un sonido viscoso y desagradable y la sensación de estar rozando piel, músculos y huesos hasta llegar a su acelerado corazón.
Volvieron a oírse los cascabeles y aquella mano pálida y tajante como una guillotina se cernió sobre él, rodeándolo con el puño y presionándolo hasta que cortó los desesperados latidos hasta hacer desaparecer todo en un mar de espesa sangre.
Bonten parpadeó entonces.
Su mano seguía posada en su pecho y no había indicio alguno de que se hubiese movido de allí. El bosque que les rodeaba fue azotado por una fría ráfaga de viento, y todo pareció volver a moverse. Por un instante habían caído bajo una macabra ilusión del Tengu, y solo faltaba comprobar si el receptor había sobrevivido a ella.
-Siempre me lo he preguntado -ladeó la cabeza, apretando y hundiendo las uñas en su cuello, notando la calidez de su sangre, su pulso acelerándose...- ¿Cuanto dolor es capaz de soportar un humano? ¿Cuanto está dispuesto antes de suplicar por su muerte con un último y pobre suspiro de su miserable y efímera... vida? Si te pones a pensarlo es tan ridículo. Si algún día aquellos a los que llamáis “mascotas” se rebelasen vuestra raza se extinguiría~ -parecía cavilar solo, siendo esta una costumbre muy arraigada que tenía desde siempre. Bonten era alguien manipulador, de raras ideas y con cambios de carácter proporcionales a sus reflexiones sobre un conjunto del todo que él visionaba. Incomprensible- Ah, pero espera. Yo estaba escuchando tus razones -pareció recordar que tenía al moreno debajo, apartando la mano de un manotazo para liberarse de aquel ardiente agarre que le había dejado marca en la muñeca.
Se dio el lujo de mirarle de arriba a abajo mientras dejaba que recuperase algo de aliento. Podía intuir que era un espécimen joven, de porte firme y aspecto resistente. Y puesto que le había visto ejerciendo no era muy inteligente de su parte dejarle marchar sin haber probado en sus propias carnes el poder del afamado Tengu de Kiyomizu. El rubio se enderezó, moviendo los dedos hasta sentir como las uñas se friccionaban contra las palmas de sus manos. Sacó una gruesa y húmeda lengua y se la pasó por el labio superior antes de levantar los brazos, arrancando de entre sus alas dos grandes plumas negras, estilizadas y brillantes. Las agitó en un diestro movimiento, como si estuviese haciendo malabares con dos piezas de plástico antes de lanzarlas contra el muchacho. Cortaron el aire a una velocidad propia de varas de metal; que de hecho fue en lo que parecieron convertirse al clavarse, acertadamente, en la pálida piel hasta atravesarla y dar contra la tierra del camino. La sangre rápidamente fluyó desde la palma de su mano y su antebrazo izquierdo, mientras un tintineo siniestro de dos pares de cascabeles acompañaban el brillo plateado de las cortas y afiladas lanzas.
-¿Estás asustado? -siseó, con una voz sensual y masculina que no parecía acorde con su aspecto- Estarías loco si no lo estuvieras -sonrió, sentándose a horcajadas sobre él antes de plantarle una mano en la frente, empujándole el flequillo hacia atrás y la otra en el pecho, pasando el dedo entre la apertura de la camisa para romperla completamente. Apretó con saña su pectoral izquierdo, notando el desenfrenado latido de su corazón. En el silencio de los alrededores del templo, se escuchó como un fuerte latido, mientras los ojos del ángel caído parecían engullir la mirada del joven. Su mano se hundió aún mas en su pecho, el cual atravesó como si estuviese hecho de cera caliente, dejando como evidencia un sonido viscoso y desagradable y la sensación de estar rozando piel, músculos y huesos hasta llegar a su acelerado corazón.
Volvieron a oírse los cascabeles y aquella mano pálida y tajante como una guillotina se cernió sobre él, rodeándolo con el puño y presionándolo hasta que cortó los desesperados latidos hasta hacer desaparecer todo en un mar de espesa sangre.
Bonten parpadeó entonces.
Su mano seguía posada en su pecho y no había indicio alguno de que se hubiese movido de allí. El bosque que les rodeaba fue azotado por una fría ráfaga de viento, y todo pareció volver a moverse. Por un instante habían caído bajo una macabra ilusión del Tengu, y solo faltaba comprobar si el receptor había sobrevivido a ella.
- Spoiler:
- [Siento la tardanza, no sabía como demonios explicar lo de la ilusión y que quedase bien. realmente quería poner algo así xD~]
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Tanto sus pupilas como su cuerpo parecían una fina hoja, temblorosa y vulnerable ante el cruel viento de otoño, en efecto, temía por su vida, temía que todo acabara en ese instante, pero la vida le había dado bastantes golpes a lo largo de esta, y aunque quisiese darse por vencido tantas veces, esta no era la ocasión.-Tu..-mascullo con rabia..-Puede que haya humanos débiles…pero hay unos a los que las experiencias los hace fuertes…criaturas tan vulnerables y miserables como ustedes jamás tendrán el suficiente poder como para derrotar a humanos normales…a sus propios creadores..-tenía muy presente aquella frase en la cual se afirmaba que “el alumno fácilmente podría derrotar al maestro” pero este no era el caso, resplandecían con cierta furia sus orbes tornándose un poco carmesí, su mirada aunque un tanto débil seguía fijándose en la contraria, tenía muchas cosas en claro, tenía que luchar por su vida fuera como fuera, un sujeto con un poder como aquel debería tener algún punto débil, algo que le hiciese caer de la misma forma en la que hacía caer a sus víctimas, esa noche sería la última que aquel demonio hiciese de las suyas. Intentó removerse y así aflojar un tanto el agarre, estaba envuelto en arenas movedizas, pensó, mientras más se moviera mucho más daño le haría, así que aflojó el agarre en las manos contrarias, pero este ya estaba haciendo otro movimiento, uno más cruel y despiadado. Su fuerza era superior, no lo negaba pero hasta el más fuerte tenía un talón de Aquiles, pero, en un dos por tres todo se volvió carmesí, como si la luna roja los bañara esa noche, una fuerte presión sobre su pecho, la falta de aire, la desesperación de morir en aquel instante, le hicieron reaccionar-No…no más!!..-gritó sus pupilas estaban dilatadas y la serena paz de su rostro se transformó en una desquiciada, recordando aquella noche en la que su madre había muerto entre las manos de su padre, un retorcida sonrisa se dibujo en sus labios, tomó con fuerza el brazo del demonio, sacándolo de su interior, como si nada hubiese pasado, la adrenalina corría por sus venas y un viento helado recorrió su cuerpo, su instinto de supervivencia era más grande que el miedo que le invadía, o.. se trataba del mismo miedo reaccionado ante el temor a la muerte.
En cuando sacó el brazo contrario tembloroso aun por la situación aventó al más grande a su lado para así escapar o mejor aún darle su merecido, aprovecharía hasta su ultimo aliento, hasta que su corazón dejase de palpitar para continuar con la batalla impuesta por el demonio. Cuando le vio en el suelo no pudo evitar ver el baño de sangre a su alrededor.. un grito desgarrador salió de su interior, esta vez se posó sobre el sujetándole son fuerza sobre el cuello tal como el Ángel lo había hecho momento atrás-Si..yo muero, lo harás tu también!!..-una de sus manos apretaba el cuello ajeno, era igual de delicado al humano, sonrió para si mismo escuchando como cortaba la respiración ajena..-ahora te demostraré que tan débiles somos lo humanos..-espera…algo no andaba bien, ¿porqué ...a pesar del impacto recibido en su pecho seguía consiente?, ya lo descubriría después, ya que su atención estaba enfocada a destrozar a aquel que le estaba haciendo daño-Destruiré esa hermosa carita-por ello golpeó reiteradas veces la mejilla del contrario, sin importar ver que la sangre comenzaba a brotar, parecía un desquiciado, un monstruo en busca destazar el cuerpo de su presa antes de comerla con deleite-¿Ahora quién es la presa?-su tono de voz cambió radicalmente dejando los golpes atrás para poder admirar el rostro contrario, seguro no tenía miedo, pero podría dejar de decir aquellas cosas, le dejaría vivo…no tenía las suficientes agallas como para matarle…el no era un asesino como su padre…n..no lo era..
El agarre sobre el cuello fue desvaneciéndose, hasta que acarició sus nudillos ante el dolor recibido, pe..pero aquello había sido demasiada carga para él, aquello solo era una mala jugarreta de su imaginación o..un sueño. Llevó su mano sobre su pecho, sintiendo húmedo, como si la sangre estuviera aun fluyendo, sus parpados se fueron cerrando poco a poco, hasta que sin más su cuerpo se desvaneció sobre él otro..tan solo quería despertar de aquella pesadilla.
En cuando sacó el brazo contrario tembloroso aun por la situación aventó al más grande a su lado para así escapar o mejor aún darle su merecido, aprovecharía hasta su ultimo aliento, hasta que su corazón dejase de palpitar para continuar con la batalla impuesta por el demonio. Cuando le vio en el suelo no pudo evitar ver el baño de sangre a su alrededor.. un grito desgarrador salió de su interior, esta vez se posó sobre el sujetándole son fuerza sobre el cuello tal como el Ángel lo había hecho momento atrás-Si..yo muero, lo harás tu también!!..-una de sus manos apretaba el cuello ajeno, era igual de delicado al humano, sonrió para si mismo escuchando como cortaba la respiración ajena..-ahora te demostraré que tan débiles somos lo humanos..-espera…algo no andaba bien, ¿porqué ...a pesar del impacto recibido en su pecho seguía consiente?, ya lo descubriría después, ya que su atención estaba enfocada a destrozar a aquel que le estaba haciendo daño-Destruiré esa hermosa carita-por ello golpeó reiteradas veces la mejilla del contrario, sin importar ver que la sangre comenzaba a brotar, parecía un desquiciado, un monstruo en busca destazar el cuerpo de su presa antes de comerla con deleite-¿Ahora quién es la presa?-su tono de voz cambió radicalmente dejando los golpes atrás para poder admirar el rostro contrario, seguro no tenía miedo, pero podría dejar de decir aquellas cosas, le dejaría vivo…no tenía las suficientes agallas como para matarle…el no era un asesino como su padre…n..no lo era..
El agarre sobre el cuello fue desvaneciéndose, hasta que acarició sus nudillos ante el dolor recibido, pe..pero aquello había sido demasiada carga para él, aquello solo era una mala jugarreta de su imaginación o..un sueño. Llevó su mano sobre su pecho, sintiendo húmedo, como si la sangre estuviera aun fluyendo, sus parpados se fueron cerrando poco a poco, hasta que sin más su cuerpo se desvaneció sobre él otro..tan solo quería despertar de aquella pesadilla.
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
El sonido de carne desgarrándose fue lo primero que le advirtió de que aquel humano estaba en sus trece de seguir viviendo, a pesar de mostrarle su propia muerte de una forma desagradable e incuestionable. Bonten jadeó cuando su cuerpo fue empujado contra el frío y húmedo suelo de tierra, viendo incrédulo como cambiaban los roles y perdía el aire a cada angustioso segundo que pasaba. ¿A caso se había equivocado? ¿Lo que tenía delante era algún otro ser renegado del cielo? ¿Del inframundo? Imposible. No sentía magia, ni retazos de que no fuese simplemente una persona común de tantas que había en el mundo.
Sin embargo había logrado escapar de su ilusión, había podido mantener la conciencia a pesar de que había aplastado su débil corazón con el puño hasta convertirlo en una masa de carne y sangre. Ahora era su sangre la que manchaba la tierra, su rostro y sus ropas desarregladas. Notó el doloroso corte de la comisura de sus labios y como emanaba sangre de su nariz. Se vio obligado a abrir la boca para intentar coger aire, sintiendo como un soplo de vida llenaba sus pulmones cuando aquel muchacho parecía haberse detenido en su empeño de matarle a golpes. El tengu lo miró, atónito, no esperando tanta fortaleza, tanto rencor repentino ni la capacidad para poder vengarse o devolverle el ataque. Y a pesar de que podía quitárselo de encima con un simple movimiento de alas no lo hizo.
En aquel momento, sosteniendo el peso de su cuerpo inconsciente sobre su pecho Bonten fijó la vista en el cielo que se veía entre la copa de los árboles, respirando agitadamente mientras la llovizna empapaba progresivamente ambos cuerpos.
-¿Quién diablos eres tu...? -murmuró, levantando la mano para palparse la nariz, viéndose los dedos llenos de sangre antes de chasquear la lengua, irritado.
-¿Quién está ahí? -guiados por los gritos, tres siluetas habían subido aquel prohibido camino de tierra. Uno de ellos vestía de sacerdote y parecía ser el que los guiase. Los otros dos, con largas gabardinas de cuero negro parecían flotar en lugar de caminar, e iban cubriendo la mitad de sus rostros con gruesas capuchas- ¡El tengu!
Bonten se levantó tan rápido como pudo, cargando en su hombro el cuerpo inerte del moreno. Dio una vuelta en el aire antes de hacer trizas una papeleta rectangular de retención con otra de las varas con cascabeles que parecía sacar de cada una de sus plumas. Luego observó a sus perseguidores: monjes que querían poder sellarlo antes de que se rebelase y Cazadores de Sombras con el firme y único propósito de matarle. Como si no hubiese tenido suficiente con la noche poco satisfactoria que estaba teniendo.
-¡Atrapadle antes de que se coma al humano!
Agitando las alas ascendió todo lo rápido que le permitía aquel peso extra, esquivando una flecha que había salido de entre las ropas de uno de los encapuchados. Maldiciendo, y escudándose entre un mar de plumas y lluvia de ramas que cayeron sobre ellos desde la copa se impulsó en el aire, volando en dirección al templo. Aunque se considerase “peligroso” nadie podía profanar un templo que adoraba a una divinidad como lo que pensaban que él era, así pues le serviría de refugio hasta el siguiente día. Osciló entre corrientes de aire antes de dejarse caer en el seco y amplio jardín Zen de la parte trasera, donde salpicó agua y sangre. La vara que sujetaba en la mano se desintegró hasta que cayó al suelo, planeando como una calcinada pluma negra. Dando unos pasos al frente subió los tres escalones que precedían a la casa, corriendo con saña una de las puertas antes de soltar sin mucho cuidado el cuerpo del moreno, que impactó contra el pulcro tatami. Las huellas de tierra, sangre y agua siguieron a Bonten hasta las habitaciones que le rodeaban, volviendo del altar de las ofrendas con una cesta de bollos al horno y una calabaza con sake, de la cual bebió sin dejar de mirar de reojo a su repentino “invitado”.
-Jum... -le había rasgado la ropa lo suficiente como para apreciar su cuerpo, sus facciones. El carmesí de sus heridas le hacía ver tan apetitoso que no pudo evitar sonreír de forma macabra- ¿Debería devorarte de verdad~? -susurró, relamiéndose, antes de pasar una pierna sobre él y flexionar las rodillas sentándose en su regazo. Pasó los finos dedos por sus labios fríos antes de acercarse y besarlos, morderlos y succionarlos lascivamente. Sus manos se movieron en torno a sus brazos, palpando y hurgando en las perforaciones que las varas habían dejado.
Cuando amaneciera, y valiéndose del ralentizado poder de curación del ángel caído, de aquellas heridas no quedaría mas que una débil cicatriz gracias a aquel ínfimo y descarado contacto físico.
Sin embargo había logrado escapar de su ilusión, había podido mantener la conciencia a pesar de que había aplastado su débil corazón con el puño hasta convertirlo en una masa de carne y sangre. Ahora era su sangre la que manchaba la tierra, su rostro y sus ropas desarregladas. Notó el doloroso corte de la comisura de sus labios y como emanaba sangre de su nariz. Se vio obligado a abrir la boca para intentar coger aire, sintiendo como un soplo de vida llenaba sus pulmones cuando aquel muchacho parecía haberse detenido en su empeño de matarle a golpes. El tengu lo miró, atónito, no esperando tanta fortaleza, tanto rencor repentino ni la capacidad para poder vengarse o devolverle el ataque. Y a pesar de que podía quitárselo de encima con un simple movimiento de alas no lo hizo.
En aquel momento, sosteniendo el peso de su cuerpo inconsciente sobre su pecho Bonten fijó la vista en el cielo que se veía entre la copa de los árboles, respirando agitadamente mientras la llovizna empapaba progresivamente ambos cuerpos.
-¿Quién diablos eres tu...? -murmuró, levantando la mano para palparse la nariz, viéndose los dedos llenos de sangre antes de chasquear la lengua, irritado.
-¿Quién está ahí? -guiados por los gritos, tres siluetas habían subido aquel prohibido camino de tierra. Uno de ellos vestía de sacerdote y parecía ser el que los guiase. Los otros dos, con largas gabardinas de cuero negro parecían flotar en lugar de caminar, e iban cubriendo la mitad de sus rostros con gruesas capuchas- ¡El tengu!
Bonten se levantó tan rápido como pudo, cargando en su hombro el cuerpo inerte del moreno. Dio una vuelta en el aire antes de hacer trizas una papeleta rectangular de retención con otra de las varas con cascabeles que parecía sacar de cada una de sus plumas. Luego observó a sus perseguidores: monjes que querían poder sellarlo antes de que se rebelase y Cazadores de Sombras con el firme y único propósito de matarle. Como si no hubiese tenido suficiente con la noche poco satisfactoria que estaba teniendo.
-¡Atrapadle antes de que se coma al humano!
Agitando las alas ascendió todo lo rápido que le permitía aquel peso extra, esquivando una flecha que había salido de entre las ropas de uno de los encapuchados. Maldiciendo, y escudándose entre un mar de plumas y lluvia de ramas que cayeron sobre ellos desde la copa se impulsó en el aire, volando en dirección al templo. Aunque se considerase “peligroso” nadie podía profanar un templo que adoraba a una divinidad como lo que pensaban que él era, así pues le serviría de refugio hasta el siguiente día. Osciló entre corrientes de aire antes de dejarse caer en el seco y amplio jardín Zen de la parte trasera, donde salpicó agua y sangre. La vara que sujetaba en la mano se desintegró hasta que cayó al suelo, planeando como una calcinada pluma negra. Dando unos pasos al frente subió los tres escalones que precedían a la casa, corriendo con saña una de las puertas antes de soltar sin mucho cuidado el cuerpo del moreno, que impactó contra el pulcro tatami. Las huellas de tierra, sangre y agua siguieron a Bonten hasta las habitaciones que le rodeaban, volviendo del altar de las ofrendas con una cesta de bollos al horno y una calabaza con sake, de la cual bebió sin dejar de mirar de reojo a su repentino “invitado”.
-Jum... -le había rasgado la ropa lo suficiente como para apreciar su cuerpo, sus facciones. El carmesí de sus heridas le hacía ver tan apetitoso que no pudo evitar sonreír de forma macabra- ¿Debería devorarte de verdad~? -susurró, relamiéndose, antes de pasar una pierna sobre él y flexionar las rodillas sentándose en su regazo. Pasó los finos dedos por sus labios fríos antes de acercarse y besarlos, morderlos y succionarlos lascivamente. Sus manos se movieron en torno a sus brazos, palpando y hurgando en las perforaciones que las varas habían dejado.
Cuando amaneciera, y valiéndose del ralentizado poder de curación del ángel caído, de aquellas heridas no quedaría mas que una débil cicatriz gracias a aquel ínfimo y descarado contacto físico.
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
¿Qué había sido todo aquello?, ¿un juego del destino?, ¿una señal divina?, o la simple advertencia de que su vida era solo una cruel broma, de hecho muchas veces había escapado de las manos de la muerte, aquella solo le rodeaba y no le permitía vivir en paz. Un chico normal tenía que tener aventuras…pero no esa clase, la muerte ahora solo era para él una clase de accesorio que diariamente las chicas utilizan en su vestimenta. Sabía que aquello no quedaría atrás y su débil cuerpo no aguantó lo suficiente como para poder liberarse del todo de entre las manos del mayor, de aquel ángel de la muerte, tenía miedo, incertidumbre de lo que podría suceder ahora con su persona, odiaba ser tan débil…quizá aquel sujeto haría lo que quisiese con su cuerpo…cortar poco a poco cada parte de su cuerpo era una posibilidad, sin embargo la falta de energía no le permitía abrir un poco sus ojos, su gélido cuerpo era víctima de las nuevas acciones del ángel, el viento acariciando sus cabellos, la emoción de sentirse tan libre, el estar “volando”, un simple humano estaba sintiendo todo aquello que él hombre siempre estaba buscando...”El sentirse libre” aquel tan anhelado deseo que solo pocos habían podido experimentar en su vida, pero su caso era completamente diferente, ni la adrenalina que ahora sentía le permitía reaccionar del todo
-N..no.-apenas logró articular para volver a desvanecerse, podía percibir todo el escándalo que el contrario había armado, seguro era personal del templo que anteriormente le habían visto causar de las suyas, pero sintió palidecer en cuanto escuchó que lo devoraría, entonces era cierto aquel ser que parecía no dañar a ninguna criatura había resultado ser un “demonio” …no quería morir…¡¡no quería terminar como aquel chico!!, se decía a sí mismo, se encontraba en una gran desesperación, pero por el momento no podía hacer nada útil. Se dedicó a esperar lo que fueron minutos parecieron horas ante aquellos ataques, escuchaba al Tengu quejarse, su respiración decía todo ¿Acaso esos seres también tenían problemas?, nunca había creído del todo en la religión, así que… ¿Será una señal para reivindicar su camino y darle un giro inesperado a lo que fue un mundo repleto de placeres banales?. Pronto la calma reinó o eso era lo que había pensado-Ahgh!..-logró quejarse ante el fuerte contacto que tuvo contra el tatami, aquello había resultado ser una caricia después de todo el dolor recibido momentos atrás, por lo menos en ese sitio podría descansar hasta la mañana siguiente, o eso era lo que pensaba.
Podía percibir completamente el sabor del saque la cálida respiración del chico y era obvio sentir la forma en la que le devoraba los labios, tenía que buscar la forma de escapar y de aquella pesadilla finalizara, lentamente abrió sus orbes, volviendo a observar la socarrona sonrisa y esa helada mirada, como pudo ladeó el rostro para que esos besos cesaran-De..Déjame ir…-musito suavemente casi inaudible ya que aun continuaba vulnerable-¿ya comiste esta noche no?-se quejó queriendo liberarse, moviendo sus caderas apenas para que el otro se quitase de encima-¿No..no tienes suficiente?, ¿Acaso no te importa el hecho de que estuvieses a punto de morir?.-Respiró profundamente llevando las palmas de sus manos al tatami y así intentar impulsarse para poder levantarse. Soltó un quejido mordiendo su labio inferior, volviendo a caer de golpe sobre el tatami-N..no eres más que un simple pet co..con complejo de superioridad-sentía su espalda destrozada y no se diga de sus miembros superiores eh inferiores, seguro estaba repletos de “hermosos” hematomas violáceos.
-Se..será mejor que dejes todo esto, pronto tu cabeza terminara rodeada de incienso en el templo, solo estas cavando lentamente tu propia tumba-su corazón estaba más tranquilo por fin su razón estaba volviendo consigo y el temor a morir se estaba esfumando, no tenía caso huir a algo que ya estaba destinado.-Será...que ¿no puedes aceptar el hecho de que un humano es mucho más fuerte que tu?, o que naciste solo para servir a tu amo..-de cierta forma lo estaba provocando, pero no era del todo su intención, tan solo quería que el contrario reflexionara sobre su absurdo comportamiento y lo más seguro es que se lo tomaría a mal, tal vez el que estaba clavando su tumba..era otro.
-N..no.-apenas logró articular para volver a desvanecerse, podía percibir todo el escándalo que el contrario había armado, seguro era personal del templo que anteriormente le habían visto causar de las suyas, pero sintió palidecer en cuanto escuchó que lo devoraría, entonces era cierto aquel ser que parecía no dañar a ninguna criatura había resultado ser un “demonio” …no quería morir…¡¡no quería terminar como aquel chico!!, se decía a sí mismo, se encontraba en una gran desesperación, pero por el momento no podía hacer nada útil. Se dedicó a esperar lo que fueron minutos parecieron horas ante aquellos ataques, escuchaba al Tengu quejarse, su respiración decía todo ¿Acaso esos seres también tenían problemas?, nunca había creído del todo en la religión, así que… ¿Será una señal para reivindicar su camino y darle un giro inesperado a lo que fue un mundo repleto de placeres banales?. Pronto la calma reinó o eso era lo que había pensado-Ahgh!..-logró quejarse ante el fuerte contacto que tuvo contra el tatami, aquello había resultado ser una caricia después de todo el dolor recibido momentos atrás, por lo menos en ese sitio podría descansar hasta la mañana siguiente, o eso era lo que pensaba.
Podía percibir completamente el sabor del saque la cálida respiración del chico y era obvio sentir la forma en la que le devoraba los labios, tenía que buscar la forma de escapar y de aquella pesadilla finalizara, lentamente abrió sus orbes, volviendo a observar la socarrona sonrisa y esa helada mirada, como pudo ladeó el rostro para que esos besos cesaran-De..Déjame ir…-musito suavemente casi inaudible ya que aun continuaba vulnerable-¿ya comiste esta noche no?-se quejó queriendo liberarse, moviendo sus caderas apenas para que el otro se quitase de encima-¿No..no tienes suficiente?, ¿Acaso no te importa el hecho de que estuvieses a punto de morir?.-Respiró profundamente llevando las palmas de sus manos al tatami y así intentar impulsarse para poder levantarse. Soltó un quejido mordiendo su labio inferior, volviendo a caer de golpe sobre el tatami-N..no eres más que un simple pet co..con complejo de superioridad-sentía su espalda destrozada y no se diga de sus miembros superiores eh inferiores, seguro estaba repletos de “hermosos” hematomas violáceos.
-Se..será mejor que dejes todo esto, pronto tu cabeza terminara rodeada de incienso en el templo, solo estas cavando lentamente tu propia tumba-su corazón estaba más tranquilo por fin su razón estaba volviendo consigo y el temor a morir se estaba esfumando, no tenía caso huir a algo que ya estaba destinado.-Será...que ¿no puedes aceptar el hecho de que un humano es mucho más fuerte que tu?, o que naciste solo para servir a tu amo..-de cierta forma lo estaba provocando, pero no era del todo su intención, tan solo quería que el contrario reflexionara sobre su absurdo comportamiento y lo más seguro es que se lo tomaría a mal, tal vez el que estaba clavando su tumba..era otro.
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
Los intentos de aquel muchacho por evitar su muerte eran cada vez mas amargos e hirientes. Bonten, que aún mantenía fijo su sitio sobre él a pesar de todos aquellos amagos de escapar que había tenido, le miraba como si realmente estuviese a punto de morderle y arrancarle un pedazo con toda la mala saña del mundo. Era insultante escuchar de boca de un humano todo aquello. Irritante, y solo conseguía empeorar la situación en la que estaba. El ángel admitía que no tenía grandes principios ni muchos objetivos respecto a su existencia en aquel mundo repleto de codiciosos y pecadores, puesto que había caído tan bajo como todos ellos, pero ser comparado con alguno de esos falderos que solo obedecían le parecía degradante, humillante. Le importaba poco lo que pudiesen pensar de él, pero tampoco quería escucharlo tan directamente.
-”Pet con complejo de superioridad”, ¿eh? -alargó una sonrisa- Para tener una cara tan bonita dices cosas realmente feas, ¿sabes? ¿Quién es el que tiene complejo de superioridad aquí? ¿Un Ángel de gran estirpe de los cielos, capaz de sobrevivir a la ira divina sin mayor consecuencia que una reencarnación futura o una panda de humanos que ve necesario domar a las divinidades para superar su complejo de inferioridad? No me hagas reír -la sonrisa se esfumó de su rostro y volvió a inclinarse hacia delante, hundiendo los dedos en una de las heridas que aún no había comenzado a cerrarse gracias a su poder de curación. Sintió el músculo bajo su tacto, la sangre caliente y la endeble firmeza del hueso. Aquello ya no era una ilusión.
Le encaraba y parecía estar amenazándole con la mirada, queriendo enfrentar la situación como mejor sabía; oscura y torturante diplomacia.
-No he nacido para obedecer a nadie, al igual que tu también puedas llegar a pensar lo mismo. No soy un invento que los humanos han sacado al mercado solo para satisfacer su curiosidad y absurdas necesidades -ladeó la cabeza, sonriendo cínicamente antes de continuar hablando, palpando aquellos músculos como si fuese el pelaje de algún felino-. Soy un “tengu”. Un Dios. Vosotros mismo habéis decidido adorar a un ser como yo como si fuese una divinidad salida de la nada, ¿no es irónico? Los humanos tienen tanta fe como estupidez en su forma de pensar y actuar.
A Bonten pareció esfumársele el enfado. ¿Para que? Había oído tantas cosas a lo largo de los tiempos que era una soberana estupidez preocuparse por las opiniones de un humano moribundo que parecía suplicar su muerte con cada aliento que podía soltar.
Al final acabó sacando los dedos de la piel abierta, e inclinándose pasó la lengua sobre ella. Momentos después, y con un procedimiento lento y en cierto modo doloroso comenzó a cerrarse. El ángel pasó la ensangrentada mano por el rostro del moreno, dejando un camino carmesí por su mejilla mientras le miraba en la intimidad que les proporcionaba la cascada de pelo dorado que caía hasta bañar el suelo.
-No voy a concederte el honor de morir a manos de un Dios, chico -comentó con un susurro confidente-. Pero si buscas ser “devorado” por uno solo tienes que tentar a tu suerte una vez mas y serás el tentempié de media noche~ -volvió a lamerle los labios tras entornar los ojos, mordisqueándole el inferior y el mentón antes de volver a alzarse y quedar a horcajadas sobre él. Con un gesto de la mano se limpió parte de su saliva de las comisuras antes de sumirse en el escrutinio del cuerpo que tenía debajo.
Era un joven apuesto y de aspecto delicioso; aunque su personalidad no dijese lo mismo. En primer lugar no sabía por qué había ido al templo aquel día a traspasar el espacio límite de los visitantes para subir la montaña y encontrarse con él. ¿Un cazador? Si lo fuera ya hubiese contraatacado con algo mas que palabras. ¿Un curioso?
-Ahora que lo pienso -mencionó tras un largo silencio. Fuera ya había oscurecido del todo y no se oía ni un alma. Quizás los monjes y los cazadores esperasen en el amparo de aquella oscuridad o puede que simplemente no tuviesen las intenciones de mancillar aquel templo por el momento-. Me has visto “comiendo”, ¿no es así? -posó la mano en su estómago- ¿Se te ha puesto dura mirando~? -movió el cuerpo, que descansaba sobre sus ingles, intentando acoplarse o sentir algo fuera de lo normal que le permitiese seguir molestando al jovenzuelo. La noche sería muy larga, aunque principalmente no tuviera intenciones de pasarla en vela.
-”Pet con complejo de superioridad”, ¿eh? -alargó una sonrisa- Para tener una cara tan bonita dices cosas realmente feas, ¿sabes? ¿Quién es el que tiene complejo de superioridad aquí? ¿Un Ángel de gran estirpe de los cielos, capaz de sobrevivir a la ira divina sin mayor consecuencia que una reencarnación futura o una panda de humanos que ve necesario domar a las divinidades para superar su complejo de inferioridad? No me hagas reír -la sonrisa se esfumó de su rostro y volvió a inclinarse hacia delante, hundiendo los dedos en una de las heridas que aún no había comenzado a cerrarse gracias a su poder de curación. Sintió el músculo bajo su tacto, la sangre caliente y la endeble firmeza del hueso. Aquello ya no era una ilusión.
Le encaraba y parecía estar amenazándole con la mirada, queriendo enfrentar la situación como mejor sabía; oscura y torturante diplomacia.
-No he nacido para obedecer a nadie, al igual que tu también puedas llegar a pensar lo mismo. No soy un invento que los humanos han sacado al mercado solo para satisfacer su curiosidad y absurdas necesidades -ladeó la cabeza, sonriendo cínicamente antes de continuar hablando, palpando aquellos músculos como si fuese el pelaje de algún felino-. Soy un “tengu”. Un Dios. Vosotros mismo habéis decidido adorar a un ser como yo como si fuese una divinidad salida de la nada, ¿no es irónico? Los humanos tienen tanta fe como estupidez en su forma de pensar y actuar.
A Bonten pareció esfumársele el enfado. ¿Para que? Había oído tantas cosas a lo largo de los tiempos que era una soberana estupidez preocuparse por las opiniones de un humano moribundo que parecía suplicar su muerte con cada aliento que podía soltar.
Al final acabó sacando los dedos de la piel abierta, e inclinándose pasó la lengua sobre ella. Momentos después, y con un procedimiento lento y en cierto modo doloroso comenzó a cerrarse. El ángel pasó la ensangrentada mano por el rostro del moreno, dejando un camino carmesí por su mejilla mientras le miraba en la intimidad que les proporcionaba la cascada de pelo dorado que caía hasta bañar el suelo.
-No voy a concederte el honor de morir a manos de un Dios, chico -comentó con un susurro confidente-. Pero si buscas ser “devorado” por uno solo tienes que tentar a tu suerte una vez mas y serás el tentempié de media noche~ -volvió a lamerle los labios tras entornar los ojos, mordisqueándole el inferior y el mentón antes de volver a alzarse y quedar a horcajadas sobre él. Con un gesto de la mano se limpió parte de su saliva de las comisuras antes de sumirse en el escrutinio del cuerpo que tenía debajo.
Era un joven apuesto y de aspecto delicioso; aunque su personalidad no dijese lo mismo. En primer lugar no sabía por qué había ido al templo aquel día a traspasar el espacio límite de los visitantes para subir la montaña y encontrarse con él. ¿Un cazador? Si lo fuera ya hubiese contraatacado con algo mas que palabras. ¿Un curioso?
-Ahora que lo pienso -mencionó tras un largo silencio. Fuera ya había oscurecido del todo y no se oía ni un alma. Quizás los monjes y los cazadores esperasen en el amparo de aquella oscuridad o puede que simplemente no tuviesen las intenciones de mancillar aquel templo por el momento-. Me has visto “comiendo”, ¿no es así? -posó la mano en su estómago- ¿Se te ha puesto dura mirando~? -movió el cuerpo, que descansaba sobre sus ingles, intentando acoplarse o sentir algo fuera de lo normal que le permitiese seguir molestando al jovenzuelo. La noche sería muy larga, aunque principalmente no tuviera intenciones de pasarla en vela.
Invitado- Invitado
Re: El Tengu de Kiyomizu [Priv.]
-Una cara linda?, mejores cumplidos me han hecho, además de que para mí, aunque fueses el mismísimo dios del universo, en este mundo solo eres un simple pet.-Dijo entre dientes, apretando con fuerza sus puños contra el piso para poder aguantar un poco el dolor que las heridas ocasionaban. No moriría y de eso estaba seguro, aún tenía muchas cosas que hacer antes de morir, no quería terminar con el mismo destino de su madre por esa razón se aferraría mucho más a la vida que ahora poseía. Eureka, el ángel había confirmado que no le mataría, pero rió en sus adentros, si claro un Dios…aun no creía ninguna de sus historias, pero aquello pronto terminaría, solo quería volver a casa y tomar una larga ducha para ir al siguiente día a la escuela.
El hecho de sentirse de esa forma le provocaba que una extraña rabia brotase dentro de su ser, maldecía el día en el que tuvo que comenzar a vivir en aquel entorno, pero no servía de nada estarse lamentando el resto de su vida, mucho menos ahora que ya estaba saliendo de aquel peligro de muerte, tenía que actuar en vez de continuar con el lastimero estado, la carne con la cual el Tengu se divertía no dolía tanto como las palabras y no podía compararlo con su pasado…era lo que realmente le calaba hasta lo más profundo de su ser, el tener al sujeto sobre él lo dejó pasar por alto…ahora se sentía en un estado demasiado pasivo, los demonios de su pasado lo estaban devorando y pronto otro lo haría realmente.
-En un inicio dices que no te darás el lujo de quitarme la vida, por el simple hecho de que te sobrevaloras como si fueses el objeto más valioso que la humanidad tuvo la gracia de observar, y ahora mencionas que vas a devorarme, creo que estas bastante confundido, o quizá no eres tan inteligente como pensé-sintió un largo escalofrío recorrer su cuerpo el sentir la cálida y húmeda lengua del contrario acariciar su abierta piel , aquello provocó una clase de extrañas sensaciones en su cuerpo, no es que le tuviese miedo a aquel tema…pero no cualquiera lo podía tocar, ningún chico se había hecho acreedor a aquel lujo y esta no sería la ocasión, el susodicho dios se estaba tomando demasiadas libertades hacia su persona, si tan solo no estuviese tan cansando, aquel absurdo juego ya hubiese finalizado, elevó sus brazos intentando alejarle como pudiese, no deseaba sentir nada más de aquel sujeto.
-N..no, tus actos carnales me son irrelevantes, puede que para muchos seas hermoso, y tus encantos sean irresistibles, pero para mí…no eres más que un simple sujeto cualquiera…quizá con un enorme ego, pero no pasa de ahí..-entrecerró uno de sus ocelos después de todo era un hombre y que el otro estuviese en esa forma poco a poco lograba que hubiese fricción entre ambos cuerpos, es decir que una reacción era lo más común en un chico tan sensible como lo era Leon, más que a pesar de llevar una vida repleta de tentaciones su cuerpo continuaba permaneciendo puro, consideraba que aquello era una de sus debilidades en cuanto a esa clase de toques por lo que rápidamente sus mejillas adquirieron un delicado tono carmesí.
-Basta…será mejor que me dejes en paz, no deseo nada…no quiero que un ser tan lastimero que presumía con ser un verdadero Dios me toque..-afiló la mirada tanto como peligrosas dagas-es curioso que ahora tengas que sufrir el mismo destino que un humano…pobrecillo…solo follas con los chicos y tomas sus vidas como una pobre ofrenda? Además es patrocinada por ti, ¿Qué se siente que solo te tachen de un asesino, un violador, de simple escoria? mientras antes eras un ser divino, un intocable..-cerró ambos orbes soltando un profundo suspiro-Déjame dormir, estoy muy cansado, te prometo que mañana desapareceré, no diré a nadie acerca de tu escondite, haré como si esto nunca hubiese sucedido, como si nunca hubieses aparecido en mi vida…y mejor aún, jamás pasaré por aquí nuevamente..
Dejó caer sus brazos nuevamente hacia el piso agotado entrecerró sus parpados sin dejar de observar al Tengu-no te servirá de nada comenzar a calentarte, estoy seguro que pronto caeré rendido…sería lo mismo que tuvieses sexo con el cadáver del chico que estabas follando hace unos momentos-una ladina sonrisa no pudo ocultarse en sus labios-mi cuerpo no va a reaccionar como tú lo deseas, lo mejor de todo…es que yo no soy como cualquiera de los chicos que devoras, no seré uno más de tus ju..gue..tes..-musito sintiendo como sus ocelos se cerraban por si solos, sentía su lánguido cuerpo ceder ante el cansancio, el dolor físico y psicológico que había sufrido, no sabía que haría el ángel con él, pero aquella incertidumbre había desapareció, solo se dedicaría a reponer fuerzas antes de marcharse de ahí, si es que al demonio no se le ocurría hacer algo con el mientras descansaba.
El hecho de sentirse de esa forma le provocaba que una extraña rabia brotase dentro de su ser, maldecía el día en el que tuvo que comenzar a vivir en aquel entorno, pero no servía de nada estarse lamentando el resto de su vida, mucho menos ahora que ya estaba saliendo de aquel peligro de muerte, tenía que actuar en vez de continuar con el lastimero estado, la carne con la cual el Tengu se divertía no dolía tanto como las palabras y no podía compararlo con su pasado…era lo que realmente le calaba hasta lo más profundo de su ser, el tener al sujeto sobre él lo dejó pasar por alto…ahora se sentía en un estado demasiado pasivo, los demonios de su pasado lo estaban devorando y pronto otro lo haría realmente.
-En un inicio dices que no te darás el lujo de quitarme la vida, por el simple hecho de que te sobrevaloras como si fueses el objeto más valioso que la humanidad tuvo la gracia de observar, y ahora mencionas que vas a devorarme, creo que estas bastante confundido, o quizá no eres tan inteligente como pensé-sintió un largo escalofrío recorrer su cuerpo el sentir la cálida y húmeda lengua del contrario acariciar su abierta piel , aquello provocó una clase de extrañas sensaciones en su cuerpo, no es que le tuviese miedo a aquel tema…pero no cualquiera lo podía tocar, ningún chico se había hecho acreedor a aquel lujo y esta no sería la ocasión, el susodicho dios se estaba tomando demasiadas libertades hacia su persona, si tan solo no estuviese tan cansando, aquel absurdo juego ya hubiese finalizado, elevó sus brazos intentando alejarle como pudiese, no deseaba sentir nada más de aquel sujeto.
-N..no, tus actos carnales me son irrelevantes, puede que para muchos seas hermoso, y tus encantos sean irresistibles, pero para mí…no eres más que un simple sujeto cualquiera…quizá con un enorme ego, pero no pasa de ahí..-entrecerró uno de sus ocelos después de todo era un hombre y que el otro estuviese en esa forma poco a poco lograba que hubiese fricción entre ambos cuerpos, es decir que una reacción era lo más común en un chico tan sensible como lo era Leon, más que a pesar de llevar una vida repleta de tentaciones su cuerpo continuaba permaneciendo puro, consideraba que aquello era una de sus debilidades en cuanto a esa clase de toques por lo que rápidamente sus mejillas adquirieron un delicado tono carmesí.
-Basta…será mejor que me dejes en paz, no deseo nada…no quiero que un ser tan lastimero que presumía con ser un verdadero Dios me toque..-afiló la mirada tanto como peligrosas dagas-es curioso que ahora tengas que sufrir el mismo destino que un humano…pobrecillo…solo follas con los chicos y tomas sus vidas como una pobre ofrenda? Además es patrocinada por ti, ¿Qué se siente que solo te tachen de un asesino, un violador, de simple escoria? mientras antes eras un ser divino, un intocable..-cerró ambos orbes soltando un profundo suspiro-Déjame dormir, estoy muy cansado, te prometo que mañana desapareceré, no diré a nadie acerca de tu escondite, haré como si esto nunca hubiese sucedido, como si nunca hubieses aparecido en mi vida…y mejor aún, jamás pasaré por aquí nuevamente..
Dejó caer sus brazos nuevamente hacia el piso agotado entrecerró sus parpados sin dejar de observar al Tengu-no te servirá de nada comenzar a calentarte, estoy seguro que pronto caeré rendido…sería lo mismo que tuvieses sexo con el cadáver del chico que estabas follando hace unos momentos-una ladina sonrisa no pudo ocultarse en sus labios-mi cuerpo no va a reaccionar como tú lo deseas, lo mejor de todo…es que yo no soy como cualquiera de los chicos que devoras, no seré uno más de tus ju..gue..tes..-musito sintiendo como sus ocelos se cerraban por si solos, sentía su lánguido cuerpo ceder ante el cansancio, el dolor físico y psicológico que había sufrido, no sabía que haría el ángel con él, pero aquella incertidumbre había desapareció, solo se dedicaría a reponer fuerzas antes de marcharse de ahí, si es que al demonio no se le ocurría hacer algo con el mientras descansaba.
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