Residencia Drake

Permaneció en silencio, mirandolo únicamente. Si pronunciaba palabra alguna sabría que más de una ofensa saldría de su boca. Esta vez, se calmaría.
Siguió al petirrojo hasta su habitación, soltando un suspiro. En realidad acostumbrarse a una vida así sería complicado, mucho más de lo que pensó.
Miró al chico de arriba a abajo, para después meditarlo un poco - No creo que tu ropa me quede, detective -comentó mientras se sentaba en la orilla de la cama, cansado. Bufó mientras alzaba la mirada, descontento- ¿Tu mayordomo? No creo que sea mucho más grande que yo. Pero no importa...- se levantó mientras miraba a su alrededor. Ahora estaría menos quejumbroso, preferiría quedarse con ropa algo apretada, que estar desnudo todo el día. Pronto se vengaría del petirrojo, de sus burlas infantiles y de su persona. Sería tan divertido hacerlo..Sonrió ladino mientras se colocaba detrás del pelinegro, tomandolo por los hombros

Sonrió de medio labio ante lo que había ganado. Su reacción le había puesto de un jodido bueno humor- ¡Drake! -gritó mientras dejaba la playera en la cama y perseguía al chico, hasta que lo alcanzó. Le jaló del hombro hasta traerlo de regreso al cuarto, para cerrar la puerta tras el. Así lo mantuvo contra la misma, sujetando sus brazos sobra su cabeza, para que no intentase hacer nada indebido, empezaba a acostumbrarse a sus estratagemas. - ¿Porque te sonrojas, detective? -preguntó contra sus labios, tonteando por un momento- Creo que hay algo que no me has dicho..-comentó en voz baja, pasando su nariz contra su cuello, olfateando el extrañamente dulce aroma que desprendía el petirrojo. ¿Cómo reaccionaría? Tenía más que claro que este chico tenía.. "otras preferencias". Lo único que quería averiguar cuales eran... y talves vengarse un poco por lo de hace unos instantes.

Soltó una carcajada, evidentemente el chico estaba nervioso. ¿Entonces había acertado? ¿Realmente él era..? No tendría más que comprobarlo. Pero como siempre, nunca media sus acciones, y nunca veía las consecuencias de las mismas. No todas acababan bien.
Cerró el seguro de la puerta, asegurandose de que el chico no huyera. Usando apenas un poco más de su fuerza mantuvo al pelinegro cautivo: el petirrojo no le hacía frente en ese sentido, por lo menos. -¿Bromas? No, yo lo llamo "un pago" por tus jueguitos - se acercó a su oído, susurrando- o venganza, como te suene mejor- sonrió ladino mientras mordía suavemente su lóbulo, para pasar después a besar el espacio entre su cuello y su oreja, así comenzó a acariciar su espalda con su mano libre, mientras la misma descendía con lentitud.
¿Cómo reaccionaría? Se mantenía al tanto de sus acciones mirando de vez en cuando su rostro.

Vaya, vaya, con que en realidad el chico reaccionaba a él...bueno, mejor dicho, a sus manos expertas. ¿Quién no, sería la pregunta? Se separó apenas de él, mirandole fingiendo lástima, pues no era en realidad más que una simple broma -Sí, sí, dectective. Te llevas pero no te aguantas, ¿verdad? -se acercó sobremanera a su rostro, sin despegar un segundo sus orbes de las contrarias - Es una broma.- Dijo para finalizar ante la angustiada presencia del otro y su evidente sufrimiento. Entrecerró los ojos y le robó un corto beso, soltándolo después- Vamos a comprar, entonces - Lo empujó hacia un lado de la puerta, para poder salir obviamente el primero. Por su actitud realmente no parecía haberle afectado aquel percance, pero no tenía la más mínima idea de como lo haría el detective...

Lo escuchó desde afuera de la habitación, y por supuesto, ninguna de sus palabras le habían afectado en lo más mínimo. Tendría que esforzarse más el pequeño petirrojo si quería realmente ofenderlo. Levantó los hombros con completo desinterés y bajó a ver si se encontraba con el mayordomo. En realidad le urgían esas ropas, además de asegurarse de varias cosas. Estaba casi seguro de que su estadía allí no sería por mucho tiempo, y aunque no sonara muy bien, tenía que salir por sus propios medios adelante. -¡Estoy esperando, petirrojo! -Gritó energicó y después rió socarrón, dejandose caer en un sillón de la sala. Igual tenía que ver si su ayudante no estaba igual de ocupado que el niñato ese.- Quién creía que fuera tan nena. Bueno, desde que estaba viendo ese programa me hizo dudar...- Y no le importo mucho el hecho de estar hablando sólo. Igual nadie le escuchaba, y no había nadie que respondiera a sus preguntas.