entrando a la dimension desconocida - privado Kyle -

Hubiese estallado en risas por la expresión tan fastidiada que Kanou puso al llegar de no ser porque la multitud alrededor le parecía algo más preocupante. No, todavía no estaba listo para ver tanta gente junta, sin embargo, el pánico no estaba en las personas en sí, sino en que desde siempre había vivido mejor aislado. Sintió la caricia e intentó relajarse para no preocupar mucho al mayor. Lo escuchó, suspiró profundamente y, apenas sus claros ojos se fijaron en cierta atracción que tenía un título de “Casa del terror”, no pudo evitar olvidarse de todo su malestar como por arte de magia y señalar hacia el lugar, obviamente pidiendo ir en lo que comenzaba a dirigirse sujetado aún del brazo de Kanou.

-Primero ahí, me da curiosidad ver dentro –habló casi sonriendo sin despegar ni un solo instante la mirada de aquél sitio. Que no hubiera tantas personas ahí debió ser pura casualidad o pura suerte, pero seguro que una vez dentro no importaría cuánta gente hubiera entrado. Y como él no tenía porqué preocuparse por las entradas, pasó directo a mirar curioso únicamente el ingreso. Podía no tener miedo, no impresionarse fácilmente con imágenes o ser quizá demasiado realista para caer en el terror, pero simplemente no se atrevía a entrar solo.

Decir que la escasez de luz o el ambiente lúgubre, para comenzar, no le provocaron al albino escalofríos sería mentir, sin embargo, no podía simplemente sentir miedo sólo con eso. Sí, bueno, se supone que para algo estaba Kanou a su costado, así que asustarse verdaderamente sería medio difícil. O eso pensó al entrar, pues apenas el maldito esqueleto aquél se apareció enfrente de ambos así, de la nada, fue evitable que, por los nervios que tenía ya al pasar, se impactara un poco y de un corto salto retrocediera un paso. Para su suerte, al estar dentro casi oscuro seguro que le fue imposible al mayor notar lo pálido que se puso. Y, al contrario de lo que cualquiera hubiera pensado, le gustó; de eso se trataba, después de todo.

Al oírlo lo único que hizo fue voltear la cara a un costado, respirar profundo y tranquilizarse; no iba a imaginarse ver un cadáver de verdad por el solo hecho de que no ayudaría a su calma, además, que tuviera que ver uno algún día sería poco probable... esperaba. Se hubiera quedado parado ahí, sin mucho entusiasmo para avanzar, de no ser porque el mayor lo empezó a llevar de la mano. Aún no admitía que tenía miedo pues, la verdad, lo anterior sólo lo había “sorprendido”, según él, sin embargo, lo que realmente le hizo asustarse fue que Kanou, con la pistola en la mano, llegara a dispararle al pobre tipo tembloroso que, como único reflejo, había llevado ambas manos arriba. Las personas que habían entrado también y habían visto, ya sea de cerca o lejos, la escena, gritaron aún peor que cuando vieron al tipo disfrazado.

-¡E-Espera, Kanou! –al notar cómo le quitaba el seguro al arma, el hombre se tiró al piso, totalmente asustado, y colocó sus manos tras la nuca (?). En ese momento Kyle se arrepintió de no entrar solo- Ya es suficiente. Guarda el arma o los de seguridad vendrán por nosotros… -y entonces volvió a ponerse pálido: no quería ir a presión tan joven. Sin embargo, a pesar de estar temblando peor que antes, el hombre en el piso señaló una dirección con una de las manos. Probablemente no articuló palabra por no poder a causa de los nervios, pero pensó que con eso salvaría mínimo su vida, así que se quedó así, señalando un pasadizo que si no mirabas bien, no te dabas ni cuenta de que existía. Habiendo notado aquello, esta vez fue el albino quien tomó de la mano al mayor y lo comenzó a llevar para salir tan pronto como pudiese; definitivamente a la próxima atracción pensaría dos veces antes de entrar con Kanou.

Al oírlo, una vez afuera del lugar, no pudo evitar enfadarse igualmente. Lo sucedido adentro no fue para nada culpa suya, para comenzar, además, él no había obligado al mayor a entrar ni mucho menos a sacar el arma. También tenía su límite de paciencia, y que encima Kanou se mostrara molesto obviamente le fastidió en parte. Así que, pensando un poco, llegó a la conclusión de que ahora no tenía porqué molestarse en buscar otra atracción; no tenía humor para seguir aguantándolo y sólo quería no verlo por un rato, cosa que debió hacer apenas despertó esta mañana.

-Olvídalo –habló claramente enojado. No se iba a quedar callado con ese regaño, si es lo que el mayor pensaba, mucho menos siendo lo orgulloso que es-. Si tanto te molesta podrías haberte ido hace mucho, no te retengo. Tampoco es como si… –y suspiró pesadamente, intentando no hablar demás esta vez. Al menos alguien ahí debía actuar serenamente-. Necesito refrescarme la cara un poco; voy al baño.

Sin más, todavía enfadado por haberse arruinado su salida, a paso apresurado empezó a dirigirse para donde fuese mientras Kanou no estuviese ahí. El mayor había dicho que ese día podía ir a donde quisiese, así que eso hizo, hasta que, para cuando se dio cuenta, estaba rodeado de gente que no conocía, y de pronto comenzó a sentirse sólo un poco mal. Sólo un poco pues, gracias a que alguien amablemente le indicó los baños, una vez ahí pudo relajarse siquiera en algo. Realmente no pensaba ni quería demorar demasiado, sin embargo, le fue inevitable querer quedarse ahí: de salir a donde toda esa gente seguro se perdía y, peor aún, terminaría más mareado que ahora. Además, según la rabia de ese instante, a Kanou poco le importaría y a lo mejor ni lo encontraba; estaba muy estresado como para regresar solamente y seguir siendo tratado de esa manera.

Comenzaba a pensar, ahora que creía se podía tomar su tiempo en el baño, que quizás podría haber sido culpa suya. Después de todo, debió suponer desde un principio que Kanou no era de los que tenían paciencia, sin embargo, si éste no quería ir lo mejor era que lo hubiera dicho. Y entonces, en lugar de tratar tranquilizarse, se enojó más. Una vez se hubo dado cuenta de que razonar era imposible porque, ciertamente, se pondría de peor humor, escuchó cómo la puerta se abría y, en un abrir y pestañar de ojos, Kanou ya lo tenía de la mano arrastrándolo a sabrá Dios dónde. Por supuesto que intentó soltarse o reclamar, pero nada parecía ser suficiente hasta que llegaron al lugar que menos se imaginó que Kanou le llevaría.

Se quedó mirando el puesto por unos escasos segundos, sin saber muy bien qué hacer o si debería tomárselo en serio o no. Pero, al notar la seriedad del mayor, se tomó sólo unos pocos segundos más para elegir entre tantos.

-Ése… -señaló con la mano uno no muy grande y más bien mediano, como para que no le molestase cargarlo, con forma de oso. Al oírlo supuso que, por su forma de decirlo, no se trataba de un gesto de disculpa, pero al menos estaba intentando arreglar las cosas. Por lo tanto, porque no tenía ganas de seguir discutiendo y porque sabía que era lo más sabio, esperó curioso de verlo obtener el peluche.

Permaneció todo el tiempo que Kanou jugó en silencio, a la espera que no hiciera otro teatro como el que acababa de ocurrir en la atracción anterior; que sacara el arma y se atreviera a pedir el peluche con amenazas comenzaba a ser bastante posible o creíble para el albino ahora. Y aunque demoró todavía hasta el tercer y último intento para ganar el premio, la habilidad de Kanou le sorprendió bastante, pero no tanto como para dejarse impresionar. Reprimió una ligera risa burlona que soltó por lo bajo al notar al hombre darle el oso de mala gana al mayor, y, una vez con el oso en el brazo, le fue inevitable desviar la mirada.

-Supongo que… gracias –agradeció sólo por costumbre, observando alrededor y decidiéndose, esta vez algo más animado aunque no lo pareciera, por un juego que desde un comienzo había llamado su atención gracias a su gran tamaño-. Quiero subir ahí –señaló a la montaña rusa, por supuesto, sin conocer realmente de qué iba el juego ni cuán mareado o mal pudiera salir de ahí. Desde donde se encontraban se podía observar que el juego era muy popular, mas no todos se atrevían a entrar, así que no habría que esperar turnos ni nada parecido.

Sin darse cuenta se quedó mirando por unos escasos segundos el juego funcionar de lejos, emocionándose un poco al ver la velocidad y las curvas de la ruta. Sin embargo, y no porque lo otro sea menos importante para él, ver todo desde arriba, tan alto, le emocionaba aún más. Probablemente había también otros juegos que podían brindarle tal experiencia, por lo que inferir que escogió algo al azar quizá no estaría del todo mal.

No, Kyle realmente no conocía las consecuencias de elegir la montaña rusa, pero a la vez suponía que las advertencias del mayor no podían ser más exageradas. Ni que fuese a salir de ahí tan mal como para querer regresarle lo que se comió antes de salir de la casa. Prefirió, entonces, no responderle para ahorrarse palabras, y mientras Kanou pasaba a comprar las entradas Kyle no pudo evitar hacer otra cosa que observar cómo salían los últimos que se habían decidido por el mismo juego, lo cual ni lo desanimó ni lo entusiasmó más, pero sí le hizo pensar en que Kanou no exageraba tanto. Sí, tal vez el juego era un poco fuerte, sin embargo, no era nada que un descanso breve después no pudiera arreglar.

Su mirada se detuvo en la entrada de la atracción cuando notó que la próxima ronda iba a comenzar. Tuvo el impulso de apurar a Kanou jalándolo nuevamente del brazo, mas no lo hizo; buscar él mismo los asientos le pareció más importante. Aún con el peluche en brazos no esperó a que Kanou terminara de comprar los boletos para recién ingresar, por lo que se apresuró antes que el otro, entrando y buscando él mismo el lugar para ambos pues los asientos iban de a dos. Y aunque uno de los empleados se acercó a pedirle el peluche para que estuviera más cómodo, Kyle simplemente se negó a dárselo; era muy cuidadoso con sus cosas. Una vez todo listo, un poco nervioso y algo asustado de repente al pensar en que quizá sí salía como Kanou había dicho, lo único que atinó a hacer fue cerrar los ojos y esperar a que el mayor se equivocara. Ojala.

Estaba seguro de que no soltaría el peluche por una sencilla razón: era lo único a lo que se podía aferrar si es que quizá necesitaba hacerlo durante el trayecto. Aunque, por supuesto, lo dudaba. Y ya que Kanou se ofrecía a cuidar también de dicho objeto, no se lo negó, pero le comenzaba a parecer embarazoso que ambos sostuvieran el peluche por varias razones que no se pondría a analizar porque el juego empezaba y ahora era menos importante.

-No podría perderlo –habló, sólo por si acaso, refiriéndose al peluche, y también por si Kanou pensaba que el albino no tenía claro que se le podía caer-. No creo que todos los días juegues algo para darme el premio que yo elija… -imaginaba que muy probablemente esa fuera la única vez, así que era imposible que saliera del juego sin el oso. Con sus palabras se podría deducir que ya tenía un concepto de la forma de ser del mayor, por lo visto.

Cerró los ojos, suspirando a modo de relajación. La velocidad comenzó a ir en aumento de un momento a otro, haciendo que no pueda evitar abrazar fuertemente el peluche, no asustado, pero sí nervioso por que llegara alguna vuelta. Sin embargo, cuando abrió los ojos para intentar ver alrededor, observar todo tan rápido para su sorpresa desde ya hacía que se mareara un poco. Sólo un poco, pues sabía que podía manejarlo hasta bajar.

Al oírlo sólo desvió la mirada al lado contrario, pensando en que su boca a veces debería permanecer cerrada y avergonzándose por el murmuro cerca de su oído. No quería permitirle a Kanou tratarlo como quisiese, no después de saber que podría aprovechar la más mínima oportunidad para querer salirse con las suyas, sin embargo, era perfectamente conciente de que parte de la culpa la tenía él, y que el que no le frenara las frescas acciones al otro era muestra de ello.

Al tomar el juego la velocidad máxima que llegaría a tener, su primer reflejo fue alzar uno de los brazos para cubrirse el rostro, preocupándose ahora seriamente por si podría salir de pie sin tambalearse por lo mareado que empezaba a sentirse. Con el otro brazo sostenía fuertemente el peluche, concentrado en relajarse, hasta que notó la mano del mayor pegada a la suya seguramente a causa de tanto movimiento. No pudo evitar sonrojarse muy levemente a pesar del malestar que tenía, pero no le dio mayor importancia ya que pensó que Kanou seguro que ni cuenta se había dado de aquello; era cosa de conocerlo un poco para saber que el mayor no era de hacer esas acciones voluntariamente. Intentó, entonces, distraerse con la vista que tenía desde tan alto, y lo logró, pero todo se puso peor apenas las peores curvas en el camino se presentaron. Sin pensar ya, pues no podía al tener la cabeza dándole vueltas, lo único que hizo fue volver a cerrar los ojos y susurrar algo referido a cuánta razón había tenido Kanou al advertirle.

Aunque pareciera mentira, con todo y malestar, el albino no se arrepentía totalmente el haber escogido tal juego. No, porque a pesar de encontrarse tan mal que juraría no volver a subir a un juego mecánico como ese, había ganado algo que de seguro sería lo mejor del día: ver un lado de Kanou que jamás esperó, pero que le sirvió de apoyo para no empeorar tras aquella vuelta que lo dejó con un temblor que se esforzó arduamente por ocultar. Se había aferrado al mayor con miedo sin pensarlo, pues de encontrarse en otra situación no lo hubiera considerado hacer, tomando fuertemente con uno de sus brazos el oso que por suerte no resbaló de sus manos, para luego, apenas sentir la gravedad en dirección correcta y esperar unos segundos a sentirse, por mínimo que fuera, mejor, se separó como pudo del lado de Kanou. Le agradecía el gesto, y se lo hubiera dicho de poder articular palabra, sin embargo, no quería que Kanou alcanzara a notar que se había sonrojado por el sólo hecho de tomar su mano antes, además de haberlo atraído y él no haberse negado desde un comienzo. Era ridículo, no lo negaba, pero Kyle tenía sus razones para reaccionar así. Entreabrió entonces los ojos para intentar ver cuanto más duraría la tortura. A juzgar por lo que quedaba del camino, podría asegurar que no necesitaría recurrir de nuevo a aferrarse de Kanou para sobrevivir... o eso imaginaba.

A comparación de momentos antes, cuando se encontraba todavía en el juego, el malestar había bajado generosamente, mas sin embargo no lo había hecho lo suficiente como para librarlo del casi nulo equilibrio que el mareo había ocasionado. Sólo por eso, y tomando como excusa que no quería ser arisco del todo, fue que se auxilió al tomarle la mano, bajando con cuidado para no caer. Apenas tuvo conocimiento de que sus pies pisaban tierra firme, a pesar de que no la sintiera aún tan firme, se soltó, y una vez Kanou empezó a caminar se posicionó tras él con la idea de tomarlo de guía; debía evitar ver la gente a su alrededor para no empeorar y ocasionar más problemas, suficiente había tenido ya con tener que aprender a las malas y a costa de las consecuencias.

Percatarse de que se habían acercado a lo que parecían ser unas bancas fue motivo para que apurara como pudo el paso hasta ellas sin desperdiciar el tiempo, y una vez hubo tomado asiento soltó un suspiro que recordó mucho a su forma de protestar en silencio; era muy injusto que Kanou aparentara no estar tan mal como él. Gruñó bajito, abrazando con fuerza el oso que sostenía entre los brazos. No quiso prestar atención a sus palabras pues al oírle pronunciar “comer” hizo gesto de sentir náuseas y sólo desear tener tranquilidad y silencio por unos segundos, no obstante, ya cuando el mayor se refirió a alguna bebida pensó en que rechazar tal ofrecimiento sería tonto de su parte; necesitaba con urgencia beber algo. El tono tan poco agradable no iría a hacerlo cambiar de opinión, además, tenía muy en cuenta que Kanou no tenía porqué ser amable después de que él mismo se apartara.

-Eh… s-sí. Sólo agua… -pero antes de que Kanou se fuera, el albino levantó el rostro con los ojos entrecerrados por la agresiva luz del día y, con lo que simulaba ser una expresión de alivio al poder ahora hablar sin agraviar su malestar, habló sin levantar mucho la voz- Gracias por… -escogió sus palabras; no tenía cabeza para pensar con coherencia lo que decía-… por intentar ayudarme en el juego. Me sirvió mucho –y más le valía a Kanou haber escuchado, pues Kyle no lo volvería a repetir tanto por orgullo como porque se empezó a sentir peor.

Hubiera apartado a Kanou apenas éste se acercó de haber estado tan bien como lo estuvo antes de subirse al juego. Y aunque ciertamente no le disgustó del todo la acción del mayor, porque no tenía ganas de enfadarse por culpa suya, maldijo el no predecir lo que iría a hacer Kanou por más imprevisible que fuera. Después de observarlo alejarse y oír sus palabras, las cuales no le hicieron gracia a causa de los términos empleados, prefirió ignorar el hecho de que muy probablemente alguien haya visto, y así, intentando hacer como si nada perturbara su cabeza aparte de los mareos que insistían arduamente en arruinarle el día, esperó paciente a que regresara con lo prometido. No era que tampoco otra cosa pudiera hacer, al menos no en su estado, además de sostener el oso y pensar dónde lo colocaría llegando a casa.

Que Kanou llegara con una pastilla, aparte de haberle traído el agua, le sorprendió un poco en realidad, pues no imaginaba que se tomaría la molestia de traérsela. Sabía que era alguien muy pendiente de su alrededor, eso no lo podía negar, pero juzgando su manera de actuar a veces parecía que no se tomaba las cosas lo suficientemente en serio para pensar en detalles. Tomó la pastilla tal como indicó el otro que lo hiciera aunque supuso que el efecto no sería de inmediato, sin embargo, solamente beber un poco más de agua le brindó una ligerísima mejora, mejora que se hizo notar con el breve y tenue rubor que se apoderó de su rostro al escucharlo. Lástima que además de eso Kanou sólo consiguiera que el albino desvíe la mirada, ignorándole secretamente avergonzado.

-No es para tanto… Sólo me mareó un poco por ser la primera vez que subo -murmuró en protesta; un león como él no podía dejarse ver débil. Así que, como ya empezaba a sentirse mejor gracias a la medicina, decidió no perder más el tiempo-. Ahora quiero ir a esa rueda –indicó con la mirada que se refería a la rueda de la fortuna. Era grande, bonita, iba lento y la veía inofensiva, a comparación de la montaña rusa. Además, podía aprovechar la oportunidad para terminar de reponerse del todo. Al parecer, los juegos mecánicos grandes llamaban la atención del felino.

Se vio claramente disgustado y hasta decepcionado al entender que sería difícil conseguir más días como este. Si bien se conocía lo suficiente para saber que lo que Kanou ordenara le importaba demasiado poco, por lo mismo imaginaba que tener a éste bajo su mando como hoy, aunque ciertamente la palabra “mando” le quedaba grande a su situación, sería de extrañar, mas no irrepetible, quizá. No obstante, no lo agradecía; se sentía en el derecho de exigir ser tratado así incluso a diario, pues desde siempre acostumbró a esa clase de trato. Sólo gruñó bajo, entonces, después de oírlo, y si dudó en darle la mano fue justo por las palabras que le hicieron gruñir hace segundos. También había pensado en soltarse una vez de pie para mostrar su inconformidad, sin embargo, cuando lo hizo fue más por tener la ligera y muy intuitiva sensación de que Kanou tenía un concepto de él para nada propio del que se debería tener con los leones.

-Sería irracional de mi parte querer subir al juego teniéndole miedo a las alturas ¿no? Pft -a lo único que podría tenerle real miedo por ahora era a que el mayor de pronto decidiera dejar de gastar en él, pero aquella posibilidad no iría a exponérsela por conveniencia. Sí tenía en cuenta que Kanou lo podía decir sin malas intenciones para evitar consecuencias parecidas a las que ocasionó elegir la montaña rusa, pero cuando se trataba de su orgullo, porque según él no era tan miedoso, en ocasiones hacía un lío de palabras muy simples. Aún descontento, pues lo estaría por un buen rato al tener ya dos razones para estarlo, empezó a andar apenas un par de pasos al frente, con el oso entre los brazos y avanzando a paso rápido hacia el juego. Y a pesar de que todavía no se sentía perfectamente bien, fue suficiente ver la rueda de la fortuna de cerca para olvidarse de todo malestar y esperar impaciente que Kanou pagara como debía hacer.