Residencia Somoku [Kyle]

Dormitó durante todo el camino hasta la casa. No recordaba cómo salió del restaurante, ni cómo entró al coche y, mucho menos, ni cómo llegó a parar ya en la cama de Kanou. Lo único de lo cual tenía un vago recuerdo era de que fue cargado por su amo, cuando Kyle, según su creencia, podía caminar de lo más perfecto porque “no estaba tan ebrio”. Tenía los ojos entreabiertos ligeramente para cuando Kanou lo posó sobre la cama, con la mirada perdida y con un notorio sonrojo producto de la cantidad de vino ingerido, no obstante, aún se mantenía despierto, aunque eso no significaba que estaba del todo consciente. Fue por esta razón que tardó mucho en percatarse de la cercanía que el mayor hacía entre ambos y, adormilado todavía, sintió un estremecimiento delicado cuando los labios ajenos se posaron sobre su torso. Suspiró leve en respuesta sin escuchar ninguna de las palabras del otro, al contrario, no le prestaba atención a lo que decía Kanou y menos se daba cuenta de las intenciones de éste. Estaba, quizá, algo muy ebrio, sobre todo porque en circunstancias normales no habría respondido el beso de la forma en que lo hizo.

-Hnn… -sus brazos intentaron alejar a Kanou inútilmente, ejerciendo una fuerza infantil pues su cuerpo no le daba para más. Tenía sueño, mucho sueño, tanto que si no fuera por el mayor hace mucho que se hubiera quedado dormido- Kanou… –lo llamó con voz adormecida inconcientemente, quedándose sin decirle que lo único que quería ahora era descansar. No se lo dijo porque, a decir verdad, en ese momento no razonaba bien y la idea de sólo dejarse hacer dominaba en su mente.

Sentía que la cabeza le daba vueltas. Para cualquier lado que mirara, no reconocía aún a dónde Kanou era que lo había llevado. Abrió un poco los labios, entonces, para preguntarle, sin embargo, una sensación de calor invadiendo su cuerpo ocasionó que quisiera desprenderse de una sola vez de la camisa a medio sacar. Se quejó un poco, indicándole con eso a su amo que le ayudara, y mirándolo con esos ojos expresando bochorno murmuró para sí mismo o, en el caso de que el mayor haya escuchado, para ambos.

-Tengo calor…

Que Kyle no fuera consciente de lo que pasaba a su alrededor no significaba que no lo sintiera pues, una vez el mayor empezó a estimular sus pezones, no pudo evitar gemir bajo y ahogadamente. Y, aunque ya no tuviera puesta la camisa, el calor que tenía hace un instante ahora iba en aumento tanto como su respiración comenzaba a agitarse. No reconocía aún la situación en la que se encontraba, sólo sabía que esas atenciones que Kanou le daba se sentían demasiado bien, tanto como para no protestar o, siquiera, preguntar.

Sin embargo, lo que le hizo gemir un poco más fuerte, pero sólo por dolor, fue la mordida que enrojeció esa pálida zona casi instantáneamente. Tenía una piel algo delicada, sensible y, para qué negarlo, suave, por lo que la marca rojiza que dejó la acción del mayor no fue de esperar. Obviamente Kyle esta vez sí protestó, sonando bastante dolorido a decir verdad, pero gracias a las caricias siguientes pareció apaciguarse. Podía estar pasado de copas, no ser muy consciente de lo que hacía y demás, no obstante, era muy capaz de reaccionar según cómo se sintiera, así que si ignoró la disculpa de su amo haciendo gesto de resentido fue porque realmente la mordida anterior le dolió bastante. Que se dejara quitar tan fácilmente la prenda restante fue porque todavía estaba mareado y no podía pensar en las consecuencias que eso tenía. Sentía calor, y esa única razón era suficiente para dejarse desvestir por el otro tuviera éste las intenciones que tuviera.

Sus mejillas se encendieron más de lo que ya lo estaban al sentir una oleada de placer provocada por la atención en su entrepierna, por ello no tardó en comenzar a gemir más audiblemente, llevándose instintivamente las manos a la boca para así silenciar en algo sus propios gemidos. Al ser su primera vez, porque hasta el momento se había mantenido completamente virgen, sentir vergüenza no debía extrañar por más embriagado que estuviera. Sin embargo, aunque tuviera vergüenza o timidez, su cuerpo demostraba cuán bien se estaba sintiendo el albino al reaccionar como empezaba su entrepierna a hacerlo. Miró, entonces, suplicante a Kanou inconscientemente, pidiéndole no que parara, sino pidiéndole aún más placer del que ya sentía.

Al recibir aquellos dedos en su boca no se imaginó ciertamente para qué eran, y tampoco es que pudiera pues, a decir verdad, su mente estaba en blanco. Él sólo los había ensalivado por acto reflejo, sin dejar un momento de gemir, en lo que su miembro reaccionaba cada vez más gracias a las caricias recibidas. Le gustaba inconscientemente todo lo que Kanou venía haciendo, sin embargo, tal y como este le susurró al oído, apenas tocar ese mismo dedo su entrada su cuerpo se tensó. Aquello, aparte de ser un poco doloroso, era quizá tan nuevo para el albino que lo sentía sumamente extraño e incómodo. Había, en respuesta a la intromisión, gemido más fuerte, arqueado ligeramente la espalda y dado una bocanada de aire para intentar relajarse, haciendo caso a la recomendación del mayor. Su respiración se volvía cada vez más agitada sin poder controlarla, sobre todo cuando Kanou empezó con los movimientos en su entrada a la vez que su otra mano seguía en lo suyo con la entrepierna. Trató de acostumbrarse rápido a todo eso, no obstante, su cuerpo seguía algo tenso, y no era de extrañar siendo ésta su primera vez.

Ahogaba unos cuantos gemidos en su garganta, sonrojado a más no poder, y respiraba como si le faltara mucho el aire. Por más que Kanou hubiera esperado un poco para recién empezar a mover aquél dedo en su entrada, Kyle seguía sin acostumbrarse del todo a eso. Sin embargo, aunque el mismo Kyle no se hubiera acostumbrado ya su cuerpo comenzaba a hacerlo, pues su entrada además de que tomaba lujuriosa el dígito en su interior empezaba al mismo tiempo a dilatarse un poco, lo suficiente para hacer el movimiento del dedo más fácil. El albino mordió su labio inferior al sentir el placer que le producía tales atenciones, tratando con ello calmar en lo que podía esos gemidos que parecían ir aumentando conforme Kanou acariciaba tanto su miembro como su interior. Y así, contradiciéndose con las piernas más abiertas que antes, habló dificultosamente apenas encontró la oportunidad de hacerlo.

-N-No… Para… -rogó, pues sabía que si seguían no tardaría mucho en llegar a su límite.

Todos esos toques y caricias, especialmente el segundo dedo en su interior, estaban siendo demasiado para el albino. Sus gemidos se hacían más fuertes cada vez que el mayor rozaba sus paredes internas tan habilidosamente, sin embargo, que Kanou metiera sus dedos hasta el tope en su entrada le provocó una sensación de placer tan intenso que no pudo evitar, por un ligero dolor también, gemir fuerte y contraer involuntariamente su entrada. No podía pensar en otra cosa que no fueran los movimientos tanto en su interior como en su miembro, era mucho para él, sentía que estaba por acabar si Kanou continuaba estimulándolo así, no obstante, por más que intentaba a esas alturas ya no podía articular alguna palabra para que su amo se detenga, pues lo único que lograba salir de sus labios eran más y más gemidos. Fue por eso que no pasó mucho cuando ya no pudo resistirse más y, faltándole el aire, terminó derramándose en lo que arqueaba ligeramente la espalda y gemía de placer.

Su respiración estaba muy agitada y sus mejillas estaban tan sonrojadas como nunca. Aquello había sido quizá muy intenso, pues sentía que no daba para más al notar el agotamiento que lo anterior le había causado. Sin embargo, al regresar la mirada a su amo un apetito de querer aún más se fijó en su cabeza. Su cuerpo seguía caliente aunque intentaba regularizar su respiración e intentaba, también, calmarse un poco, pero todo le había gustado tanto que deseaba que Kanou volviera a tocarlo como hace un momento.

Seguía ebrio, tan ebrio como desde un principio. No reconocía sus palabras, ni lo que pensaba ni lo que llegaba a desear o ansiar. No obstante, su mente no llegaba a más después de todo aquello. No imaginaba lo que vendría, ni mucho menos que Kanou no se quedaría tranquilo con sólo esto.

El rubor sobre sus mejillas pareció incrementar por un instante al sentir la lengua del mayor probando su esencia. Iría a detenerlo, solamente por vergüenza, de no seguir medio ebrio, sin embargo, que lo estuviera aún no significó mucho cuando aquellos dedos dejaron su interior ya que, según sus quejidos de disgusto, hubiera disfrutado de una segunda vez. Escuchó sin entender mucho las palabras ajenas otra vez, manteniendo todavía un gesto de disgusto en el rostro por lo anterior. No obstante, más que no entender fue que no quiso prestarle atención, por lo que apenas Kanou llevó ambas piernas suyas hacia sus hombros, el albino, algo menos ebrio, no pudo evitar poner un rostro confundido, adormilado aún, pero en parte confundido. En ese estado no pensaba lo que significaba aquello, sin embargo, comprendió con tan sólo sentir el miembro del mayor presionándose contra su entrada.

Su cuerpo se estremeció con tan sólo recibir las palabras de su amo en su oído de esa manera, y más aún con lo que le había hecho pensar éste diciéndole tal cosa, pero, apenas sentir cómo el miembro del mayor empezaba a introducirse poco a poco un dolor punzante le hizo gemir sonoramente, ruborizarse por completo y soltar lágrimas producto del mismo dolor que conllevaba ser penetrado por primera vez. Curveó la espalda por acto reflejo, cerrando los ojos con fuerza mientras seguía llorando y gimiendo, por ahora, sólo de dolor.

-¡N-No! ¡Ahh...! –quiso intentar usar sus brazos para apartarlo, sin embargo, sus manos ya estaban ocupadas apretando las sábanas debajo suyo cada vez que el azabache conseguía hundirse un poco más. Su cuerpo se había tensado enteramente y, para cuando quiso volver a intentar apartarlo, su propia fuerza ya lo había abandonado pues la estimulación en su pecho había sido suficiente para calmarlo en algo-. ¡Nnh! D-Duele… Duele… -habló como pudo entre gemidos, apretando inconcientemente aún más su entrada apenas el miembro del otro hubo entrado entero. En los escasos segundos que pareció parar todo, intentó respirar menos agitadamente e intentó también relajarse un poco, no obstante, al ser el tiempo demasiado corto, las siguientes embestidas no le permitieron relajarse del todo. Volvió, entonces, a gemir ante cada estocada, y cuando una de ellas dio en un punto realmente placentero aquellos gemidos de dolor comenzaron a volverse placenteros. Aún le dolía terriblemente, pues el tamaño era mucho para su primera vez, pero su cuerpo, con esa embestida, empezaba a acostumbrarse muy bien.

Los gemidos que intentaba ahogar en su garganta comenzaron a inundar la habitación por completo. Su cuerpo ya no estaba tan tenso, es más, ahora que el mayor golpeaba aquél punto con tanta habilidad pudo relajarse y disfrutar aún más de cada una de las estocadas. Respiraba con dificultad, con las mejillas sonrojadas a más no poder y empezando a sentir cómo los movimientos y el calor ocasionaban que las perlas de sudor lo bañaran. Se sentía arder lleno de placer, tanto como para negarse a lo que dijo su amo hasta con la mirada suplicante por más.

-No… –rogó entre jadeos, gimiendo luego con fuerza al recibir una estocada tan placentera-. M-Más… –aferró sus manos a las sábanas, mordiéndose el labio inferior al tiempo que las acciones del otro junto a aquellas penetraciones tan profundas y fuertes en el lugar correcto lo ponían realmente caliente. Su entrada recibía lujuriosa apretándose justo cuando Kanou alcanzaba el punto de placer del albino, no obstante, estaba ya lo suficientemente dilatada como para recibir más cómodamente cada golpe en el interior. Le estaba gustando demasiado, y eso era fácilmente predecible con los gemidos que conseguían escapar de su boca, además claro de reflejar en su rostro todo el placer que lo inundaba en esos momentos. Jamás pensó que algo que era tan doloroso en un comienzo se volviera tan bueno. A pesar de que lo veía todo vergonzoso, por alguna razón no quería terminarlo, sin embargo, imaginaba que de seguir así pronto no podría más. Kanou era demasiado hábil, lo estaría partiendo en dos de no ser las penetraciones más rudas, y aunque el albino era un inexperto en esto y todavía no razonaba muy bien al tener la mente en blanco, quizás era porque todavía estaba pasado de copas que llegó a pensar que tener un amo como tal no estaba tan mal.

No protestó al ver cómo era abierto de piernas y expuesto totalmente, pues al sentir mayor intensidad y fuerza en las penetraciones lo único que atinó a hacer fue gemir aún más audiblemente, sintiéndose ahogar en un mar de goce cada que el mayor alcanzaba su punto de placer. Sus paredes internas junto a su ajustada entrada devoraban hambrientas el miembro en su interior, contrayéndose cuando el albino sentía que no podría más y recibiendo con gusto cada que una embestida golpeaba en lo profundo.

No necesitaba responder a lo dicho por el otro pues sus mismos gemidos y aquél movimiento de caderas que seguían el ritmo del vaivén respondían cualquier duda que su amo tuviera. Aquello era tan intenso, para ser su primera vez, que no soportó más y se sintió pronto a punto de estallar- No puedo… K-Kanou…-las palabras apenas y con dificultad salían de sus labios entendiblemente, sin embargo, la contracción en su entrada fue más que suficiente para darse a entender. Cerró los ojos fuertemente, recibiendo las últimas estocadas mientras sus gemidos se volvían entrecortados, hasta que sin opción alguna terminó derramándose por segunda vez, apretando todavía más el miembro del mayor por reflejo de su propio cuerpo. Lanzó un fuerte gemido al sentir aquél éxtasis en el que se hundía entero, curveando la espalda y ladeando el rostro hacia un costado, agotado y respirando agitadamente.

Sentir aquél líquido caliente llenándole por dentro lo hizo gemir bajito, aún con un tenue rubor bañándole las mejillas, y para cuando el mayor salió de su interior la sensación de algo escurriéndole entre las piernas obligó a su rubor a aumentar. Intentaba regular su respiración tanto como podía, así como también intentaba juntar todas sus últimas fuerzas para no caer dormido del agotamiento. A decir verdad, todavía tenía algo de vergüenza por lo sucedido, sin embargo, los efectos anteriores de la embriaguez ayudaron a que el albino no fuera conciente del todo de la situación. Seguramente al día siguiente sus reacciones serían otras, pero conciente o no, oír decir a Kanou que a la mañana siguiente tendría derecho de pedir lo que quisiera había sido una buena noticia.

Cerró los ojos ciertamente muy cansado, ya sin ganas de pensar tanto. Ahora lo único que quería era dormir, por lo que no pasó mucho cuando ya estaba adormilado nuevamente. Lo único que sintió antes de dormirse por completo fueron unas cálidas caricias por parte del mayor, lo cual lo llevó a ronronear de manera inconsciente en voz tan baja que sólo si el otro estaba muy cerca pudo haberlo oído. Se acurrucó, también de manera inconsciente y casi sólo por reflejo, a su lado, descansando ya más pronto de lo que imaginó. Su respiración sonaba ahora más calmada, como si realmente lo que necesitara fuera un poco de sueño, no obstante, aún se podía notar un sonrojo leve que, aparte de ser producto de lo anterior, fue a la vez ocasionado por las últimas caricias que le dieron. Lo más probable era que no despertara hasta la mañana, no sólo porque estuviera agotado, sino porque uno de sus grandes gustos en la vida era dormir.

Cada que Kyle se quedaba dormido tenía la tendencia a despertar muy tarde, tan tarde que casi siempre dormir tanto le ocasionaba un fuerte dolor de cabeza. Sin embargo en esta ocasión, como nunca, sus párpados se entreabrieron antes de tiempo con sólo recibir la luz del día. Perezoso estiró los brazos aún tendido sobre la cama, para luego, frotando con una mano uno de sus ojos, mirar alrededor sin saber de quién era la habitación. Por el momento sólo recordaba que se había pasado con el vino, pero al intentar recordar un poco más tal fue su impresión que, como si se tratara de un reflejo, se sentó, y un dolor punzante corroboró terminantemente que lo que había recordado no fue producto de su imaginación. Pronto su rostro comenzó a tornarse rojo conforme se daba cuenta de sus acciones en la noche anterior, sin embargo, algo que ocasionó cierto brillito en su mirar fue saber que ahora podría pedir lo que quisiese. Todavía algo avergonzado, para qué negarlo, regresó a meterse entre las sábanas y se ocultó en ellas hasta la cabeza, siguiendo con sus recuerdos y sonrojándose más sin querer realmente hacerlo. Se hubiese dirigido al baño para ducharse de no ser porque escuchaba la ducha desde la habitación, no obstante, moría de hambre, y en ese momento ya no importaba mucho, según lo que creía el albino, salir con lo primero que encontrara para vestirse. Volvió a sentarse, haciendo gesto adolorido apenas lo hizo, e intentó pararse, habiéndose colocado como pudo en la cintura la sábana de la cama, pero las piernas apenas lo sostenían temblorosamente, y si no fuera porque se agarró de una pared hubiera caído irremediablemente al piso. Así, sin poder andar muy bien, salió de la habitación en total silencio, sin embargo, la sábana quedaba tan larga que, en un tropiezo con ésta, fue inevitable que cayera sentado, como cosa del destino. Por supuesto, un quejido adolorido pudo escucharse en la casa entera.

Para cuando el mayordomo, junto a algunas sirvientas, se acercó a auxiliarle apenas había caído, su sorpresa no fue por la sorprendente velocidad que dichos sirvientes tuvieron, sino porque lo trataron con especial cuidado, y eso le gustó. Sólo por tal motivo se dejó regresar de nuevo a la habitación, pues ahora sabía que si quería algo para eso tenía a las sirvientas. Tampoco es que fuera tan frío, pero el recibir por primera vez un trato como aquél simplemente tenía que aprovecharlo. Iba a pedir unas cuantas cosas, como algún bocadillo dulce o bebida, hasta que se vio interrumpido por las palabras del mayor cuando menos se lo esperaba. Al oírlo sólo desvió la mirada a un lado notoriamente avergonzado y a la vez algo incómodo, esperando que se fueran de una vez antes de que Kanou volviera a decir alguna cosa parecida a esa, no obstante, a los sirvientes no pareció importarles mucho o, mejor dicho, se limitaron únicamente a seguir órdenes. Cuando el azabache volvió a hablar, una vez los sirvientes habían pasado a retirarse de la habitación, lo único que hizo el albino fue regresarle la mirada, aunque esta vez denotaba, además de obvia vergüenza, molestia.

-¿"Relajo", dices? –habló entre algo enfadado y, justo como su mirada, avergonzado. Después de todo era un chico muy engreído-. Si quizás no fueras un pervertido entonces no habría sucedido tal "relajo" –en ese mismo instante hubiera deseado ir él mismo por su desayuno, tomar un baño porque en verdad lo necesitaba y, después, exigirle al mayor la retribución que dijo éste le daría, pero estaba tan adolorido que no tenía ni ganas de moverse. Aún así, sin embargo, esperar hasta que alguna sirvienta le llevara el desayuno iba a ser demasiado aburrido, por ello volvió a meterse entre las sábanas hasta la cabeza, al menos hasta que pudiera andar correctamente. Pero, en serio, moría de hambre, y de no llegar pronto la empleada iría él mismo, como fuese, hasta la cocina.

Apenas oírle describir al mayor su comportamiento de anoche su rostro enrojeció a más no poder, pero no sólo de rabia y frustración, sino también por el propio actuar inconsciente que mostró estando pasado de copas. No podía imaginarse a sí mismo tal y como dijo Kanou, al menos no en el primer día de haberlo conocido. Sí, debió tener más cuidado al tomar aquél vino porque lo más seguro era que, tal vez, le quedaría algo parecido a un trauma posteriormente, sin embargo, había tenido sus beneficios: ahora podría pedir lo que quisiese, además, según recordaba, no había estado nada mal… Se enrolló más entre las sábanas, deseando en ese momento no volver a salir de ahí sólo por orgullo, hasta que sus finos oídos alcanzaron a escuchar a las sirvientas llegar de nuevo, y su olfato aseguró de que se trataba de su tan esperado desayuno. Dejó de taparse por completo para comer cómodamente sobre la cama, obvio, escogiendo para desayunar sólo lo que encontró más de su agrado: un par de panecillos dulces junto a un jugo de naranja y un poco de fruta.

Las sirvientas parecían muy a gusto atendiendo y mimando al engreído minino, mostrándose inclusive algo curiosas con éste por el sólo hecho de ser totalmente albino y, además, una mascota. No obstante, bastó con la orden del mayor para que de forma inmediata, como motivadas, quisieran atender al león hasta que éste quedara totalmente satisfecho. Kyle sólo quiso dedicarse a terminar su desayuno pronto, ignorando las palabras que el mayor había dicho; no quería seguir en la cama teniendo que aguantar más a Kanou porque suficiente había tenido ya con lo de la noche pasada. No estaba de mal humor, tampoco estaba enojado ni mucho menos resentido, pero con todo eso lo único que le gustaría ahora sería tomar tranquilo su desayuno. Para cuando hubo terminado de comer, las sirvientas tal y como lo escucharon de Kanou ya se habían retirado directo a cumplir el resto del mandato.

-Bien, ya tuve suficiente de tus burlas –siendo así de orgulloso no se quedaría de brazos cruzados con la actitud del mayor. Aunque, bueno, él se había tomado cada palabra en su contra como una burla-. Te voy advirtiendo que no esperes una "mascota" de mi parte, porque eso será lo último que seré, jum -desvió la mirada soltando un leve gruñido, y tuvo intenciones de levantarse para dirigirse a cualquier otro lugar en el que no estuviera Kanou, no obstante, una de las empleadas de antes llegó en tan sólo unos minutos diciendo que el baño ya estaba listo y dejándole una toalla lo suficientemente grande para que pudiera cubrirse con ella hasta llegar al baño. Se levantó, con la toalla ya rodeándole la cintura, y en compañía de la sirvienta, que sirvió de apoyo, se dirigió al baño sin dirigirle a Kanou alguna otra palabra más. No iba a malgastar saliva con él.

Ya en el baño, con las sirvientas a su disposición alrededor, lo primero que hizo fue hundirse en la bañera, intentando relajarse lo más que podía al sentir el agua un poco más arriba de la quijada. Y, la verdad, no pasaron muchos minutos para cuando ya se encontraba disfrutando de estar en la bañera, especialmente dando órdenes como si la casa fuera suya. Las empleadas sólo se limitaban a obedecerle, otras se ofrecían a ayudarle con el baño y, en general, ellas fueron las que intentaron devolverle la calma al albino, quizás porque conocían tan bien a Kanou que sabían lo que pasaría de no relajar al minino, o tal vez porque era su deber. De cualquier modo, Kyle permanecía ajeno a todo en lo que se daba el baño, bebía un jugo que mandó a pedir y comía de un pastel que se le antojó a medio bañarse. Que las sirvientas trajeran la ropa fue cosa de ellas, porque Kyle no pensaba salirse ahí en un buen rato. Cuando se cansó de estar ahí, aunque más fue porque de seguir en la bañera le daría algo, las sirvientas pasaron a secarle el cabello, a darle de escoger entre las prendas que ellas habían elegido para él y, por último, le ayudaron a vestirse. Una vez listo las criadas lo dirigieron de regreso al cuarto, bien vestido y algo, no del todo, más relajado.

-Entonces... ¿puedo pedir salir a donde yo quiera, no? -habló cruzándose de brazos. Desde que su baño empezó se venía pensando el lugar, no había mucha variedad, según él, aparte de las tiendas, pero ya iba teniendo una idea.