Conectarse
Últimos temas
» Declaro x3por Héracles Sáb Oct 12, 2024 3:20 am
» Revivimos? [Anuncio Global]
por Ulric Krauser Dom Dic 02, 2018 9:51 am
» Normativa a seguir
por Trapsus Sáb Jul 22, 2017 1:41 pm
» Imitation Black
por Leonardo McGolling Lun Abr 21, 2014 2:00 pm
» Cacería en las ruinas [Priv. Giovanni]
por Ryuichi Dom Mar 02, 2014 4:19 pm
» Perfil de Giovanni
por Kousaka Ryoumei Miér Feb 12, 2014 12:21 pm
» ¿Qué se supone que deba hacer ahora? [Privd.]
por Tetsuka Miér Ene 08, 2014 7:08 pm
» Hibari Kyoya
por Minoru Gray Mar Dic 17, 2013 6:50 pm
» Hatake Kakashi [sin terminar]
por Hatake Kakashi Sáb Dic 07, 2013 6:11 pm
» Sol , mar y ... (privado Hide)
por Eloise Lemoine Vie Dic 06, 2013 9:29 pm
Do you want to feed me? [Privado]
Página 1 de 1.
Do you want to feed me? [Privado]
Tenues estelas de luz se colaban entre sus finas y largas pestañas, se encontraba recostado en una banca ubicada en la plaza central de la ciudad, sus albinos cabellos formaban las más sinuosas figuras gracias a la calida brisa que corría, una de sus finas pero dañadas manos se poso en su frente para amortiguar de alguna forma la luz que le cegaba parcialmente, no recordaba cuanto tiempo llevaba en ese lugar, pues no tenia noción de aquello, pero si en ese momento comenzaba a sentir demasiada hambre, los sonidos producidos por su estomago le hicieron dar un respingo bastante sorprendido, aquello era doloroso, con cada petición de alimento sentía aquel amargo sabor en su boca, por lo que se alzo de ese incomodo lugar, sus pies dieron de lleno contra el piso y sus cabellos cubrieron parte de su rostro, sacudió sus percudidas prendas y se dispuso a recorrer un poco aquella triste ciudad en busca de algo con lo cual calmar aquel dolor en su estomago.
Si sus cálculos eran correctos llevaba aproximadamente dos días sin probar algún bocado sólido, de agua no se podía vivir y el restaurant al cual solía acudir para satisfacer aquella básica necesidad estaba pasando por graves problemas, tal parecía que pronto lo cerrarían, eso sin duda complicaría aun más su existencia lo suficiente para que tuviese que pensar en que hacer, claro que más adelante porque aquel dolor en su estomago no le permitía concentrarse, a penas le dejaba caminar sin tambalearse. El trayecto que realizo fue desde la plaza hasta unos callejones próximo a los restaurantes y cafeterías, tendría que hacer algo o caería en cualquier lugar, finalmente eso seria más peligroso que cualquier cosa, si le veían tirado por ahí probablemente los patrulleros del mercado negro le capturaría, no perdería lo único que le quedaba, no estaba dispuesto a ser la mascota de algún asqueroso que pretendiera hacer con él quien sabe cuantas barbaridades.
El viento que agitaba sus cabellos era calido, bastante extraño a su parecer, los pequeños cascabeles que colgaban de las cintas que capturaban algunos mechones repicaban sin cesar, sus ojos permanecieron fijos en un local de comida rápida, en esos sitios no solían botar comida, todo era devorado por aquellos incautos, desvió la mirada a un café, en esos sitios se reunían personas importantes y no comían mucho, así que tampoco se iba arriesgar a ser atrapado, con algo de torpeza se llevo una de sus manos hasta la cabeza, está comenzaba a dolerle, pero no le preocupaba, cada vez que no se alimentaba por largos periodos de tiempo sufría de aquellas molestias, antes de que su vista se volviera difusa o no pudiese moverse con normalidad decidió ir a un café que tenia algunas mesas afuera, para que los comensales aprovecharan aquel benigno clima. Observo todo el entorno con atención hasta que su mirada se detuvo en un mujer que leía un periódico con tal concentración que el plato de comida que consistía en algunas verduras y un trozo de carne, estaba intacto, tal parecía que ni siquiera le había prestado un mínimo de atención “Es un desperdicio, detesto a éste tipo de personas” pensó sin apartar su mirada de la figura de la rubia mujer, después de considerar todas las variables se encamino apresurando el paso, con su mano tomo el trozo de carne y de forma inmediata comenzó a correr, pero como de costumbre uno de los meseros fue tras él, puso la carne en su boca la que aprisiono con sus fuertes incisivos el sabroso sabor alerto sus sentidos y claramente le hizo salivar de forma abundante.
Dio una vuelta para adentrarse a un callejón, y salto sobre un contenedor de basura para pasar una pared que le impedía el paso, cuando cayo al otro lado dio unas vueltas sobre su propio eje y de manera inmediata se puso de pie, aunque al hacerlo sintió un fuerte dolor en una de sus piernas, no estaba seguro si aun le estaban siguiendo o no, pero aun así no se detuvo, su corazón latía con tal fuerza y rapidez que tenia la impresión de que estaba en su garganta, no sabia si algo como eso era posible, pero aquella sensación se acrecentaba. Cuando giro para ir a la otra calle en la que estaban situados el resto de locales de comidas sintió como si chocaba con una pared, irremediablemente su cuerpo se hizo hacia atrás en un rebote, la carne rodó en el suelo impregnándose de una serie de desperdicios, el delgado cuerpo se tambaleo al apoyar su escaso peso en la pierna lastimada, por consecuencia perdió el equilibrio y fue a dar al suelo junto a la carne.
Con cierta desesperación tomo aquel sucio trozo de comida y sin alzarse lo aproximo a su cuerpo como quien refugia a un hijo, era obvio que había chocado con alguien, una pared no era calida ni olía tan bien, no alzo la vista en ningún momento, si era el mesero que lo perseguía éste de seguro le reclamaría, lo golpearía o entregaría al mercado, no sabia que sucedería con él, pues hasta ese momento jamás le habían atrapado, si no fuese por esa caída que le había lastimado la pierna probablemente estaría comiendo sentado en alguna banca mientras observaba a los niños que jugaban allí, en cambio estaba aun en el suelo con el cuerpo ligeramente encogido, sus albinos cabellos revueltos y sucios, su piel algo gris por la suciedad, su rostro manchado entre el jugo que expelía la carne, el polvo que levanto al caerse y obviamente la saliva que se había escurrido entre las comisuras de sus labios.
- ¡Hey! Atrapa a ese animal ladrón -se escucho una voz en la lejanía, lo que significaba que no había tropezado con el mesero, había perdido su oportunidad de huir, se alzo con algo de dificultad y una clara mueca de dolor en su rostro, estaba perdido, en esa condición no podía huir a ningún sitio, por lo que solo se hizo atrás apoyando su cuerpo en la fachada de un restaurant, deslizo el trozo de carne por sobre su ropa, en un inútil ademán de limpiarlo, si ya no tenia oportunidad al menos disfrutaría de la comida, se llevo aquel alimento a la boca, un tanto tembloroso dio una mordida, el sabor no le importaba tan sólo quería digerir algo y aliviar en parte el dolor en su estomago, hasta que en una de esas mordidas diviso a la persona con la cual había impactado, fijo sus plateadas orbes en esa figura, expresando cierto resentimiento.
Si sus cálculos eran correctos llevaba aproximadamente dos días sin probar algún bocado sólido, de agua no se podía vivir y el restaurant al cual solía acudir para satisfacer aquella básica necesidad estaba pasando por graves problemas, tal parecía que pronto lo cerrarían, eso sin duda complicaría aun más su existencia lo suficiente para que tuviese que pensar en que hacer, claro que más adelante porque aquel dolor en su estomago no le permitía concentrarse, a penas le dejaba caminar sin tambalearse. El trayecto que realizo fue desde la plaza hasta unos callejones próximo a los restaurantes y cafeterías, tendría que hacer algo o caería en cualquier lugar, finalmente eso seria más peligroso que cualquier cosa, si le veían tirado por ahí probablemente los patrulleros del mercado negro le capturaría, no perdería lo único que le quedaba, no estaba dispuesto a ser la mascota de algún asqueroso que pretendiera hacer con él quien sabe cuantas barbaridades.
El viento que agitaba sus cabellos era calido, bastante extraño a su parecer, los pequeños cascabeles que colgaban de las cintas que capturaban algunos mechones repicaban sin cesar, sus ojos permanecieron fijos en un local de comida rápida, en esos sitios no solían botar comida, todo era devorado por aquellos incautos, desvió la mirada a un café, en esos sitios se reunían personas importantes y no comían mucho, así que tampoco se iba arriesgar a ser atrapado, con algo de torpeza se llevo una de sus manos hasta la cabeza, está comenzaba a dolerle, pero no le preocupaba, cada vez que no se alimentaba por largos periodos de tiempo sufría de aquellas molestias, antes de que su vista se volviera difusa o no pudiese moverse con normalidad decidió ir a un café que tenia algunas mesas afuera, para que los comensales aprovecharan aquel benigno clima. Observo todo el entorno con atención hasta que su mirada se detuvo en un mujer que leía un periódico con tal concentración que el plato de comida que consistía en algunas verduras y un trozo de carne, estaba intacto, tal parecía que ni siquiera le había prestado un mínimo de atención “Es un desperdicio, detesto a éste tipo de personas” pensó sin apartar su mirada de la figura de la rubia mujer, después de considerar todas las variables se encamino apresurando el paso, con su mano tomo el trozo de carne y de forma inmediata comenzó a correr, pero como de costumbre uno de los meseros fue tras él, puso la carne en su boca la que aprisiono con sus fuertes incisivos el sabroso sabor alerto sus sentidos y claramente le hizo salivar de forma abundante.
Dio una vuelta para adentrarse a un callejón, y salto sobre un contenedor de basura para pasar una pared que le impedía el paso, cuando cayo al otro lado dio unas vueltas sobre su propio eje y de manera inmediata se puso de pie, aunque al hacerlo sintió un fuerte dolor en una de sus piernas, no estaba seguro si aun le estaban siguiendo o no, pero aun así no se detuvo, su corazón latía con tal fuerza y rapidez que tenia la impresión de que estaba en su garganta, no sabia si algo como eso era posible, pero aquella sensación se acrecentaba. Cuando giro para ir a la otra calle en la que estaban situados el resto de locales de comidas sintió como si chocaba con una pared, irremediablemente su cuerpo se hizo hacia atrás en un rebote, la carne rodó en el suelo impregnándose de una serie de desperdicios, el delgado cuerpo se tambaleo al apoyar su escaso peso en la pierna lastimada, por consecuencia perdió el equilibrio y fue a dar al suelo junto a la carne.
Con cierta desesperación tomo aquel sucio trozo de comida y sin alzarse lo aproximo a su cuerpo como quien refugia a un hijo, era obvio que había chocado con alguien, una pared no era calida ni olía tan bien, no alzo la vista en ningún momento, si era el mesero que lo perseguía éste de seguro le reclamaría, lo golpearía o entregaría al mercado, no sabia que sucedería con él, pues hasta ese momento jamás le habían atrapado, si no fuese por esa caída que le había lastimado la pierna probablemente estaría comiendo sentado en alguna banca mientras observaba a los niños que jugaban allí, en cambio estaba aun en el suelo con el cuerpo ligeramente encogido, sus albinos cabellos revueltos y sucios, su piel algo gris por la suciedad, su rostro manchado entre el jugo que expelía la carne, el polvo que levanto al caerse y obviamente la saliva que se había escurrido entre las comisuras de sus labios.
- ¡Hey! Atrapa a ese animal ladrón -se escucho una voz en la lejanía, lo que significaba que no había tropezado con el mesero, había perdido su oportunidad de huir, se alzo con algo de dificultad y una clara mueca de dolor en su rostro, estaba perdido, en esa condición no podía huir a ningún sitio, por lo que solo se hizo atrás apoyando su cuerpo en la fachada de un restaurant, deslizo el trozo de carne por sobre su ropa, en un inútil ademán de limpiarlo, si ya no tenia oportunidad al menos disfrutaría de la comida, se llevo aquel alimento a la boca, un tanto tembloroso dio una mordida, el sabor no le importaba tan sólo quería digerir algo y aliviar en parte el dolor en su estomago, hasta que en una de esas mordidas diviso a la persona con la cual había impactado, fijo sus plateadas orbes en esa figura, expresando cierto resentimiento.
Invitado- Invitado
Re: Do you want to feed me? [Privado]
Su entrenador era un tirano. Era lo que comúnmente se pensaba en el gimnasio, ya que era un hombre estricto, tanto en el ejercicio que había que realizar como en las dietas. A parte de eso les prohibía las salidas nocturnas antes de los combates -léase tres semanas antes de uno...-, el sexo antes de los combates -lo cual, para mas de uno, era una grandísima putada- y muchas cosas mas de lo cual algunos habían hecho ya hasta una lista.
A falta de poco menos de dos semanas para un enfrentamiento con el Club de Nagano, los días de entrenamiento se habían incrementado, tanto para los que participarían como para los que estaban simplemente de sustitutos. Todo el club era una revolución de testosterona y adrenalina que echaba para atrás nada mas cruzar la puerta de este.
El local donde se ubicaba el gimnasio no era especialmente llamativo. Tenía una pequeña puerta de cristal, con algunos anuncios pegados con celo en el interior y un timbre, para los días de entrenamiento personalizado. A falta de escaparate, el simple letrero sobre la entrada restaba un gran “XXL” como nombre oficial del gimnasio, junto con el dibujo de un fornido centauro sosteniendo una lanza de plata.
No hacía mucho que había acabado el horario de entrenamiento de hoy. Tras muchas simulaciones de combates y planes para derrotar al grupo de la ciudad vecina el mister había tenido la consideración de dejarlos marchar temprano después de haber recogido y adecentado el gimnasio y una ducha bien merecida en los vestuarios. Un grupo de chicas esperaban en la puerta, cuchicheando entre ellas hasta poder reunirse con sus novios -y fardar de estos- cuando saliesen. Masato se limitó a saludar a algunas que ya conocía y a esquivar sin mucho interés las miradas de otras. Era una tontería distraerse mirando mujeres si no podían luego hacer nada con ellas, al menos hasta que pasase el combate.
>¿Has salido ya? Sagara me ha mandado a buscarte para ir de compras, ¿dónde estás?
-Acabo de salir, estoy subiendo -hizo una pausa, sosteniendo el móvil entre la oreja y el hombro mientras reorganizaba su bolsa de entrenamiento para poder cerrarla una vez hubo dejado la gran botella de agua vacía que se había terminado durante el entrenamiento-. Estoy cerca del mercado, dime que tengo que llevar -cruzó una calle a trote tras mirar a ambos lados y caminó a zancadas por la acera, sin prestar demasiada atención a su alrededor-. Que si hombre, tu dime... Vale... Si... ¿Que vas a preparar con esa clase de ingred-...?
El boxeador soltó un jadeo tras el choque, dejando caer el teléfono y haciendo un amago de dar un paso atrás. Parpadeó, confuso, dispuesto a pedir perdón a quién se hubiese llevado por delante, cuando lo vio en el suelo. Fue como tener una brillante ensoñación delante. Era una belleza incorpórea y andrógina, casi celestial a pesar de sus desaliñadas pintas. Ejercía una fuerza de atracción que solo podía lograr un pet y sus tributos animales, aunque Masato se hubiese dado cuenta de ello a su ritmo. Enfrentó aquella mirada cargada de reproches con curiosidad mientras la voz de un tercer individuo le hizo despertar a medida que se acercaba.
-¿Ladrón? -un gran número de curiosos observaba la escena desde distintas localizaciones; desde los que estaban sentados en la cafetería de al lado hasta los que circulaban por la calle. El castaño bajó la mirada hacia el albino, que parecía haberse desatendido del mundo solo para poder degustar aquel trozo de sucia carne.
-Esta vez no te libras, amigo -el camarero, con la expresión desencajada y la cara roja de correr tras él se acercó, escupiendo su ira en forma de gritos contra el mas joven- ¡Los animales como tu deberían estar bien encerrados! ¡Suelta eso! -arremetió contra él, sujetándole con saña del brazo y del largo cabello blanco, queriendo tener el regocijo de que al menos no comiese aquel día. Masato se quedó estático, y no supo por que la voz del rubio lobo que su mejor amigo había recogido hiciera ya tiempo le resonó en los oídos.
“A los humanos con características ya no se nos trata como tal, ¿sabes? Somos animales. Animales que si no tienen un collar y una correa que les ate a un amo deben estar encerrados hasta que se les sacrifique...” Demasiado cruel.
-¡Un momento! -levantó la voz, dando un par de pasos al frente. El camarero, que estaba dispuesto a pisotear al cachorro para obtener una venganza desmerecida levantó la vista hacia él- Ya vale. Es solo un crío -de hecho no se lo parecía tanto, pero en comparación con el camarero lo era. Se acercó lo suficiente como para poder levantar un grueso y musculoso brazo y crear una barrera entre él y el pet.
-¿A caso eres su dueño? -interpretó el furioso hombre- ¡Ponle un jodido bozal! -señaló al lobo- Supongo que pagarás los desperfectos que ha causado y la comida que se ha llevado, ¿no es así?
“Como si tuviese dinero...” -Masato, de pie frente al joven albino, enarcaba cada vez mas una ceja, convirtiéndose progresivamente en un tic nervioso ante tanto grito.
-¡No queremos a animales sucios y desaliñados corriendo por el centro de nuestra ciudad! Es antihigiénico -Masato curvó los labios hacia abajo-. Esos monstruos ya andan sueltos por cualquier parte y hacen lo que les da la gana; deberían encerrarlos a todos... -concluyó con desdén antes de ser empujado contra la puerta de uno de los coches aparcados junto a la calzada.
No quería escuchar una tontería mas sobre aquello. Detestaba ese tipo de marginaciones, las había vivido de cerca gracias al lobo que hacía poco le había llamado para recordarle ir a comprar. No entendía que tenía de malo no ser “igual que el resto”.
-Usted -gruñó, sujetándolo de la pechera y casi levantando lo del suelo. Si no hubiese estado allí el coche aquel furioso empujón lo hubiese dejado al otro lado de la calle-, cállese -murmuró, apretando los dientes, antes de soltarle para no terminar golpeándole. Como se enterase su mister le haría correr hasta desgastar las suelas de sus deportivas. Por suerte el camarero pareció entender su posición y no tardó en alejarse, dejando atrás un mar de cuchicheos sin sentido y una multitud que fingía no haber visto nada, como siempre.
-Agh, ya me ha dejado con mala sangre. Idiota -sacó la lengua, se rascó la nuca y se giró, agachándose para recoger el teléfono móvil y mirar al cachorro abandonado- Eh, ¿tu estás bien? Será mejor que te levantes y salgas de este distrito -le acercó una mano para así ayudarle a alzarse-. Ven. Si tienes hambre te invitaré a algo, ¿de acuerdo~?
A falta de poco menos de dos semanas para un enfrentamiento con el Club de Nagano, los días de entrenamiento se habían incrementado, tanto para los que participarían como para los que estaban simplemente de sustitutos. Todo el club era una revolución de testosterona y adrenalina que echaba para atrás nada mas cruzar la puerta de este.
El local donde se ubicaba el gimnasio no era especialmente llamativo. Tenía una pequeña puerta de cristal, con algunos anuncios pegados con celo en el interior y un timbre, para los días de entrenamiento personalizado. A falta de escaparate, el simple letrero sobre la entrada restaba un gran “XXL” como nombre oficial del gimnasio, junto con el dibujo de un fornido centauro sosteniendo una lanza de plata.
No hacía mucho que había acabado el horario de entrenamiento de hoy. Tras muchas simulaciones de combates y planes para derrotar al grupo de la ciudad vecina el mister había tenido la consideración de dejarlos marchar temprano después de haber recogido y adecentado el gimnasio y una ducha bien merecida en los vestuarios. Un grupo de chicas esperaban en la puerta, cuchicheando entre ellas hasta poder reunirse con sus novios -y fardar de estos- cuando saliesen. Masato se limitó a saludar a algunas que ya conocía y a esquivar sin mucho interés las miradas de otras. Era una tontería distraerse mirando mujeres si no podían luego hacer nada con ellas, al menos hasta que pasase el combate.
>¿Has salido ya? Sagara me ha mandado a buscarte para ir de compras, ¿dónde estás?
-Acabo de salir, estoy subiendo -hizo una pausa, sosteniendo el móvil entre la oreja y el hombro mientras reorganizaba su bolsa de entrenamiento para poder cerrarla una vez hubo dejado la gran botella de agua vacía que se había terminado durante el entrenamiento-. Estoy cerca del mercado, dime que tengo que llevar -cruzó una calle a trote tras mirar a ambos lados y caminó a zancadas por la acera, sin prestar demasiada atención a su alrededor-. Que si hombre, tu dime... Vale... Si... ¿Que vas a preparar con esa clase de ingred-...?
El boxeador soltó un jadeo tras el choque, dejando caer el teléfono y haciendo un amago de dar un paso atrás. Parpadeó, confuso, dispuesto a pedir perdón a quién se hubiese llevado por delante, cuando lo vio en el suelo. Fue como tener una brillante ensoñación delante. Era una belleza incorpórea y andrógina, casi celestial a pesar de sus desaliñadas pintas. Ejercía una fuerza de atracción que solo podía lograr un pet y sus tributos animales, aunque Masato se hubiese dado cuenta de ello a su ritmo. Enfrentó aquella mirada cargada de reproches con curiosidad mientras la voz de un tercer individuo le hizo despertar a medida que se acercaba.
-¿Ladrón? -un gran número de curiosos observaba la escena desde distintas localizaciones; desde los que estaban sentados en la cafetería de al lado hasta los que circulaban por la calle. El castaño bajó la mirada hacia el albino, que parecía haberse desatendido del mundo solo para poder degustar aquel trozo de sucia carne.
-Esta vez no te libras, amigo -el camarero, con la expresión desencajada y la cara roja de correr tras él se acercó, escupiendo su ira en forma de gritos contra el mas joven- ¡Los animales como tu deberían estar bien encerrados! ¡Suelta eso! -arremetió contra él, sujetándole con saña del brazo y del largo cabello blanco, queriendo tener el regocijo de que al menos no comiese aquel día. Masato se quedó estático, y no supo por que la voz del rubio lobo que su mejor amigo había recogido hiciera ya tiempo le resonó en los oídos.
“A los humanos con características ya no se nos trata como tal, ¿sabes? Somos animales. Animales que si no tienen un collar y una correa que les ate a un amo deben estar encerrados hasta que se les sacrifique...” Demasiado cruel.
-¡Un momento! -levantó la voz, dando un par de pasos al frente. El camarero, que estaba dispuesto a pisotear al cachorro para obtener una venganza desmerecida levantó la vista hacia él- Ya vale. Es solo un crío -de hecho no se lo parecía tanto, pero en comparación con el camarero lo era. Se acercó lo suficiente como para poder levantar un grueso y musculoso brazo y crear una barrera entre él y el pet.
-¿A caso eres su dueño? -interpretó el furioso hombre- ¡Ponle un jodido bozal! -señaló al lobo- Supongo que pagarás los desperfectos que ha causado y la comida que se ha llevado, ¿no es así?
“Como si tuviese dinero...” -Masato, de pie frente al joven albino, enarcaba cada vez mas una ceja, convirtiéndose progresivamente en un tic nervioso ante tanto grito.
-¡No queremos a animales sucios y desaliñados corriendo por el centro de nuestra ciudad! Es antihigiénico -Masato curvó los labios hacia abajo-. Esos monstruos ya andan sueltos por cualquier parte y hacen lo que les da la gana; deberían encerrarlos a todos... -concluyó con desdén antes de ser empujado contra la puerta de uno de los coches aparcados junto a la calzada.
No quería escuchar una tontería mas sobre aquello. Detestaba ese tipo de marginaciones, las había vivido de cerca gracias al lobo que hacía poco le había llamado para recordarle ir a comprar. No entendía que tenía de malo no ser “igual que el resto”.
-Usted -gruñó, sujetándolo de la pechera y casi levantando lo del suelo. Si no hubiese estado allí el coche aquel furioso empujón lo hubiese dejado al otro lado de la calle-, cállese -murmuró, apretando los dientes, antes de soltarle para no terminar golpeándole. Como se enterase su mister le haría correr hasta desgastar las suelas de sus deportivas. Por suerte el camarero pareció entender su posición y no tardó en alejarse, dejando atrás un mar de cuchicheos sin sentido y una multitud que fingía no haber visto nada, como siempre.
-Agh, ya me ha dejado con mala sangre. Idiota -sacó la lengua, se rascó la nuca y se giró, agachándose para recoger el teléfono móvil y mirar al cachorro abandonado- Eh, ¿tu estás bien? Será mejor que te levantes y salgas de este distrito -le acercó una mano para así ayudarle a alzarse-. Ven. Si tienes hambre te invitaré a algo, ¿de acuerdo~?
Invitado- Invitado
Temas similares
» D e s i r e ~ (privado)
» It's okay to be gay [privado]
» Un mal día. ( privado )
» ah... [privado]
» A f f a i r ~ (Privado)
» It's okay to be gay [privado]
» Un mal día. ( privado )
» ah... [privado]
» A f f a i r ~ (Privado)
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.