ah... [privado]

Bueno, Goodman se había metido en la ducha por completo, cabeza y todo debajo del chorro del agua. Como todo el mundo sabe cuando te metes debajo del grifo del agua de la ducha tu audición baja y no escuchas bien. Pues eso fue lo que le ocurrió al mayor. Aquellas palabras tan directas lanzadas por el conejo no llegaron nítidas a los oídos del mayor. Sólo escuchaba algún murmullo -¿eh?... ¿que?- preguntaba arbitrariamente.

También los ojos los tenía cerrados ya que se estaba mojando el cabello porque, a diferencia del conejo, Goodman si había sudado ya que le había dado 20 vueltas al parque corriendo esta mañana.

Cuando notó más claridad de la habitual sacó la cabeza de debajo del chorro de agua. Por supuesto se sorprendió al ver al menor allí parado, mirándolo fijamente y con un chorro de sangre saliéndole por la nariz. -¿Qué pasa?- preguntó totalmente ajeno a la pregunta que había dicho bunny momentos antes.

Ante la mirada fija de su compañero cerró un poco la cortina de la ducha, lo justo como para taparse. No le daba vergüenza el hecho de bañarse con alguien o estar en presencia de alguien mientras se ducha, pero la mirada del conejo era demasiado inquisitiva y Keith se sintió algo cohibido. -¿Qué me preguntabas? ¿Si te puedes duchar? Si claro hombre, espera un momento a que salga- cerró el grifo del agua pero al momento siguiente se le iluminó la cara como si tuviese una idea - ¡Mejor! Dúchate conmigo y así ahorramos agua. Que el mundo esta muy mal y ahí que cuidarlo jajajaja- preocupado él por la naturaleza y el medio ambiente –Así te lavas esa cara tan sucia que tienes- alargó el brazo y con la mano le limpió suavemente el hilo de sangre que le salía de la nariz al conejo.

-Las zapatillas déjalas en la ventana que están sucias de barro. Después las limpiamos, que es mucho más barato que estar contratando una asistenta para que te las limpie- volvió a abrir la cortina de la ducha dejando su desnudo de nuevo al descubierto.
-¡Metete hombre! Que el agua todavía esta caliente- dijo con la inocencia que lo caracteriza pero con cierto rubor rosado en sus mejillas y con su gran sonrisa de hermano mayor dibujada en la cara.

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Perdona por el post tan pequeño u_u

Con lo tranquilo que él estaba hasta que Barnaby nombro a los susodichos y famosos esclavos -¡Cómo que esclavo! ¡Eso es una soberana meméz!- dijo bastante escandalizado y asombrado por el comentario del menor - Yo no tengo porque comparme a alguien para que me cuide la casa, primero porque ya me apaño yo solito y segundo ¡porque me parece indecente comprar a una persona! ¡son humanos como nosotros! ¡eso es asclavismo!- negaba frustrado con la cabeza y después de este momento tan propio de una héroe, el cual Barnaby no escuchó por que lo estaba nalgeando y saliendo a todo gas de allí.

Keith y su mente infantiloide comenzaron a funcionar -¡Ay! mi culo- se sobó el golpe mientras pensaba -¿A que ha venido eso? ¿Porque me pega?... Aunque pensándolo bien... los chicos del equipo, cuando ganamos un partido, alguno que otro hace este tipo de cosas y nos damos palmadas. Incluso alguno “mete mano” a algún desprevenido en sitios tan raros como es el trasero- salió de la bañera y se secaba el pelo con una toalla mientras seguía el mismo camino que el conejo. Pensativo.

Se le iluminó la bombilla, tuvo una idea -¡Ah! ¡Ya se! Barnaby habrá hecho eso porque hemos jugado un partidillo en el parque ¡Por supuesto! Como mis compañeros en el vestuario!- esa fue su conclusión.

El rubio se acercó por detrás al conejo. Cerca de él, Keith enrolló la toalla y, a modo de látigo, fustigó con fuerza el trasero del menor. Sólo una vez - JAJAJAJAJAJA ¡esto es lo que hago en los vestidores a mis compañeros! jajajajaja- rió felizmente - Y ellos a mi también me palmean el trasero. Es normal- se fue para él cerrando el mueble en el que el menor rebuscaba -No, no, las toallas no están ahí. Toma. Sécate con esta, esta limpia y yo ya estoy seco- le tiende con la que mismo le golpeó.

Desnudo como iba se fue hasta el armario y se puso a rebuscar algo que ponerse. Un vaquero y una camisa blanca de manga corta en la que se podía leer: “Sky High”. Fue cuando tendió la ropa en la cama y se colocaba los calzoncillos, esta vez unos de color violeta, apareció Jonh* ladrando pasando por un lado de Keith y siguiendo con sus ladridos directos hacía Barnaby.
-Pero Jonh ¿que te pasa?- fue para su perro y le toco el lomo. Acto seguido el perro cesó de ladrar. -Si ya conoces a Barnaby. No le ladres. Lo siento y de verdad lo siento Barnaby- se giró para su perro dándole la espalda al conejo -Como te has portado mal no te llevaremos al parque de perros y no podrás ver a la pastor alemán que tanto te gusta- le reprimió.

Jonh bajó las orejas y la mirada llorando sólo como lo hacen los cánidos. -No me pongas esa cara- a Keith se le aguaban los ojos -No la pongas- advirtió por segunda vez mientras en sus ojos aparecían lagrimas mientras el can gimoteaba - no...... ¡vale esta bien! te llevo al parque- amo y mascota terminaron abrazados en el suelo y el más peludo de ellos lamiéndole la cara al otro -Que ya me he duchado Jonh ¡déjalo!- se quitó las patas del perro de los hombros, se incorporó y miró al menor.

Suspiro -Vamos a tener que llevarlo y después te acompañamos hasta donde trabajes. Así no irás solo ¿que te parece? Barnaby- miraba al menor con esos ojos tan bonitos, azules y ligeramente caídos que dotaban a la cara del mayor cierto encanto infantil. -¿Que me dices? Y de paso compro algo para la cena que tengo la nevera bajo mínimos. ¿Y tu? ¿Tines que comprar algo Barnaby?- Jonh ladró una sola vez -Si, si tus golosinas también- miro al perro y después volvió su azul y brillante mirada al menor, ladeando la cabeza con una sonrisa de anuncio.



(*off: ahora el perro se llama Jonh. Es que lo dicen en el capitulo 15)

Tras recibir el "azote" Barnaby se quedó un momento en el baño con una gran gota de sudor bajándole por la cabeza, definitivamente algo no andaba bien con aquel sujeto... como sea medio se secó el torso y siguió a Keith hasta su habitación, ignorando olímpicamente los ladridos del cachorro, a estas alturas ya se había acostumbrado a su desconfianza. Le echó una última mirada al culo del mayor y después tomó la ropa que antes de salir al entrenamiento de rugby había dejado sobre la cama. Estaba limpia (con obvia excepción de los pantalones) así que se la puso mientras de soslayo observaba la interacción amo-perro y... luego se fijó mejor en esa carita que Goodman había puesto cuando habló sobre las compras.

Barnaby se colocó las gafas y sonrió de lado, comenzaba a agradarle ese gesto que en un principio creyó que era nada más de dientes para afuera - ya sabía que íbamos a terminar por ir al parque - el conejo no tuvo más opción que asentir ante la proposición y al hacerlo pasó junto al rubio picándole la frente para que deshiciera aunque sea un poco esa sonrisa tan blanca que parecía deslumbrar - vamos por lo que quieras... igual necesito un nuevo móvil - ¿cómo era posible negarse ante él? era una táctica bastante sucia valerse del aura inocente que le rodeaba para cumplir sus objetivos, pero seguro que el mayor no lo hacía con ese fin.

Como los nuevos planes ya estaban hechos, el rubio salió de ahí, dirigiéndose a la estancia. Una vez ahí miró su rostro en un espejo de por la entrada, su mejilla empezaba a ponerse algo morada, sería algo pésimo para su reputación si le vieran así llegar a la oficina - pensándolo bien tal vez también necesite algo de maquillaje - dijo para sí y abrió la puerta ya más que preparado para bajar hasta la calle.

Esperó a Keith antes de salir del todo, y cuando éste se acercaba con el feliz perro tirando de su correa emocionado, el rubio nuevamente contempló a Goodman, por la camisa blanca y porque acababan de salir de la ducha se le marcaban muy levemente los pezones - ¿por qué te molesta tanto el tema de los esclavos? - inquirió - eres extranjero ¿no? sinceramente no entiendo porqué viniste a Tokio sabiendo cómo están las cosas actualmente - aunque pareciera que el menor no había estado escuchándolo al momento de bañarse, sí que lo había hecho y bueno... con lo bien que se había portado el jugador, Barnaby ya había pensado en la posibilidad de regalarle un esclavo o quizás una androide, había muchas bastante atractivas en la tienda de mascotas.

off: sorry man, no tengo nada de inspiración

Pasó a su lado percatándose de la hinchazón de la mejilla ajena – Claro que vas a necesitar maquillaje durante unos días. El golpe se te ha puesto así de feo por no hacerme caso y no ponerte el hielo- le sermoneó mientras cerraba con llave la puerta de su casa.

Ya estaban en la puerta de la calle y a el paso que el hiperactivo John le marcaba estarían en menos de dos minutos en el parque de perros. Menos mal que Keith tranquilizó un poco a su mascota para que no jalase con tanta insistencia de él. – Llegue a Japón porque mi manager me lo propuso y porque jugadores como yo, en America, hay demasiados y yo no destacaba entre ellos.- bajó la mirada hacia al suelo, triste, como si recordase un amargo episodio de su vida. – Pero resultó que aquí apenas hay jugadores con mis cualidades. Quiero decir que los nipones tenéis otra compleción física y en el equipo en el que estoy ahora buscaban a alguien como yo, con un fuerte brazo derecho jajajaja.- miraba a Barnaby con una mirada brillante, como si hubiese vuelto a la vida –Y Así llegue a este bonito país. Tu tampoco eres de aquí ¿o me equivoco?- jaló de la correa de Jonh al pararse en un semáforo.

-Y en cuanto a lo de los esclavos ¡es que me parece un horror!- se llevó las manos a la cabeza mientras la movía de lado a lado como si negase. Después se giró hacia barnaby con los brazos extendidos -¡No me digas que tienes uno! ¡No me lo digas!- puso los brazos en cruz delante de su cara – El esclavismo se abolió hace ya muchos años- se colocó las manos en la cintura – Es que no era, ni es justo que una persona trabaja para otra sin obtener a cambió un salario justo. ¡Si pudiese tiraría abajo ese maldito mercado negro! ¡Es horrible!- pasaron la calle, doblaron una esquina y llegaron al parque de perros.

Es un pequeño parque con una fuente en medio en el que los perros corren libres conociendo a otros de su especie mientras sus dueños pasean o descansan sobre el césped. – Bueno… esa es mi opinión- se rascaba la cara con el dedo índice – A lo mejor cambio de idea si se lo que es tener un esclavo o una mascota. Se dice que no se debe opinar sin tener toda la información y como yo no se que es tener a alguien que trabaje para ti, no tengo derecho a opinar jejejejeje- reía tontamente mientras se rascaba la nuca.

-Bien Jonh ¡ya hemos llegado!- entraron en el parque, el cual poseía diferentes caminos de tierra por los que la gente paseaba y llevaba a diferentes partes del parque. –Vamos a buscar a tu linda pastor alemán- el perro meneaba la cola a 1000 revoluciones por segundo y con todo su cuerpo alerta. –Ya vaaa- canturreó mientras le desataba la correa y en cuanto lo hizo el perro salió corriendo como alma que lleva el diablo hacia un grupo de perros que jugaban con una enorme pelota de colores.

-Creo que ahora te puedo acompañar hasta tu trabajo. Si quieres, John se puede quedar aquí- arrugó la frente y se puso la mano en el mentón a la vez que dirigía la mirada hacia su perro – A no ser que se le cruce un cable y haga algo malo… aunque no creo que eso pase- se encogió de hombros y miró a los ojos a Barnaby –Habías dicho que necesitabas un móvil nuevo ¿por qué? ¿Se te ha roto el antiguo?- Keith no se ha percatado de que el móvil del conejo se había roto momentos antes durante el partido.

Pero en lo que sí se fijó fue en la pequeña mancha que se situaba en la entrepierna de los pantalones del conejo. Como acto reflejo Keith pasó la mano sobre la mancha del pantalón, lentamente, rozando con sus dedos, con suavidad la zona de la ingle y los muslos del menor. –Me tenías que haber recordado lo de la mancha del helado- suspiró mientras intentaba quitar la mancha, ya seca, raspando cuidadosamente con la uña.

Todo aquel paripé que había montado el rubio era una exageración. Para el mayor, que Barnaby se alterase tanto por un simple roce, le parecía sumamente exagerado. Mientras el menor jalaba de él como si fuese una muñeca de trapo masculló – Pero si sólo quería limpiar la mancha- el rubio no pensó que una acción como la de quitar una mancha se malinterpretase como lo estaba haciendo el conejo.

-No es exhibicionismo, es limpiar un pantalón… que no es para tanto- dijo la mar de tranquilo mientras sus azules ojos no paraban de mirar atónitos a su acompañante, el cual estaba a punto del colapso.

Cuando Barnaby se giró dándole la espalda a Goodman, este ladeó la cabeza buscándole la cara a su acompañante. Alzó una ceja y una interrogación salió de su cabeza al no entender la frustración del menor.
Cuando de repente ¡zas! Volvió a jalar de él. Goodman al ser algo más bajito debía de apurar el paso para seguir el de Barnaby, pero no le costaba seguirlo dada su condición física, pero eso de que jalaran de él le hacía parecer un niño pequeños siendo arrastrado por su padre.

Cuando vio el centro mal y el móvil asintió con la cabeza –Si, si vamos. Si te urge tener un móvil nuevo…- dejó la frase en el aire mientras se soltaba del agarre de Barnaby ayudado de su otra mano. – La verdad es que no podría acompañarte a tu trabajo porque todos los días me levanto a las seis de la mañana y debo acostarme temprano. Además, mañana tengo entrenamiento con mi equipo y por la tarde tengo que ir a un partido del equipo filiar. Lo siento, pero me gustaría ver donde trabajas algún día- Sí, estaba dejando plantado a Barnaby poniéndole escusas, escusas que eran verdad, pero escusas al fin de cuentas.

En realidad a Goodman le había caído bien el joven empresario, pero notaba que le escondía muchas cosas y por mucho que preguntase el menor conseguía evitar responder y eso al rubio no le hacía mucha gracia. Además, sólo se conocen desde hace unas horas.

Llegaron al centro comercial donde, a la izquierda, se encontraba una tienda especializada en telefonía móvil. Ambos rubios entraron, el mayor de ellos con una mezcla entre curiosidad y vergüenza, ya que no sabía nada sobre el mundo de la telefonía móvil.

Al entrar le llamó la atención una pared con los últimos modelos de celulares expuestos, pero poco pudo mirar ya que a ellos se les acercó un joven, guapo y alto dependiente que con voz melodiosa les dijo: -¿Puedo ayudaros en algo? Pareja- su forma de hablar y de moverse daba por hecho que era homosexual.

-Pues aquí, a mi amigo, se le acaba de romper el móvil en mil millones de pedazos- exagerado. – Y no somos pareja…- miró para otro lado mientras cavilaba – Bueno, teóricamente si lo somos porque somos dos personas y dos personas forman una pareja. Pero si se refiere a el otro significado de “pareja”. No, no lo somos- sonrió abiertamente mientras el dependiente lo desnudaba con la mirada. Pero no solo a Goodman si no al conejito también.

-Ups, perdonad, es que parecéis una pareja de comercial y lo di por sentado. Bueno… vamos a ver ese teléfono a ver que podemos hacer con el. Seguidme- los guió hasta un mostrador donde miró el modelo del móvil y le preguntaba a Barnaby si tenía garantía. – Bueno, esto no se puede arreglar, pero tenemos una promoción de dos móviles que si os los compráis las llamadas entre vosotros os saldrán más baratas- los camelaba con las típicas ofertas.

-Bueno es que mi móvil es totalmente nuevo. Hace un mes que uno de mis patrocinadores me lo regaló- sacó un celular táctil de última generación del bolsillo trasero de su pantalón – Y no me gustaría cambiarlo. Todavía me cuesta mandar un mensaje porque tengo los dedos demasiado grandes para una pantalla tan pequeña- suspiró con algo de resignación.

-Pues ya que esta nuevo consérvalo nuevo y cómprale un protector para que no termine como el de tu amigo- eso fue un golpe bajo. El dependiente señaló el mostrador de cristal donde se mostraban dichos protectores y Goodman comenzó a mirarlos cuan niño en una tienda de golosinas.

- ¡jajaja!- rió mientras señalaba un protector azul con nubes blancas, al igual que su calzoncillos.
Mientras el dependiente intentaba venderle un nuevo celular al conejo.