Sin nada que hacer -libre-

Un nuevo día sin mucho que hacer fuera de la Pet Shop. Se suponía que todo debería ser mejor, mucho más divertido ya que estaba en el mundo exterior, pero al parecer todo seguía igual.
¿Acaso era el quién no sabía como disfrutar de aquella libertad? ¿O tal vez fué su gran error haberse escapado de aquel lugar?. Esto traía al joven Kida algo distraído y cansado, lo único que podía hacer era vagar por las calles en busca de algo que pudiera 'iluminar' su vida.
Con las manos en los bolsillos de su pantalón como era de costumbre caminaba sin rumbo fijo, sólo explorando.

Bernardo acababa de terminar unos trabajos en los bajos fondos y ya volvía hacia su tierna y acogedora mansión.

Llevaba consigo su maletín de metal con todos los documentos y papeles de sus trabajos vigentes, los cuales no podía extraviar por nada del mundo, pero el mundo estaba contra él.
En un momento dado al maletín se le soltó uno de los cierres que lo mantenían cerrado y así fue como varios de aquellos importantes documentos volaron gracias a una brisa de aire juguetona.

Bernardo se exaltó –¡ ey! ¡a donde vais!?- dijo en voz alta mientras los papeles revoloteaban en el viento.
Aquellos documentos recorrieron varios metros mientras su propietario iba tras de ellos a paso ligero con el ceño fruncido.

Recogió del suelo y de las ramas de los árboles algunos de ellos pero uno le era imposible de atrapar – Parece que este desea su libertad – rió guturalmente. Y, al fin, aquel loco papel se paró sobre una rubia y corta cabellera. La cual pertenecía a un chico que parecía caminar sin preocupaciones por la calle.