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Please, teacher~ -Privado-
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Please, teacher~ -Privado-
El mundo se veía de una forma diferente cuando se estaba bajo el agua. La presión empujaba el cuerpo, no importaba cuan pesado fuese hacia las profundidades, haciéndote visualizar la brillante e inquieta superficie como si fuese el irónico y fatídico final de una vida. El reflejo del cielo en el mar que se oscurecía a medida que los metros lentamente te distanciaban de él, de su inmensidad y sus soplos de aire tibio, proyectando las sombras de cualquier cosa que se atreviese a cruzarlo.
Aquel silencio agonizante, aquella fingida calma no podía encontrarse en la ciudad. Un lugar ridículamente pacífico que se extinguía con el simple movimiento de las manos al impulsarse hacia arriba...
>J-... ¡J...e!
Despertó de sus ensoñaciones cuando aquel murmullo lejano se identificó como su nombre. Abrió los labios, soltando un par de burbujas de aire antes de dejar a la corriente hacer su voluntad con su cuerpo, moviéndose bajo el agua hasta que de un movimiento de pies y brazos logró hacer emerger su cabeza a la superficie. El calor abrasador le sofocó al instante, y mientras se encargaba de apartarse la tupida melena de la cara enfocó a la chica en bañador deportivo que agitaba el brazo desde la orilla.
-¡J.B! -insistió- ¡Tu clase va a empezar!
El aludido levantó la mano, captando el mensaje, antes de nadar rápidamente hacia ella. El tour de las actividades y talleres benéficos había recorrido la mayor parte de las costas de Japón, y aquella vez había tocado montar aquel chiringuito en las playa Onjyuku, en Chiba. Los ejercicios variaban desde el aprender a nadar, la gimnasia acuática o las colchonetas, así como clases de Paravelismo o simples paseos en bote. De forma independiente se hacía Body Combat y Defensa Personal. Los cuchicheos a cerca del monitor de esta última doctrina se hicieron tan molestos como el zumbido de una enorme y pesada mosca rondándote la oreja, pues a James Blake solo le faltaba la música de fondo del anuncio publicitario de la coca cola para terminar de exudar todas aquellas hormonas que parecía lanzar solo levantando un brazo y deshaciéndose el nudo de la cinta roja que llevaba atada al brazo, y que utilizó para que el flequillo mojado no se le metiese en los ojos.
Era un hombre alto, moreno y con una barba perfectamente recortada, bajo la cual exhibía un enorme tatuaje que le cogía todo su pecho descubierto. Ajustándose los pantaloncillos rojo sangre, ceñidos por el agua a la cintura, se dirigió al grupo que esperaba a un lado.
-Buenos días, señoritas -pasó por alto que había también dos hombres (uno menudo y el otro altísimo y muy llamativo)-. Soy J.B, el profe , y os enseñaré algunos trucos para dejar K.O a los chavales que intenten pasarse de listos~ -sonrió casi de forma coqueta, mirándolas a todas como si buscase un busto de copa F entre tanta planicie-. Empecemos con una demostración, ¿algún voluntario? -se cruzó de brazos.
Aquel silencio agonizante, aquella fingida calma no podía encontrarse en la ciudad. Un lugar ridículamente pacífico que se extinguía con el simple movimiento de las manos al impulsarse hacia arriba...
>J-... ¡J...e!
Despertó de sus ensoñaciones cuando aquel murmullo lejano se identificó como su nombre. Abrió los labios, soltando un par de burbujas de aire antes de dejar a la corriente hacer su voluntad con su cuerpo, moviéndose bajo el agua hasta que de un movimiento de pies y brazos logró hacer emerger su cabeza a la superficie. El calor abrasador le sofocó al instante, y mientras se encargaba de apartarse la tupida melena de la cara enfocó a la chica en bañador deportivo que agitaba el brazo desde la orilla.
-¡J.B! -insistió- ¡Tu clase va a empezar!
El aludido levantó la mano, captando el mensaje, antes de nadar rápidamente hacia ella. El tour de las actividades y talleres benéficos había recorrido la mayor parte de las costas de Japón, y aquella vez había tocado montar aquel chiringuito en las playa Onjyuku, en Chiba. Los ejercicios variaban desde el aprender a nadar, la gimnasia acuática o las colchonetas, así como clases de Paravelismo o simples paseos en bote. De forma independiente se hacía Body Combat y Defensa Personal. Los cuchicheos a cerca del monitor de esta última doctrina se hicieron tan molestos como el zumbido de una enorme y pesada mosca rondándote la oreja, pues a James Blake solo le faltaba la música de fondo del anuncio publicitario de la coca cola para terminar de exudar todas aquellas hormonas que parecía lanzar solo levantando un brazo y deshaciéndose el nudo de la cinta roja que llevaba atada al brazo, y que utilizó para que el flequillo mojado no se le metiese en los ojos.
Era un hombre alto, moreno y con una barba perfectamente recortada, bajo la cual exhibía un enorme tatuaje que le cogía todo su pecho descubierto. Ajustándose los pantaloncillos rojo sangre, ceñidos por el agua a la cintura, se dirigió al grupo que esperaba a un lado.
-Buenos días, señoritas -pasó por alto que había también dos hombres (uno menudo y el otro altísimo y muy llamativo)-. Soy J.B, el profe , y os enseñaré algunos trucos para dejar K.O a los chavales que intenten pasarse de listos~ -sonrió casi de forma coqueta, mirándolas a todas como si buscase un busto de copa F entre tanta planicie-. Empecemos con una demostración, ¿algún voluntario? -se cruzó de brazos.
Invitado- Invitado
Re: Please, teacher~ -Privado-
Otro día que empezaba y otra maravillosa oportunidad de encontrar hombretones guapos que toquetear. Con esa mentalidad, el modisto se había levantado de la cama más que dispuesto a visitar algún café frecuentado por la gente bonita de Tokio... o por lo menos ese era su plan hasta antes de recibir una llamada de Karina, una preciosa chica de larga cabellera rubia y con un par de senos demasiado grandes para su edad, que le pidió de favor al modisto acompañarla hasta la playa para tomar "juntas" unas clasecitas de defensa personal o algo por estilo. Cosa que el morocho aceptó después de mucho conversar con la chica.
Ahora estaba en la playa esperando la llegada del instructor, también de Karina -porque la muy desconsideraba aún no hacía acto de presencia- y bajo los intensos rayos del sol. Usaba zapatillas deportivas, unas licras negras que le llegaban hasta la mitad del muslo y una simpatiquísima camiseta rosa claramente diseñada para una chica, eso sin mencionar sus 2 kilitos diarios de maquillaje. No podía salir de casa sin antes verse hermoso~
En su espera, sintió el móvil vibrar y lo sacó para leer un mensaje de su querida Karina. Al terminar lo volvió a guardar en sus pantaloncillos y suspiró bajando un poco las cejas. No era la primera vez que la linda idol le dejaba plantado por alguno de sus noviecitos; sin embargo, como siempre al final la perdonaría. La chica era una de las pocas personas que le aceptaban tal y como él era. Una amiga así no era fácil de encontrar.
Todavía un tanto decepcionado de la vida, Nathan giró la cabeza para mirar a los asistentes, gracias a su estatura le era sencillo recorrer de arriba a abajo el cuerpo de los demás. Hum todas eran féminas, aunque carecían de pecho, con suerte y hasta el pelirrosa tenía más que ellas. Bueno fijándose bien también había un joven, pero estaba tan flaco que con un poco de maquillaje y el atuendo adecuado podría hacer de niña. El morocho no era pero si nada parecido a ellos, no creía necesitar clases de defensa personal. A lo largo de su vida había sufrido de situaciones violetas y con el paso del tiempo había aprendido a pelear como el mejor. Por todo eso, el modisto pensó en escabullirse de la playa en cuanto tuviera la oportunidad; no obstante, abandonó esa idea al segundo en el que vio al instructor acercarse...
¡OH MY GOD! pedazo de hombre más rico que le habían mandado. Esos brazos torneados, esa barba ¡ese abdomen de tentación! mmhn... incluso su salida del agua le había resultado sexy. Era como encontrarse viendo un capítulo más de Baywatch.
Le volvió el alma al cuerpo al escucharle hablar - ¡yo! ¡tómeme a mí! ¡a mí! - vociferó emocionado, moviendo sus largos brazos en el aire para llamar su atención, aunque al poco tiempo trató de componer las cosas y parecer menos necesitado, aclarándose la garganta, pronunciando la siguiente oración con voz grave -... ers quiero decir... yo me ofrezco sensei - sin esperar una respuesta afirmativa, Nathan se abrió paso entre el grupo de señoritas hasta encontrarse frente al entrenador. De cerca era incluso más delicioso.
Por su parte los presentes simplemente le miraban con una gigantesca gota detrás como si preguntaran quién cojones tendría el valor de molestar al morocho. Era más probable que huyeran de él por temor a una violación.
Ahora estaba en la playa esperando la llegada del instructor, también de Karina -porque la muy desconsideraba aún no hacía acto de presencia- y bajo los intensos rayos del sol. Usaba zapatillas deportivas, unas licras negras que le llegaban hasta la mitad del muslo y una simpatiquísima camiseta rosa claramente diseñada para una chica, eso sin mencionar sus 2 kilitos diarios de maquillaje. No podía salir de casa sin antes verse hermoso~
En su espera, sintió el móvil vibrar y lo sacó para leer un mensaje de su querida Karina. Al terminar lo volvió a guardar en sus pantaloncillos y suspiró bajando un poco las cejas. No era la primera vez que la linda idol le dejaba plantado por alguno de sus noviecitos; sin embargo, como siempre al final la perdonaría. La chica era una de las pocas personas que le aceptaban tal y como él era. Una amiga así no era fácil de encontrar.
Todavía un tanto decepcionado de la vida, Nathan giró la cabeza para mirar a los asistentes, gracias a su estatura le era sencillo recorrer de arriba a abajo el cuerpo de los demás. Hum todas eran féminas, aunque carecían de pecho, con suerte y hasta el pelirrosa tenía más que ellas. Bueno fijándose bien también había un joven, pero estaba tan flaco que con un poco de maquillaje y el atuendo adecuado podría hacer de niña. El morocho no era pero si nada parecido a ellos, no creía necesitar clases de defensa personal. A lo largo de su vida había sufrido de situaciones violetas y con el paso del tiempo había aprendido a pelear como el mejor. Por todo eso, el modisto pensó en escabullirse de la playa en cuanto tuviera la oportunidad; no obstante, abandonó esa idea al segundo en el que vio al instructor acercarse...
¡OH MY GOD! pedazo de hombre más rico que le habían mandado. Esos brazos torneados, esa barba ¡ese abdomen de tentación! mmhn... incluso su salida del agua le había resultado sexy. Era como encontrarse viendo un capítulo más de Baywatch.
Le volvió el alma al cuerpo al escucharle hablar - ¡yo! ¡tómeme a mí! ¡a mí! - vociferó emocionado, moviendo sus largos brazos en el aire para llamar su atención, aunque al poco tiempo trató de componer las cosas y parecer menos necesitado, aclarándose la garganta, pronunciando la siguiente oración con voz grave -... ers quiero decir... yo me ofrezco sensei - sin esperar una respuesta afirmativa, Nathan se abrió paso entre el grupo de señoritas hasta encontrarse frente al entrenador. De cerca era incluso más delicioso.
Por su parte los presentes simplemente le miraban con una gigantesca gota detrás como si preguntaran quién cojones tendría el valor de molestar al morocho. Era más probable que huyeran de él por temor a una violación.
Invitado- Invitado
Re: Please, teacher~ -Privado-
No mentiría si dijese que incluso él sería incapaz de dirigirle una mala mirada al voluntario que se presentó. Aunque pareciera mas femenino que todas las chicas de la clase juntas y se contonease mas que una bailarina de Streaptease aquel moreno y enorme chaval se veía jodidamente imponente. Quizás por su aspecto de loca o por lo que ocultaba detrás de esas fachas: piernas largas, brazos musculosos y una envidiable altura. A James también le cayó aquella enorme gota de sudor frío por la espalda, y por un momento parecía haberse quedado de piedra para luego resquebrajarse por un lado.
-De acuerdo... -volvió a su ser de carne y hueso, rascándose la nuca antes de dar un par de pasos al frente y dirigirse al resto de la clase, que parecían también recuperarse de la impresión y volver a atenderle- La defensa personal no tiene una base específica. Se combinan muchos movimientos de artes marciales como el Kárate o el Tae Kwon do -explicó, con el sonido del mar de fondo. Mas que clases aquello parecía un retiro espiritual para adorar a una entidad inventada sobre la marcha-. Lo primero que hay que saber son los puntos vitales a la hora de poder quitaros de encima al atacante. Eh... -miró a su voluntario, pasando la mano por su espalda para que se acercase a él y quedase mirando al resto de sus compañeros- Ahí, quédate así -le dio una palmada y comenzó a señalar partes de su gran cuerpo; usándolo como modelo anatómico provisional. Pasó de los codos hasta las costillas y la entrepierna, haciendo una mueca de dolor fingido al indicar que para un hombre sería un golpe mortal. Luego le palmeó las piernas para señalar la cara interna de los muslos, las rodillas y los talones.
Terminada la clase práctica, James volvió a ajustarse el pantaloncillo a la cadera y se pasó los dedos por el mentón, como si se peinase la incipiente barba. Luego volvió a hablar, dando un par de pasos atrás al coger a Nathan de la muñeca a indicar que le siguiera.
-Pasemos al ejercicio de parejas. Uno hará de atacante, y el otro tendrá que defenderse. Chico, ponte detrás de mi -le indicó al muchacho rosa, mientras se recogía el pelo hacia un lado para evitar errores tontos-. Lo mas común es que ataquen por detrás -James supo que en MAS de un sentido...-, por lo que hay que aprovechar el peso del cuerpo ajeno para quitárnoslo de encima -atrajo pues los brazos de Nathan hacia su cuello, indicándole que se pegase tanto como un “atacante”-. En este caso utilizaríamos el codo para dar en las costillas -lo hizo, a cámara lenta, aunque las costillas del mas joven estuviesen mucho mas arriba de lo que pensaba- e inclinaríamos el cuerpo hacia delante para que el otro cayese gracias a su propios peso, reforzado por el impulso.
James pretendía ralentizar también ese movimiento. Pero visto desde fuera aquello resultaba la mar de extraño: que el profesor, que no le ganaba en altura al alumno se inclinase hacia delante con la intención de tumbarlo por encima no se lo creía nadie. Mas bien se estaban preguntando que postura era aquella y que mariconeo se traían aquellos dos.
-Y ahora es cuando te caes al suelo... -mencionó, inclinado, queriendo algo de cooperación para no lanzarlo de verdad y clavarlo en el suelo- ...¿Hola?
-De acuerdo... -volvió a su ser de carne y hueso, rascándose la nuca antes de dar un par de pasos al frente y dirigirse al resto de la clase, que parecían también recuperarse de la impresión y volver a atenderle- La defensa personal no tiene una base específica. Se combinan muchos movimientos de artes marciales como el Kárate o el Tae Kwon do -explicó, con el sonido del mar de fondo. Mas que clases aquello parecía un retiro espiritual para adorar a una entidad inventada sobre la marcha-. Lo primero que hay que saber son los puntos vitales a la hora de poder quitaros de encima al atacante. Eh... -miró a su voluntario, pasando la mano por su espalda para que se acercase a él y quedase mirando al resto de sus compañeros- Ahí, quédate así -le dio una palmada y comenzó a señalar partes de su gran cuerpo; usándolo como modelo anatómico provisional. Pasó de los codos hasta las costillas y la entrepierna, haciendo una mueca de dolor fingido al indicar que para un hombre sería un golpe mortal. Luego le palmeó las piernas para señalar la cara interna de los muslos, las rodillas y los talones.
Terminada la clase práctica, James volvió a ajustarse el pantaloncillo a la cadera y se pasó los dedos por el mentón, como si se peinase la incipiente barba. Luego volvió a hablar, dando un par de pasos atrás al coger a Nathan de la muñeca a indicar que le siguiera.
-Pasemos al ejercicio de parejas. Uno hará de atacante, y el otro tendrá que defenderse. Chico, ponte detrás de mi -le indicó al muchacho rosa, mientras se recogía el pelo hacia un lado para evitar errores tontos-. Lo mas común es que ataquen por detrás -James supo que en MAS de un sentido...-, por lo que hay que aprovechar el peso del cuerpo ajeno para quitárnoslo de encima -atrajo pues los brazos de Nathan hacia su cuello, indicándole que se pegase tanto como un “atacante”-. En este caso utilizaríamos el codo para dar en las costillas -lo hizo, a cámara lenta, aunque las costillas del mas joven estuviesen mucho mas arriba de lo que pensaba- e inclinaríamos el cuerpo hacia delante para que el otro cayese gracias a su propios peso, reforzado por el impulso.
James pretendía ralentizar también ese movimiento. Pero visto desde fuera aquello resultaba la mar de extraño: que el profesor, que no le ganaba en altura al alumno se inclinase hacia delante con la intención de tumbarlo por encima no se lo creía nadie. Mas bien se estaban preguntando que postura era aquella y que mariconeo se traían aquellos dos.
-Y ahora es cuando te caes al suelo... -mencionó, inclinado, queriendo algo de cooperación para no lanzarlo de verdad y clavarlo en el suelo- ...¿Hola?
Invitado- Invitado
Re: Please, teacher~ -Privado-
Por un momento sintió que el sensei no aceptaría su ayuda, pero por suerte se había equivocado y el barbudo resultó ser alguien de mente abierta ¡genial! diez puntos más para él - huuh~ ¿ya tan pronto me quieres tocar? - canturreó mientras el instructor usaba su cuerpo como maniquí y explicaba la clase. Nathan solamente se dedicaba a hacer poses sensuales y algo exageradas justo como las que haría una edecán al intentar vender el cuerpo, igualmente tenía en el rostro una sonrisita gozosa, como si con ésta les quisiera decir a las otras chicas "mírenme, estoy con él y ustedes no ¡jáh!". Sí, había veces en las que el modisto llevaba a niveles insospechados su condición de Diva.
Menos mal que la teoría había finiquitado, que si no el morocho se hubiera desmayado por insolación y de paso aburrimiento, aburrimiento que se le pasó de repente al escuchar las indicaciones del trigueño - jo~ faltaba más corazón - se le pegó completamente a la espalda, y cuando digo completamente quiero decir que si no fuera por los pantaloncillos de licra, se habría producido una penetración total.
Enlelado y con la barbilla recargada en el espacio entre el hombro y cuello de James, el modisto permaneció en aquella posición por espacio de 5 minutos, hasta ser nuevamente interrumpido por la voz de su "víctima" - ¿cómo? ¿quieres tirarme? - levantó una ceja y le miró con los ojos suavemente entrecerrados. Todo el mundo sabía que a las damas no se les lanza por el aire, además aunque hubiese arena de por medio, el golpe iba a dolerle.
Con todo y que se le iba a llenar el cabello de arena si se tiraba, decidió obedecer al hombre por el bien de la clase. Después de todo, Nathan-sama era el justiciero de los débiles y a sus ojos no había nadie más débil (y dicho sea de paso patético) que el peculiar grupo frente a él - vale, cuando te pique los pezones me lanzas ¿okay? - habiendo hablado el morocho presionó las tetillas del sensei con sus dedos pulgares y tomando mucho impulso se lanzó hacia adelante. Parecía que la técnica funcionaría bien; sin embargo, como Nathan estaba emocionado y quería lucirse frente a James, usó mucha más fuerza de la necesaria, muchísima más. Dando por resultado que se estrellara la espalda fuertemente contra el suelo -dejando salir un quejido varonil- y de paso llevándose al trigueño consigo.
La clase les dedicó un momento de silencio, observando que aun estando tirado el de rosa tenía las manos bien sujetas a los pectorales del instructor y los apretaba un poco. Al parecer así se reponía del golpe - niñas, esto es lo que no debe hacerse al intentar ligar con un hombre, espero estén tomando notas - el modisto soltó al fin al castaño y se puso de pie, sobándose en el proceso la cadera y espalda baja, alguna conchita se le había incrustado en los riñones - dios... ya estoy grande para estos jueguitos - masculló medio malhumorado y con las manos en la cintura, fijando nuevamente su atención sobre el de greña larga - sensei me temo que no seguiré de ejemplo, mejor me voy a la sombrita y les animo desde ahí - señaló una palmera cerca y antes de caminar hacia allá volvió el rostro hacia la clase - ¡Gambatte chicas! -
off: sorry, la inspiración se me fue D:
Menos mal que la teoría había finiquitado, que si no el morocho se hubiera desmayado por insolación y de paso aburrimiento, aburrimiento que se le pasó de repente al escuchar las indicaciones del trigueño - jo~ faltaba más corazón - se le pegó completamente a la espalda, y cuando digo completamente quiero decir que si no fuera por los pantaloncillos de licra, se habría producido una penetración total.
Enlelado y con la barbilla recargada en el espacio entre el hombro y cuello de James, el modisto permaneció en aquella posición por espacio de 5 minutos, hasta ser nuevamente interrumpido por la voz de su "víctima" - ¿cómo? ¿quieres tirarme? - levantó una ceja y le miró con los ojos suavemente entrecerrados. Todo el mundo sabía que a las damas no se les lanza por el aire, además aunque hubiese arena de por medio, el golpe iba a dolerle.
Con todo y que se le iba a llenar el cabello de arena si se tiraba, decidió obedecer al hombre por el bien de la clase. Después de todo, Nathan-sama era el justiciero de los débiles y a sus ojos no había nadie más débil (y dicho sea de paso patético) que el peculiar grupo frente a él - vale, cuando te pique los pezones me lanzas ¿okay? - habiendo hablado el morocho presionó las tetillas del sensei con sus dedos pulgares y tomando mucho impulso se lanzó hacia adelante. Parecía que la técnica funcionaría bien; sin embargo, como Nathan estaba emocionado y quería lucirse frente a James, usó mucha más fuerza de la necesaria, muchísima más. Dando por resultado que se estrellara la espalda fuertemente contra el suelo -dejando salir un quejido varonil- y de paso llevándose al trigueño consigo.
La clase les dedicó un momento de silencio, observando que aun estando tirado el de rosa tenía las manos bien sujetas a los pectorales del instructor y los apretaba un poco. Al parecer así se reponía del golpe - niñas, esto es lo que no debe hacerse al intentar ligar con un hombre, espero estén tomando notas - el modisto soltó al fin al castaño y se puso de pie, sobándose en el proceso la cadera y espalda baja, alguna conchita se le había incrustado en los riñones - dios... ya estoy grande para estos jueguitos - masculló medio malhumorado y con las manos en la cintura, fijando nuevamente su atención sobre el de greña larga - sensei me temo que no seguiré de ejemplo, mejor me voy a la sombrita y les animo desde ahí - señaló una palmera cerca y antes de caminar hacia allá volvió el rostro hacia la clase - ¡Gambatte chicas! -
off: sorry, la inspiración se me fue D:
Invitado- Invitado
Re: Please, teacher~ -Privado-
Quizás no había sido tan buena idea escoger a alguien que fuese tan alto. Desde luego, el golpe que se había dado contra la arena había sido suficiente como para reflexionar; pero quizás parte de la culpa recayese en James. No se esperaba que realmente retorciera sus pezones como señal para poder lanzarle y hacer la demostración, y puede (solo puede) que se hubiera exaltado un poco. Por supuesto, no admitiría nunca que podía tener la culpa; la defensa personal era precisamente eso: defensa contra pervertidos.
Cuando por fin se levantó, apartando las ventosas que tenía el ostentoso hombre de manos, se sacudió la tierra que impregnaba sus ropas y sus manos, dándole una palmada en la espalda a su voluntario para que se quedase tranquilo en la sombra y no dar mas motivos para utilizarlo, pero de asaltante en potencia. El instructor reconocía abiertamente su bisexualidad y sus gustos (algunos no, por supuesto. No podía ir pregonando cosas que podrían quedarse perfectamente en la intimidad de un dormitorio), pero no sabía clasificar al hombre que ya descansaba bajo una de las sombrillas de la organización de aquel evento. Trató de ignorar el incidente y pidió acercarse a una chica rubia; copa D.
A lo largo del tiempo que duraba la clase recalcó la importancia de “atacar primero”. El activo en cuanto a la defensa y el ataque podría tener ventaja e inmovilizar a cualquiera que tuviese intenciones de lanzársele encima. El pasivo o receptor de la agresión tenía luego ciertas opciones para poder contraatacar y quitárselo de encima dando golpes en ciertas partes del cuerpo. Por cortesía dejó que la muchacha diera los golpes para él poder frenarlos. Además era un buen espectáculo cuando su cuerpo se movía y el bañador no podía mantener quieta su delantera. James era profesor, no ciego...
Entre risas y prácticas, fue corrigiendo posturas y contando con el factor sorpresa utilizando al chico restante como punchiball. Poco después la mujer que había logrado llamar su atención desde la orilla se acercó con una pelota de volley, alegando que la pista (justo al lado) ya estaba montada. Tras agradecimientos por la clase y las atenciones muchos corrieron al agua para refrescarse antes del partido.
-¿No juegas, J.B?
-No sabría decirte si es mejor participar o mirar a las jovencitas -se sinceró sin mas. La chica hizo un puchero.
-Si falta alguien, jugarás -le señaló con la pelota antes de dar media vuelta y correr a organizar los últimos detalles. James puso los brazos en jarras, cerró los ojos, miró al cielo y luego recordó a la “princesa” de la playa. Miró bajo la sombrilla y caminó hacia ella.
-Pareces una anciana huyendo del sol. ¿Que ocurre? -preguntó, abriendo una de las neveras resguardadas para sacar una botella de agua- No creo que te quemes mas -bebió un par de tragos antes de suspirar y lanzarsela- Pareces mortalmente aburrido, ¿te ha dejado tu novio? Por aquí hay muchos que puedes pescar, aunque la mayoría sean mujeres.
Se tiró en la arena, junto a él, utilizando los brazos para apoyarse y seguir cogiendo color. Su trabajo allí había terminado, pero como parte del evento no podía irse hasta no recogerlo todo. Siempre y cuando no se escaquease.
Cuando por fin se levantó, apartando las ventosas que tenía el ostentoso hombre de manos, se sacudió la tierra que impregnaba sus ropas y sus manos, dándole una palmada en la espalda a su voluntario para que se quedase tranquilo en la sombra y no dar mas motivos para utilizarlo, pero de asaltante en potencia. El instructor reconocía abiertamente su bisexualidad y sus gustos (algunos no, por supuesto. No podía ir pregonando cosas que podrían quedarse perfectamente en la intimidad de un dormitorio), pero no sabía clasificar al hombre que ya descansaba bajo una de las sombrillas de la organización de aquel evento. Trató de ignorar el incidente y pidió acercarse a una chica rubia; copa D.
A lo largo del tiempo que duraba la clase recalcó la importancia de “atacar primero”. El activo en cuanto a la defensa y el ataque podría tener ventaja e inmovilizar a cualquiera que tuviese intenciones de lanzársele encima. El pasivo o receptor de la agresión tenía luego ciertas opciones para poder contraatacar y quitárselo de encima dando golpes en ciertas partes del cuerpo. Por cortesía dejó que la muchacha diera los golpes para él poder frenarlos. Además era un buen espectáculo cuando su cuerpo se movía y el bañador no podía mantener quieta su delantera. James era profesor, no ciego...
Entre risas y prácticas, fue corrigiendo posturas y contando con el factor sorpresa utilizando al chico restante como punchiball. Poco después la mujer que había logrado llamar su atención desde la orilla se acercó con una pelota de volley, alegando que la pista (justo al lado) ya estaba montada. Tras agradecimientos por la clase y las atenciones muchos corrieron al agua para refrescarse antes del partido.
-¿No juegas, J.B?
-No sabría decirte si es mejor participar o mirar a las jovencitas -se sinceró sin mas. La chica hizo un puchero.
-Si falta alguien, jugarás -le señaló con la pelota antes de dar media vuelta y correr a organizar los últimos detalles. James puso los brazos en jarras, cerró los ojos, miró al cielo y luego recordó a la “princesa” de la playa. Miró bajo la sombrilla y caminó hacia ella.
-Pareces una anciana huyendo del sol. ¿Que ocurre? -preguntó, abriendo una de las neveras resguardadas para sacar una botella de agua- No creo que te quemes mas -bebió un par de tragos antes de suspirar y lanzarsela- Pareces mortalmente aburrido, ¿te ha dejado tu novio? Por aquí hay muchos que puedes pescar, aunque la mayoría sean mujeres.
Se tiró en la arena, junto a él, utilizando los brazos para apoyarse y seguir cogiendo color. Su trabajo allí había terminado, pero como parte del evento no podía irse hasta no recogerlo todo. Siempre y cuando no se escaquease.
Invitado- Invitado
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