cenando con un pequeño leon *privado Kyle*

Por más que se sintiera mal a Kyle no le gustaba aparentar que lo estaba. Por orgullo o porque se creía muy autosuficiente como para cuidarse solo él mismo, recibir ayuda de otros le resultaba terriblemente vergonzoso. Sin embargo, la verdad era que sí, había palidecido un poco y el suspiro que dio delataba cuánto malestar sentía por encontrarse en un lugar con tanta gente. Aunque no era nada alarmante, pero estaría mas relajado de estar donde tanta gente no lo rodeara.

Cuando vio a Kanou así de preocupado intentó explicar que no pasaba nada, que probablemente estaría mejor cuando fueran a casa y que, en realidad, preocupar a los demás no era de su gusto. Sin embargo, la mano del otro ya había tomado la suya y, teniendo la palabra en la lengua, lo único que pudo hacer es entreabrir un poco los labios, tomando así más aire para relajarse, mientras el mayor lo llevaba apresurado al restaurante. No protestó pues notó la inexperiencia de su amo, por lo que, sin decir nada, prefirió tener de esta manera toda la atención que él le pudiera poner, además, no pensaba que el amo de hace un rato pudiera llegar a preocuparse tanto por su mascota… pero suponía que lo hacía por no dar una mala impresión. Durante el recorrido se mantuvo en silencio, comenzando a sentirse mejor que cuando estaba en el centro comercial. Fue por eso que, cuando llegaron al restaurante y estuvieron en un ambiente apartado, como Kanou parecía haber pedido, su rostro pudo volver a tener un color un poco más animado. Aún estaba algo pálido, pues un restaurante no dejaba de ser público, pero sí estaba más calmado que antes ya que el ambiente mereció su atención y era de su agrado. A veces pensaba que más le importaba sus comodidades que su propia salud, aunque era algo en lo que no se ponía a pensar seguidamente. Estaba impresionado por el restaurante, sí, y el sofoque todavía seguía fastidiándole.

Fue ahí cuando desvió la mirada hacia la visión panorámica que tenía de la ciudad, habiendo escuchado las palabras del mayor y queriendo evitar hablar del tema, sin embargo, para ese momento Kanou le tomó la barbilla y Kyle no pudo evitar mirarlo, como acto reflejo.

-Me ponen mal los lugares con mucha gente –se limitó a responderle. No daría mayor explicación porque le parecía que si hablaba más entonces terminaría preocupándolo innecesariamente-. Fue nada… supongo –bajó la mirada algo pensativo, queriendo aminorar la importancia que el mayor le daba a su malestar-. Ah, y puedo cuidarme solo –se soltó, entonces, del agarre a la barbilla que su amo le había impuesto, pues el movimiento brusco que hizo con la mirada, primero en la ciudad y luego hacia al frente, ocasionó que se mareara ligeramente. En esos momentos estaba algo débil, no obstante, obviamente no se lo demostraría.

Se quejó mentalmente al oír el ultimátum. Al parecer, para su pesar le esperaban días llenos de gente. Bien podría acostumbrarse, pues la verdad nada le costaba intentarlo ahora que pasaría más tiempo fuera, pero la sociedad jamás fue de su agrado por diversos motivos. Aún fastidiado tomó la carta, mirando los platos sin ningún interés ya. Leyó y releyó, sin embargo nada se le antojaba en serio. Quizás un buen vino sí, pero comida… si pedía comida la regresaría, seguramente, si se mareaba después. Así que siguió mirando por si encontraba algo, y al oír la propuesta del mayor pasó a fijarse solamente en los postres. No es que fuera obediente, pero esa idea y palabras habían sido las más inteligentes que había dicho su amo en el día.

Había todo tipo de postres, dulces, y un etcétera largísimo que se recortaba bastante cuando Kyle se ponía a escoger según sus gustos. Interesado en decirse rápido fijó su atención a la lista, pero la caricia que el otro hizo sobre su mejilla ocasionó que un levísimo sonrojo apareciera sin querer coloreando su rostro. No se lo vio venir, no especialmente de “éste” amo. Se le quedó mirando algo desconcertado o impresionado, una mezcla extraña, aún ruborizado tan ligeramente que parecía (sólo parecía, porque aún no se encontraba del todo bien) que sólo se le había devuelto el color a la cara. Al escuchar sus palabras quiso asentir, sin embargo, no lo hizo porque lo consideró obvio y fuera de lugar. Lo habían cuidado medianamente bien, pues él que estaba acostumbrado a sus lujos en ese corto tiempo no los tuvo en abundancia, pero no se quejaba. A comparación de otras mascotas, Kyle la pasaba lo suficientemente cómodo.

Sí, lo que dijo Kanou era cierto. Se vería mal, muy mal, que la tienda de mascotas haya tenido más cuidado con él. Ahora la idea de querer cuidarse él sólo ya no la tenía muy en mente, ¡pero! Aún así pensaba hacerlo por orgullo propio. Al ser observado de esa manera su rostro enrojeció un poco más, pues fue gracias a que el mesero llegó para tomar las órdenes que aquello se intensificó. Esa era una de las razones por las que no le gustaba en ambientes muy públicos. Abochornado regresó la mirada hacia la carta, oyendo el murmuro en el oído y sintiendo cómo le ardían hasta las orejas de la vergüenza, señalando, poco después una vez hubo pensado claramente, un pastel verdaderamente costoso. Sin embargo, él ni cuenta se dio del precio. Terminando de pedir regresó la mirada a Kanou con algo de recelo.

-¿Siempre haces esto con tus compañías? –preguntó sin rodeos- Pensé que lucía lo suficientemente “espantoso” para que no te me acercaras mucho –agregó recordando lo que Kanou le dijo anteriormente y, resentido así, desvió la mirada a un costado, sin saber cómo debería interpretar las acciones tan contradictorias del mayor. Después de todo, era la primera vez que alguien le trataba de esta manera: primero para nada amable, y luego, atento y seductor. No negaba que parte de su incomodidad se debía a que le gustó aquellos mimos que el mayor le había dado, por lo que, al ser quizá algo lento para estas cosas, no supo reaccionar de otra forma.

Escuchar esa respuesta a su reclamo anterior no le había aliviado del todo. Con esas palabras únicamente Kanou hizo pensar a Kyle como si tuviera un amo demasiado promiscuo, y eso no le gustó. Sin embargo, como bien dijo el otro, al menos el albino no tuvo lugar a hacer otro reclamo porque él sí recibía cena y compras. Sólo por eso se mantuvo callado sin quejarse nuevamente, aunque la incomodidad se le reflejaba hasta en la mirada. No pasó mucho para cuando sintió la mano del mayor acariciarle imprevistamente detrás de las orejas. Si Kyle hubiera podido elegir, no estaría ronroneando bajito y disimuladamente como lo hizo apenas la caricia comenzó. Incluso, para sorpresa de él mismo, el enfado o mal humor se había esfumado como si nada.

Lo escuchó sin mirarlo, prestándole más atención a los mimos que a lo que Kanou decía. No es que tuviera miedo, simplemente las personas no eran de su agrado. Aunque quizás, por el fallecimiento de sus padres, sí podría tratarse de algo parecido a un trauma, el león se negaba a aceptarlo. Ni él mismo sabía, ni tampoco le interesaba ponerse a pensar. Además, si Kanou decía que lo protegería, entonces suponía que no tendría tampoco porqué preocuparse.

Por el momento sólo se concentraba en recibir las caricias en sus orejas, mostrándose realmente asemejado a un minino, hasta que el mesero interrumpió dejando los pedidos sobre la mesa respectivamente. Ahora lo más importante, más que aquél suave masaje detrás de las orejas, era probar el vino y su postre. Escuchó las palabras del mayor, tomó su copa, una vez éste la hubo servido, y bebió de ella sin siquiera catar su contenido. Después de todo, sólo sabía catar vinos por su anterior amo, porque a él sólo le importaba que fueran costosos y dulces. No obstante, cuando eran dulces la mayoría de veces terminaba tomando un poquito demás. Y sí, este vino le gustó.

Hubiera vuelto a beber de la copa si no fuera porque oyó a Kanou ordenarle que abriera la boca tan seriamente. No iba a comer, no si Kanou le ponía el bocado en la boca como si el albino no pudiera comer solo.

-No quiero, prefiero mi postre –se negó, sin embargo, al toparse su vista con la carne que el tenedor sostenía no pudo evitar pasar saliva. Adoraba la carne, para qué negarlo, y se la hubiera recibido de no ser porque Kanou pretendía dársela de esa manera. Al ignorar al mayor lo que hizo fue llevar su tenedor al postre, tomar un poco y metérselo a la boca, para así ya tenerla llena de algo y el otro no pueda forzarlo a comer… o eso creía.

Volvió a pasar saliva al oír el comentario hacia la carne, sin embargo, no vaciló en ignorarlo y seguir comiendo de su postre. Ahora esto ya no se trataba de si quería comer o no, se trataba, sino, de seguir firme en su decisión por orgullo. No es que tampoco fuera tan terco, pero Kanou se estaba esforzando demasiado en tratarlo como una mascota o animal más, como si fuera lo más fácil del mundo intentar “domarlo” y tratar con él. Por supuesto, a razón de esto, no iría a obedecerle ni a hacerle caso en todo lo que quisiera que el albino haga.

-Jum… -giró el rostro hacia el lado contrario del mayor, obviamente restándole importancia al comentario de la comida con dicho gesto y pensando sólo en lo bueno que estaba el pastel. Sin embargo, las palabras que siguieron hicieron que casi se atorara de la “sorpresa”. Una vez hubo tomado un poco de vino para no atragantarse, como pensó que lo haría, pensó más detenidamente lo que sus oídos habían escuchado. No, no dormiría con Kanou pero tampoco dormiría en el sofá, lo cual terminaba siendo aún peor. Qué irresponsable por parte de su amo no haber preparado siquiera una habitación improvisada, pensó entonces. Estaba más que obvio que la noticia no le había agradado para nada, y era aún más obvio que simplemente no iría a dormir en el sofá. Claro que no. Lo único que quedaba era compartir cama con el otro, por más incómodo que resultara.

La manera en que cortó el siguiente trozo de pastel y se lo llevó a la boca era la más nítida prueba de cuán molesto estaba. Después de escuchar a Kanou ofrecerle de nuevo carne continuó comiendo el dulce, rechazándolo así. Tomó un poco de vino, terminándose la copa en unos cuantos tragos a diferencia del mayor, y apenas percibir por segunda vez las caricias en sus orejas no atinó a hacer otra cosa que no sea volver a ronronear bajito. Minino no dejaba de ser por más molesto o enfadado que estuviera, así que al ser mimado de esta manera sólo dejó de pensar en ese instante sobre dónde dormiría, y pasó a disfrutar plenamente de las caricias.

-¿Tanto te preocupa que coma? –respondió tras oírlo y casi reír. Kanou se estaba tomando en serio su papel como amo de un gato, o algo parecido a un gato, y a Kyle eso le pareció, al menos, un poco más responsable que antes. Además, los mimos a sus orejas le volvían muy flexible respecto a su orgullo (?). No le estaba obedeciendo, no había cambiado de parecer y no lo respetaba como amo, sólo era que sentía que no debía abusar de la paciencia del otro. Así, comiéndose el trozo del tenedor frente a sus labios, sus ojos parecieron iluminarse al sentir aquél sabor en su boca. Desde que entró a la tienda no comía carne de su gusto, es más, se limitaba él mismo a sólo recibir ensaladas como comida, o en todo caso postres. Y ahora, al probar el bocado, sus mejillas se sonrojaron ligerísimamente por el placer de volver a comer bien. Al mismo tiempo, parecía también haberse pasado un poco con el vino, así que no pidió que Kanou le sirviera más por precaución, más bien lo miró pidiéndole que le volviera a dar de comer de su plato- Supongo que dormir contigo no debe ser tan malo, después de todo- mientras el otro mantuviera su distancia, Kyle empezaba a creer que su amo era “bueno”.

No dio queja alguna al ver su copa llena por segunda vez, es más, tal y como dijo Kanou, bebió un poco de vino antes de aceptarle el nuevo trozo de carne que éste le ponía al frente. Y, apenas oírlo hablar sobre una sorpresa que no olvidaría, imaginó rápidamente alguna clase de regalo costoso, muy costoso, no sabía exactamente qué, pero si era para “no olvidar” tendría que valer mucho. Por supuesto, su mente no llegaba tan lejos como para imaginarse otra cosa. Así, aún más animado, decidió dar largos tragos a su copa de vino nuevamente. Si se pasaba bebiendo mucho o no entonces ya no importaría; estaba con su amo, así que no había de qué preocuparse, supuso. Además, ese vino tinto era de esos que hace mucho quería probar. Embriagarse un poco, sólo un poco, no sería tan malo, terminó concluyendo.

Con el pequeño cubierto de su postre tomó un poco de pastel y se lo dio en la boca al mayor apenas éste otro le pidió un poco. Si no hubiera bebido quizás le hubiera dejado con la boca abierta, a la espera del bocado, y más bien le hubiera dado dicho cubierto a su amo para que éste mismo se sirviera. Ahora mismo empezaba a estar medio mareado y el sonrojo junto a la mirada entrecerrada demostraban que el albino ya no estaba del todo lúcido o sobrio. Pero, a decir verdad, él podría jurar que estaba perfectamente bien, incluso seguía bebiendo del vino mientras ronroneaba suave con las caricias a su oreja y espalda. Para cuando se dio cuenta, su copa estaba vacía… de nuevo.

-Sírveme un poco más –pidió sin medir cuánto había tomado hasta el momento. Kyle era de embriagarse muy fácilmente, por lo que las pocas copas que llevaba habían sido más que suficientes, ¡pero!, como el vino estaba exquisito, nada mejor que acompañarlo con un pedazo de su postre. Comió otro poco de éste, quedando satisfecho con los escasos bocados que había probado tanto del dulce como de la carne. Y aún así quería seguir bebiendo- Espero que tengas vino en tu casa –comentó-. Sería tan perfecto si lo tuvieras… -y, como si se tratara de algún amigo de confianza, dejó caer medio adormilado la cabeza sobre el hombro de Kanou, reafirmando con esto que no sabía lo que hacía. Poco a poco fue entrecerrando más los ojos, sin querer iniciando a quedarse dormido. Obviamente intentaba quedarse despierto con el único motivo de seguir bebiendo más de lo que ya lo había hecho, sin embargo, lo que verdaderamente hacía que no cayera dormido era el saber que, si lo hacía, pasaría la vergüenza de su vida al salir de ahí muy diferente de como entró. Según él, mientras no le entrara sueño podía aparentar perfectamente estar sobrio.