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Mensaje por Invitado Dom Ene 02, 2011 11:53 pm

Detestaba cuando un trabajo se volvía tedioso y repetitivo hasta aburrirle. Sobre todo si tenía algo mejor para pasar la tarde que estar escuchando explicaciones y recibiendo información que no le servía de nada; o que en realidad ya sabía. Siempre que descendía hacia las estrechas calles que rodeaban el Mercado Negro y los barrios de mala muerte de la ciudad se topaba con gente indeseable y demasiado rencorosa. Hombres sin casa que le culpaban por no haberles dado mas tiempo para pagar las ingentes cantidades de dinero que exigían sus préstamos dados, mientras se quejaban una y otra vez sobre sus familias desechas a causa de su egoísmo.

“No es egoísmo, es trabajo” -había contestado una vez, logrando así tener que poner final a aquel bocazas que había comenzado a despotricar y querer arremeter contra él. Los jueguecillos de aquel tipo estaban bien en su justa medida...

-El Lunes de la próxima semana no es un buen...

-Vendré el Lunes -interrumpió el prestamista, saliendo de aquel cochambroso negocio, que a pesar de su fachada administraba armas a cualquiera que pagase bien por ellas. Girándose, haciendo hondear los bajos de aquella elegante gabardina de piel que llevaba puesta, miró al muchacho que hacía mas de una hora trataba de convencerle de que fuera su mediador en la aduana para importar armas de Italia-. Díselo a tu padre. La próxima vez no fingiré que no sé que está escondido en el desván, ¿de acuerdo? -sonrió, casi de manera dulce, pero escalofriante para el otro, que acabó por asentir.

Tras un gesto con la mano como despedida, caminó por aquel lóbrego y sucio callejón, desentonando muchísimo con aquel escenario estando tan bien vestido. Bajo el abrigo llevaba un traje de raya diplomática color azul marino, con camisa blanca y corbata rojo sangre. El sonido de sus mocasines pisando algún charco producido por la llovizna de aquella misma mañana fue una de las pocas cosas que se escuchó estando en las inmensidades de aquellas calles, donde perfectamente podrías sentirse observado. Si mal no recordaba, su chófer le esperaba tres calles mas arriba, al final de las escaleras melladas de piedra. Se tomó su tiempo, sacando el paquete de cigarrillos de uno de los bolsillos, agitándolo para tomar uno entre sus pálidos y finos labios, buscando luego el grueso encendedor plateado.

-¿Es con esa boca con la que arrastras a los hombres? -aquella pregunta con voz seca y resentida, seguida de un gráfico insulto sobre su dudosa condición sexual le hicieron detenerse frente a la desviación de un callejón, alzando la vista de la pequeña llama para ver quien le dirigía la palabra en un lugar tan inmundo.

Sonrió, bajando la tapa del mechero para devolverlo al bolsillo, exhalando y soltando el humo con toda su insultante tranquilidad. No pasó por alto el desgastado bate de hierro que el otro arrastraba por el suelo.

-Mas bien se arrastran ellos~ -dijo, antes de que el desaliñado desconocido arremetiese contra él. Metiéndose las manos en los bolsillos, Hiroyuki dio un elegante paso atrás, dando una vuelta, como si estuviese poniendo en práctica algún tipo de coreografía de baile de salón, esquivándole y escuchando sus lamentos a voz de grito. “Por tu culpa perdí todo” “Por tu culpa...” “Por tu culpa...” Mas de lo mismo. Siempre. Tenía ganas de conocer a alguien que asumiera sus propias cosas, para variar.

A punto estaba de contestarle, tras un buen rato de baile absurdo y ruido de cristales rotos -el bate había tumbado un bote de basura y había roto la vitrina de un local abandonado-, cuando la sombra de otro hombre emergió del fondo del callejón de su izquierda, tumbandole de un golpe que le dejó sin aire y le hizo golpearse contra la puerta de madera de una vieja casa, que crujió y terminó por abrirse para recibir en el suelo su cuerpo con un golpe seco y pesado.

-¡...! -Hiroyuki se palpó las costillas y levantó la vista, justo cuando el bate casi le rozó la mejilla al impactar contra el suelo.

-Te toca pagar, Asai... ¡Ahg! -no pudo amenazarle con fundamento, ya que flexionando una de sus largas piernas había golpeado dolorosamente su rodilla, haciéndole desviar su atención de si para centrarse en su propio dolor.

-YA dumayu, ne~ -murmuró, hincando pues una rodilla en el suelo para proceder a levantarse. Se preguntaba si aquella casa estaba vacía, ya que si encontraba a alguien allí podría aprovechar y disponer de alguna de sus cosas para deshacerse de la basura.



[Ruso; "Yo creo que no~"]

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Mensaje por Invitado Miér Ene 05, 2011 12:24 pm

No había logrado conciliar el sueño en todo el día, y eso era porque su frío cuerpo le exigía una fuente de calor: después de todo, vivir en las calles no era tan fácil. Nunca lo había sido. Y eso era porque su “instinto” a veces lo traicionaba. Se sentía como un animal en algunas ocasiones. Y tal vez, eso era. Había peleado por conseguir el edificio en donde ahora pasaba las heladas noches y los calurosos días. Golpes por todo el cuerpo, moretones y algunos rasguños se mantenían ocultos bajo sus deterioradas ropas. Pero no siempre había sido tan fácil, y no siempre lo sería. No faltaron días en los que no se sentía tan fuerte, que no tenía la misma convicción para darlo todo por alguna razón, ahora ya todas eran... causas perdidas. No tenía motivo por el que luchar, y lo único que podía hacer era ocultarse entre las penumbras, ocultando su identidad y su mismísimo ser. Y cuando la esperanza se perdía, en ese momento deseaba haber muerto en aquel entonces. Pero no moriría sin motivo alguno, no moriría sin pelear. Su ser mantenía una constante pelea interna.

Después de todo el escándalo que se escuchaba afuera, además de las groserías y las posibles peleas que, sin duda resultarían interesantes, decidió salir a investigar un poco. Sentía que estaban demasiado cerca, y ahora se sentía agredido. Realmente se tomaba en serio lo de “proteger su territorio”.

Estiró sus entumecidos brazos y dio unas cuantas sentadillas para calentar sus piernas antes de salir a las gélidas calles. Miró un par de veces por la ventana para asegurarse que no hubiese nadie cercano: La calle estaba vacía; ni un alma.

Decidió rodear la manzana, tomándose su tiempo y precauciones antes de toparse con el culpable de todo. Por algún motivo, esto lo hizo sentir una vez más en su país de origen, donde las peleas entre bandas era una cosa tan común, como que un chico de 10 años pudiera portar un arma. Un escalofrío recorrió su columna ante el terrible pensamiento.

Encontró entonces la “escena del crimen” o eso parecía por el desastre que se veía. Se sentó de cuclillas, manteniéndose oculto tras un bote de basura y las sombras que parecían darle un buen escondite. Entonces se percató de algo anormal...Un sujeto bien parecido. Sí, era raro porque gente así no era vista en estos lugares ¿Qué quería aquí, entonces? Permaneció al margen de la situación, pero atento a cualquier posible ataque por parte del riquillo que parecía estar teniendo problemas con esa gente. No le importaba con tal de que no se metiera con él, además, ver todo el alboroto le parecía algo entretenido.

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Encuentros forzados [Priv] Empty Re: Encuentros forzados [Priv]

Mensaje por Invitado Sáb Ene 08, 2011 8:48 am

La situación parecía de todo menos ventajosa para él. Tenía a un hombre amenazándole con un bate de hierro, que aunque cojeando, aún podía darle problemas; y a otro que le doblaba la complexión al ser increíblemente grueso, de anchos brazos y ropa ceñida. Hiroyuki miró a su alrededor, buscando algo con lo que poder defenderse sin armar una escena en aquel callejón de mala muerte. O al menos poder hacer callar a aquellos descontrolados perdedores que solo sabían echarle la culpa a los demás de su miseria.

Acabó por internarse en la casa, al parecer ocupada por algún indigente, ya que estaba todos patas arriba. Una extensa capa de polvo cubría el suelo y los destrozados armarios, y las ventanas estaban demasiado sucias como para que entrase la luz. Seguía escuchando los insultos tras su espalda, así como su apellido siendo gritado con rabia. Sonrió, deteniéndose y alzando una ceja cuando concluyó que lo único que podría usar en aquella casa serían trozos de madera o escombros.

-Que violento -murmuró con gracia, escuchando la carrerilla que se acercaba, haciendo vibrar el suelo, por detrás. Giró el cuerpo, viendo al hombre mas grande acercarsele, arrasando con todas las pocas cosas que encontraba en el suelo con la intención de volver a golpearle y estamparle contra la pared. Dando unos pasos atrás, alargó el brazo y tomó el borde de una mesa que apenas se sostenía en pie para arrastrarla e interponérsela en medio.

Desde fuera solo se podía escuchar el estruendo de cosas rompiéndose y mas gritos, seguido quizás de los cristales haciéndose añicos. El medio ruso reapareció por una ventana junto a la puerta que había atravesado con la espalda, lo suficientemente grande como para permitirle saltar por ella. Se enderezó y se sacudió la gabardina, viéndose claramente que a pesar de todo iba armado con una Colt M1911, aunque no la hubiese usado en la trifulca. Lo que menos le interesaba era llamar la atención de mas matones. Mirando luego a su alrededor intentó situarse para volver al coche, no contando con que volverían de nuevo a la carga.

El hombre robusto había salido de la casa y se había acercado a él por detrás, pasandole un enorme brazo frente al cuello y pegando el pecho a su espalda, presionando su garganta mientras casi lo alzaba del suelo. Gruñía improperios una vez mas, mientras Hiroyuki alzaba una mano para intentar desembarazarse de él. La otra, no teniendo mas opciones, tomó la empuñadura de la pistola, mientras notaba demasiado ya la falta de aire.

Al final, un disparo hizo eco en las calles de los bajos fondos, mientras pensaba que quizás debiera conseguirse alguien mas que le acompañase a parte de su chófer.

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