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Encuentros cercanos (Privado)
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Encuentros cercanos (Privado)
¡Tengo esposa! ¡Y un hijo! ¡Dejeme vivir! ¡Le juro que seré fiel solo a usted, pero dejeme vivir!
Los gritos incesantes del pobre hombre se continuaron hasta que fueron reemplazados por los de un arma descargándose. Un silencio tensó siguió a ello, y el bosque volvió a emitir los normales sonidos de la naturaleza, como si nada hubiese sucedido. Eliseo, con una mueca tranquila contempló el cadáver en el suelo, sin mayor interés. Era de una mafia enemiga, y como le habían retirado toda la información que deseaban, era completamente inútil para ellos. Una vez estuvo muerto, sus hombres se encargaron de quitarle cualquier forma de identificación, aunque no fuera realmente necesario. Por una buena suma de dinero, la policía ni siquiera reportaría el haber encontrado el cuerpo, en primer lugar, y simplemente lo tomarían como un no reconocido mas en la fosa común.
Eliseo soltó un bostezó, francamente aburrido con los procedimientos. La parte interesante, la de la extracción de datos había terminado, y tampoco habían obtenido nada muy interesante del simplón. En su opinión, nada que no hubiesen averiguado con un buen espía, por lo que consideraba todo el caso como una enorme perdida de tiempo. Aparto la mirada cuando los matones a sus ordenes decidieron que, para esconder mejor el cuerpo, lo mejor sería dividirlo en partes. Con la sangre dispersa, algún que otro animal trato de acercarse al lecho de hojas donde habían matado al hombre, y nadie los detuvo. Es mas, convenía que fueran los animales quienes lo devoraran, siempre podía justificarse un ataque.
De pronto, un ruido diferente penetro el tranquilo claro. El grupo de zorros que había estado comiendo huyo despavorido, y ni siquiera se quedaron cerca a tratar de reclamar la presa. De inmediato, un corpulento hombre se puso delante de Eliseo y apunto, como todos los demás, a los matorrales alrededor del lugar ¿Qué había sido eso? El joven trato de mirar alrededor, pero le era muy difícil teniendo a dos personas tan cerca de él, cubriendolo tanto de atrás como de adelante. Pasaron unos tensos minutos, pero ninguno se movió, un movimiento acertado, ya que pronto encontraron la fuente. Había algo detrás de un árbol frondoso... Y ese algo... ¿Tenía cuernos? Era muy alto como para ser un animal, por lo que trataron de llamarle.
-¡Sal de allí! Te tenemos rodeado, alza las manos -grito el hombre que estaba justo delante del joven, mientras este observaba, sorprendido
Los gritos incesantes del pobre hombre se continuaron hasta que fueron reemplazados por los de un arma descargándose. Un silencio tensó siguió a ello, y el bosque volvió a emitir los normales sonidos de la naturaleza, como si nada hubiese sucedido. Eliseo, con una mueca tranquila contempló el cadáver en el suelo, sin mayor interés. Era de una mafia enemiga, y como le habían retirado toda la información que deseaban, era completamente inútil para ellos. Una vez estuvo muerto, sus hombres se encargaron de quitarle cualquier forma de identificación, aunque no fuera realmente necesario. Por una buena suma de dinero, la policía ni siquiera reportaría el haber encontrado el cuerpo, en primer lugar, y simplemente lo tomarían como un no reconocido mas en la fosa común.
Eliseo soltó un bostezó, francamente aburrido con los procedimientos. La parte interesante, la de la extracción de datos había terminado, y tampoco habían obtenido nada muy interesante del simplón. En su opinión, nada que no hubiesen averiguado con un buen espía, por lo que consideraba todo el caso como una enorme perdida de tiempo. Aparto la mirada cuando los matones a sus ordenes decidieron que, para esconder mejor el cuerpo, lo mejor sería dividirlo en partes. Con la sangre dispersa, algún que otro animal trato de acercarse al lecho de hojas donde habían matado al hombre, y nadie los detuvo. Es mas, convenía que fueran los animales quienes lo devoraran, siempre podía justificarse un ataque.
De pronto, un ruido diferente penetro el tranquilo claro. El grupo de zorros que había estado comiendo huyo despavorido, y ni siquiera se quedaron cerca a tratar de reclamar la presa. De inmediato, un corpulento hombre se puso delante de Eliseo y apunto, como todos los demás, a los matorrales alrededor del lugar ¿Qué había sido eso? El joven trato de mirar alrededor, pero le era muy difícil teniendo a dos personas tan cerca de él, cubriendolo tanto de atrás como de adelante. Pasaron unos tensos minutos, pero ninguno se movió, un movimiento acertado, ya que pronto encontraron la fuente. Había algo detrás de un árbol frondoso... Y ese algo... ¿Tenía cuernos? Era muy alto como para ser un animal, por lo que trataron de llamarle.
-¡Sal de allí! Te tenemos rodeado, alza las manos -grito el hombre que estaba justo delante del joven, mientras este observaba, sorprendido
Última edición por Eliseo el Dom Dic 12, 2010 11:09 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Encuentros cercanos (Privado)
Sombras paseando por entre la espesura de los árboles, gruñidos de los zorros que correteaban por el lugar en busca de alimento para sus crías, insectos que sobrevolaban su cabeza además de intentar picarle, el sonido de las hojas mecerse ante la suave brisa que el día aquel día otorgaba a las personas que en el bosque se hallaban. Y ahí, entre tantos estímulos y tan pocas energías, se hallaba el demonio de fuertes brazos y gran determinación, buscador de la paz y tranquilidad que el comer le produciría como cada una de las veces que cumplía con ese su cometido. Escondido entre la maleza de unos matorrales lleno de espinos y malas hierbas a su alrededor, intoxicado por los olores tan fuertes que desprendían de ellos ante tanta proximidad, pudo ver una escena que sus ojos, ansiosos, pudieron ver y disfrutar como niño con caramelo. Una matanza, carnicería, tantos términos como se quisiese para llamarlo como verdaderamente habría que hacerlo: un asesinato.
-Grrr... -De entre sus labios escaparon suaves rugidos, quejidos molestos al saber que había sido descubierto de aquella manera tan inoportuna. Observó, a pesar de haber escuchado la llamada del humano que sostenía una de las armas y que además le habló, el cuerpo inerte del que tenían a su lado desde hacía ya unos momentos. Ese cuerpo le tentaba como nada, el simple olor, la frescura de la sangre que, poco a poco, iba enfriándose en el interior a medida que descendía hacia la arena que espolvoreada comenzaba a formar una fina capa sobre la piel y la abertura de aquella herida mortal. Deseaba, en ese momento, poder arrancar cada pedazo de su piel, desgarrar sus músculos para llevárselos a la boca y degustarlos como con cada humano que se llevó a la boca antes de llegar a aquella ciudad.
Ese era, después de semanas, el primer manjar suculento que por sus ojos había entrado, pues no había comido nada excepto sobras, basura que tiraban las personas, incluso la comidas que, a diferencia de muchos de esos seres ten diferentes a él, le otorgaron como simple limosna para desamparados y vagabundos. No había sido una buena llegada, y tampoco lo estaba siendo en ese momento. No quiso salir a punta de pistola, dos contra un demonio desarmado...no era mucha diferencia pero igualmente estaba débil y desnutrido, no podría con ambos. Tragó saliva, la cual yacía totalmente seca dentro de su cavidad bucal, al igual que su lengua, deseaba probar bocado...un tan solo bocado si le fuese posible de ese cadáver. No pudo aguantarlo más y, sin mirar a aquellos humanos armados, salió de entre los matorrales, dejando ver su esbelta y clara figura, roída por el tiempo y las condiciones que debió afrontar, sucia y empapada por algún que otro lugar, parecía un depravado.
No dijo nada, ni siquiera volvió a formar sonidos como los gruñidos de antes, solo anduvo, anduvo con lentitud y sorna hacia esos tipos que le miraban sorprendidos, ¿serían sus cuernos?, siempre lo eran, su tan querido tesoro..abominación para muchos, sus únicas desgracias. No tardó mucho en llegar hasta el cuerpo, por el cual se agachó para poder coger uno de los brazos, o mas bien hacer crujir un par de huesos para llevarse un trozo de uno de éstos. Era su parte favorita de entre todas además de los dedos y la cabeza, solía tener muchos mas sabores, todos ricos para su paladar. No les hizo el mas mínimo caso, todo lo contrario, se apartó de ellos en cuanto obtuvo lo que quería. No alzó sus manos en ningún momento, no aceptaría órdenes de unos míseros humanos.
-Grrr... -De entre sus labios escaparon suaves rugidos, quejidos molestos al saber que había sido descubierto de aquella manera tan inoportuna. Observó, a pesar de haber escuchado la llamada del humano que sostenía una de las armas y que además le habló, el cuerpo inerte del que tenían a su lado desde hacía ya unos momentos. Ese cuerpo le tentaba como nada, el simple olor, la frescura de la sangre que, poco a poco, iba enfriándose en el interior a medida que descendía hacia la arena que espolvoreada comenzaba a formar una fina capa sobre la piel y la abertura de aquella herida mortal. Deseaba, en ese momento, poder arrancar cada pedazo de su piel, desgarrar sus músculos para llevárselos a la boca y degustarlos como con cada humano que se llevó a la boca antes de llegar a aquella ciudad.
Ese era, después de semanas, el primer manjar suculento que por sus ojos había entrado, pues no había comido nada excepto sobras, basura que tiraban las personas, incluso la comidas que, a diferencia de muchos de esos seres ten diferentes a él, le otorgaron como simple limosna para desamparados y vagabundos. No había sido una buena llegada, y tampoco lo estaba siendo en ese momento. No quiso salir a punta de pistola, dos contra un demonio desarmado...no era mucha diferencia pero igualmente estaba débil y desnutrido, no podría con ambos. Tragó saliva, la cual yacía totalmente seca dentro de su cavidad bucal, al igual que su lengua, deseaba probar bocado...un tan solo bocado si le fuese posible de ese cadáver. No pudo aguantarlo más y, sin mirar a aquellos humanos armados, salió de entre los matorrales, dejando ver su esbelta y clara figura, roída por el tiempo y las condiciones que debió afrontar, sucia y empapada por algún que otro lugar, parecía un depravado.
No dijo nada, ni siquiera volvió a formar sonidos como los gruñidos de antes, solo anduvo, anduvo con lentitud y sorna hacia esos tipos que le miraban sorprendidos, ¿serían sus cuernos?, siempre lo eran, su tan querido tesoro..abominación para muchos, sus únicas desgracias. No tardó mucho en llegar hasta el cuerpo, por el cual se agachó para poder coger uno de los brazos, o mas bien hacer crujir un par de huesos para llevarse un trozo de uno de éstos. Era su parte favorita de entre todas además de los dedos y la cabeza, solía tener muchos mas sabores, todos ricos para su paladar. No les hizo el mas mínimo caso, todo lo contrario, se apartó de ellos en cuanto obtuvo lo que quería. No alzó sus manos en ningún momento, no aceptaría órdenes de unos míseros humanos.
Invitado- Invitado
Re: Encuentros cercanos (Privado)
Eliseo no pudo evitar mirar fascinado la figura que emergía lentamente de los matorrales, alzándose sobre la tierra con una aura de poder. Era un ser como no había visto, humano en apariencia general, pero con tantas rarezas y curiosidades que no estaba seguro de como llamarlo. Cuernos como los de las cabras emergían de su cabeza, poseía una muy extraña cicatriz que llegaba a surcar su rostro y pecho, y uñas como garras adornaban sus manos. Rugía como una bestia, y pudo ver como sus guardaespaldas se estremecían, aunque no retrocedieron, como tampoco se atrevieron a disparar contra la criatura.
El guardaespaldas principal alzo la pistola cuando el demonio se agacho para apoderarse del brazo del cadáver, dispuesto a disparar primero y preguntar después. Eliseo reaccionó de inmediato, deteniendo al hombre con una muda orden y un movimiento del brazo. Suaves conversaciones susurradas comenzaron entre los guardas cuando el joven mafioso se adelanto, saliendo del circulo de protección. Sus ojos claros analizaron al demonio, sin mostrar asco o miedo, sino una profunda curiosidad. Ver sus ropas roídas si llego a darle algo de repulsión, pero sentía demasiada intriga por la criatura, en si. Ademas, esas cosas superficiales podían cambiarse con demasiada facilidad.
-¡Espera...! -le llamó, en un intento que no se retirara de inmediato. Se notaba que no iba a pelear, pero tampoco se dejaba controlar, aun mas motivos para que le llamara la atención. No se acercó mucho, por no asustarle o incomodarle, pero quería estar seguro de retener su atención, al menos hasta saciar su curiosidad. Una idea cruzo su mente y, sin el más mínimo remilgo o asco, señalo al cadáver y lo empujo hacía el demonio, para que lo viera y oliera claramente.
-¿Quieres esto, no? -preguntó, e indicó claramente el cuerpo, con la carne fresca y a la vista. Si se alimentaba de humanos podía ser muy beneficioso para él... Como ciertamente peligroso. Podía verlo en los rostros de sus guardaespaldas, pero no les presto atención. Esta podía ser una enorme oportunidad para solucionar una de las tareas que siempre había odiado, deshacerse del cuerpo- Yo tengo mas, mucha mas carne de esta, y puede ser tuya -afirmó, esperando que eso llamara la atención de aquel ser. Si respondía, tendría la oportunidad de hacer su propuesta.
El guardaespaldas principal alzo la pistola cuando el demonio se agacho para apoderarse del brazo del cadáver, dispuesto a disparar primero y preguntar después. Eliseo reaccionó de inmediato, deteniendo al hombre con una muda orden y un movimiento del brazo. Suaves conversaciones susurradas comenzaron entre los guardas cuando el joven mafioso se adelanto, saliendo del circulo de protección. Sus ojos claros analizaron al demonio, sin mostrar asco o miedo, sino una profunda curiosidad. Ver sus ropas roídas si llego a darle algo de repulsión, pero sentía demasiada intriga por la criatura, en si. Ademas, esas cosas superficiales podían cambiarse con demasiada facilidad.
-¡Espera...! -le llamó, en un intento que no se retirara de inmediato. Se notaba que no iba a pelear, pero tampoco se dejaba controlar, aun mas motivos para que le llamara la atención. No se acercó mucho, por no asustarle o incomodarle, pero quería estar seguro de retener su atención, al menos hasta saciar su curiosidad. Una idea cruzo su mente y, sin el más mínimo remilgo o asco, señalo al cadáver y lo empujo hacía el demonio, para que lo viera y oliera claramente.
-¿Quieres esto, no? -preguntó, e indicó claramente el cuerpo, con la carne fresca y a la vista. Si se alimentaba de humanos podía ser muy beneficioso para él... Como ciertamente peligroso. Podía verlo en los rostros de sus guardaespaldas, pero no les presto atención. Esta podía ser una enorme oportunidad para solucionar una de las tareas que siempre había odiado, deshacerse del cuerpo- Yo tengo mas, mucha mas carne de esta, y puede ser tuya -afirmó, esperando que eso llamara la atención de aquel ser. Si respondía, tendría la oportunidad de hacer su propuesta.
Invitado- Invitado
Re: Encuentros cercanos (Privado)
Observó, con sumo gusto, aquel brazo que ahora llevaba entre los suyos como si de un bebé frágil y al que debían proteger con la máxima suavidad posible se tratase. Aunque de poco le serviría a sabiendas de lo que haría con él una vez pasados los arbustos por donde anteriormente salió dejando ver su cuerpo ante aquellos humanos. Relamió sus labios, deseoso de pasarlos para poder hincarle el diente a esa pieza tan abundante pero, a la vez, tan difícil de conseguir en la sociedad en la que le había tocado “vivir”. Cualquier lugar era poco para poder escapar de su padre y sus secuaces, los cuales aún seguían buscándole insistentemente. No quería morir. Y no lo haría por dos demonios enteramente insensibles, sin sentimientos de culpa ni remordimientos: matar a su propio hijo, ¿en que cabeza cabía aquella barbaridad?
Enarcó una de sus cejas al escuchar una voz tras de sí, “¡Espera!” pudo escuchar, más el demonio hizo caso omiso a esa palabra casi desesperada. Bufó para si mismo al pensar en lo que estaba haciendo...robarle a un humano en vez de hacerle someter y apiadarse por sus actos, en vez de obligarle a despedazar el brazo para apartar los huesos durante unos instantes antes de lamerlos y llevarse su sustancia y sabor a la boca. Estaba destrozado, cansado y atormentado aparte de, como claramente se podía observar, muerto de hambre. Muchos días habían pasado desde que probó su último bocado: una vaca. Una simple y asquerosa vaca pastora. Tuvo varias oportunidades de comerse al granjero que la cuidaba pero, debido a su mala fortuna, la policía y las autoridades acudieron antes de lo provisto para intentar detenerle, algo que, obviamente, no consiguieron.
Su intención era irse de la misma manera que apareció, más algo le hizo parar, detener sus pasos y voltear su mirada hacia el lado en el que el cadáver del humano reposaba tranquilamente sobre la tierra. Parpadeó perplejo, aunque algo fatigado por sus propios actos. El hecho de asentir con la cabeza no fue más que las ganas por comer, por rellenar su estómago vacío, de hacer desvanecer las ganas por probar bocado que tenía desde hacía tanto. Se giró no sin antes olisquear el terreno como si de un perro se tratase, como un mísero y lastimero perro.- ...precio. -Una única palabra, única, si, aunque llena de significado.
Desde pequeño había aprendido a través de sus padres, familiares y compañeros, que los humanos no eran más que marionetas controladas por el placer, el gozo, la satisfacción de ofrecer tratos a las personas para luego no cumplirlos, las mentiras, la compasión, incluso la ira en incalculables momentos. Observó a aquel humano sin demasiada curiosidad, con una mueca posada sobre su rostro. Cabellos algo desarborotados, orbes de un color azul sumamente atrayente para quienes los consideraran de ese modo, rostro angelical y engañoso, cuerpo delgado y, si no fuera por todos esos guardias, fácil de manejar a su juicio. Maldijo el que no estuviese solo...su carne debía estar realmente deliciosa.
Enarcó una de sus cejas al escuchar una voz tras de sí, “¡Espera!” pudo escuchar, más el demonio hizo caso omiso a esa palabra casi desesperada. Bufó para si mismo al pensar en lo que estaba haciendo...robarle a un humano en vez de hacerle someter y apiadarse por sus actos, en vez de obligarle a despedazar el brazo para apartar los huesos durante unos instantes antes de lamerlos y llevarse su sustancia y sabor a la boca. Estaba destrozado, cansado y atormentado aparte de, como claramente se podía observar, muerto de hambre. Muchos días habían pasado desde que probó su último bocado: una vaca. Una simple y asquerosa vaca pastora. Tuvo varias oportunidades de comerse al granjero que la cuidaba pero, debido a su mala fortuna, la policía y las autoridades acudieron antes de lo provisto para intentar detenerle, algo que, obviamente, no consiguieron.
Su intención era irse de la misma manera que apareció, más algo le hizo parar, detener sus pasos y voltear su mirada hacia el lado en el que el cadáver del humano reposaba tranquilamente sobre la tierra. Parpadeó perplejo, aunque algo fatigado por sus propios actos. El hecho de asentir con la cabeza no fue más que las ganas por comer, por rellenar su estómago vacío, de hacer desvanecer las ganas por probar bocado que tenía desde hacía tanto. Se giró no sin antes olisquear el terreno como si de un perro se tratase, como un mísero y lastimero perro.- ...precio. -Una única palabra, única, si, aunque llena de significado.
Desde pequeño había aprendido a través de sus padres, familiares y compañeros, que los humanos no eran más que marionetas controladas por el placer, el gozo, la satisfacción de ofrecer tratos a las personas para luego no cumplirlos, las mentiras, la compasión, incluso la ira en incalculables momentos. Observó a aquel humano sin demasiada curiosidad, con una mueca posada sobre su rostro. Cabellos algo desarborotados, orbes de un color azul sumamente atrayente para quienes los consideraran de ese modo, rostro angelical y engañoso, cuerpo delgado y, si no fuera por todos esos guardias, fácil de manejar a su juicio. Maldijo el que no estuviese solo...su carne debía estar realmente deliciosa.
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