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Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Pure Bestiality :: Tokyo :: Hoteles
Página 1 de 1.
Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Bueno, bueno. Axis, probablemente, era el tipo más fastidioso que pudiese el chico conocer, pero también se aburría con facilidad de las personas, cosa que conllevaba dejar de fastidiarlas. Perdió el interés así, de un momento a otro aunque con justa razón: las reacciones del pelirrojo comenzaban a ser demasiado predecibles. Sí, como sea que se llamara el menor, éste le estaba poniendo difíciles las cosas para salirse, como acostumbraba, con las suyas, pero eso no quería decir que fuera divertido. Divertido en un comienzo cuando se irritó sí fue, el que pareciera que tuviera paciencia también le animó un tanto, sin embargo, ahora parecía todo un gruñón, y eso no era divertido. Le parecía adorable, pero no divertido. O, tal vez un poquito, sólo porque así era más fácil fastidiarlo. No negaba que todavía se sentía atraído por su apariencia, y hasta ahí llegaba. Después de todo, había muchas personas de las que se sentía atraído sólo por su físico… de acuerdo, no, era muy exquisito en ese aspecto y pocos lograban interesarle.
-Como gustes –habló antes de dar un ligero bostezo y, pasados ya unos cuantos pasos, dando su vista con el hotel. Se preguntaba lo que el mocoso pensaría al ver donde se hospedaba, preguntándose si era muy obvio el que grandes cantidades de dinero se involucraran con ese trabajo suyo, y más importante el de su jefe, no muy honesto. Tampoco era algo de lo peor; sacar información parecía casi decente. Casi, porque usaba formas de obtenerla no muy ordinarias pero sí muy resultantes.
Pasando a otro tema, por alguna razón sentía que paseaba un perrito con el niño siguiéndole. Por eso, y porque todo iba según lo planeado, sonrió.
Al llegar no se preocupó en presentarle el hotel, simple y ahorrativamente giró la vista fijándose si aún lo seguía, y luego entró pasando por entre los guardias a quienes ignoró. La sala de entrada era bastante amplia, perfectamente amoblada para hacerla una sala de espera muy cómoda. Pasó de largo directamente a la recepción, pidió las llaves y mencionó que tenía una visita: el mocoso. No obstante, el chico debía dar su nombre para ser agregado. Y, además, también debía dar otros datos por razones de seguridad, pero Axis arregló con el recepcionista para que, después de aquello, nada quedara registrado. Imaginarse que su jefe podría llegar a enterarse de aquella visita, por más raro que sonase, era peligroso… para su bolsillo.
-Esto me recuerda a que todavía no te he preguntado el nombre –dijo mirándolo, esperando por la respuesta. El recepcionista, quien desde hace rato había comenzado a verlos a ambos medio extrañado, ahora lo hacía aún más al saber que ni siquiera se conocían. Encima, los dos hombres, aunque dudaba entre si el más pequeño era chico o alguna clase de chica muy plana y dejada. Preguntarle su edad estaría demás pues suponía que era menor por su estatura. No obstante, sería divertido ver la cara del recepcionista al enterarse que Axis metía a un mocoso a su habitación. Que la gente malinterpretara las cosas resultaba bastante interesante en ocasiones-. También tiene que dar su edad, ¿no? –preguntó al tipo de la recepción, quien al recibir una mirada bastante específica sobre qué era lo que quería el azabache asintió sin duda y, ciertamente, aminorado.
-Como gustes –habló antes de dar un ligero bostezo y, pasados ya unos cuantos pasos, dando su vista con el hotel. Se preguntaba lo que el mocoso pensaría al ver donde se hospedaba, preguntándose si era muy obvio el que grandes cantidades de dinero se involucraran con ese trabajo suyo, y más importante el de su jefe, no muy honesto. Tampoco era algo de lo peor; sacar información parecía casi decente. Casi, porque usaba formas de obtenerla no muy ordinarias pero sí muy resultantes.
Pasando a otro tema, por alguna razón sentía que paseaba un perrito con el niño siguiéndole. Por eso, y porque todo iba según lo planeado, sonrió.
Al llegar no se preocupó en presentarle el hotel, simple y ahorrativamente giró la vista fijándose si aún lo seguía, y luego entró pasando por entre los guardias a quienes ignoró. La sala de entrada era bastante amplia, perfectamente amoblada para hacerla una sala de espera muy cómoda. Pasó de largo directamente a la recepción, pidió las llaves y mencionó que tenía una visita: el mocoso. No obstante, el chico debía dar su nombre para ser agregado. Y, además, también debía dar otros datos por razones de seguridad, pero Axis arregló con el recepcionista para que, después de aquello, nada quedara registrado. Imaginarse que su jefe podría llegar a enterarse de aquella visita, por más raro que sonase, era peligroso… para su bolsillo.
-Esto me recuerda a que todavía no te he preguntado el nombre –dijo mirándolo, esperando por la respuesta. El recepcionista, quien desde hace rato había comenzado a verlos a ambos medio extrañado, ahora lo hacía aún más al saber que ni siquiera se conocían. Encima, los dos hombres, aunque dudaba entre si el más pequeño era chico o alguna clase de chica muy plana y dejada. Preguntarle su edad estaría demás pues suponía que era menor por su estatura. No obstante, sería divertido ver la cara del recepcionista al enterarse que Axis metía a un mocoso a su habitación. Que la gente malinterpretara las cosas resultaba bastante interesante en ocasiones-. También tiene que dar su edad, ¿no? –preguntó al tipo de la recepción, quien al recibir una mirada bastante específica sobre qué era lo que quería el azabache asintió sin duda y, ciertamente, aminorado.
Última edición por Axis el Dom Feb 27, 2011 6:36 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Se quedó pensando que tal vez no estaba liando todo aquello solo por justicia, ni por recuperar si dinero, ni porque el chico ese le hubiera molestado demasiado mientras se estaba tomando su desayuno. Tal vez simplemente se trataba de puro y duro aburrimiento. Tal vez estaba harto de su día a día rutinario, de ir a la universidad y de trabajar y ya está, siendo las únicas cosas que ocupaban su vida. Puede que estar tanto tiempo sin relaciones sociales y sin tratar con la gente que se estaba aferrando de alguna manera a esa bronca con ese desconocido por el simple hecho de no sentirse tan profundamente solo, seguramente solo parecía era un muchacho amargado y solitario... pero no quería que ese tipo tan insoportable se diera cuenta de que simplemente estaba aburrido, y que deseaba algún tipo de contacto humano, aunque fuera para discutir. De hecho puede que por eso le diera igual perder alguna hora de la universidad, recordando lo mal que le trataban allí.
Andando vislumbro un hotel, así que sus suposiciones eran correctas y se hospedaba en uno, y parecía uno bastante bueno, vaya, que era caro. Frunció el ceño molesto ante ello, convencido en ese momento de que no volvería sin que éste le diera su dinero. Ahora bien, se empezó a hacer todo tipo de preguntas, como cual sería su nombre, a que se dedicaría, que edad tendría, si sería de la ciudad... Parecía mayor que él, aunque no mucho, aunque sabía que las apariencias engañaban muchas veces. Y en cuanto a los demás, absolutamente ni idea, no parecía que fuera de allí, pero no tenía ni idea... ¿Y si le preguntaba? No, ni hablar, eso demostraría interés hacia su persona, y no quería que éste pensara que se sentía interesado... y en realidad, algo si que le interesaba, pero solo era porque era lo lógico a fin de cuentas, ya que iba a acompañarle a su habitación de hotel para que le diera el dinero que le debía, y no saber nada de él era algo bastante violento, y debía de reconocerse que le daba cierto miedo.
Entraron al hotel y se acercaron junto a recepción, esta vez caminando a su lado en vez de ir detrás, porque ya se le hacía algo bastante ridículo aquello de irle detrás. El recepcionista les miraba alternativamente con expresión confusa y llegó el momento en la que debía identificarse. No le gustó aquello, eso de darse a conocer cuando éste todavía no conocía nada del contrario. Pero no quería montar un numerito, y la verdad es que no deseaba engañar a un trabajador, por lo que desechó la idea de mentir al respecto. Así que suspiró largamente, negándose a mirar al chico.
-Me llamo Shouichi Irie.- murmuró sintiéndose entre avergonzado y algo... ¿asustado? -Y tengo 17 años...- susurró en voz más baja, y esta vez si que giró su rostro para mirar al chico ese, con una expresión algo desafiante, solo que ese chico tenía una mirada demasiado penetrante, tal vez porque sus ojos eran de un color verde demasiado intensos, así que enseguida apartó la vista algo ruborizado, regañándose mentalmente al sentirse demasiado tonto y absurdo en ese momento, dándose a su vez ánimos para comportarse de un modo más "duro" y así conseguir el dinero para irse y no volver a verle jamás. -¿Ya podemos ir?- preguntó impacientemente.
Andando vislumbro un hotel, así que sus suposiciones eran correctas y se hospedaba en uno, y parecía uno bastante bueno, vaya, que era caro. Frunció el ceño molesto ante ello, convencido en ese momento de que no volvería sin que éste le diera su dinero. Ahora bien, se empezó a hacer todo tipo de preguntas, como cual sería su nombre, a que se dedicaría, que edad tendría, si sería de la ciudad... Parecía mayor que él, aunque no mucho, aunque sabía que las apariencias engañaban muchas veces. Y en cuanto a los demás, absolutamente ni idea, no parecía que fuera de allí, pero no tenía ni idea... ¿Y si le preguntaba? No, ni hablar, eso demostraría interés hacia su persona, y no quería que éste pensara que se sentía interesado... y en realidad, algo si que le interesaba, pero solo era porque era lo lógico a fin de cuentas, ya que iba a acompañarle a su habitación de hotel para que le diera el dinero que le debía, y no saber nada de él era algo bastante violento, y debía de reconocerse que le daba cierto miedo.
Entraron al hotel y se acercaron junto a recepción, esta vez caminando a su lado en vez de ir detrás, porque ya se le hacía algo bastante ridículo aquello de irle detrás. El recepcionista les miraba alternativamente con expresión confusa y llegó el momento en la que debía identificarse. No le gustó aquello, eso de darse a conocer cuando éste todavía no conocía nada del contrario. Pero no quería montar un numerito, y la verdad es que no deseaba engañar a un trabajador, por lo que desechó la idea de mentir al respecto. Así que suspiró largamente, negándose a mirar al chico.
-Me llamo Shouichi Irie.- murmuró sintiéndose entre avergonzado y algo... ¿asustado? -Y tengo 17 años...- susurró en voz más baja, y esta vez si que giró su rostro para mirar al chico ese, con una expresión algo desafiante, solo que ese chico tenía una mirada demasiado penetrante, tal vez porque sus ojos eran de un color verde demasiado intensos, así que enseguida apartó la vista algo ruborizado, regañándose mentalmente al sentirse demasiado tonto y absurdo en ese momento, dándose a su vez ánimos para comportarse de un modo más "duro" y así conseguir el dinero para irse y no volver a verle jamás. -¿Ya podemos ir?- preguntó impacientemente.
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
No, en serio, ¿ese chico era conciente de lo que hacía? Lo dudaba. Y mucho. Hasta el tipo en la recepción opinaba lo mismo. Probablemente cualquiera que los viera lo pensaría, no solo por cómo parecía ser la situación, sino porque Axis, verdaderamente, daba la impresión de ser todo lo contrario al pelirrojo. El recepcionista registró todo apenas escuchó los datos generales del chico, dejándole las llaves al mayor y recordándoles que si necesitaban algo no dudaran en llamar. Por supuesto que seguía mirándoles medio raro todavía, sobre todo al notar el sonrojo del chico al ver al mayor hace unos segundos, pero seguro se ahorraba comentarios extra por ser sólo un empleado. El azabache, por su parte, al notar aquél detalle sólo se permitió sonreír muy ligeramente. Eso había llamado su atención tanto como la primera vez que lo vio ruborizarse, aunque casi ríe por ver bastante cómica y adorable la escena, a decir verdad.
-Sí, sí… -le respondió al pelirrojo cogiendo las llaves de su habitación una vez el recepcionista las dejó encima, para luego, habiendo empezado a andar hacia el ascensor, hacer girar el llavero en el dedo índice, jugando. Su piso era el noveno; no pensaba subir a pie tantos escalones. Felizmente, gracias a su suerte, tampoco esperaría a que el ascensor se desocupe: estaba libre. Antes de entrar se fijó en que el chico le hubiera seguido, y luego, ya dentro, presionó el botón correspondiente a su piso. Suspirando pesadamente dejó reposar su espalda en la pared, observando de reojo al mocoso sólo por unos escasos segundos; aún no se creía que todo el rollo se debiera a leche descremada y al capricho del otro de recibir su dinero. Ah, pero, si ahora creía que le pagaría lo que fuese que costó su consumo, se equivocaba; hacerle perder tiempo al chico también podría ser divertido, según Axis. Tan jodido como siempre.
Al parar el ascensor y abrirse sus puertas, Axis fue el primero en poner un pie fuera y dejar atrás, de nueva cuenta, al pelirrojo. Con aún la llave en mano se dirigió hasta su puerta, la cual quedaba a unos cuantos metros, y la abrió dejando paso a algo para nada asemejado a una habitación. Parecía, más bien, alguna clase de sala y dormitorio juntos.
-Puedes pasar si quieres, Shou-chan –dijo antes de entrar, ahorrándose el trabajo de llamarlo por su nombre completo. Y no porque se tomara confianzas, sino por ser más rápido de decir (?). El chan era exclusivamente alusivo a su cara bonita, refiriéndose a él como se referiría a una chica-, o quedarte en la puerta hasta que encuentre la billetera -lo cual podría tardar días dependiendo el antojo de Axis y las ganas de irritar al otro.
El interior era amplio, un lugar de lujo que sólo su jefe pudo haberle permitido tener por el tiempo de su estadía ahí. La cama estaba, como en toda habitación, ubicada frente al plasma. Al costado de ella se ubicaba un conjunto de sofás a juego con la decoración, y unos pasos más allá estaba la puerta que daba al baño, además de mostrarse, aparte, todo lo necesario para una estadía cómoda y llevadera… que Axis no sabía aprovechar. ¡Para nada! Él quería salir de ahí porque lo suyo NO era estar encerrado. Es más, si regresaba por otro motivo que no fuera el actual sería únicamente para dormir. Lo demás le resultaba inservible e innecesario. ¡Pero! Como no lo pagaba él, no se quejaba.
Metió una mano al bolsillo, así, de la nada, sacando la billetera de lo más relajado y frente al pelirrojo. La idea era disgustarlo un poco más.
-Ah, no, sí la tenía en el bolsillo. Perdona –y sonrió burlonamente. Cómo reaccionara Shouichi lo tenía sin cuidado, pero sería motivo, uno más, para sacarle otra adorable reacción.
-Sí, sí… -le respondió al pelirrojo cogiendo las llaves de su habitación una vez el recepcionista las dejó encima, para luego, habiendo empezado a andar hacia el ascensor, hacer girar el llavero en el dedo índice, jugando. Su piso era el noveno; no pensaba subir a pie tantos escalones. Felizmente, gracias a su suerte, tampoco esperaría a que el ascensor se desocupe: estaba libre. Antes de entrar se fijó en que el chico le hubiera seguido, y luego, ya dentro, presionó el botón correspondiente a su piso. Suspirando pesadamente dejó reposar su espalda en la pared, observando de reojo al mocoso sólo por unos escasos segundos; aún no se creía que todo el rollo se debiera a leche descremada y al capricho del otro de recibir su dinero. Ah, pero, si ahora creía que le pagaría lo que fuese que costó su consumo, se equivocaba; hacerle perder tiempo al chico también podría ser divertido, según Axis. Tan jodido como siempre.
Al parar el ascensor y abrirse sus puertas, Axis fue el primero en poner un pie fuera y dejar atrás, de nueva cuenta, al pelirrojo. Con aún la llave en mano se dirigió hasta su puerta, la cual quedaba a unos cuantos metros, y la abrió dejando paso a algo para nada asemejado a una habitación. Parecía, más bien, alguna clase de sala y dormitorio juntos.
-Puedes pasar si quieres, Shou-chan –dijo antes de entrar, ahorrándose el trabajo de llamarlo por su nombre completo. Y no porque se tomara confianzas, sino por ser más rápido de decir (?). El chan era exclusivamente alusivo a su cara bonita, refiriéndose a él como se referiría a una chica-, o quedarte en la puerta hasta que encuentre la billetera -lo cual podría tardar días dependiendo el antojo de Axis y las ganas de irritar al otro.
El interior era amplio, un lugar de lujo que sólo su jefe pudo haberle permitido tener por el tiempo de su estadía ahí. La cama estaba, como en toda habitación, ubicada frente al plasma. Al costado de ella se ubicaba un conjunto de sofás a juego con la decoración, y unos pasos más allá estaba la puerta que daba al baño, además de mostrarse, aparte, todo lo necesario para una estadía cómoda y llevadera… que Axis no sabía aprovechar. ¡Para nada! Él quería salir de ahí porque lo suyo NO era estar encerrado. Es más, si regresaba por otro motivo que no fuera el actual sería únicamente para dormir. Lo demás le resultaba inservible e innecesario. ¡Pero! Como no lo pagaba él, no se quejaba.
Metió una mano al bolsillo, así, de la nada, sacando la billetera de lo más relajado y frente al pelirrojo. La idea era disgustarlo un poco más.
-Ah, no, sí la tenía en el bolsillo. Perdona –y sonrió burlonamente. Cómo reaccionara Shouichi lo tenía sin cuidado, pero sería motivo, uno más, para sacarle otra adorable reacción.
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
El recepcionista registró sus datos y seguidamente le dio la llave al contrario, y en ese momento deseó muchísimo preguntarle su nombre, pero estaba en un estado demasiado orgulloso como para hacerlo y simplemente fue detrás de éste hasta que llegaron al ascensor, de nuevo con el propósito de no hacerle ningún tipo de preguntas, tan solo de conseguir su dinero y se acabó.
¿Es que no se daba cuenta de que no se podía tratar así a la gente? Le miró unos segundos con cierta rabia y luego miró su reloj, ya había perdido la primera hora y perdería la segunda, ¿qué más daba? Con lo inteligente que era aun así sacaría sus buenas notas, él iba adelantado, más que los demás, tal vez en parte por eso en clase le trataban tan mal, cosa que era injusta, el simplemente era más inteligente y le encantaba su carrera. Si iban a tratarle ma´en ambos sitios prefería que fuera ahí, elegido por él y recuperando su dinero. Quiera o no, aunque no es que estuviera mal de dinero, eso suponía una cena para él, y viendo que el chico debía tener mucho dinero eso le indignaba más, tenía incluso ganas de ponerse a gritarle, pero se controló y simplemente se quedó pasando un poco de él, mirando a la puerta del ascensor porque le ponía nervioso mirarle a la cara.
Por fin las puertas se abrieron, y se sintió mejor al salir fuera del ascensor ya que se sentía de lo más tenso allí dentro, en un espacio tan reducido junto a ese desconocido, y además un desconocido que le estaba tratando como si no fuera nada, siendo un maleducado, estropeándole el desayuno, y además robándole dinero al hacerle pagar su comida, y eso se le hacía más desagradable si cabía. Caminaron hasta la habitación y el chico le invitó a pasar, cosa que le irritó solo por el modo de llamarle, recordando entonces a una persona que le llamaba así, un recuerdo desagradable, cabía decir, irritantemente desagradable, haciéndole recordar lo mal que podían llegar a tratarle las personas. Se intentó quitar aquellos pensamientos de la mente porque lo cierto es que en ese momento solo contribuían a deprimirle.
Finalmente dando unos pequeñitos pasos se adentró en la habitación, aunque quedándose solo en la entrada, cerrando la puerta y mirando con curiosidad alrededor, no pensaba entrar más que eso, pero ahora se daba más cuenta de que ese tipo debía ser más de lo que parecía. Él ni ahorrando toda su vida con lo que ahora ganaba podría permitirse el alojo en un lugar como aquel. Ahora estaba tentado a preguntarle a que se dedicaba, pero pensó que era una pregunta que dependiendo de la persona podía resultar demasiado personal, para él la verdad es que lo sería.
Dejó de fijarse en lla habitación y miró al chico, a tiempo de ver como se metía la mano en el bolsillo y sacaba la billetera como si tal cosa, sonriendo de aquella forma burlona. Args, ¿por qué se molestaba? Se acercó enfadado, la verdad, muy enfadado, casi podría estar echando chispas y no se sorprendería.
-¡Mira tío, ya basta!- exclamó. -No es justo que me robes, así que dame ya mi dinero y se acabó, me iré y no me verás nunca más.- apretó los puños. -Mira, para ti se que no supone mucho pagarme eso, y a mi me viene bien, así que deja de hacer el idiota.- Alargó una mano, como esperando que éste le entregara lo suyo. La verdad es que tenía unas ganas horribles de salir corriendo de allí, aquello era demasiado violento para alguien como él.
¿Es que no se daba cuenta de que no se podía tratar así a la gente? Le miró unos segundos con cierta rabia y luego miró su reloj, ya había perdido la primera hora y perdería la segunda, ¿qué más daba? Con lo inteligente que era aun así sacaría sus buenas notas, él iba adelantado, más que los demás, tal vez en parte por eso en clase le trataban tan mal, cosa que era injusta, el simplemente era más inteligente y le encantaba su carrera. Si iban a tratarle ma´en ambos sitios prefería que fuera ahí, elegido por él y recuperando su dinero. Quiera o no, aunque no es que estuviera mal de dinero, eso suponía una cena para él, y viendo que el chico debía tener mucho dinero eso le indignaba más, tenía incluso ganas de ponerse a gritarle, pero se controló y simplemente se quedó pasando un poco de él, mirando a la puerta del ascensor porque le ponía nervioso mirarle a la cara.
Por fin las puertas se abrieron, y se sintió mejor al salir fuera del ascensor ya que se sentía de lo más tenso allí dentro, en un espacio tan reducido junto a ese desconocido, y además un desconocido que le estaba tratando como si no fuera nada, siendo un maleducado, estropeándole el desayuno, y además robándole dinero al hacerle pagar su comida, y eso se le hacía más desagradable si cabía. Caminaron hasta la habitación y el chico le invitó a pasar, cosa que le irritó solo por el modo de llamarle, recordando entonces a una persona que le llamaba así, un recuerdo desagradable, cabía decir, irritantemente desagradable, haciéndole recordar lo mal que podían llegar a tratarle las personas. Se intentó quitar aquellos pensamientos de la mente porque lo cierto es que en ese momento solo contribuían a deprimirle.
Finalmente dando unos pequeñitos pasos se adentró en la habitación, aunque quedándose solo en la entrada, cerrando la puerta y mirando con curiosidad alrededor, no pensaba entrar más que eso, pero ahora se daba más cuenta de que ese tipo debía ser más de lo que parecía. Él ni ahorrando toda su vida con lo que ahora ganaba podría permitirse el alojo en un lugar como aquel. Ahora estaba tentado a preguntarle a que se dedicaba, pero pensó que era una pregunta que dependiendo de la persona podía resultar demasiado personal, para él la verdad es que lo sería.
Dejó de fijarse en lla habitación y miró al chico, a tiempo de ver como se metía la mano en el bolsillo y sacaba la billetera como si tal cosa, sonriendo de aquella forma burlona. Args, ¿por qué se molestaba? Se acercó enfadado, la verdad, muy enfadado, casi podría estar echando chispas y no se sorprendería.
-¡Mira tío, ya basta!- exclamó. -No es justo que me robes, así que dame ya mi dinero y se acabó, me iré y no me verás nunca más.- apretó los puños. -Mira, para ti se que no supone mucho pagarme eso, y a mi me viene bien, así que deja de hacer el idiota.- Alargó una mano, como esperando que éste le entregara lo suyo. La verdad es que tenía unas ganas horribles de salir corriendo de allí, aquello era demasiado violento para alguien como él.
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Oh, no. El chico ya había explotado y llegado a su límite. Axis quizá sí se había pasado un poco esta vez, pero sólo un poco, que otras veces ha logrado a ser mucho, mucho peor. Mucho, repito. MUCHO. Además claro que no, por supuesto que no le iba a robar. ¿Qué ganaría de hacerlo? ¿Qué el pelirrojo le mire mal? Pf, gran lotería, hablando sarcásticamente. Tampoco es que no disfrutara de verlo enfadado porque, ciertamente, el pelirrojo se veía con cara de poca paciencia y era gracioso enojarlo un poquito, pero podía lograr más. Bastante, a decir verdad.
Se encogió de hombros al oírlo gritar, restándole importancia con ello a aquél reclamo hecho por el otro, para después abrir la billetera y sacar el primer billete que encontró. Tremenda casualidad que dicho billete fuera de una buena cantidad de dinero, porque el resto probablemente fuera de alguna cantidad menor. Con esto, como había dicho en un comienzo de todo eso, evidenciaba no tener cambio. Si el pelirrojo aún recordaba aquellas palabras entonces era perfectamente creíble, si no, tampoco tenía que creerle; quiera o no esta era la única oportunidad de que Axis le pagara. No confundirse aún, no le iba a conceder las ganas todavía. Y no es que ya comenzara a ponerse insoportable con el chico, sin embargo, sólo quería aprovechar la oportunidad; no siempre te encuentras por alguna cafetería a un niño bonito que sea fácil de manejar, como lo era Shouichi.
-Puedes guardar el cambio –dijo sin dar la debida atención a la cantidad de dinero que marcaba el billete, para luego, extender la mano hacia la ajena junto con éste. Que Shouichi pensara que por fin el azabache le pagaría y que se iría pronto era su problema, porque lo que hizo Axis en vez de pagarle como debía fue aprovechar el contacto de ambas manos para jalar al chico de la muñeca, no midiendo la fuerza que oprimía en ésta, e impulsarlo, esta vez igual de rudo pero sí con algo de habilidad, a la primera pared más cercana a la cama y lejos de la puerta que se le cruzó por la mente. Vamos, que sólo iban a divertirse un poco. Muy posiblemente más Axis que Shouichi, el cual había quedado con la cara pegada a la pared, pero ambos al final lo harían, suponía él. Fue muy predecible que, antes de que el menor reaccionara, Axis pasara a acorralarlo pegando su cuerpo al ajeno, colocando ambos brazos del chico en su espalda, imposibilitándolos, y arreglándoselas para mantenerlos sujetos fuertemente con una sola mano. Asegurándose luego de ello que el menor no tuviera mucha oportunidad de movimiento, pasó a rodear su cintura con la mano libre, no obstante, lo que sorprendería al pelirrojo sería sentir aquella mano deslizándose con maestría y descaradamente por debajo de la playera y no sobre ésta- siempre y cuando lo valgas –continuó la frase cerca de su oído, aprisionándolo aún más con su mismo cuerpo.
Si Shouichi intentaba escapar, lo cual era bastante probable por cómo había reaccionado anteriormente, entonces sabría que el azabache no contaba con demasiada paciencia, es más, perdería cualquier cuidado con el otro, así que más le convenía comportarse no tan rebelde. Claro que de cualquier forma sería divertido para el mayor, pero no lo sería tanto, al contrario, para Shouichi cuando Axis se ponga de malas.
-Si cooperas no seré tan malo –y como más vale presentarse tarde que nunca (?)-. Por cierto, puedes decirme Axis. Es un placer –suponía que para el chico lo último placentero sería conocerlo, pero, si obviamos esa insignificante e irrelevante parte, todo perfecto y coherente.
Mientras su lengua recorría con lentitud y suavidad la nuca del pelirrojo, sin esperar respuesta por parte éste a sus palabras anteriores, su mano se elevaba poco a poco hacia su pecho, levantando consigo la playera que en esos instantes estaba demás. Morder, marcar, arañar, besar, estimular… Francamente no sabía qué hacer primero, y es que eran tantas las opciones como las ganas de hacerle de todo.
Se encogió de hombros al oírlo gritar, restándole importancia con ello a aquél reclamo hecho por el otro, para después abrir la billetera y sacar el primer billete que encontró. Tremenda casualidad que dicho billete fuera de una buena cantidad de dinero, porque el resto probablemente fuera de alguna cantidad menor. Con esto, como había dicho en un comienzo de todo eso, evidenciaba no tener cambio. Si el pelirrojo aún recordaba aquellas palabras entonces era perfectamente creíble, si no, tampoco tenía que creerle; quiera o no esta era la única oportunidad de que Axis le pagara. No confundirse aún, no le iba a conceder las ganas todavía. Y no es que ya comenzara a ponerse insoportable con el chico, sin embargo, sólo quería aprovechar la oportunidad; no siempre te encuentras por alguna cafetería a un niño bonito que sea fácil de manejar, como lo era Shouichi.
-Puedes guardar el cambio –dijo sin dar la debida atención a la cantidad de dinero que marcaba el billete, para luego, extender la mano hacia la ajena junto con éste. Que Shouichi pensara que por fin el azabache le pagaría y que se iría pronto era su problema, porque lo que hizo Axis en vez de pagarle como debía fue aprovechar el contacto de ambas manos para jalar al chico de la muñeca, no midiendo la fuerza que oprimía en ésta, e impulsarlo, esta vez igual de rudo pero sí con algo de habilidad, a la primera pared más cercana a la cama y lejos de la puerta que se le cruzó por la mente. Vamos, que sólo iban a divertirse un poco. Muy posiblemente más Axis que Shouichi, el cual había quedado con la cara pegada a la pared, pero ambos al final lo harían, suponía él. Fue muy predecible que, antes de que el menor reaccionara, Axis pasara a acorralarlo pegando su cuerpo al ajeno, colocando ambos brazos del chico en su espalda, imposibilitándolos, y arreglándoselas para mantenerlos sujetos fuertemente con una sola mano. Asegurándose luego de ello que el menor no tuviera mucha oportunidad de movimiento, pasó a rodear su cintura con la mano libre, no obstante, lo que sorprendería al pelirrojo sería sentir aquella mano deslizándose con maestría y descaradamente por debajo de la playera y no sobre ésta- siempre y cuando lo valgas –continuó la frase cerca de su oído, aprisionándolo aún más con su mismo cuerpo.
Si Shouichi intentaba escapar, lo cual era bastante probable por cómo había reaccionado anteriormente, entonces sabría que el azabache no contaba con demasiada paciencia, es más, perdería cualquier cuidado con el otro, así que más le convenía comportarse no tan rebelde. Claro que de cualquier forma sería divertido para el mayor, pero no lo sería tanto, al contrario, para Shouichi cuando Axis se ponga de malas.
-Si cooperas no seré tan malo –y como más vale presentarse tarde que nunca (?)-. Por cierto, puedes decirme Axis. Es un placer –suponía que para el chico lo último placentero sería conocerlo, pero, si obviamos esa insignificante e irrelevante parte, todo perfecto y coherente.
Mientras su lengua recorría con lentitud y suavidad la nuca del pelirrojo, sin esperar respuesta por parte éste a sus palabras anteriores, su mano se elevaba poco a poco hacia su pecho, levantando consigo la playera que en esos instantes estaba demás. Morder, marcar, arañar, besar, estimular… Francamente no sabía qué hacer primero, y es que eran tantas las opciones como las ganas de hacerle de todo.
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Puede que lo más irritante era ver como ese chico pasaba completamente de él, que incluso al verle tan enfadado y alterado mostraba ese pasotismo, y solo sentía ganas de... algo, de molestarle, de hacer por todos los medios que éste no se saliera con la suya. Aunque lo bueno era que ya tenía la cartera en sus manos y seguramente en breve podría irse de allí con su dinero para no volver a ver jamás a ese idiota, si, eso era lo que quería, quitárselo de la vista de una vez por todas. Porque podía ser atractivo y tener unos ojos muy bonitos, pero era insoportable. Porque si, era guapo, le daba verguenza admitirlo, pero a fin de cuentas cuando alguien era guapo lo era, y no tenía reparos al pensarlo porque era gay. Aunque bueno, procuraba no mirar mucho al chico para que no notara eso. Si ya se reían de él normalmente si se sabían de sus inclinaciones le marginarían más aun. Bueno, tampoco importaba eso, porque no es que le intesara ese tipo cual cuyo nombre siquiera conocía, no le importaba, nada. Era la persona más prepotente que había conocido.
Éste sacó un billete que era bastante alto, dudó, pero enseguida pensó que correría a la cafetería del restaurante para pedir cambio y así darle la vuelta al muchacho, así no habría ningún problema, porque no pensaba quedarse lo sobrante, no tampoco pretendía quedarse sin su dinero, así que eso sería lo más efectivo y adecuado, lo malo sería que no se libraría lo pronto que desearía del tipo ese. Así que alargó la mano para tomar el billete.
Iba a proceder a informarle de sus intenciones cuando éste le agarró de la muñeca inesperadamente. El pelirrojo abrió mucho los ojos ante eos y soltó una exclamación de sorpresa, iba a decirle algo, a gritarle o lo que sea ante el agarre, pero todo fue demasiado rápido entonces. Éste le impulsó, le empujó a un lado, contra la pared. Sintió el golpe en su cuerpo y se aturdió un poco, entre eso y la sorpresa de la situación. Quiso girarse, pero estaba completamente acorralado y pegado de cara a la pared, notando el cuerpo de éste atrás. ¿Por qué hacía eso? Estaba confuso por aquella reacción y entonces sintió aquella mano cálida tocándole el pecho y el abdomen y notó un escalofrío por tales caricias tan... ¿descaradas? Otro estremecimiento le abordó cuando le susurró a su oído y notó como sus mejillas se calentaban, terminando de aquel modo de asustarse. Y dándose cuenta entonces que no debería haber entrado en aquel lugar... es más, no debía haberle dirigido la palabra en ningún momento en la cafetería, había sido un total descuidado, irreflesivo e irresponsable, no podía reaccionar así con un completo desconocido.
Oyó sus palabras y se tensó a más no poder. "Si cooperas no seré tan malo". ¿Cooperar? ¿A qué se refería exactamente con cooperar? ¿Qué era lo que pretendía hacerlo? El miedo se intensificó, y ahora el tema del dinero le daba absolutamente lo mismo, pues lo que quería era salir corriendo de allí, ir a la universidad y olvidarse de todo aquel estúpido asunto. Le importó un pimiento saber su nombre en ese momento, ahora solo quería que le soltara, que le dejara en paz y dejara de atormentarle como llevaba haciendo desde el primer momento.
-P-pero...- notó la lamida en su nuca y se estremeció soltando un suave jadeo, sonrojándose a más no poder. -¡¿Qué haces, imbecil?!- exclamó sonando bastante consternado y revolviéndose ahora con ímpetu, con afán de apartarle de su lado, de que le dejara en paz. -¡¡Suéltame!! ¡¡Suelta!!- gritó. -¡Socorro!- continuó esperando ser oido por alguien, deseando que alguien le rescatara de aquella situación, mientras se movía bruscamente, todo su cuerpo, trataba de mover sus manos, sus caderas, y su cabeza, tratando de alejarse de la lengua que éste tenía sobre su nuca.
Éste sacó un billete que era bastante alto, dudó, pero enseguida pensó que correría a la cafetería del restaurante para pedir cambio y así darle la vuelta al muchacho, así no habría ningún problema, porque no pensaba quedarse lo sobrante, no tampoco pretendía quedarse sin su dinero, así que eso sería lo más efectivo y adecuado, lo malo sería que no se libraría lo pronto que desearía del tipo ese. Así que alargó la mano para tomar el billete.
Iba a proceder a informarle de sus intenciones cuando éste le agarró de la muñeca inesperadamente. El pelirrojo abrió mucho los ojos ante eos y soltó una exclamación de sorpresa, iba a decirle algo, a gritarle o lo que sea ante el agarre, pero todo fue demasiado rápido entonces. Éste le impulsó, le empujó a un lado, contra la pared. Sintió el golpe en su cuerpo y se aturdió un poco, entre eso y la sorpresa de la situación. Quiso girarse, pero estaba completamente acorralado y pegado de cara a la pared, notando el cuerpo de éste atrás. ¿Por qué hacía eso? Estaba confuso por aquella reacción y entonces sintió aquella mano cálida tocándole el pecho y el abdomen y notó un escalofrío por tales caricias tan... ¿descaradas? Otro estremecimiento le abordó cuando le susurró a su oído y notó como sus mejillas se calentaban, terminando de aquel modo de asustarse. Y dándose cuenta entonces que no debería haber entrado en aquel lugar... es más, no debía haberle dirigido la palabra en ningún momento en la cafetería, había sido un total descuidado, irreflesivo e irresponsable, no podía reaccionar así con un completo desconocido.
Oyó sus palabras y se tensó a más no poder. "Si cooperas no seré tan malo". ¿Cooperar? ¿A qué se refería exactamente con cooperar? ¿Qué era lo que pretendía hacerlo? El miedo se intensificó, y ahora el tema del dinero le daba absolutamente lo mismo, pues lo que quería era salir corriendo de allí, ir a la universidad y olvidarse de todo aquel estúpido asunto. Le importó un pimiento saber su nombre en ese momento, ahora solo quería que le soltara, que le dejara en paz y dejara de atormentarle como llevaba haciendo desde el primer momento.
-P-pero...- notó la lamida en su nuca y se estremeció soltando un suave jadeo, sonrojándose a más no poder. -¡¿Qué haces, imbecil?!- exclamó sonando bastante consternado y revolviéndose ahora con ímpetu, con afán de apartarle de su lado, de que le dejara en paz. -¡¡Suéltame!! ¡¡Suelta!!- gritó. -¡Socorro!- continuó esperando ser oido por alguien, deseando que alguien le rescatara de aquella situación, mientras se movía bruscamente, todo su cuerpo, trataba de mover sus manos, sus caderas, y su cabeza, tratando de alejarse de la lengua que éste tenía sobre su nuca.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Tal vez sonara enfermizo, pero las protestas que exclamaba sonaban, para sus oídos, como una de las más deliciosas peticiones. Escucharlo gritar y pedir ayuda pronto no sería suficiente, sin embargo, se daría su tiempo para todo, poco a poco, y probaría cada cosa a su debido momento por más que su impaciencia a veces lograra controlarlo. Quería ver más, no bastaba con unas caricias tan superficiales e inofensivas. Para sus retorcidos gustos y para alguien tan pederasta, Shouichi mínimo debería terminar gritando de dolor, de no ser así esta situación no tendría un porqué. Lo único que quería era pasar un buen rato, aunque el significado de buen rato no fuera a ser lo mismo en los dos. Axis, por supuesto, era conciente de ello.
-Anda, sigue gritando –le habló en la oreja, habiéndole sacado una sonrisa tal acción del menor-. El cuarto está insonorizado. ¿Qué esperabas? Estás en un hotel, te lo recuerdo –y lamió dicha oreja como si de algún caramelo se tratara. Las yemas de sus dedos se deslizaban aún por el abdomen, recorriendo cuanto podía en esos cortos instantes, subiendo, por ratos, hasta el pecho, pero sin llegar a hacer más. Al ver la insistencia de querer zafarse casi arruga el entrecejo, mas no lo hizo. Lo que hizo, en cambio, fue en pensar cuánto provecho sacaría de esa poca colaboración. Volvió a sonreír, aguantando, esta vez, una risa. De todos modos quería soltarse bien, y eso de que había estado intentando tratarlo bien hasta ahora. Había.
Levantó la mano que se ocupaba en las caricias para subirla hasta la cabellera del chico y tirar de ella, rudamente, para atrás sin medir fuerza, haciendo en consecuencia que ambos rostros hayan cortado distancia. Observó sus labios, relamió los suyos y quiso morder los ajenos. Y, bueno, los mordió. Fuerte. Los hizo sangrar, aunque sólo un poco, y lamió la herida gustoso acto seguido. No iría, tampoco, a besarlo. No veía la necesidad, no cuando Shouichi se estaba resistiendo a él y él ya no iba a ser complaciente gracias a aquella actitud. Fue ahí cuando se dio cuenta de que estando parados no lograría tanto como estando él, sólo él, cómodo. Por ese instante, sin embargo, se daría el lujo de degustarlo con una sola mano y estando de pie; tenía todo el tiempo del mundo para poder saborearlo a lentitud. Además, mientras más se rehusara el otro a continuar, más se intensificaría su sabor.
Soltó sus cabellos y regresó su mano al abdomen, levantándole la playera todo lo que pudo. Su otra mano, mientras tanto, seguía sosteniendo fuertemente las dos muñecas que habían quedado juntas al poner los brazos en esa incómoda posición tras la espalda, y sus labios ahora se posaban en el cuello, haciendo primero la finta de un beso ligero, luego soltando un poco de aire, estremeciendo la piel, y finalmente mordiéndola bruscamente, dándole paso a una marca rojiza encendida gracias a una succión para nada placentera y más bien dolorosa.
Llevó su mano hasta la cremallera del pantalón, bajándola, en lo que interponía una pierna suya entre las de él, separándolas así tanto como quiso. Sus dedos rozaron la ingle del pelirrojo por sobre la ropa interior, sin intenciones todavía de hacerle algo, y sin previo aviso pasó su tacto a la parte trasera, haciendo una ligera opresión en la entrada, igualmente, por sobre la delgada tela de la prenda íntima. No, tenía que contenerse; aún quedaban tantas cosas por hacerle antes de probarlo él mismo. Se mordió el labio inferior en un intento de tranquilizarse, no obstante, inconcientemente ya empezaba a bajar tanto el pantalón como la prenda debajo de éste. Violarlo ya mismo era algo que jamás se perdonaría; ansiaba probar su aguante antes de hacerlo llorar. Cuando llore, hacerlo gritar; cuando grite, hacerlo sangrar y cuando sangre, desmayarlo al llevarlo a su límite. A pesar de no contar con buenos “instrumentos”, tenía todo su alrededor lleno de ellos. Y eso de que todavía ni empezaba en serio, porque quería motivarse antes que todo, comenzar suave y despacio, para que el impacto sea mayor en su momento. Por ahora sólo estaba tonteando un rato, deseando conocer con anticipación cada una de sus reacciones.
-Anda, sigue gritando –le habló en la oreja, habiéndole sacado una sonrisa tal acción del menor-. El cuarto está insonorizado. ¿Qué esperabas? Estás en un hotel, te lo recuerdo –y lamió dicha oreja como si de algún caramelo se tratara. Las yemas de sus dedos se deslizaban aún por el abdomen, recorriendo cuanto podía en esos cortos instantes, subiendo, por ratos, hasta el pecho, pero sin llegar a hacer más. Al ver la insistencia de querer zafarse casi arruga el entrecejo, mas no lo hizo. Lo que hizo, en cambio, fue en pensar cuánto provecho sacaría de esa poca colaboración. Volvió a sonreír, aguantando, esta vez, una risa. De todos modos quería soltarse bien, y eso de que había estado intentando tratarlo bien hasta ahora. Había.
Levantó la mano que se ocupaba en las caricias para subirla hasta la cabellera del chico y tirar de ella, rudamente, para atrás sin medir fuerza, haciendo en consecuencia que ambos rostros hayan cortado distancia. Observó sus labios, relamió los suyos y quiso morder los ajenos. Y, bueno, los mordió. Fuerte. Los hizo sangrar, aunque sólo un poco, y lamió la herida gustoso acto seguido. No iría, tampoco, a besarlo. No veía la necesidad, no cuando Shouichi se estaba resistiendo a él y él ya no iba a ser complaciente gracias a aquella actitud. Fue ahí cuando se dio cuenta de que estando parados no lograría tanto como estando él, sólo él, cómodo. Por ese instante, sin embargo, se daría el lujo de degustarlo con una sola mano y estando de pie; tenía todo el tiempo del mundo para poder saborearlo a lentitud. Además, mientras más se rehusara el otro a continuar, más se intensificaría su sabor.
Soltó sus cabellos y regresó su mano al abdomen, levantándole la playera todo lo que pudo. Su otra mano, mientras tanto, seguía sosteniendo fuertemente las dos muñecas que habían quedado juntas al poner los brazos en esa incómoda posición tras la espalda, y sus labios ahora se posaban en el cuello, haciendo primero la finta de un beso ligero, luego soltando un poco de aire, estremeciendo la piel, y finalmente mordiéndola bruscamente, dándole paso a una marca rojiza encendida gracias a una succión para nada placentera y más bien dolorosa.
Llevó su mano hasta la cremallera del pantalón, bajándola, en lo que interponía una pierna suya entre las de él, separándolas así tanto como quiso. Sus dedos rozaron la ingle del pelirrojo por sobre la ropa interior, sin intenciones todavía de hacerle algo, y sin previo aviso pasó su tacto a la parte trasera, haciendo una ligera opresión en la entrada, igualmente, por sobre la delgada tela de la prenda íntima. No, tenía que contenerse; aún quedaban tantas cosas por hacerle antes de probarlo él mismo. Se mordió el labio inferior en un intento de tranquilizarse, no obstante, inconcientemente ya empezaba a bajar tanto el pantalón como la prenda debajo de éste. Violarlo ya mismo era algo que jamás se perdonaría; ansiaba probar su aguante antes de hacerlo llorar. Cuando llore, hacerlo gritar; cuando grite, hacerlo sangrar y cuando sangre, desmayarlo al llevarlo a su límite. A pesar de no contar con buenos “instrumentos”, tenía todo su alrededor lleno de ellos. Y eso de que todavía ni empezaba en serio, porque quería motivarse antes que todo, comenzar suave y despacio, para que el impacto sea mayor en su momento. Por ahora sólo estaba tonteando un rato, deseando conocer con anticipación cada una de sus reacciones.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Oyó sus palabras y comenzó a temblar más, no sabía que las habitaciones de hotel estuvieran insonorizadas, a fin de cuentas nunca había estado en uno, eran demasiado caros para alguien como él, ¿cómo iba a saber entonces ese tipo de cosas? Si lo hubiera sabido antes jamás le habría seguido hasta allí, jamás habría puesto los pies en ese hotel y mucho menos en aquella habitaciones con aquel completo desconocido, sin saber que clase de persona era y que tipo de cosas podía llegar a hacer... solo sabia que era alguien despreciable, ¿acaso no era aquello motivo suficiente como para hacerse frenado en su estúpido afán de buscar justicia? Mierda... iban a herirle y hacerle quien saber que por un poco de dinero de un desayuno... tampoco era tanto, a fin de cuentas. Y realmente en parte era porque se aburría. Dios, ¿por qué eran tan estúpido? ¿Por qué siendo tan inteligente acababa de meter la pata de un modo tan sumamente exagerado? Sentía un gran temor por el chico ese que le tenía inmovilizado y le tocaba de un modo... extraño.
Si no fuera porque era absolutamente imposible pensaría que ese chico iba a... violarle. Pero no era posible, ¿no? Porque eran dos hombres... y bueno, porque aunque el otro fuera gay o lo que sea, no iba a querer violar precisamente a alguien como él, porque un simple nerd, poco agraciado y demás. Por eso era imposible, pese a la lamida y esas caricias que quisiera hacerle algo así.
Eso pensaba... pero empezó a sentir como le lamía la oreja y se empezó a revolver más desesperadamente, buscando apartarle, golpearle, lo que fuera para que le dejara en paz, pero no lo conseguía, ese chico, Axis, era demasiado fuerte para él, y Shoichi en cambio era demasiado débil en general, por lo que no lograba siquiera hacerle retroceder un milímetro. Soltó un quejido dolorido cuando notó un fuerte tirón de cabello, le miró con los ojos crispados de rabia y seguidamente el contrario le mordió los labios con fuerza. Intentó revovlerse, soltarse, apartarse pese a que le andaba agarrando del cabello. Notó su propio sabor a sangre y sintió deseos de llorar, pero no quería hacerlo, no quería darle ese gusto. Lo malo era no saber cuando su voluntad le traicionaría. Notó la lamida en la mordida y quiso desvisr la vista.
-B-basta...- masculló temblando de miedo. ¿Por qué? ¿Por qué no tenía ni un solo amigo o familia que pudiera estar echándole de menos en ese momento y tal vez buscándole? ¿Por qué sentía que estaba al completo en su merced, e incluso si acabara con él nadie se daría cuenta de ello? Esos pensamientos le deprimieron bastante. Notó como le subía la playera, y de nuevo se quejó al notar un mordisco bastante fuerte en su cuello. -¡Déjame!- gritó desesperado y apretando los puños, intentando contenerse para no llorar nuevamente. -M-maldito, enfermo...- murmuró lleno de rabia.
La mano de éste fue a su cremallera y se tensó por completo, notando como se la bajaba y trataba de separarles las piernas, dándose cuenta realmente de lo que pretendía hacer y abriendo los ojos de par en par cuando notó como le tocaba la entrada, presionando los dedos por aquella zona. No podía estar ocurriéndole aquello, tal vez era una pesadilla... una extremadamente realista y retorcido.
-P-por favor, tu no quieres hacer esto.- murmuró con un evidente tono de voz nervioso, sin dejar en ningún momento de forcejear contra éste. Pero ahora quería razonar, que le dejara ir en paz, o que si aquello era una especie de broma cruel le dejara en paz. -D-déjame ir, no diré nada...
Si no fuera porque era absolutamente imposible pensaría que ese chico iba a... violarle. Pero no era posible, ¿no? Porque eran dos hombres... y bueno, porque aunque el otro fuera gay o lo que sea, no iba a querer violar precisamente a alguien como él, porque un simple nerd, poco agraciado y demás. Por eso era imposible, pese a la lamida y esas caricias que quisiera hacerle algo así.
Eso pensaba... pero empezó a sentir como le lamía la oreja y se empezó a revolver más desesperadamente, buscando apartarle, golpearle, lo que fuera para que le dejara en paz, pero no lo conseguía, ese chico, Axis, era demasiado fuerte para él, y Shoichi en cambio era demasiado débil en general, por lo que no lograba siquiera hacerle retroceder un milímetro. Soltó un quejido dolorido cuando notó un fuerte tirón de cabello, le miró con los ojos crispados de rabia y seguidamente el contrario le mordió los labios con fuerza. Intentó revovlerse, soltarse, apartarse pese a que le andaba agarrando del cabello. Notó su propio sabor a sangre y sintió deseos de llorar, pero no quería hacerlo, no quería darle ese gusto. Lo malo era no saber cuando su voluntad le traicionaría. Notó la lamida en la mordida y quiso desvisr la vista.
-B-basta...- masculló temblando de miedo. ¿Por qué? ¿Por qué no tenía ni un solo amigo o familia que pudiera estar echándole de menos en ese momento y tal vez buscándole? ¿Por qué sentía que estaba al completo en su merced, e incluso si acabara con él nadie se daría cuenta de ello? Esos pensamientos le deprimieron bastante. Notó como le subía la playera, y de nuevo se quejó al notar un mordisco bastante fuerte en su cuello. -¡Déjame!- gritó desesperado y apretando los puños, intentando contenerse para no llorar nuevamente. -M-maldito, enfermo...- murmuró lleno de rabia.
La mano de éste fue a su cremallera y se tensó por completo, notando como se la bajaba y trataba de separarles las piernas, dándose cuenta realmente de lo que pretendía hacer y abriendo los ojos de par en par cuando notó como le tocaba la entrada, presionando los dedos por aquella zona. No podía estar ocurriéndole aquello, tal vez era una pesadilla... una extremadamente realista y retorcido.
-P-por favor, tu no quieres hacer esto.- murmuró con un evidente tono de voz nervioso, sin dejar en ningún momento de forcejear contra éste. Pero ahora quería razonar, que le dejara ir en paz, o que si aquello era una especie de broma cruel le dejara en paz. -D-déjame ir, no diré nada...
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Quizá lo habría olvidado, pero con Axis no se podía razonar y alguien debía recordárselo a Shouichi; después de todo, prueba suficiente había sido el trato en la cafetería. O el menor no estaba pensando o no era para nada inteligente, entonces. Aunque suponía que debía tratarse de las dos cosas para haber entrado a la habitación de un extraño y haber cerrado la puerta él mismo. Alguien en su sano juicio se olería el peligro con sólo verle la cara al azabache.
Mientras oía al chico buscar desesperadamente una manera de librarse, Axis seguía degustando del tacto hacia al otro, manteniendo aún firme el agarre impuesto a sus brazos. Sin embargo, como había dicho anteriormente, Shouichi hablaba mucho para su gusto. Y eso le irritaba. También le irritaba, aparte de lo anterior, que todavía creyera que tendría alguna mínima oportunidad de salir ileso de la habitación del hotel; a esas alturas cualquiera se daría cuenta que no había escapatoria en una situación como tal.
-Oye, Shou-chan –habló, ignorando humillantemente el inútil intento del pelirrojo-, comienzo a preguntarme si eres virgen –por supuesto, tenía suficientes razones para llegar a una conclusión tan apresurada, y es que el tensarse de él y los nervios delataban por sí solos cuánta inexperiencia tenía. Además, claro, que alguien con experiencia tendría otras reacciones muy diferentes. También, unas palabras muy muy diferentes. Así que… si era el caso que suponía, se divertiría mucho. Mucho, la verdad. Para ese instante ya había dejado de bajar a medias la ropa ajena para sacarse, con esta mano libre, el cinturón, atando con éste fuertemente los brazos del chico a su espalda; le incomodaba tener que mantenerlo sujetado él mismo, pero el disfrute de contemplarlo así, tan inofensivo, hizo que quisiera volver a pegarse a él y regresar a lo de un comienzo.
Le levantó el rostro al jalar nuevamente de su cabello con brusquedad, ahora con la libertad de poder girarlo y observar su rostro frente a frente y más de cerca. Sus rasgos eran finos, delicados, deliciosos, ocultados y opacados tras los anteojos que se habían movido de su lugar por todo el movimiento anterior. Al apreciarlo más detalladamente había llegado a la conclusión de que realmente tenía un rostro hermoso y, si ésta iba a ser la única vez que lo iba a ver, lo marcaría en todas las formas posibles. No obstante, era más que obvio que sólo le atraía su cara bonita -Axis era demasiado superficial- porque todavía pensaba que el pelirrojo tenía una de las personalidades más molestosas que alguien podía tener… Y no, no pensaba igual de sí mismo, por más increíble que pareciera.
Fue entonces que lo tomó por uno de los brazos y lo lanzó hacia la cama, haciendo con esto que el menor quedara boca arriba. Se ubicó encima, perdiendo el poco autocontrol que le quedaba, y habló muy cerca de sus labios.
-No te conviene seguir hablando, créeme –bajó el rostro hasta el cuello ajeno, lamiéndolo en ascenso mientras sus manos se deslizaban por el pecho y amenazaban con empezar a jugar con los pezones, remangando la prenda hasta donde se podía. Sin embargo, lo que en verdad se ocuparía de esos botoncillos sería su misma boca, apresándolos entre sus labios, mordiéndolos y lamiéndolos conforme se le antojaba. De seguir así se lo comería antes de tiempo en todo sentido, pero ya no le importaba mucho, sinceramente. Su lengua descendía por la suave piel del pelirrojo, habiéndose salteado del cuello al pecho, llegando hasta su obligo y siguiendo su camino un poco más abajo. Sus manos terminaban de quitar las prendas inferiores, aunque no del todo, dejándolas así hasta debajo de las rodillas. Si era virgen o no, lo confirmaría dentro de poco. No era tampoco algo de crucial importancia, porque sus intenciones no iban más allá de simple diversión o de pasar el rato. No significaba nada, a fin de cuentas.
Mientras oía al chico buscar desesperadamente una manera de librarse, Axis seguía degustando del tacto hacia al otro, manteniendo aún firme el agarre impuesto a sus brazos. Sin embargo, como había dicho anteriormente, Shouichi hablaba mucho para su gusto. Y eso le irritaba. También le irritaba, aparte de lo anterior, que todavía creyera que tendría alguna mínima oportunidad de salir ileso de la habitación del hotel; a esas alturas cualquiera se daría cuenta que no había escapatoria en una situación como tal.
-Oye, Shou-chan –habló, ignorando humillantemente el inútil intento del pelirrojo-, comienzo a preguntarme si eres virgen –por supuesto, tenía suficientes razones para llegar a una conclusión tan apresurada, y es que el tensarse de él y los nervios delataban por sí solos cuánta inexperiencia tenía. Además, claro, que alguien con experiencia tendría otras reacciones muy diferentes. También, unas palabras muy muy diferentes. Así que… si era el caso que suponía, se divertiría mucho. Mucho, la verdad. Para ese instante ya había dejado de bajar a medias la ropa ajena para sacarse, con esta mano libre, el cinturón, atando con éste fuertemente los brazos del chico a su espalda; le incomodaba tener que mantenerlo sujetado él mismo, pero el disfrute de contemplarlo así, tan inofensivo, hizo que quisiera volver a pegarse a él y regresar a lo de un comienzo.
Le levantó el rostro al jalar nuevamente de su cabello con brusquedad, ahora con la libertad de poder girarlo y observar su rostro frente a frente y más de cerca. Sus rasgos eran finos, delicados, deliciosos, ocultados y opacados tras los anteojos que se habían movido de su lugar por todo el movimiento anterior. Al apreciarlo más detalladamente había llegado a la conclusión de que realmente tenía un rostro hermoso y, si ésta iba a ser la única vez que lo iba a ver, lo marcaría en todas las formas posibles. No obstante, era más que obvio que sólo le atraía su cara bonita -Axis era demasiado superficial- porque todavía pensaba que el pelirrojo tenía una de las personalidades más molestosas que alguien podía tener… Y no, no pensaba igual de sí mismo, por más increíble que pareciera.
Fue entonces que lo tomó por uno de los brazos y lo lanzó hacia la cama, haciendo con esto que el menor quedara boca arriba. Se ubicó encima, perdiendo el poco autocontrol que le quedaba, y habló muy cerca de sus labios.
-No te conviene seguir hablando, créeme –bajó el rostro hasta el cuello ajeno, lamiéndolo en ascenso mientras sus manos se deslizaban por el pecho y amenazaban con empezar a jugar con los pezones, remangando la prenda hasta donde se podía. Sin embargo, lo que en verdad se ocuparía de esos botoncillos sería su misma boca, apresándolos entre sus labios, mordiéndolos y lamiéndolos conforme se le antojaba. De seguir así se lo comería antes de tiempo en todo sentido, pero ya no le importaba mucho, sinceramente. Su lengua descendía por la suave piel del pelirrojo, habiéndose salteado del cuello al pecho, llegando hasta su obligo y siguiendo su camino un poco más abajo. Sus manos terminaban de quitar las prendas inferiores, aunque no del todo, dejándolas así hasta debajo de las rodillas. Si era virgen o no, lo confirmaría dentro de poco. No era tampoco algo de crucial importancia, porque sus intenciones no iban más allá de simple diversión o de pasar el rato. No significaba nada, a fin de cuentas.
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Shouichi era alguien muy emocional, francamente, se emocionaba fácilmente con las cosas, y también lograba sentirse mal fácilmente cuando le trataban mal, por sentirse utilizado, inferior, etc, tal vez por la vida que había tenido siempre, a fin de cuentas siempre había estado muy solo, y siempre le habían tratado muy mal, incluso en casa. No se hablaba con ningún miembro de su familia, le retiraron la palabra a irse, y la verdad es que no le quedaba nada, ni amigos ni nada. Y por eso mismo, y a pesar de su sensibilidad, había aprendido no llorar demasiado fácilmente, a mostrarse más serio y en cierto modo más "duro". Y por eso mismo, aun en aquella tan tensa y horrible situación, sintiéndose al borde de una bismo y con un notorio temor hacia ese chico... no quería llorar, se rehusaba a llorar por completo, aunque no le faltaban ganas de ponerse a patalear, gritar, sollozar exageradamente mientras le pedía compasión a éste. No, no quería llorar, al menos por el momento se aguantaba.
El tipo, además pasaba de sus intentos de soltarse, evidenciando que era sin duda mucho más fuerte que el pelirrojo y que nada que hiciera le apartaría, juntado también con que pasaba de sus palabras al completo, ni de sus gritos... ¿Es que no tenía escapatoria o qué? Se mordió el labio inferior, totalmente frustrado, asustado. Hasta que oyó las palabras de éste y se quedó completamente helado "comienzo a preguntarme si eres virgen". Por supuesto, claro que era virgen, tembló por eso. A fin de cuentas era un nerd... y un nerd como él que siquiera tenía amigos tenía poca posibilidad de haber tenido otra cosa con alguien. Shouichi siemore había pensado que cuando perdiera, si es que la perdía (?), la virginidad sería con alguien a quien amara, una persona por quien sintiera ese "algo" especial en el pecho al mirarle, alguien que igualmente le amara, que le tratara bien... Y que esa primera vez debía ser única, bonita e inolvidable. Pero no aquello. No de ese modo. No violado por un maldito abusón, siendo abusado sexualmente de una manera que seguro al menos inolvidable si sería...
No contestó a sus palabras, no quería confirmarle aquello, seguramente se volvería mucho más cruel de saber que era virgen. Porque en ese punto ya no tenía ningún tipo de optimismo. Sentía que después de soportar ese infierno seguramente incluso acabaría con su vida... Se maldijo interiormente por haber ido con éste a ese lugar, ¿acaso no había visto películas y series e incluso libros que mostraban que no había que fiarse de los desconocidos? Además ese desconocido, que desde el comienzo había sido tan insoportable. Definitivamente algo debía andar muy mal en él, que siempre era tan meticulosamente reflexivo con todo, y que jamás se fiaba absolutamente de nadie, que no le gustaba acercarse a los demás porque temía ser herido de cualquier manera.
Notó como le ataba las manos a su espalda con algo, ¿con su cinturón? Intentó soltarse las manos ante eso, aunque le dolía al hacerlo, y pronto vio que era un intento inutil, como todos sus intentos de escaparse desde el primer momento. Gruñó de dolor cuando éste le tiró del cabello y se vio girado de pronto, de cara ahora con éste, sin creerse que estuviera pasando aquello, y que alguien que tuviera unos ojos tan bonitos fuera tan frío, desagradable y cruel. Le miró de forma bastante desafiante, con rabía, negándose a que le vea llorar.
Ahora se había quedado callado, intentando calmarse y tal vez de pensar en algo, en alguna posibilidad de escape, tratando de aclarar sus mente como normalmente, aquello... debía tener alguna solución. Se vio impulsado de pronto hacia la cama y trató de incorporarse para levantarse y alejarse, pero el chico se le puso encima acercando demasiado sus rostros, oyendo esas palabras amenazadoras.
-Eres despreciable.- murmuró conteniendo sus ganas de gritarle y de llorar, con un tono de voz tembloroso, asustado sin poder evitarlo, pero con rabia. Cerró los ojos cuando el chico descendió y comenzó a lamerle el cuello, notó un escalofrío ante eso y gruñó quejándose por lo bajo, algo tembloroso y muy asustado, sintiendo aquellas manos por su cuerpo y nerviosamente trató de apartarle, aunque le costaba y sus brazos le dolían por la incómoda postura que tenía, ya que recargaba todo su peso en ellos. sintió la boca de éste en sus pezones y tembló más por ello, totalmente sensibilizado, apretando los labios porque temía hacer algún sonido extraño ante esas sensaciones tan raras. Volvió a forcejear, tratando de mover todo su cuerpo para evitar que Axis continuara con aquello, pero no lo consiguió, y ése continuó descendiendo por su cuerpo. -Por favor... basta...- masculló algo dificultosamente. -N-no hagas esto...
El tipo, además pasaba de sus intentos de soltarse, evidenciando que era sin duda mucho más fuerte que el pelirrojo y que nada que hiciera le apartaría, juntado también con que pasaba de sus palabras al completo, ni de sus gritos... ¿Es que no tenía escapatoria o qué? Se mordió el labio inferior, totalmente frustrado, asustado. Hasta que oyó las palabras de éste y se quedó completamente helado "comienzo a preguntarme si eres virgen". Por supuesto, claro que era virgen, tembló por eso. A fin de cuentas era un nerd... y un nerd como él que siquiera tenía amigos tenía poca posibilidad de haber tenido otra cosa con alguien. Shouichi siemore había pensado que cuando perdiera, si es que la perdía (?), la virginidad sería con alguien a quien amara, una persona por quien sintiera ese "algo" especial en el pecho al mirarle, alguien que igualmente le amara, que le tratara bien... Y que esa primera vez debía ser única, bonita e inolvidable. Pero no aquello. No de ese modo. No violado por un maldito abusón, siendo abusado sexualmente de una manera que seguro al menos inolvidable si sería...
No contestó a sus palabras, no quería confirmarle aquello, seguramente se volvería mucho más cruel de saber que era virgen. Porque en ese punto ya no tenía ningún tipo de optimismo. Sentía que después de soportar ese infierno seguramente incluso acabaría con su vida... Se maldijo interiormente por haber ido con éste a ese lugar, ¿acaso no había visto películas y series e incluso libros que mostraban que no había que fiarse de los desconocidos? Además ese desconocido, que desde el comienzo había sido tan insoportable. Definitivamente algo debía andar muy mal en él, que siempre era tan meticulosamente reflexivo con todo, y que jamás se fiaba absolutamente de nadie, que no le gustaba acercarse a los demás porque temía ser herido de cualquier manera.
Notó como le ataba las manos a su espalda con algo, ¿con su cinturón? Intentó soltarse las manos ante eso, aunque le dolía al hacerlo, y pronto vio que era un intento inutil, como todos sus intentos de escaparse desde el primer momento. Gruñó de dolor cuando éste le tiró del cabello y se vio girado de pronto, de cara ahora con éste, sin creerse que estuviera pasando aquello, y que alguien que tuviera unos ojos tan bonitos fuera tan frío, desagradable y cruel. Le miró de forma bastante desafiante, con rabía, negándose a que le vea llorar.
Ahora se había quedado callado, intentando calmarse y tal vez de pensar en algo, en alguna posibilidad de escape, tratando de aclarar sus mente como normalmente, aquello... debía tener alguna solución. Se vio impulsado de pronto hacia la cama y trató de incorporarse para levantarse y alejarse, pero el chico se le puso encima acercando demasiado sus rostros, oyendo esas palabras amenazadoras.
-Eres despreciable.- murmuró conteniendo sus ganas de gritarle y de llorar, con un tono de voz tembloroso, asustado sin poder evitarlo, pero con rabia. Cerró los ojos cuando el chico descendió y comenzó a lamerle el cuello, notó un escalofrío ante eso y gruñó quejándose por lo bajo, algo tembloroso y muy asustado, sintiendo aquellas manos por su cuerpo y nerviosamente trató de apartarle, aunque le costaba y sus brazos le dolían por la incómoda postura que tenía, ya que recargaba todo su peso en ellos. sintió la boca de éste en sus pezones y tembló más por ello, totalmente sensibilizado, apretando los labios porque temía hacer algún sonido extraño ante esas sensaciones tan raras. Volvió a forcejear, tratando de mover todo su cuerpo para evitar que Axis continuara con aquello, pero no lo consiguió, y ése continuó descendiendo por su cuerpo. -Por favor... basta...- masculló algo dificultosamente. -N-no hagas esto...
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Tenía poquísima paciencia; Shouichi, queriendo o sin querer, la estaba malgastando toda. Si creía que Axis tenía límites para no abusar de otra persona, se equivocaba. Y mucho, además de… Ah, no, ahora comenzaba a cambiar de opinión; oírlo pedir por favor le había gustado. ¡Pero! No era suficiente aún. Bueno, al menos el pelirrojo había conseguido una sabia forma para que Axis no le hiciera callar todavía. Todavía, porque lo haría en algún momento, tal vez.
Aquellas palabras lo impacientaron, provocando que hiciera presión en el camino que las puntas de sus dedos trazaban a lo largo de su abdomen, tornando así rojiza e irritada la piel que tuvo contacto. Cabe resaltar que fue inconcientemente, un acto reflejo, por así decirlo, y es que, más que cualquier otra cosa, las súplicas y las lágrimas eran algo que le hacían perder poco a poco la cabeza. Obviamente eso era lo que buscaba en el pelirrojo, pero se estaba tomando su tiempo y paciencia para obtenerlo. Después de todo, comerse algo muy rápido conllevaba no saborearlo como se debe. Su lengua había parado de lamer hacía unos segundos, para ahora, una vez llevó la vista hacia la parte inferior ajena, relamerse hambrientamente los labios. Sin muchas opciones para poder evitarlo bajó una de sus manos hasta la zona, comenzando a acariciarla. No, claro que no, el sexo vainilla estaba muy lejos de las intenciones de Axis, aunque no lo pareciera, sin embargo, comenzar muy bruscamente no era para nada entretenido, según él. Y su mano aumentó las caricias, tanto en rapidez como en intensidad, en lo que sus labios paseaban por el abdomen marcado, lamiendo las rallas rojas que sus dedos con anterioridad habían dejado. Lamía y soltaba ansioso su aliento, notando que se había pasado de fuerza al observar ciertos puntillos de sangre que todavía no salían de la piel. Quizá su piel fuera delicada, supuso, o quizá su impaciencia fuera la única culpable. Aún así, parecía ser que el menor lucía para Axis aún más provocativo con aquellas líneas dibujadas en el cuerpo.
Le apetecía, recién, saber cuán bien quedaría con algunas mordidas. Unas cuantas por aquí y por allá, únicamente con el propósito de saciar su hambre. Shouichi debía agradecer, por cierto, que Axis no estuviera pasado de copas; le hubiera ido mucho peor de haber ocurrido así. Su boca se aproximó al cuello, sin dejar de dar atención al miembro ajeno, y mordió cerca de la clavícula, ensalivando la piel que quedaba presa entre sus dientes y haciendo, a la vez, presión con los labios. Mordió marcando en señal de posesión, pasando a comerse luego otra zona del pecho y, después, del estómago. Decir que aquello le satisfizo sería mentir pues, naturalmente, había otra cosa que sí lo haría.
-Que no me respondas a lo primero confirma que sí lo eres –habló inesperadamente, habiendo pensado en ello mientras tanto. Se había demorado un poco en notarlo, pero ahora que se ponía a pensar, lo cual podía hacer perfectamente con el chico imposibilitado de hacer algo, el silencio al comentario había sido notoria afirmación porque “si callas, otorgas”, ¿no? Además, el niño, porque según lo visto aún lo era, se había puesto helado al escucharlo-. No creas que sólo por eso seré gentil, aunque si lo pidieras adecuadamente me lo pensaría –como si Shouichi fuera a hacerlo, y en el remoto caso de que lo hiciera, tampoco le haría mucho caso. Es decir, virgen o no, eso no tenía que ver con él. Así de frío podía llegar a ser a veces.
Su tacto permanecía activo en la parte baja del chico, tocando a su capricho y, de vez en vez, cerrando los dedos que rodeaban el contorno del miembro con fuerza. Sabía que el pelirrojo moría del miedo, que ese tentador temblor se debía a sus nervios, y que si separaba sus labios lograría oír sus quejidos más sonoramente. Para ser un mocoso tenía mucha resistencia, pero no le duraría tanto tiempo, a decir verdad. Por eso, y porque quería morbosamente escucharlo volver a pedir e insultar, acercó sus labios a los de él, ensalivándolos antes para acto seguido apresar con su boca el inferior. Mientras jalaba éste con medida fuerza, la mano que conservaba libre rozó dos dedos en el labio superior, y luego, en lo que la lengua del azabache se entretenía con el inferior todavía, pasaban a adentrarse en su boca, palpando e introduciéndose hasta lo que Axis consideró que quería.
-Muérdelos y te morderé otra cosa en respuesta –amenazó, dejando únicamente a su boca acariciar la oreja derecha del chico. Sus dedos palpaban curiosos dentro, mojándose sin tener algún propósito en especial porque no, con ellos no iba a prepararlo. Era que simplemente disfrutaba de reconocer la cavidad con los dedos al no usar la boca, saber cuán suave podía ser su lengua, o cuán dulce su saliva sin probarla. Se trataba de disfrutar él en lugar de fijarse en si el otro disfrutaba o no, en hacerle entender que, por más irónico que sonara, el amo era el azabache, y Shouichi debía empezar a reconocerlo pronto. Y, aunque no fuera tan común, el pelirrojo pronto, también, debería darse cuenta de cuánto Axis demostraba desearlo. Que se sienta halagado o no era cosa de éste, porque esa era la forma de ser de Axis cuando quería adueñarse completamente de algo. Más allá del deseo carnal, no había nada.
Aquellas palabras lo impacientaron, provocando que hiciera presión en el camino que las puntas de sus dedos trazaban a lo largo de su abdomen, tornando así rojiza e irritada la piel que tuvo contacto. Cabe resaltar que fue inconcientemente, un acto reflejo, por así decirlo, y es que, más que cualquier otra cosa, las súplicas y las lágrimas eran algo que le hacían perder poco a poco la cabeza. Obviamente eso era lo que buscaba en el pelirrojo, pero se estaba tomando su tiempo y paciencia para obtenerlo. Después de todo, comerse algo muy rápido conllevaba no saborearlo como se debe. Su lengua había parado de lamer hacía unos segundos, para ahora, una vez llevó la vista hacia la parte inferior ajena, relamerse hambrientamente los labios. Sin muchas opciones para poder evitarlo bajó una de sus manos hasta la zona, comenzando a acariciarla. No, claro que no, el sexo vainilla estaba muy lejos de las intenciones de Axis, aunque no lo pareciera, sin embargo, comenzar muy bruscamente no era para nada entretenido, según él. Y su mano aumentó las caricias, tanto en rapidez como en intensidad, en lo que sus labios paseaban por el abdomen marcado, lamiendo las rallas rojas que sus dedos con anterioridad habían dejado. Lamía y soltaba ansioso su aliento, notando que se había pasado de fuerza al observar ciertos puntillos de sangre que todavía no salían de la piel. Quizá su piel fuera delicada, supuso, o quizá su impaciencia fuera la única culpable. Aún así, parecía ser que el menor lucía para Axis aún más provocativo con aquellas líneas dibujadas en el cuerpo.
Le apetecía, recién, saber cuán bien quedaría con algunas mordidas. Unas cuantas por aquí y por allá, únicamente con el propósito de saciar su hambre. Shouichi debía agradecer, por cierto, que Axis no estuviera pasado de copas; le hubiera ido mucho peor de haber ocurrido así. Su boca se aproximó al cuello, sin dejar de dar atención al miembro ajeno, y mordió cerca de la clavícula, ensalivando la piel que quedaba presa entre sus dientes y haciendo, a la vez, presión con los labios. Mordió marcando en señal de posesión, pasando a comerse luego otra zona del pecho y, después, del estómago. Decir que aquello le satisfizo sería mentir pues, naturalmente, había otra cosa que sí lo haría.
-Que no me respondas a lo primero confirma que sí lo eres –habló inesperadamente, habiendo pensado en ello mientras tanto. Se había demorado un poco en notarlo, pero ahora que se ponía a pensar, lo cual podía hacer perfectamente con el chico imposibilitado de hacer algo, el silencio al comentario había sido notoria afirmación porque “si callas, otorgas”, ¿no? Además, el niño, porque según lo visto aún lo era, se había puesto helado al escucharlo-. No creas que sólo por eso seré gentil, aunque si lo pidieras adecuadamente me lo pensaría –como si Shouichi fuera a hacerlo, y en el remoto caso de que lo hiciera, tampoco le haría mucho caso. Es decir, virgen o no, eso no tenía que ver con él. Así de frío podía llegar a ser a veces.
Su tacto permanecía activo en la parte baja del chico, tocando a su capricho y, de vez en vez, cerrando los dedos que rodeaban el contorno del miembro con fuerza. Sabía que el pelirrojo moría del miedo, que ese tentador temblor se debía a sus nervios, y que si separaba sus labios lograría oír sus quejidos más sonoramente. Para ser un mocoso tenía mucha resistencia, pero no le duraría tanto tiempo, a decir verdad. Por eso, y porque quería morbosamente escucharlo volver a pedir e insultar, acercó sus labios a los de él, ensalivándolos antes para acto seguido apresar con su boca el inferior. Mientras jalaba éste con medida fuerza, la mano que conservaba libre rozó dos dedos en el labio superior, y luego, en lo que la lengua del azabache se entretenía con el inferior todavía, pasaban a adentrarse en su boca, palpando e introduciéndose hasta lo que Axis consideró que quería.
-Muérdelos y te morderé otra cosa en respuesta –amenazó, dejando únicamente a su boca acariciar la oreja derecha del chico. Sus dedos palpaban curiosos dentro, mojándose sin tener algún propósito en especial porque no, con ellos no iba a prepararlo. Era que simplemente disfrutaba de reconocer la cavidad con los dedos al no usar la boca, saber cuán suave podía ser su lengua, o cuán dulce su saliva sin probarla. Se trataba de disfrutar él en lugar de fijarse en si el otro disfrutaba o no, en hacerle entender que, por más irónico que sonara, el amo era el azabache, y Shouichi debía empezar a reconocerlo pronto. Y, aunque no fuera tan común, el pelirrojo pronto, también, debería darse cuenta de cuánto Axis demostraba desearlo. Que se sienta halagado o no era cosa de éste, porque esa era la forma de ser de Axis cuando quería adueñarse completamente de algo. Más allá del deseo carnal, no había nada.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Ni los ruegos ni las súplicas parecían surgir efecto en ese desaprensivo, estaba procediendo a una violación con él, con Shoichi, y no sabía porqué, siquiera se veía lo suficientemente atractivo como para que nadie pudiera desear jamás violarle, pero ese chico... ¿Qué diablos le pasaba? Seguramente estaba completamente loco, no había más vuelta de hoja, y la pregunta era hasta que punto estaba loco, si era de los que estaban dispuestos a acabar con una vida o si solo pretendía torturarle, la verdad es que nada resultaba un alivio, al contrario, Shoichi era de las personas que temían más a la tortura que a la misma muerte.
Gruñó al sentir dolor por como le estaba tocando éste y trataba de soltarse con miedo, aunque sentía que si se resistía sería mucho peor y que le haría más daño, pues era lo que estaba sintiendo en sus propias carnes al resistirse y quejarse, pero es que estaba tan nervioso y asustado que era algo completamente involuntario el tratar de soltarse y revolverse, gruñendo y soltando quejidos doloridos, pero seguía manteniéndose sin llorar pese a las ganas que tenía de hacerlo, tal vez a pesar de su vida, de ser un nerd y del trato que tenía los demás, tenía más orgullo del que pensaba, era algo bastante extraño, y se preguntaba interiormente cuanto le duraría aquella fortaleza que recién había empezado a descubrir en esa extrema situación. Tal vez no demasiado, y sentía que aquello sería otra victoria para éste.
Se negaba a mirarle a la cara en todo momento ahora, era algo que le superaba, la verguenza y la humillación le impedían observarle mientras llevaba a cabo aquello. No quería verle esa sonrisa ni esa expresión mientras le dañaba y le mancillaba sin pudor ni remordimiento, no quería ver esa mirada intensa y penetrante, no, no quería tenerle en su visión ni ahora ni nunca. Lo que hizo ahora fue mirar alrededor como pudo, intentando fijarse en alguna vía de escape, en algo que pudiera ayudarle a huir de allí cuando de improviso sintió aquella mano intrusa posarse sobre su hombría y abrió mucho los ojos los ojos para seguidamente cerrarlos fuertemente, apretando los puños y mordiéndose el labio inferior con fuerza. Se encontró de pronto, y para su sorpresa, evitando hacer ningún sonido extraño, pues esas caricias por aquella zona a su pesar estaban consiguiendo una reacción en el pelirrojo. ¿Era placer? ¿Le estaba gustando acaso? No, claro que no, únicamente era demasiado sensible, solo eso.
-C-cabrón.- masculló entre diente, notando la lengua de éste sobre su piel y seguidamente aquellos mordiscos por distintas zonas de su cuerpo. Soltó un fuerte quejido y trató de apartarle, intentando de mover todo su cuerpo. -¡¡Suelta!!- gritó con la voz temblorosa, apoderándose de él el pánico, se sentía desesperado y temblaba de miedo. Pero ya no pensaba ni rogarle ni suplicarle, porque eso era más ridículo que cualquier otra cosa siendo éste alguien que no iba a hacerle ningún caso, seguramente le causaban risa sus anteriores súplicas. -Eres un desgraciodo.- musitó furioso.
Cuando le oyó hablar por un momento se sintió perdido y sin saber a que se estaba refiriendo, aunque no tardó en percatarse de que estaba hablando, de su virginidad. Sintió más miedo por que se hubiera dado cuenta de eso, sentía que eso era una gran desventaja para su situación. Era tan virgen que siquiera se había dado nunca un beso con nadie, seguramente por eso su cuerpo había reeaccionado ante las caricias en su intimidad, tal vez por eso se estremecia por cada toque, pero no le gustaba, realmente no, porque era doloroso... Le miró cuando comentó que si le pedía adecuadamente que fuera gentil tal vez si le haría caso, pero no pensaba pensaba hacerlo, parecía más bien que estaba jugando, no creía que fuera a hacerle caso de ninguna manera. Iba a insultarle nuevamente, porque era lo único que le quedaba en ese momento, aunque tampoco lo hizo, porque realmente algo inutil, todo lo que pudiera hacer lo era.
Pero entonces notó como le mordía el labio y seguidamente le metía los dedos en la boca. Los hubiera mordido de no ser por aquella eficaz amenaza, no quería provocarle para que le hiciera más daño todavía del que le hacía y del que seguramente tenía pensado hacerle, así que solo notó aqueado aquellos dedos moverse dentro de su boca, no pudiendo hacer nada.
Eran demasiadas cosas a la vez, aquellos dedos en su boca, esa mano estimulando su miembro, esa boca en su oreja, notando su respiración, sin poder apenas moverse. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, sin acabar por romper en llanto y sin querer se le escapó un pequeño y extraño movimiento de caderas hacia la mano con la que éste le tocaba, aunque fue un pequeño movimiento, enseguida se detuvo y cerró los ojos con fuerza, ladeando la cabeza.
Gruñó al sentir dolor por como le estaba tocando éste y trataba de soltarse con miedo, aunque sentía que si se resistía sería mucho peor y que le haría más daño, pues era lo que estaba sintiendo en sus propias carnes al resistirse y quejarse, pero es que estaba tan nervioso y asustado que era algo completamente involuntario el tratar de soltarse y revolverse, gruñendo y soltando quejidos doloridos, pero seguía manteniéndose sin llorar pese a las ganas que tenía de hacerlo, tal vez a pesar de su vida, de ser un nerd y del trato que tenía los demás, tenía más orgullo del que pensaba, era algo bastante extraño, y se preguntaba interiormente cuanto le duraría aquella fortaleza que recién había empezado a descubrir en esa extrema situación. Tal vez no demasiado, y sentía que aquello sería otra victoria para éste.
Se negaba a mirarle a la cara en todo momento ahora, era algo que le superaba, la verguenza y la humillación le impedían observarle mientras llevaba a cabo aquello. No quería verle esa sonrisa ni esa expresión mientras le dañaba y le mancillaba sin pudor ni remordimiento, no quería ver esa mirada intensa y penetrante, no, no quería tenerle en su visión ni ahora ni nunca. Lo que hizo ahora fue mirar alrededor como pudo, intentando fijarse en alguna vía de escape, en algo que pudiera ayudarle a huir de allí cuando de improviso sintió aquella mano intrusa posarse sobre su hombría y abrió mucho los ojos los ojos para seguidamente cerrarlos fuertemente, apretando los puños y mordiéndose el labio inferior con fuerza. Se encontró de pronto, y para su sorpresa, evitando hacer ningún sonido extraño, pues esas caricias por aquella zona a su pesar estaban consiguiendo una reacción en el pelirrojo. ¿Era placer? ¿Le estaba gustando acaso? No, claro que no, únicamente era demasiado sensible, solo eso.
-C-cabrón.- masculló entre diente, notando la lengua de éste sobre su piel y seguidamente aquellos mordiscos por distintas zonas de su cuerpo. Soltó un fuerte quejido y trató de apartarle, intentando de mover todo su cuerpo. -¡¡Suelta!!- gritó con la voz temblorosa, apoderándose de él el pánico, se sentía desesperado y temblaba de miedo. Pero ya no pensaba ni rogarle ni suplicarle, porque eso era más ridículo que cualquier otra cosa siendo éste alguien que no iba a hacerle ningún caso, seguramente le causaban risa sus anteriores súplicas. -Eres un desgraciodo.- musitó furioso.
Cuando le oyó hablar por un momento se sintió perdido y sin saber a que se estaba refiriendo, aunque no tardó en percatarse de que estaba hablando, de su virginidad. Sintió más miedo por que se hubiera dado cuenta de eso, sentía que eso era una gran desventaja para su situación. Era tan virgen que siquiera se había dado nunca un beso con nadie, seguramente por eso su cuerpo había reeaccionado ante las caricias en su intimidad, tal vez por eso se estremecia por cada toque, pero no le gustaba, realmente no, porque era doloroso... Le miró cuando comentó que si le pedía adecuadamente que fuera gentil tal vez si le haría caso, pero no pensaba pensaba hacerlo, parecía más bien que estaba jugando, no creía que fuera a hacerle caso de ninguna manera. Iba a insultarle nuevamente, porque era lo único que le quedaba en ese momento, aunque tampoco lo hizo, porque realmente algo inutil, todo lo que pudiera hacer lo era.
Pero entonces notó como le mordía el labio y seguidamente le metía los dedos en la boca. Los hubiera mordido de no ser por aquella eficaz amenaza, no quería provocarle para que le hiciera más daño todavía del que le hacía y del que seguramente tenía pensado hacerle, así que solo notó aqueado aquellos dedos moverse dentro de su boca, no pudiendo hacer nada.
Eran demasiadas cosas a la vez, aquellos dedos en su boca, esa mano estimulando su miembro, esa boca en su oreja, notando su respiración, sin poder apenas moverse. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, sin acabar por romper en llanto y sin querer se le escapó un pequeño y extraño movimiento de caderas hacia la mano con la que éste le tocaba, aunque fue un pequeño movimiento, enseguida se detuvo y cerró los ojos con fuerza, ladeando la cabeza.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
De pronto Axis se vio en la necesidad de sonreír maliciosamente, y es que todo esto resultaba ser demasiado bueno para ser cierto. Llegó a pensar, en un primer momento, que el pelirrojo podría tener reacciones muy aburridas debido a su nerviosismo y tensión, sin embargo, que comenzara a reaccionar tan fácilmente ante sus caricias era algo que logró sacar una media sonrisa malsana de sus labios. Y todavía quería ver más. La mano que le daba atención al miembro del chico hizo de los movimientos unos más rudos, rápidos y, no para buscar el placer en el otro, intensamente apretados, lo que no quitaba que se diera el gusto de usar las primeras gotas del líquido preseminal para mojar y humedecer el glande. También, por no terminar esto rápido, paraba los movimientos deteniéndose por el deseo de rozar sus dedos con maestría, provocándole sin atenderle, por su uretra. Luego volvió a las caricias fuertes, apretando más el agarre de la mano e intentando no pasarse. Quizá el otro podría sentir un ligero dolor, pero no pasaba de eso; estaba por demás obvio que Axis sabía muy bien qué hacer.
El que Shouichi fuera tan sensible era algo que, ciertamente, le incitaba a querer probar con su entrada de una vez ya. La sola idea de imaginar tener los dedos, que ahora se movían dentro de su boca, estimulándole en aquella estrechez, llevaba a otra idea más pecaminosa que usar sólo dichos dedos… para comenzar. Mientras los movía aún dentro de la cavidad bucal del otro, sus labios para ese entonces se habían alejado de su oreja, y sus penetrantes ojos verdes habían plantado su mirada en el rostro ajeno, lujuriosamente observándolo. Parecía ser que cada detalle era único e imperdible, y los eran, sobre todo después de oírle, como tanto ansió morboso, insultarle fastidiado. Simplemente se le hacían divertidos esos intentos inútiles, igual que cuando hace un momento lo escuchó rogar.
-Ensalívalos bien –quiso usar un tono poco demandante o exigente, pero tal y como lo dijo sonó más bien a una orden. Obviamente que si la orden no era acatada habría consecuencias, y Shouichi debía, seguro, ser conciente de eso. Axis no le veía la gracia si es que el pelirrojo sólo se quedaría inmóvil, apenas removiéndose rebeldemente un poco. Sí, era mono y todo, pero aburrido. Lo que quería era sentir su lengua alrededor de sus dedos, mojándolos para que al retirarlos la saliva resbalara tentadoramente a lo largo de la mano. Hundió un poco más el tacto en la boca del menor, buscando con eso hacer que lo único que saliera de sus labios fueran quejidos. Shouichi bien podría contenerse, sin embargo, no sería por siempre.
No fue hasta que puso atención que se dio cuenta de que el pelirrojo tenía los ojos llenos de lágrimas. No lloraba todavía, seguía resistiéndose, pero las gotas del líquido salado habían empezado ya a acumularse. Y le pareció tan, pero tan provocador. Faltaba sólo un poco más; el mismo Shouichi se lo estaba buscando: quizá fuera suficiente con un poco de dolor, o más placer, o humillación, o lo que fuese necesario, como todo a la vez. Adora ver esa expresión de desespero, incomodidad y placer mal resistido. Pero, definitivamente, aquél ligero y casi imperceptible movimiento de caderas fue lo que más disfrutó. El chico estaba aguantando muy bien.
-Anda, sigue resistiéndote –porque se le hacía más interesante de esa forma. Entonces, como si hubiera visto algo que quisiera volver a ver, la mano que atendía la entrepierna aprovechó la creciente erección para agilizar y, estando el miembro algo lubricado por el presemen, presionar con los dedos el contorno, masturbándolo realmente ansioso por ver otra reacción ajena. Por muy extraño que pareciera o sonara, era la primera vez que estaba sobre alguien que, aparentemente por ahora, no se dejaba llevar por el placer. Tal vez la causa fuera la situación o porque era virgen, sin embargo, Axis se veía aún más impaciente con ese mismo hecho.
Los dedos en la entrepierna se permitieron unos segundos para bajar un poco más, rozando la entrada apenas con la yema de los dedos, suavemente, como una incitación que el mismo azabache se daba. Axis, normalmente, no se mostraba tan paciente a la hora de querer obtener algo. En esta ocasión, como nunca, estaba demostrando tener más autocontrol del que creía poseer, y es que, aunque no conocía lo que era tomarse su tiempo para algo y hacerlo todo con intenciones de que el final fuera realmente esperado, sabía que hacía bien. Sonriendo nuevamente malicioso, regresó a darle atención al miembro esta vez como antes: con fuertes y bruscos movimientos, luego, con unos suaves roces de los dedos. Provocar al chico de esta manera era concientemente, por cierto. Deseaba verlo disfrutar de las atenciones, pedirlas y no ser consentido. Sabía perfectamente que Shouichi se estremecía ante su tacto, que esa ladeada de cabeza y cerrada de ojos no era más que un absurdo intento más de negar cuán bien podría pasárselo de no ser esto una violación. Iniciaba a saber, también, cómo es que debía tocarlo, tratarlo y hablarle. No fue por nada que quisiera hacerlo lento, porque de querer y poder terminarlo todo tan rápido como fue beberse la leche descremada, esa de hoy en la mañana en la cafetería cerca al hotel, podía hacerlo.
El que Shouichi fuera tan sensible era algo que, ciertamente, le incitaba a querer probar con su entrada de una vez ya. La sola idea de imaginar tener los dedos, que ahora se movían dentro de su boca, estimulándole en aquella estrechez, llevaba a otra idea más pecaminosa que usar sólo dichos dedos… para comenzar. Mientras los movía aún dentro de la cavidad bucal del otro, sus labios para ese entonces se habían alejado de su oreja, y sus penetrantes ojos verdes habían plantado su mirada en el rostro ajeno, lujuriosamente observándolo. Parecía ser que cada detalle era único e imperdible, y los eran, sobre todo después de oírle, como tanto ansió morboso, insultarle fastidiado. Simplemente se le hacían divertidos esos intentos inútiles, igual que cuando hace un momento lo escuchó rogar.
-Ensalívalos bien –quiso usar un tono poco demandante o exigente, pero tal y como lo dijo sonó más bien a una orden. Obviamente que si la orden no era acatada habría consecuencias, y Shouichi debía, seguro, ser conciente de eso. Axis no le veía la gracia si es que el pelirrojo sólo se quedaría inmóvil, apenas removiéndose rebeldemente un poco. Sí, era mono y todo, pero aburrido. Lo que quería era sentir su lengua alrededor de sus dedos, mojándolos para que al retirarlos la saliva resbalara tentadoramente a lo largo de la mano. Hundió un poco más el tacto en la boca del menor, buscando con eso hacer que lo único que saliera de sus labios fueran quejidos. Shouichi bien podría contenerse, sin embargo, no sería por siempre.
No fue hasta que puso atención que se dio cuenta de que el pelirrojo tenía los ojos llenos de lágrimas. No lloraba todavía, seguía resistiéndose, pero las gotas del líquido salado habían empezado ya a acumularse. Y le pareció tan, pero tan provocador. Faltaba sólo un poco más; el mismo Shouichi se lo estaba buscando: quizá fuera suficiente con un poco de dolor, o más placer, o humillación, o lo que fuese necesario, como todo a la vez. Adora ver esa expresión de desespero, incomodidad y placer mal resistido. Pero, definitivamente, aquél ligero y casi imperceptible movimiento de caderas fue lo que más disfrutó. El chico estaba aguantando muy bien.
-Anda, sigue resistiéndote –porque se le hacía más interesante de esa forma. Entonces, como si hubiera visto algo que quisiera volver a ver, la mano que atendía la entrepierna aprovechó la creciente erección para agilizar y, estando el miembro algo lubricado por el presemen, presionar con los dedos el contorno, masturbándolo realmente ansioso por ver otra reacción ajena. Por muy extraño que pareciera o sonara, era la primera vez que estaba sobre alguien que, aparentemente por ahora, no se dejaba llevar por el placer. Tal vez la causa fuera la situación o porque era virgen, sin embargo, Axis se veía aún más impaciente con ese mismo hecho.
Los dedos en la entrepierna se permitieron unos segundos para bajar un poco más, rozando la entrada apenas con la yema de los dedos, suavemente, como una incitación que el mismo azabache se daba. Axis, normalmente, no se mostraba tan paciente a la hora de querer obtener algo. En esta ocasión, como nunca, estaba demostrando tener más autocontrol del que creía poseer, y es que, aunque no conocía lo que era tomarse su tiempo para algo y hacerlo todo con intenciones de que el final fuera realmente esperado, sabía que hacía bien. Sonriendo nuevamente malicioso, regresó a darle atención al miembro esta vez como antes: con fuertes y bruscos movimientos, luego, con unos suaves roces de los dedos. Provocar al chico de esta manera era concientemente, por cierto. Deseaba verlo disfrutar de las atenciones, pedirlas y no ser consentido. Sabía perfectamente que Shouichi se estremecía ante su tacto, que esa ladeada de cabeza y cerrada de ojos no era más que un absurdo intento más de negar cuán bien podría pasárselo de no ser esto una violación. Iniciaba a saber, también, cómo es que debía tocarlo, tratarlo y hablarle. No fue por nada que quisiera hacerlo lento, porque de querer y poder terminarlo todo tan rápido como fue beberse la leche descremada, esa de hoy en la mañana en la cafetería cerca al hotel, podía hacerlo.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Aquello era puramente desesperante, estar en esa situación de la que no podía escapar, una situación a la que había entrado por su propia culpa. Si hubiera sabido antes que aquello pasaría habría evitado ir a aquella cafetería a toda costa con tal de no encontrarse con semejante degenerado, porque ese chico era sencillamente un auténtico loco, un desequilibrado por hacer aquello que estaba haciendo, pero es que nunca habría creido que alguien de rostro tan hermoso pudiera ser capaz de algo como aquello, y menos con alguien como él. Si al menos se tratara de alguien hermoso e interesante, ¿pero que interés en violar a alguien como él?
Aunque lo peor era que pese al nerviosismo, al miedo y la impotencia, a ratos le embargaban sensaciones bastante alejados del desagrado. ¿Acaso le gusta aquello? No, no era eso, porque le era doloroso y humillante, pero de vez en vez sentía unas oleadas placenteras que le avergonzaban más que otra cosa, y ahora su principal misión era que no se notara aquello, aunque tuviera que llorar de desesperación en el proceso... prefería llorarle a que pensara que aquello le estaba resultando ni un poco placentero, por lo que le miró con los ojos aun llenos de lágrimas retenidas y a la vez con bastante furia, viendo aquella sonrisa que le dio escalofríos, temoroso de que más le haría.
Las caricias se hicieron más rudas y precisas y se tensó volviendo a cerrar fuertemente los ojos, intentando controlarse por no reaccionar de ninguna manera. Revolvió de nuevo, y desesperadamente, su cuerpo para evitar que le siguiera haciendo aquello, pero dejó de hacerlo pronto porque de la manera en la que éste le agarraba podía hacerse más daño al forcejear. Repsiraba agitado y alguna lágrima se deslizó por su mejilla a su pesar, respiró profundo y agitado, muy agitado, intentando contenerse y volvió a mirar a su agresor. Pensó en morderle los dedos, pero no olvidaba la efectiva amenaza anterior sobre aquello y no lo hizo, y seguidamente éste le ordenó que los ensalivara mejor. Avergonzado obedeció, sabiendo que contradecirle sería lo peor que podía hacer en semejante situación, por lo que procedió a humedecer mejor sus dedos, pasando la lengua por ellos nerviosamente, temoroso de que algo de lo que hiciera le molestara de más y le hiciera más daño todavía.
La mano del chico le siguió acariciando de un modo demasiado intenso, masturbándolo, y sinceramente, no estaba nada acostumbrado a esas caricias, siquiera era alguien que acostumbrara a safisfacerse ni por si mismo, es decir, que no solía masturbarse apenas, por lo que estaba mucho más sensibilizado ante todo. Hubiera deseado no tener aquellos dedos en su boca, porque podría haber pegado sus labios sin más y evitar todo tipo de sonidos, pero con aquellos dedos moviéndose en su boca no pudo evitar unos quejidos leves y amortiguados, intentando evitar sonar placentero, sin lograr evitar estremecerse ante cada caricia, incluso ante cada mirad. Ese chico estaba claro que estaba acosumbrado a hacer ese tipo de cosas, tanto que aquellos estremecimientos cada vez se debían más al placer que a otra cosa. Pero no pensaba mostrárselo, no dejaría que se diera cuenta de que sentía placer, reprimiendo los deseos de moverse contra el cuerpo de éste para pedir más atenciones.
Aunque lo peor era que pese al nerviosismo, al miedo y la impotencia, a ratos le embargaban sensaciones bastante alejados del desagrado. ¿Acaso le gusta aquello? No, no era eso, porque le era doloroso y humillante, pero de vez en vez sentía unas oleadas placenteras que le avergonzaban más que otra cosa, y ahora su principal misión era que no se notara aquello, aunque tuviera que llorar de desesperación en el proceso... prefería llorarle a que pensara que aquello le estaba resultando ni un poco placentero, por lo que le miró con los ojos aun llenos de lágrimas retenidas y a la vez con bastante furia, viendo aquella sonrisa que le dio escalofríos, temoroso de que más le haría.
Las caricias se hicieron más rudas y precisas y se tensó volviendo a cerrar fuertemente los ojos, intentando controlarse por no reaccionar de ninguna manera. Revolvió de nuevo, y desesperadamente, su cuerpo para evitar que le siguiera haciendo aquello, pero dejó de hacerlo pronto porque de la manera en la que éste le agarraba podía hacerse más daño al forcejear. Repsiraba agitado y alguna lágrima se deslizó por su mejilla a su pesar, respiró profundo y agitado, muy agitado, intentando contenerse y volvió a mirar a su agresor. Pensó en morderle los dedos, pero no olvidaba la efectiva amenaza anterior sobre aquello y no lo hizo, y seguidamente éste le ordenó que los ensalivara mejor. Avergonzado obedeció, sabiendo que contradecirle sería lo peor que podía hacer en semejante situación, por lo que procedió a humedecer mejor sus dedos, pasando la lengua por ellos nerviosamente, temoroso de que algo de lo que hiciera le molestara de más y le hiciera más daño todavía.
La mano del chico le siguió acariciando de un modo demasiado intenso, masturbándolo, y sinceramente, no estaba nada acostumbrado a esas caricias, siquiera era alguien que acostumbrara a safisfacerse ni por si mismo, es decir, que no solía masturbarse apenas, por lo que estaba mucho más sensibilizado ante todo. Hubiera deseado no tener aquellos dedos en su boca, porque podría haber pegado sus labios sin más y evitar todo tipo de sonidos, pero con aquellos dedos moviéndose en su boca no pudo evitar unos quejidos leves y amortiguados, intentando evitar sonar placentero, sin lograr evitar estremecerse ante cada caricia, incluso ante cada mirad. Ese chico estaba claro que estaba acosumbrado a hacer ese tipo de cosas, tanto que aquellos estremecimientos cada vez se debían más al placer que a otra cosa. Pero no pensaba mostrárselo, no dejaría que se diera cuenta de que sentía placer, reprimiendo los deseos de moverse contra el cuerpo de éste para pedir más atenciones.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Saboreó sus propios labios con un brillar en su mirada que no auguraba nada bueno… para Shouichi. La calidez de su lengua inexperta, el ligero espesor de su saliva enredándose alrededor, la sensación húmeda que avanzaba desde la punta hasta el final de sus dedos, la textura de todo ahí dentro, de esa jodidamente excitante cavidad bucal, lo enloquecía. Todo empezaba a hacerlo. O, tal vez, todo lo hizo desde un comienzo. La furia, la incapacidad, los nervios, el desespero, la impotencia, el miedo… Se sentía enfermo al disfrutar de todo eso, pero jamás fue de las personas que se fijaran mucho en detalles pequeños, como éste. No. Axis era de los que sólo disfrutaban el momento, sin pensar. Y una curvatura en sus labios amenazó dando a entender que no estaba satisfecho con hacerlo llorar sólo masturbándolo. Para Shouichi aquella lágrima pudo significar mucho respecto a su orgullo, para Axis la misma gota significó simplemente mucho, tanto que ni siquiera pudo reconocer la naturaleza de su placer al ver llorar al otro. Era sólo que quería probar cuán fuertes y embriagadores llegarían a ser sus quejidos no contenidos, y cuán estrecho y apretado podría sentirse en su interior.
Sin embargo dichos quejidos, aunque aún aguantados, aparecieron más pronto de lo que se imaginó. Habían sido insignificantes, casi inaudibles y poco, para cualquier otro, gozantes, pero Axis sabía que el pelirrojo era capaz de dar más, y confiaba en volver a oírlo la próxima vez más audiblemente que antes porque también sabíaque el chico disfrutaba. Sin pensarlo mucho su último movimiento dentro de la boca del menor fue rozar poco a poco la yema de sus dedos por su lengua, deslizándolos así hacia fuera en un acto realmente deleitable. Al alzarlos hasta sus propios labios no se pudo evitar que la saliva resbalara hasta la muñeca o un poco más, ni tampoco que el azabache, para “limpiarse”, lamiera la misma saliva chorreante en su mano. La otra mano, mientras tanto, había parado con las atenciones al miembro ajeno desde que dejó la boca momentos antes, y ahora Shouichi tenía la perfecta oportunidad para recuperar lo perdido con la lágrima, volver a tomar fuerzas y seguir resistiéndose. Pero como no todo es por el bien del chico…
-Veamos que hago contigo… –inició, sin ser capaz de apartar la mirada del cuerpo ajeno, de esa perfecta piel de durazno, violándolo con aquellos ojos verdosos como sólo su mente era hábil de bosquejar y planificar. Antes de seguir, no obstante, llevó sus manos hasta las prendas inferiores a medio sacar en el pelirrojo, y sin mucho cuidado las quitó en la impaciencia de verlo completamente desnudo. Ahora sólo faltaría la prenda superior, aquella que había quedado estorbosamente remangada hacia arriba-. Ábrete de piernas –ordenó terminantemente- para mí –y casi sonríe malsanamente otra vez, pero la ansiedad que en ese momento inundaba todos sus sentidos y sensaciones fue más fuerte-. Obedeces o… esperas algo peor.
Era una violación, después de todo, y Shouichi siempre debía esperar lo peor. Pero cuando Axis remarcó la palabra “peor”, el pelirrojo tuvo una clarísima pista de cuán peligroso podía ser desobedecer. El azabache, entonces, relamiendo los dedos que hace unos instantes habían jugado con la lengua ajena, pensó en no esperarlo. Con amarrarlo sería suficiente y, sobre todo, más eficiente. Se lo pensaría según como Shouichi respondiera a su mandado, por supuesto, con obvias intenciones si es que se negaba de hacerle pagar y ver la diferencia de lo bueno que había sido hasta ahora, y lo feo que se pondría todo luego.
Sin embargo dichos quejidos, aunque aún aguantados, aparecieron más pronto de lo que se imaginó. Habían sido insignificantes, casi inaudibles y poco, para cualquier otro, gozantes, pero Axis sabía que el pelirrojo era capaz de dar más, y confiaba en volver a oírlo la próxima vez más audiblemente que antes porque también sabíaque el chico disfrutaba. Sin pensarlo mucho su último movimiento dentro de la boca del menor fue rozar poco a poco la yema de sus dedos por su lengua, deslizándolos así hacia fuera en un acto realmente deleitable. Al alzarlos hasta sus propios labios no se pudo evitar que la saliva resbalara hasta la muñeca o un poco más, ni tampoco que el azabache, para “limpiarse”, lamiera la misma saliva chorreante en su mano. La otra mano, mientras tanto, había parado con las atenciones al miembro ajeno desde que dejó la boca momentos antes, y ahora Shouichi tenía la perfecta oportunidad para recuperar lo perdido con la lágrima, volver a tomar fuerzas y seguir resistiéndose. Pero como no todo es por el bien del chico…
-Veamos que hago contigo… –inició, sin ser capaz de apartar la mirada del cuerpo ajeno, de esa perfecta piel de durazno, violándolo con aquellos ojos verdosos como sólo su mente era hábil de bosquejar y planificar. Antes de seguir, no obstante, llevó sus manos hasta las prendas inferiores a medio sacar en el pelirrojo, y sin mucho cuidado las quitó en la impaciencia de verlo completamente desnudo. Ahora sólo faltaría la prenda superior, aquella que había quedado estorbosamente remangada hacia arriba-. Ábrete de piernas –ordenó terminantemente- para mí –y casi sonríe malsanamente otra vez, pero la ansiedad que en ese momento inundaba todos sus sentidos y sensaciones fue más fuerte-. Obedeces o… esperas algo peor.
Era una violación, después de todo, y Shouichi siempre debía esperar lo peor. Pero cuando Axis remarcó la palabra “peor”, el pelirrojo tuvo una clarísima pista de cuán peligroso podía ser desobedecer. El azabache, entonces, relamiendo los dedos que hace unos instantes habían jugado con la lengua ajena, pensó en no esperarlo. Con amarrarlo sería suficiente y, sobre todo, más eficiente. Se lo pensaría según como Shouichi respondiera a su mandado, por supuesto, con obvias intenciones si es que se negaba de hacerle pagar y ver la diferencia de lo bueno que había sido hasta ahora, y lo feo que se pondría todo luego.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Seguir lamentándose era completamente inutil, el pensar tantas cosas que no debió haber echo aquel día, tantas cosas que desembocaron a aquella situación, como el elegir irse a desayunar a aquella cafetería cuando siempre desayunaba en su casa alguna totadita... aquel día le venció la idea de comer algo mejor, algo dulce, y por eso fue... Luego estuvo esa estupidez de querer poner justicia respecto a ese chico, haberse metido donde no le llamaban y haberle apagado el cigarro... Aunque si hubiera parado allí ya está, pero no, cuando el otro le había cargado encima la cuenta de todo, en vez de dejarlo estar, ya que incluso en la cafetería se lo habrían perdonado, había deseado poner nuevamente justicia, aunque esta vez fue más su orgullo personal y había ido detrás para que le devolviera su dinero, ¿y cuanto costaba ese estúpido desayuno del otro? Nada... siquiera merecía la pena por haber perdido su propio desayuno ante las nauseas del tabaco. Porque él no era tan valentorro, él no salía jamás actuar así jamás, era más bien temoroso, muy tímido, de no meterse nunca en líos, de limitarse a quedarse en casa estudiando, tranquilito, esperando sacar buenas notas, de irse a trabajar al taller y trabajar para ganarse el pan humildemente. ¿De que iba pues? Se lo tenía merecido... todo lo que había echo la había llevado a estar en esa situación peligrosa e incierta con ese tipo que estaba abusando de él.
Y ahora... esas estúpidas lágrimas delatoras, lo último que habría deseado, evidenciar toda aquella frustración... sabiendo que el otro disfrutaría de verle en aquel estado, de verle llorar... bueno, aun no había llegado al lloro, solo algunas lágrimas habían resbalado por su mejilla, pero suficiente era para sentir que estaba dejándose mancillar tanto física como piscológica. Aunque ahora, también esforzaba en no emitir ningún tipo de placer, porque en absoluto significaba que aquello le estaba gustado, no, por supuesto que no, claro que no. Pero su cuerpo reaccionaba irremediablemente a determinados estímulos, o eso quería pensar con ímpetu.
Por fin el éste sacó los dedos de su boca, y con suerte soltó su miembro por lo que pudo evitar emitir algún sonido que pudiera deletar remotamente gozo, y aunque quería cerrar los ojos, no mirarle, no ver absolutamente nada, se quedó con los ojos entrecerrados, mirando como éste lamía su mano y sintió más calor envolver todo su cuerpo sin saber bien el porqué. Frunció el ceño de inmediato y se revolvió de forma algo violenta, no queriendo quedarse quieto, no deseando que pareciera que deseaba aquello solo por quedarse quiero, porque no, claro que no quería. No quería que su primera vez fuera de aquel modo, no quería sufrirlo de aquella manera.
-S-suelta... m-maldito...- masculló entre dientes, y aunque hubiera querido gritar e insultarle hasta quedarse sin voz, o tal vez rogarle, suplicarle que le dejara en paz, tratar de convencerle de que le dejara en paz, de que ya había sido suficiente y bastante, que no tenía porque seguir... lo que sea para evitar que continuara con aquello, para que le dejara en paz. Pero no lo hizo, ¿para qué? Nada de aquello serviría para algo, o se enfadaría o le incitaría más para seguir con aquello, seguramente querría hacerle más daño todavía. Por lo que se quedó silencioso, no revolviéndose ahora tanto, realmente estaba asustado.
Le vio dirigirle aquella mirada y tembló más, completamente impotente, sintiéndose totalmente indefenso, a la merced de todo lo que le pasara por la mente, entonces el otro le desprendió de su prenda inferior y ladeó la cabeza totalmente avergonzado, asustado, temoroso, sin poder contener ahora las lágrimás, pero se negaba a sollozar y que éste se regodeara mucho más de su sufrimiento. Al oír aquella órden volvió a mirarle, no quería, no quería hacerle caso, pero aquella amenaza fue efectiva, no quería que le hiciera más daño todavía, no quería que le dañara más, no sabía que hacer. Pero finalmente abrió sus piernas y volvió a desviar la vista con miedo.
-P-por favor... n-no me hagas daño...- susurró con la voz quebrada, cerrando fuertemente los ojos. Era demasiado injusto ser castigado de aquella manera.
Y ahora... esas estúpidas lágrimas delatoras, lo último que habría deseado, evidenciar toda aquella frustración... sabiendo que el otro disfrutaría de verle en aquel estado, de verle llorar... bueno, aun no había llegado al lloro, solo algunas lágrimas habían resbalado por su mejilla, pero suficiente era para sentir que estaba dejándose mancillar tanto física como piscológica. Aunque ahora, también esforzaba en no emitir ningún tipo de placer, porque en absoluto significaba que aquello le estaba gustado, no, por supuesto que no, claro que no. Pero su cuerpo reaccionaba irremediablemente a determinados estímulos, o eso quería pensar con ímpetu.
Por fin el éste sacó los dedos de su boca, y con suerte soltó su miembro por lo que pudo evitar emitir algún sonido que pudiera deletar remotamente gozo, y aunque quería cerrar los ojos, no mirarle, no ver absolutamente nada, se quedó con los ojos entrecerrados, mirando como éste lamía su mano y sintió más calor envolver todo su cuerpo sin saber bien el porqué. Frunció el ceño de inmediato y se revolvió de forma algo violenta, no queriendo quedarse quieto, no deseando que pareciera que deseaba aquello solo por quedarse quiero, porque no, claro que no quería. No quería que su primera vez fuera de aquel modo, no quería sufrirlo de aquella manera.
-S-suelta... m-maldito...- masculló entre dientes, y aunque hubiera querido gritar e insultarle hasta quedarse sin voz, o tal vez rogarle, suplicarle que le dejara en paz, tratar de convencerle de que le dejara en paz, de que ya había sido suficiente y bastante, que no tenía porque seguir... lo que sea para evitar que continuara con aquello, para que le dejara en paz. Pero no lo hizo, ¿para qué? Nada de aquello serviría para algo, o se enfadaría o le incitaría más para seguir con aquello, seguramente querría hacerle más daño todavía. Por lo que se quedó silencioso, no revolviéndose ahora tanto, realmente estaba asustado.
Le vio dirigirle aquella mirada y tembló más, completamente impotente, sintiéndose totalmente indefenso, a la merced de todo lo que le pasara por la mente, entonces el otro le desprendió de su prenda inferior y ladeó la cabeza totalmente avergonzado, asustado, temoroso, sin poder contener ahora las lágrimás, pero se negaba a sollozar y que éste se regodeara mucho más de su sufrimiento. Al oír aquella órden volvió a mirarle, no quería, no quería hacerle caso, pero aquella amenaza fue efectiva, no quería que le hiciera más daño todavía, no quería que le dañara más, no sabía que hacer. Pero finalmente abrió sus piernas y volvió a desviar la vista con miedo.
-P-por favor... n-no me hagas daño...- susurró con la voz quebrada, cerrando fuertemente los ojos. Era demasiado injusto ser castigado de aquella manera.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Si se ponía a sacar cuentas, acto que lograba hacer en menos de un par de segundos, Shouichi realmente salió perdiendo más de lo que debía, o más de lo que se suponía tenía que ganar. Para Axis todo esto se justificaba perfectamente con su orgullo, con algo de su ocio y con las ganas de devolverle al pelirrojo las molestias que éste mismo le causó. De haberse quedado tranquilito lejos de su mesa nada habría pasado, y de no haberse acercado a apagarle el cigarrillo ni siquiera tendría que haber soportado por mucho tiempo el humo, pues Axis pensaba tomar su leche descremada y salirse; tenía otras cosas pendientes, no iba a demorarse mucho en eso. ¡Pero! Al fin y al cabo las cosas resultaron a favor del azabache. Así Shouichi llorara, gritara, se revolviera o algo por el estilo, había sido culpa suya estar en esa situación: abierto de piernas para un completo extraño. Axis, sin embargo, no era tan malo. De tocarle la misma situación al pelirrojo con otro “extraño”, entonces ahí sí debería llorar con ganas. Obviamente, todo esto era visto desde la perspectiva de Axis. La realidad era de por sí demasiado diferente.
No negaba que tuvo el impulso vago de, al ver aquellas lágrimas caer, lamérselas, sin embargo, engreírlo mucho sería un problema. Oh, aunque, para qué negarlo, gozó mucho de observarlo intentar librarse una vez más, moviéndose para que de algún modo extraño, el cual ni la inteligencia de Axis lograba comprender porque era racionalmente imposible por cómo estaba atado, se soltase con ello. Que se calmara luego tuvo mucha lógica, a decir verdad, sin embargo, tampoco con ello ganaría apaciguar las ansias de Axis; si pensaba que con portarse bonito estaría todo solucionado, no se equivocaba, y tampoco acertaba. Pero, que se sintiera resignado era otra cosa: ahí sí que había hecho bien.
De pronto, al verlo así de tembloroso y disponible, hasta él tuvo calor, y un hambre poco común en él lo dominó a tal punto de tener de morderse el labio inferior para frenarse. No obstante, lo que lo frenó fue otra cosa que ciertamente casi le hace reír de manera burlona: el pelirrojo todavía pedía “por favor”, como si eso lograra en algún momento salvarle o, tal vez, llegar a la conciencia de Axis y hacer a éste sentir culpable. Pff, hubiera reído realmente de no ser porque lo consideró adorable, además, el chico debía estar ya desesperado, lo que por supuesto no le importaba más al cuervo. O, si lo pensaba, quizás sí un poco, pero más bien para satisfacer sus propios fetiches. Y hablando de pensar, ahora recordaba que había sido él mismo quien le preguntó en la mañana, cuando aún se encontraban en la cafetería, si alguien le había enseñado a pedir por favor. Jamás, en ese instante, podría haber pensado que eso terminaría así.
-Ya veremos si lo hago o no –respondió ante su súplica, relamiéndose ambos labios y llevando la mano que anteriormente había sido ensalivada por el pelirrojo y luego limpiada por él mismo, a la entrepierna del menor. Lujurioso rozó con los dedos la zona, bajando poco a poco, suavemente como si con hacer aquello sería más que suficiente por el momento, para después detenerse en la entrada y pensarse el qué hacerle. Shouichi, por esta vez, tuvo suerte. Mucha; a Axis se le quitaron las ganas de tomarse su tiempo. Introdujo sin delicadeza alguna el primer dígito en su interior, levantándole una de las piernas, exactamente desde la parte trasera de la rodilla, con la otra mano. Así, por lo tanto, tendría una mejor visión de todo, pudiendo apreciar completamente cómo dicho anillo de carne empezaba a ser desvirgado. Tocó su interior todo lo profundo que pudo permitirse, sacando el dígito por instantes y metiéndolo para continuar en lo suyo. No se equivocó; apenas probarlo fue tan estrecho que su propio dedo sentía un fuerte apretón que hasta le dificultaba ligeramente volver a adentrarse. Por tal no demoró en querer insertar un segundo dígito, sin embargo, todavía quería prepararlo bien con el primero. Después de todo, sólo pensaba prepararlo con dos.
-Realmente eras virgen… -no se aguantó el comentarlo, mientras que habilidosamente dilataba la entrada. No obstante, si Shouichi se tensaba de nada servía que al menos no buscara matarlo del dolor. Tampoco le iría a decir que se relajase, pues sonaría absurdo y muy ilógico en una situación como tal, pero, para eso, si es que el pelirrojo no lograba dilatarse adecuadamente entonces no sería su culpa…
No negaba que tuvo el impulso vago de, al ver aquellas lágrimas caer, lamérselas, sin embargo, engreírlo mucho sería un problema. Oh, aunque, para qué negarlo, gozó mucho de observarlo intentar librarse una vez más, moviéndose para que de algún modo extraño, el cual ni la inteligencia de Axis lograba comprender porque era racionalmente imposible por cómo estaba atado, se soltase con ello. Que se calmara luego tuvo mucha lógica, a decir verdad, sin embargo, tampoco con ello ganaría apaciguar las ansias de Axis; si pensaba que con portarse bonito estaría todo solucionado, no se equivocaba, y tampoco acertaba. Pero, que se sintiera resignado era otra cosa: ahí sí que había hecho bien.
De pronto, al verlo así de tembloroso y disponible, hasta él tuvo calor, y un hambre poco común en él lo dominó a tal punto de tener de morderse el labio inferior para frenarse. No obstante, lo que lo frenó fue otra cosa que ciertamente casi le hace reír de manera burlona: el pelirrojo todavía pedía “por favor”, como si eso lograra en algún momento salvarle o, tal vez, llegar a la conciencia de Axis y hacer a éste sentir culpable. Pff, hubiera reído realmente de no ser porque lo consideró adorable, además, el chico debía estar ya desesperado, lo que por supuesto no le importaba más al cuervo. O, si lo pensaba, quizás sí un poco, pero más bien para satisfacer sus propios fetiches. Y hablando de pensar, ahora recordaba que había sido él mismo quien le preguntó en la mañana, cuando aún se encontraban en la cafetería, si alguien le había enseñado a pedir por favor. Jamás, en ese instante, podría haber pensado que eso terminaría así.
-Ya veremos si lo hago o no –respondió ante su súplica, relamiéndose ambos labios y llevando la mano que anteriormente había sido ensalivada por el pelirrojo y luego limpiada por él mismo, a la entrepierna del menor. Lujurioso rozó con los dedos la zona, bajando poco a poco, suavemente como si con hacer aquello sería más que suficiente por el momento, para después detenerse en la entrada y pensarse el qué hacerle. Shouichi, por esta vez, tuvo suerte. Mucha; a Axis se le quitaron las ganas de tomarse su tiempo. Introdujo sin delicadeza alguna el primer dígito en su interior, levantándole una de las piernas, exactamente desde la parte trasera de la rodilla, con la otra mano. Así, por lo tanto, tendría una mejor visión de todo, pudiendo apreciar completamente cómo dicho anillo de carne empezaba a ser desvirgado. Tocó su interior todo lo profundo que pudo permitirse, sacando el dígito por instantes y metiéndolo para continuar en lo suyo. No se equivocó; apenas probarlo fue tan estrecho que su propio dedo sentía un fuerte apretón que hasta le dificultaba ligeramente volver a adentrarse. Por tal no demoró en querer insertar un segundo dígito, sin embargo, todavía quería prepararlo bien con el primero. Después de todo, sólo pensaba prepararlo con dos.
-Realmente eras virgen… -no se aguantó el comentarlo, mientras que habilidosamente dilataba la entrada. No obstante, si Shouichi se tensaba de nada servía que al menos no buscara matarlo del dolor. Tampoco le iría a decir que se relajase, pues sonaría absurdo y muy ilógico en una situación como tal, pero, para eso, si es que el pelirrojo no lograba dilatarse adecuadamente entonces no sería su culpa…
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Había suplicado ya demasiado por no sufrir más de aquello a pesar de que era completamente conciente de que éste no iba a detenerse por mucho que llorara o le pudiera por favor que se detuviera. Pero se trataba de una reacción inconciente de su conciencia, siquiera era conciente apenas de cuando hablaba, las palabras salían solas de sus labios y solo después de oírse reparaba en lo sumamente ridículo que resultara todo aquello. Al ese chico le daba completamente igual su sufrimiento, de echo seguramente estaba disfrutando de lo mismo de verle pasarlo mal, lo cierto era que... estaba completamente condenado, no podía salir de aquella situación en la que se encontraba, tampoco nadie acudiría en su auxilio ya que nadie sabía que estaba allí y esa habitación estaba insonorizada tal y como le informó su agresor, y claro está éste no se detendría en su propocito. Por lo que nada podría sacarle ya de aquello.
Más aparentamente tranquilo, ya que estaba interiormente sumamente nervioso y asustada, observó a éste en silencio, solo soltando unos muy débiles sollozos. Le veía con esa sonrisa, como disfrutando de sus lágrimas y de sus vagos intentos de salir de aquello. Sin duda... estaba enfermo... jamás pensó que el chico resultaría así cuando le había visto en la cafetería, un descarado, un sinverguenza, ¿pero un violador? No... ojalá aquellas cosas se pudieran notar, pero no vivía en el país feliz.
Cerró los ojos, porque verle con esa sonrisa y moderse el labio inferior le agitaban demasiado interiormente (?), no quería verlo así, disfrutando de su sufrimiento, mirarle de aquella manera que le hacía sentir aun más indefenso que el estar atado y desnudo le podía hacer sentir, era demasiado para él, pensó que no sabría que no estaría dispuesto a hacer con tal de salir de aquella horrible situación.
Oyó sus palabras, ahora al menos, como mínimo, deseaba que intentara no hacerle tanto daño, aunque le sonó tan malicioso que inmediatamente pensó que era mejor no contar con ello. Notó la mano de éste rozarle la intimidad y estuvo tentado a abrir los ojos para ver que hacía o pretendía, pero continuó con sus párpados fuertemente cerrados, ladeando la cabeza totalmente sofocado, con sus mejillas realmente enrojecidas y jadeante. Se alarmó al sentir como los dedos llegaban a su entrada y apretó sus puños con temor, tensándose bastante al suponer lo que se avecinaba... y acertó. Notó como éste introducía un dedo en su interior de forma ruda y directa, haciéndole emitir un quejido dolorido y moviendo sus brazos por inercia, quería apartarlo, apartarse, pero estaba firmemente atado. Soltó un débil e inadible "no" y trató de cerrar sus piernas y justo sintió otro dedo adentrarse, soltando un sollozo bastante fuerte, sin ser capaz ya de frenar esas lágrimas que comenzaron a brotar torrencialmente de sus ojos verdes, aunque estuvieran cerrados.
Dolía tanto aquello, demasiado, trató de tranquilizarse al menos un poco, ¿pero se podía relajar alguien cuando se encontraba siendo violado? Al menos él no. Intentó mover sus piernas para que éste sacara los dedos y nuevamente abrió los ojos llorosos, mirándole sollozando.
-D-duele... basta...- de nuevo esas inutiles palabras salieron de sus labios inevitablemente.
Más aparentamente tranquilo, ya que estaba interiormente sumamente nervioso y asustada, observó a éste en silencio, solo soltando unos muy débiles sollozos. Le veía con esa sonrisa, como disfrutando de sus lágrimas y de sus vagos intentos de salir de aquello. Sin duda... estaba enfermo... jamás pensó que el chico resultaría así cuando le había visto en la cafetería, un descarado, un sinverguenza, ¿pero un violador? No... ojalá aquellas cosas se pudieran notar, pero no vivía en el país feliz.
Cerró los ojos, porque verle con esa sonrisa y moderse el labio inferior le agitaban demasiado interiormente (?), no quería verlo así, disfrutando de su sufrimiento, mirarle de aquella manera que le hacía sentir aun más indefenso que el estar atado y desnudo le podía hacer sentir, era demasiado para él, pensó que no sabría que no estaría dispuesto a hacer con tal de salir de aquella horrible situación.
Oyó sus palabras, ahora al menos, como mínimo, deseaba que intentara no hacerle tanto daño, aunque le sonó tan malicioso que inmediatamente pensó que era mejor no contar con ello. Notó la mano de éste rozarle la intimidad y estuvo tentado a abrir los ojos para ver que hacía o pretendía, pero continuó con sus párpados fuertemente cerrados, ladeando la cabeza totalmente sofocado, con sus mejillas realmente enrojecidas y jadeante. Se alarmó al sentir como los dedos llegaban a su entrada y apretó sus puños con temor, tensándose bastante al suponer lo que se avecinaba... y acertó. Notó como éste introducía un dedo en su interior de forma ruda y directa, haciéndole emitir un quejido dolorido y moviendo sus brazos por inercia, quería apartarlo, apartarse, pero estaba firmemente atado. Soltó un débil e inadible "no" y trató de cerrar sus piernas y justo sintió otro dedo adentrarse, soltando un sollozo bastante fuerte, sin ser capaz ya de frenar esas lágrimas que comenzaron a brotar torrencialmente de sus ojos verdes, aunque estuvieran cerrados.
Dolía tanto aquello, demasiado, trató de tranquilizarse al menos un poco, ¿pero se podía relajar alguien cuando se encontraba siendo violado? Al menos él no. Intentó mover sus piernas para que éste sacara los dedos y nuevamente abrió los ojos llorosos, mirándole sollozando.
-D-duele... basta...- de nuevo esas inutiles palabras salieron de sus labios inevitablemente.
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Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Le bastó deleitarse nuevamente con sus súplicas, aunque inútiles y poco efectivas, para convencerse de que el menor conservaba una mínima esperanza. Sin embargo, que Axis lo ignorara como antes lo había hecho no debería ser novedad para el pelirrojo realmente. Así que durante unos instantes continuó en ello, ignorándolo y explorando en la entrada sin el propósito específico de prepararlo o hacerlo disfrutar pues ya no le veía el caso siendo que ni siquiera se relajaba con lo tenso que parecía estar. Tampoco le importó que Shouichi se esmerara todavía en crear oportunidades imaginarias para escapar de sus manos o detenerlo, ni mucho menos el supuesto dolor ajeno ya que a decir verdad asumía que sólo se trataba de pretextos. Sí; porque Axis tenía muy, pero muy definida la idea de incomodidad y dolor. Shouichi podía manifestar su molestia, y quizás Axis entendía en su subconsciente que podría llegar a ser verdad, no obstante, si decía que la intromisión de sus dedos dolía probablemente no tenía ni idea de a quién le hablaba sobre el dolor. El azabache empezaba a emocionarse ante la idea de hacérselo conocer; lo más seguro era, sabía perfectamente, que de continuar así Shouichi se arrepintiera de describir lo que sentía como dolor. El verdadero dolor, había aprendido Axis con algo de experiencia ya gracias a sus peculiares gustos o pasatiempos, no era tan simple de reconocer ni tan fácil de obtener.
Sus dedos no dejaban de moverse dentro; al comienzo haciéndolo con movimientos circulares, despacio, y luego con una ligera separación de dichos dígitos que forzó a la entrada a abrirse un poco, queriendo ver más de lo que ya había visto del pequeño agujero apretado del pelirrojo y ver también cómo abría deliciosamente el trasero para él, quien tenía sin cuidado todo lo que no tuviera que ver con su disfrute propio. De darle a conocer el dolor ya se encargaría después, porque ciertamente empezaba a creer que perder el tiempo, como lo hacía ahora, de vez en cuando no estaba del todo mal. Así para ese instante, debido a la habilidosa exploración de sus dedos, ya había encontrado muy fácil y rápido aquél punto cercano a la próstata, rozándolo en la inquietud de saber cómo responderían las reacciones ajenas y cuánto esfuerzo pondría el pelirrojo en ocultar el placer que su boca no decía pero que sus ojos, su entera mirada, lo reflejaban.
Permaneció entretenido en eso, rozando y provocando la misma zona mientras que, con la otra mano, alzaba un poco más la pierna que tenía sujeta desde la parte interna de la rodilla hasta dejar sólo escasos centímetros entre el pecho, u hombro, y la misma. Tal incómoda posición debió originar un peso extra sobre los brazos del chico, no obstante, sólo pasarían un par de minutos para que lo soltara y deslizara los dedos de su interior hacia fuera, ligera e imperceptiblemente irritado. Por supuesto que no había interrumpido todo por nada; tenía una buena razón para hacerlo: Shouichi, como le había advertido claramente antes, hablaba mucho. No es que no gustara de ello, pues la súplicas y sonidos que emitía Shouichi parecían ser suficientes para que mereciera la pena haber causado tal situación, era sólo que… por decirlo de alguna manera, lo quería privar de todo, incluso del habla. No esperaría a estar demasiado cómodo para buscar taparle la boca con lo primero que encontrara, por lo que, antes de continuar, eso mismo hizo: cogió una prenda al azar del alrededor más cercano, y tomando la barbilla del menor con fuerza lo obligó a abrir la boca para introducir la tela hasta el tope. La prenda, cuando lo notó después recién, había resultado ser el pantalón de su víctima. Mientras lo callara cualquier cosa serviría.
-Te lo advertí -le recordó; que se quejara de dolor con lo anterior le daba hasta risa. No era tampoco como si se tratara de un fisting, “Qué exagerado”. Porque era bueno, y sólo por esta única vez, se permitiría no sobrepasarse demasiado.
Pero de pronto tuvo algo de sed y, como si no pasara absolutamente nada de nada, fue y se tomó un corto tiempo para volver con un vaso de whisky en las rocas. Bebió un trago, agitando el interior del vaso en ello, y relamió el líquido que había quedado en su labio inferior. Entonces, como hacía calor, pensó que sería bueno compartirle algo del hielo al pelirrojo- Lástima que no puedas beber –no dejó claro si se refería a su edad o a que no pensaba quitarle la mordaza. Así, restándole importancia a eso, pasó a beber el segundo trago en lo que regresaba cerca de la cama, más específicamente a su posición anterior, abriéndole las piernas al menor de nuevo una vez hubo dejado el vaso cerca sobre el colchón. Tenía intenciones de divertirse un rato.
-A partir de ahora piensa bien lo que vas a hacer. No te muevas mucho, o me puedo equivocar y entonces sí terminarías muy mal -llevó una mano a su bebida, sacó uno de los pequeños cubos de hielo y se lo llevó a la boca, derritiéndolo un poco. Normalmente le gustaba usar el hielo para insensibilizar zonas, sin embargo, en esta ocasión buscaba lo contrario: el hielo en medida y temperatura justa sensibilizaba tanto en su utilización por fuera como por dentro del cuerpo. Si Shouichi se ponía muy rebelde entonces le daría a probar un poco del real dolor, porque el hielo también se usaba para ello. Ya sin paciencia, pero con cuidado, introdujo en la entrada el primero de tres. O cinco, quizás más, si el pelirrojo no era obediente.
Sus dedos no dejaban de moverse dentro; al comienzo haciéndolo con movimientos circulares, despacio, y luego con una ligera separación de dichos dígitos que forzó a la entrada a abrirse un poco, queriendo ver más de lo que ya había visto del pequeño agujero apretado del pelirrojo y ver también cómo abría deliciosamente el trasero para él, quien tenía sin cuidado todo lo que no tuviera que ver con su disfrute propio. De darle a conocer el dolor ya se encargaría después, porque ciertamente empezaba a creer que perder el tiempo, como lo hacía ahora, de vez en cuando no estaba del todo mal. Así para ese instante, debido a la habilidosa exploración de sus dedos, ya había encontrado muy fácil y rápido aquél punto cercano a la próstata, rozándolo en la inquietud de saber cómo responderían las reacciones ajenas y cuánto esfuerzo pondría el pelirrojo en ocultar el placer que su boca no decía pero que sus ojos, su entera mirada, lo reflejaban.
Permaneció entretenido en eso, rozando y provocando la misma zona mientras que, con la otra mano, alzaba un poco más la pierna que tenía sujeta desde la parte interna de la rodilla hasta dejar sólo escasos centímetros entre el pecho, u hombro, y la misma. Tal incómoda posición debió originar un peso extra sobre los brazos del chico, no obstante, sólo pasarían un par de minutos para que lo soltara y deslizara los dedos de su interior hacia fuera, ligera e imperceptiblemente irritado. Por supuesto que no había interrumpido todo por nada; tenía una buena razón para hacerlo: Shouichi, como le había advertido claramente antes, hablaba mucho. No es que no gustara de ello, pues la súplicas y sonidos que emitía Shouichi parecían ser suficientes para que mereciera la pena haber causado tal situación, era sólo que… por decirlo de alguna manera, lo quería privar de todo, incluso del habla. No esperaría a estar demasiado cómodo para buscar taparle la boca con lo primero que encontrara, por lo que, antes de continuar, eso mismo hizo: cogió una prenda al azar del alrededor más cercano, y tomando la barbilla del menor con fuerza lo obligó a abrir la boca para introducir la tela hasta el tope. La prenda, cuando lo notó después recién, había resultado ser el pantalón de su víctima. Mientras lo callara cualquier cosa serviría.
-Te lo advertí -le recordó; que se quejara de dolor con lo anterior le daba hasta risa. No era tampoco como si se tratara de un fisting, “Qué exagerado”. Porque era bueno, y sólo por esta única vez, se permitiría no sobrepasarse demasiado.
Pero de pronto tuvo algo de sed y, como si no pasara absolutamente nada de nada, fue y se tomó un corto tiempo para volver con un vaso de whisky en las rocas. Bebió un trago, agitando el interior del vaso en ello, y relamió el líquido que había quedado en su labio inferior. Entonces, como hacía calor, pensó que sería bueno compartirle algo del hielo al pelirrojo- Lástima que no puedas beber –no dejó claro si se refería a su edad o a que no pensaba quitarle la mordaza. Así, restándole importancia a eso, pasó a beber el segundo trago en lo que regresaba cerca de la cama, más específicamente a su posición anterior, abriéndole las piernas al menor de nuevo una vez hubo dejado el vaso cerca sobre el colchón. Tenía intenciones de divertirse un rato.
-A partir de ahora piensa bien lo que vas a hacer. No te muevas mucho, o me puedo equivocar y entonces sí terminarías muy mal -llevó una mano a su bebida, sacó uno de los pequeños cubos de hielo y se lo llevó a la boca, derritiéndolo un poco. Normalmente le gustaba usar el hielo para insensibilizar zonas, sin embargo, en esta ocasión buscaba lo contrario: el hielo en medida y temperatura justa sensibilizaba tanto en su utilización por fuera como por dentro del cuerpo. Si Shouichi se ponía muy rebelde entonces le daría a probar un poco del real dolor, porque el hielo también se usaba para ello. Ya sin paciencia, pero con cuidado, introdujo en la entrada el primero de tres. O cinco, quizás más, si el pelirrojo no era obediente.
Invitado- Invitado
Re: Para qué esperar [Privado +18 - Shouichi].
Él jamás había tenido relaciones, la verdad es que incluso en su propia mente aquello le había dado siempre cierto temor. Él era homosexual, y era algo que siempre había tenido muy claro desde muy joven. Recordó que en la escuela tenía un mejor amigo a quien había querido mucho, de un modo lejano a la amistad, no se había enamorado, pero sentido la atracción. Siempre imaginó que en el sexo él sería claramente el pasivo, y le daba desde siempre bastante miedo imaginar cosas semejantes. Además de que era tan vergonzoso relacionándose con los demás. El caso era hallarse ahora en una situación como esa, tanto de haber temido las relaciones y ahora se encontraba siendo sometido, violado, y dolía más de lo que jamás hubiera imaginado. Aunque claro, las intenciones de ese chico no era ser delicado ni cuidadoso, ni mucho menos, le trataba con saña y crueldad
Sabía que llorar y suplicar no valía de nada, ¿pero que podía hacer? Solo sentía ganas de llorar, tantas que le era prácticamente imposible detener sus lágrimas, aunque si debía de tratar de frenar aquellos ruegos espontáneos y estúpidos que al parecer debían de estar incitando más a su violador. Poco a poco sus esperanzas se iban extinguiendo más, ese chico era evidentemente más fuerte que él, y sabía ahora que no se detrendría por mucho que se resistiera o rogara, incluso seguramente -o claramente- se pondría más rudo y cruel en sus actos de ponerse de ese modo, o al menos estaba sintiendo en sus carnes aquello. ¿Pero que era lo que tenía que hacer? ¿Dejarle hacer y aguantarse dentro todo su dolor y desesperación? ¿De verdad era la unica opción que tenía? Odiaba eso, que lo único que pudiera hacer fuera resignarse a su suerte y dejarse someter a ese sufrimiento. Esos dedos se movían demasiado en su estrecho interior, sentía incluso como separaba los dedos de dentro y le hacía emitir quejas doloridad y sollozos, con sus ojos inundados en lágrimas en todo momento. Solo quería desaparecer... Y no sentir dolor... ni eso otro a sentía y que pensaba que era enfermizo y humillante, porque entre todo ese dolor a veces le recorría una sensaciones extrañas... extrañamente placenteras. ¿Acaso no era horrible sentir placer en medio de una violación? Los movimientos de los dedos ajenos provocaban un roce en una zona que hacían temblar a Shoichi más que el mismo placer, pero intentó reprimir todo eso y únicamente se quejaba y mascullaba en dolor y rabia.
Lo siguiente que hizo fue su agresor fue taparle la boca con una preda, metiéndola a su boca para impedirle el habla, sintió que se ahogaba un poco y cerró los ojos intentando respirar adecuadamente por la nariz, algo mareado. Ahora estaba al 100% sometido, no podía apenas moverse, no podía andar, y Axis tenía absolutamente pleno control sobre la situación, aunque el habla tampoco era algo que ayudara demasiado al pelirrojo en todo caso, ya que nadie podía oírle ya que la habitación estaba completamente insonorizada. Seguramente era una parte más de aquel juego de sometimiento. Ahora solo podía mirarle intentando trasmitirle ira, aunque con sus ojos llenos de lágrimas hacía que su mirada no fuera muy convincente.
De pronto éste se levantó, sorprendiéndole y alivándole al dejar de sentir la intrusión dentro, pensando por un momento que a lo mejor la tortura había acabado y le dejaría en paz de una vez. Pero vio que se servía un vaso de alguna bebida, alcoholica, no sabía cual porque no veía bien desde allí, y tampoco le interesaba ese detalle sin importancia. Lo malo fue que se volvio a acercar aclarándole que definitivamente no pensaba dejarle en paz. Nuevamente se dejó abrir las piernas recordando sus amenazas de resistirse, si tenía que pasar por todo eso la verdad es que prefería que fuera lo menos duro posible, aunque sintiera que eso era una herida muy grande para su orgullo. Su temor era más grande.
Las últimas palabras dichas por éste le confundieron y asustaron, quedándose todo lo quiero que fue posible, aunque con temblores por el llanto. Solo pudo observar con temor como sacaba hielo, preguntándose que iba a hacer. Y hubiera preferido no llegar a averiguarlo nunca, porque lo siguiente que hizo éste fue introducirle un cubito de hielo en su interior. La sensación fue sumamente extraña, sintió un escalofrío y quiso moverse por si de ese modo podía quitárselo, pero sabía que eso no pasaría y dada la advertencia anterior de éste no quiso arriesgar, por lo que se limitó a derramar lágrimas en ese silencio forzado y mirar asustado todas las acciones de éste.
Se preguntaba si todo aquello era debido a lo mucho que le había fastidiado en la cafetería, o si acaso eso no importaba. Si simplemente había sido elegido de una manera espontánea y retorcida, sin motivos ni nada. ¿Había sido sencillamente el azar lo que le llevó allí? Aunque tal vez buscaba no sentirse demasiado imbecil y culpable por haber llegado a aquello. Porque sabía que nunca debió meterse con e se chico. Y ahora solo le quedaba aguantar.
Sabía que llorar y suplicar no valía de nada, ¿pero que podía hacer? Solo sentía ganas de llorar, tantas que le era prácticamente imposible detener sus lágrimas, aunque si debía de tratar de frenar aquellos ruegos espontáneos y estúpidos que al parecer debían de estar incitando más a su violador. Poco a poco sus esperanzas se iban extinguiendo más, ese chico era evidentemente más fuerte que él, y sabía ahora que no se detrendría por mucho que se resistiera o rogara, incluso seguramente -o claramente- se pondría más rudo y cruel en sus actos de ponerse de ese modo, o al menos estaba sintiendo en sus carnes aquello. ¿Pero que era lo que tenía que hacer? ¿Dejarle hacer y aguantarse dentro todo su dolor y desesperación? ¿De verdad era la unica opción que tenía? Odiaba eso, que lo único que pudiera hacer fuera resignarse a su suerte y dejarse someter a ese sufrimiento. Esos dedos se movían demasiado en su estrecho interior, sentía incluso como separaba los dedos de dentro y le hacía emitir quejas doloridad y sollozos, con sus ojos inundados en lágrimas en todo momento. Solo quería desaparecer... Y no sentir dolor... ni eso otro a sentía y que pensaba que era enfermizo y humillante, porque entre todo ese dolor a veces le recorría una sensaciones extrañas... extrañamente placenteras. ¿Acaso no era horrible sentir placer en medio de una violación? Los movimientos de los dedos ajenos provocaban un roce en una zona que hacían temblar a Shoichi más que el mismo placer, pero intentó reprimir todo eso y únicamente se quejaba y mascullaba en dolor y rabia.
Lo siguiente que hizo fue su agresor fue taparle la boca con una preda, metiéndola a su boca para impedirle el habla, sintió que se ahogaba un poco y cerró los ojos intentando respirar adecuadamente por la nariz, algo mareado. Ahora estaba al 100% sometido, no podía apenas moverse, no podía andar, y Axis tenía absolutamente pleno control sobre la situación, aunque el habla tampoco era algo que ayudara demasiado al pelirrojo en todo caso, ya que nadie podía oírle ya que la habitación estaba completamente insonorizada. Seguramente era una parte más de aquel juego de sometimiento. Ahora solo podía mirarle intentando trasmitirle ira, aunque con sus ojos llenos de lágrimas hacía que su mirada no fuera muy convincente.
De pronto éste se levantó, sorprendiéndole y alivándole al dejar de sentir la intrusión dentro, pensando por un momento que a lo mejor la tortura había acabado y le dejaría en paz de una vez. Pero vio que se servía un vaso de alguna bebida, alcoholica, no sabía cual porque no veía bien desde allí, y tampoco le interesaba ese detalle sin importancia. Lo malo fue que se volvio a acercar aclarándole que definitivamente no pensaba dejarle en paz. Nuevamente se dejó abrir las piernas recordando sus amenazas de resistirse, si tenía que pasar por todo eso la verdad es que prefería que fuera lo menos duro posible, aunque sintiera que eso era una herida muy grande para su orgullo. Su temor era más grande.
Las últimas palabras dichas por éste le confundieron y asustaron, quedándose todo lo quiero que fue posible, aunque con temblores por el llanto. Solo pudo observar con temor como sacaba hielo, preguntándose que iba a hacer. Y hubiera preferido no llegar a averiguarlo nunca, porque lo siguiente que hizo éste fue introducirle un cubito de hielo en su interior. La sensación fue sumamente extraña, sintió un escalofrío y quiso moverse por si de ese modo podía quitárselo, pero sabía que eso no pasaría y dada la advertencia anterior de éste no quiso arriesgar, por lo que se limitó a derramar lágrimas en ese silencio forzado y mirar asustado todas las acciones de éste.
Se preguntaba si todo aquello era debido a lo mucho que le había fastidiado en la cafetería, o si acaso eso no importaba. Si simplemente había sido elegido de una manera espontánea y retorcida, sin motivos ni nada. ¿Había sido sencillamente el azar lo que le llevó allí? Aunque tal vez buscaba no sentirse demasiado imbecil y culpable por haber llegado a aquello. Porque sabía que nunca debió meterse con e se chico. Y ahora solo le quedaba aguantar.
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