de compras con el bichito blanco - privado Kyle -

Su respuesa, a comparación de la vez anterior, le hizo arrugar el entrecejo. ¡¿Qué se creía?! Y no era porque estuviera acostumbrado al buen trato, sino es que los aires de superioridad que tenía su nuevo amo definitivamente le incomodaban a tal punto de enfadarlo.

-Jum -gruñó, se cruzó de brazos aún enojado y prefirió no seguirle el juego. No iba a perder saliva en palabras o acciones que no llevarían a nada provechoso. Sabía que le convenía, por el momento, portarse "algo" bien, pero comenzaba a pensar que aquello le sería terriblemente difícil con un amo como este. Al no verse venir el giro repentino que el auto dio, su cuerpo se fue para un lado como si no hubiera tenido la fuerza necesaria para agarrase bien, y notando la ruta diferente que el auto tomaba, supuso que ya no iban para la casa. No es que quisiera ir a su casa, tampoco, sin embargo, le hubiera gradado bastante darse un baño justo como Kanou había dicho antes.

Al llegar y ver la tienda sus ojos se iluminaron como si lo que hubiese visto fuese lo mejor que se podía esperar en ese día. Entró, con paso lento y con los ojos puestos alrededor, siguiendo al mayor sin darse mucha cuenta de por dónde iba. Escuchar aquellas palabras fue, no obstante, realmente lo mejor del día. Eso le daba a entender muchas cosas, entre ellas que Kanou podía darle la buena vida a la que tanto estaba acostumbrado. Sin queja alguna se disponía a seguir a la señorita cuando, de pronto, al sentir la palmoteada en el trasero su rostro enrojeció a tal punto de sentir ardiendo las orejas.

-¡¿Qué demo-?! -pero, como la señorita seguía caminando, hizo como si hubiera sido parte de su imaginación y continuó siguiéndole los pasos. Llegaron, no muy lejos, a una habitación que tenía la ropa perfecta, según sus gustos. Se acercó, ilusionado, hacia cada prenda, escogiendo sólo las que más le gustaron. Por pura casualidad, dichas prendas eran de las más caras y costosas. La señorita le indicó los provadores, y el albino se dirigió hacia ahí con una sonrisa que difícilmente se le iría en lo que quedaba del día.

Todas y cada una de las prendas eran las candidatas perfectas para ser la primera en probarse. Estaba indeciso sobré que ponerse primero y qué no, por lo que seguramente le tomaría un buen, buen rato terminar de probarse todo aquello. Comenzó, entonces, a quitarse la ropa con las que había salido de la tienda de mascotas, para dejarla a un lado y pasar a probarse otras telas más finas y de su entero agrado.

Después de algunos varios minutos, salió del probador indicando que todo, absolutamente todo lo que se había metido al probador fuera alistado. Y es que las prendas le habían quedado muy bien, sobre todo con aquella apariencia suya de felino elegante que tenía sin ser consciente de eso. Suponía, mientras se dirigía donde Kanou nuevamente, que el mayor no daría quejas con la suma de dinero que tendría que pagar por su ropa. Tampoco es que hubiera elegido una montaña, pero considerar que por prenda se pagaba lo suficiente para decir que era un golpe bajo a la pobreza, era inteligente y muy oportuno.

-Ya les indiqué qué me llevo -habló una vez estuvo frente a Kanou-. Espero que no sea mucho... -su conciencia no le permitía sobrepasarse con el gasto siendo la primera vez que el mayor iría a comprarle algo. No era tan tonto como para desesperarlo a la primera oportunidad que tuviera.

Lo siguió como indicó el mayor, observando todo el procedimiento mientras guardaba distancia. No quería cambiar de opinión y pedir aún más prendas de las que ya había escogido, porque podía pues todas habían sido de su gusto, aunque claro, algunas más que otras. Después de aquello salió de la tienda ciertamente alegre. La ropa ya era suya, era un hecho, por lo que por más que su amo pudiera tener la peor personalidad del mundo eso no le desanimaría en el resto del día.

-Pues... -pensó un poco al oírle, ya que aparte de la habitación en la que estaba encerrado con su primer amo, la tienda y otros pocos lugares, no conocía tanto el exterior como para poder decidir- Todavía me faltan algunas otras cosas... -no imaginaba que Kanou hubiera pensado en todo, así que lo más probable era que su compra haya sido improvisada. Miró alrededor, buscando alguna otra tienda que fuera de su agrado, sin embargo, en lo único que pensaba para más compras era zapatos, otros objetos personales y libros, o dulces- Tú decide, sorpréndeme.

Para ese momento, por cierto, no había percibido las miradas ajenas. Ciertamente, su mente iba pensando en más compras y asuntos sin importancia como la apariencia de la casa o su habitación, aunque, por cómo Kanou pasó su brazo por sus hombros, comenzó a ser conciente de que algo, que él no identificaba todavía, llamaba la atención de los demás en el centro. Era por estas cosas y otras que odiaba los lugares con tanta gente. Una librería, pensó entonces, debería estar más vacía. Después de todo, no toda la gente tenía el buen gusto por la lectura, por lo que suponía que más tranquilo sería estar ahí.

-Vamos a una librería -respondió fastidiado con tantas miradas, comenzando a sentir incomodidad al saber que, a la vez, podrían estar mirando también a su amo. No es que, tampoco, sintiera celos, pero era demasiado posesivo con lo que consideraba suyo. Si quizás hubiera sido otra persona su comprador hubiera pasado exactamente lo mismo; le daba igual quien fuera, pero con lo suyo, especialmente si le iba a dar una vida llena de comodidades y, quién sabe, lujos, nadie se metía.

El que sea una mascota no era un hecho que daba a entender que fuera inculto. Muy por el contrario, podría demostrar tener más cultura que aquél tipo que le había tocado, para su mala o buena suerte, como amo. Entró, no lo negaba, fascinado por la cantidad de libros. Antes sólo tenía una colección que era exclusivamente para estudios, por lo que no había disfrutado tanto. Confundido… quizás un poco por el orden en cómo se encontraban, pero más allá de eso estaba más que cómodo.

-No, me gustan los de letra pequeña y muchas páginas, pero quizás esos infantiles te vengan muy bien a ti –respondió a la broma tan pesada que el mayor formuló, obviamente, ofendido. Si lo iba a tratar de mascota, como iba haciendo hasta ahora, se podía ir olvidando de que el albino fuera a tratarlo como amo. Kyle era muy orgulloso. Suspiró profundo, prefiriendo intentar olvidar la mala compañía que tenía, y pegó toda su atención a los títulos que sus ojos lograban leer. Algunos ya los había leído, otros no pero parecían aburridos, sin embargo, hubo sólo uno que verdaderamente quiso comprar.

-Quiero sólo éste –pidió cogiéndolo él mismo y observando, primero, el paratexto de dicho libro. Después de dar una ojeada confirmó su decisión: era grueso, algunas muchas páginas, ¡pero!, eso mismo era lo que buscaba. No por impresionar, porque entonces hubiera elegido otros mucho más gruesos, sino porque el argumento le había llamado la atención y porque le gustaba seguir historias largas psicológicas y de suspenso, como ésta.

Al salir de aquella tienda con el libro comprado y escuchar lo que el mayor dijo se quedó pensando unos segundos, pareciéndole indiferente si Kanou pasaba de nuevo o no su brazo o si la gente alrededor había disminuido o algo. La verdad era que no necesitaba más, si tenía buena ropa, comida y casa, suponía que era suficiente. Aficionado a las compras tampoco era, así que no se le ocurría qué más podría necesitar.

-Umm –volvió a pasear su mirada alrededor, así como lo hizo con la librería, buscándose alguna idea-, vamos allá –dijo señalando una tienda de calzados, terminando por elegir sabiamente. No pensaba pasearse eternamente con los zapatos que llevaba en la tienda para mascotas.

Recién cuando hubo elegido prestó verdadero caso a su alrededor. Era cierto que no había demasiada gente, pero la que había, por ahora, era suficiente para provocarle ese sofoque que normalmente tenía cuando se veía atrapado en un lugar quizá muy público. Hace un rato había tenido la misma sensación, pero más fue su gusto por la lectura que su incomodidad. Volvió a mirar alrededor, respiró profundo y quiso hacer como si no sintiera nada, mas sin embargo deseaba con todas ansias terminar ya con las compras.