Gimnacio [Libre]

-Tsk... Malditos viejos...- mascullo en voz baja bajando del deportivo rojo cerrando el auto dando un portaso con el bolso guidando a un costado, con el ceño fruncido echandome los cabellos atras de mala gana entrando al gran recinto que tenia en letras llamativas el nombre de "Gym" yendo en lo que entraba a los casilleros dejando las pertenencias caminando a las maquinas solo con una toalla colocandola a un lado de la bolsa de boxeo quitandome la camisa, quedando con una camiseta de deportes sin mangas de color negro colocandome los guantes de boxeo viendo el saco con furia como si fuera culpa de su desgracias poniendome en pose de pelea dando un fuerte golpe haciendo que se balanceara hasta muy atras y al devolver darle otro golpe aun mas fuerte descargando mi furia en el -Se creen dueños de mi vida...- sigo mascullendo por lo bajo dando un golpe bajo -Ineptos con poco cerebro-

—Sí, sí, mañana te llamo, Kari. —le dije a mi compañera por el teléfono. Kari me gritó un fuerte "No se te olvide", riendo, para luego colgarme tras un sonoro beso de despedida. Sonreí a medias, recordando su cara el otro día luego de haberse roto una muñeca. Hice una mueca de dolor ante la imagen de la mano torcido. Pobrecita, debió haberle dolido, pensé para mis adentros entrando en lo que, sin duda, era un gimnasio.

Miré a mi alrededor, al igual que otros, traía puesto una simple pantalonera corta de color rosa, una blusa sin mangas, unos guantes deportivos y mis tennis. Me hice una cola en el cabello, examinando los diferentes aparatos. Ninguno me apetecía por el momento, así que me decanté por mi antiguo pasatiempo favorito: El boxeo. Allí, en un lado del enorme recinto, estaban unos sacos de arena y uno de ellos estaba siendo aporreado por un chico.

Si ese saco estuviera vivo, ya estaría muerto, me dije a mí misma observando la furia con que el individuo golpeaba el saco. Bueno, ¿un poco rudo, no? Sonreí a medias, mientras me dirigía hacia otro de los sacos que se encontraba de cara con el que era aporreado. Bien, ahora vería toda la masacre del pobre saco. Suspiré, buscando los guantes de boxeo y empezando a darle golpes rítmicos al mío. Uno, dos, tres. Contaba el golpe y la secuencia, bastante entretenida. No pude evitar mirar de reojo al otro saco...

—Se va a deshacer. —dije más para mí que para el hombre que aporreaba al saco de arena.

-ohm... - mascullo en voz baja viendo a la chica para luego ver el saco y mis puños completamente tensos cerrados fuertemente suspirando pesado dando un ultimo golpe con una fuerza considerable moviendo el saco mucho mas que antes echandomen los cabellos atrás por el calorrespirando profundo tranquilizandome un poco -tsk... Espero que no... Aun me queda mucho- comento al escuchar lo hablado por la chica alejando un poco viendo el saco fijo volviendo a tensar recordando porque mi furia sin pode evitarlo doy una fuerte patada al costado del saco moviendome rápido tomando el saco antes de que se moviera dando un golpe con la mano cerrado

Fruncí el ceño al verlo retomar los furiosos golpes. Daba la apariencia de qué quisiera matar a alguien a punta de puñetazos y patadas. Di un respingo cuando el saco se movió, no me toco ni un pelo, ni tampoco pasó cerca mío, pero fue lo suficientemente sorprendente como para dar la impresión de que iba dirigido hacia uno.

—Vale, ya capté que te quieres deshacer del señor saco de arena. —le dije, cruzándome de brazos y mirándolo. —Pero creo que se te olvida el dato importante de que el saco no te pertenece. —Suspiré, contrariada y sujeté un mechón de pelo distraída. —Sí deseas desahogarte con algo, no lo hagas con el objeto, chico.

Miro a la chica fijamente un par de segundos suspirando luego pesadamente echando de nuevo los cabellos hacia atrás -supongo que si lo echo a perder solo debo de pagarlo- miro el saco suspirando -pero esta bien.. Le dejare- tomo mi toalla secándome el sudor del cuello y la cara y los cabellos alborotandomelos cerrando los ojos un poco mas relajado que antes pero aun con el ceño fruncido algo molesto hundido en mis pensamientos -tsk...-

Suspiré, aliviada mientras retomaba mi entrenamiento con ganas. No era la mejor en esto de boxear, pero tampoco era pésima. Hasta podría afirmar que se me daba bien. Di un golpe directo, en el centro del saco, otro en el costado. Derecha, izquierda, derecha, izquierda, patada. Era prácticamente mi rutina a la hora de practicar. Pronto, sentí como mis cabellos se pegaban a mi piel, estaba segura que no había pasado más de unos cuantos minutos. Pero aún así, después de venir trotando desde mi casa al gimnasio, estaba molida.

Me detuve de lleno, pasé mi mano por la frente, secando unas gotitas de sudor que se habían acumulado allí. Bien, tal vez debía descansar un poco. Me acerqué a una de las toallas de la repisa, me sequé y fijé la vista en el desconocido...

—Qué cara. —musité, desviando la mirada hacia mi toalla. Ah, la gente y el estrés iban de la mano más seguido ahora. — ¿Se encuentra bien? ¿No necesita ayuda o algo? —me dirigí a él. Por instinto, me acerqué y posé mi mano en su hombro a modo de consuelo. Solía ser de lo más amable cada vez que alguien necesitaba ayuda. — ¿Señor...?

Fijo mi vista en la chica para luego suspirar suave respirando profundo relajandome un poco -Byakuya... - estiro mi mano de forma cortes, no es que fuera muy formal, pero le habian criado asi, de saludar adecuadamente -Y no se preocupe... Solo es algo que luego yo arreglare- le sonrio tratando de ser algo amable aunque ande molesto, no queria que se llevara una impresión tan mala de mi -Señorita...?- menciono viendole con mi otra mano en mis cabellos secandolos con la toalla

Sonreí, estrechando su mano. —Lizzie. —agregué después de dudar un rato. Está bien, ya me había acostumbrado a que me llamaran Lizzie y por lo tanto, si me preguntaban por mi nombre, me salía fluidamente y sin darme cuenta. —Está bien, sólo me preguntaba que lo traía de tan mal humor. —agregué. Sentí mis mejillas arder y supe que me había sonrojado por el atrevimiento. Aún no podía controlar ese extraño impulso que me hacía decir todo de una vez, eso hacía que las personas me replicaran, enojados, por la curiosidad. —Sí necesita algo, lo puedo ayudar en lo que sea. Sólo tiene que decirmelo, Byakuya. Tengo un paquete de medicinas en un bolso y, también le puedo patear el trasero a alguien por usted. —le dije, sonriendo.

-Señorita Lizzie.... - sonrio divertido a ver a la chica sonrojars guindando la toalla en mis hombros ya casi por completo relajado -No te preocupes, soy bueno con las heridas y para patear traseror tambien- menciono riendo por lo que habia dicho la chica -Solo debo relajarme- susurro pasando una mano por mi cuello presionando mis dedos mas que una caricia era un breve masaje -Le puedo brindar un agua señorita? O le apetece otra cosa?- pregunto señalando hacia la pequeña tienda que habia dentro del gimnacion en la cual vendian un par de cosas

Le sonreí de medio lado, siguiendo con la mirada la dirección a la que señalaba. Quizás, un poco de dulce no vendría nada mal, pensé, haciendo una lista corta de lo que podía pedir. —Agua, no, gracias. Pero no estaría de mal un poco de chocolate, repone las energías. —agregué, echando mi cabello para atrás cuando unos mechones me hicieron cosquillas en la barbilla. Hice un gesto con la mano, en ademán de buscar una de las toallas para secarme las gotitas de sudor que se habían resbalado hasta mi pecho. Cogí una que estaba en la estantería, blanca y esponjosa. La pasé rápidamente por mí pecho y mis brazos, quitando todo rastro de sudor. — ¿Y a usted se le ofrece algo? Ya le había dicho, puedo ayudarle en lo que desee. —agregué amablemente, sonriéndole.

-No.. Esta bien Señorita Lizzie.. Ahora solo necesito relajarme un poco- menciono amable comenzando a caminar moviendo un poco mi cabeza sintiendo algunos huesos sonar y sentir como llegaba una agradable sensacion a mis musculos del cuello, no me llegaba a relajar por completo, pero sentia menos presion y mas si ahora despejaba un poco la mente, viendo a la chica -Entonces... Una barra de chocolate? No desea mas nada?- pregunto con una sonrisa amable echando mis cabellos rebeldes de nuevo atras

—No, sólo eso, gracias.

Casi sonrió ante su gesto de amabilidad, observándolo caminar mientras movía la cabeza en un gesto de relajación y estiramiento que hacía sus huesos crujir de vez en cuando. Hice una mueca, el sonido era un poco detestable pero no opinaba nada al respecto.

Tomé asiento en dónde antes había estado Byakuya, cruzando mis piernas y mis brazos mientras seguía con la vista cada uno de sus movimientos. Tenía mucha curiosidad en saber que estaba molestando al hombre o, por lo menos, algún dato de por qué se había empeñado en intentar destruir el pobre saco de arena, más bien, a quién creía que personificaba. Reí para mis adentros, quitándome los guantes y haciéndome un moño recogido en todo lo alto de la cabeza sin despegar la mirada de él.

— ¿Qué haces? —le pregunté, observando de reojo que había un espejo a una corta distancia. Me levanté, dirigiéndome hacia ya para observar como me había quedado el peinado. —Digo, ¿a qué te dedicas? —le cuestioné sin poder verle mientras retocaba el elaborado moño y pasaba la vista sobre los estándares a mi alrededor. Los encargados solían dejar algunas mudas de ropa para que los gimnastas se pudieran cambiar en caso de que no hubieran traído una segunda muda de vestimenta. Me acerqué a lo que parecía unos pantalones anchos "todo tipo de talla" de un color gris más una camiseta toda talla de un color azul marino, muy bonito. Sin embargo, seguro y no combinaba con mi escandaloso color de pelo, pensé con una sonrisa.

Olvidándome por completo del hombre, empecé a quitarme la blusa, quedando solamente con el top blanco que siempre me colocaba debajo. Odiaba lo pegajoso que se sentía la tela húmeda contra mi piel, me producía una sensación de incomodidad y suciedad, no quería salir así del gimnasio por lo que había decidido irme a las duchas para darme un pequeño baño relajante y luego colocarme la ropa del lugar. Más tarde, volvería con ella lavada para devolverla. Tampoco me la iba a quedar.

Luego de quitarme la blusa, me zafé de la pantalonera, las medias y los tennis. Agarré una de las toallas grandes y la vestimenta para cambiarse, dándome vuelta para dirigirme a las duchas. Antes de que pudiera continuar, me acordé de Byakuya. Me detuve, volviéndome hacía él, ya debía de haberme traído la barra de chocolate.

Le devuelvo la sonrisa amable comprando dos barras de chocolate, uno de chocolate blanco y otro negro mas un agua pagando echandome los cabellos rebeldes atras devolviendome viendo a la chica arreglandose el cabello -A que me dedico?- sonrio de lado ofreciendole la barra de chocolate blanco abriendo el agua tomando un sorbo -Es algo problematico explicar- menciono siguiendo con la vista a la chica alzando la ceja -eres algo cambiante señorita- comento entregandole la barra de chocolate abriendo la mia, dando un mordisco