matando el tiempo en una curiosa tienda /Kyle Braud/

El sonido que escuchó desde la puerta de su habitación le resultó terriblemente irritante al ser reproducido con tanta insistencia. Estaban interrumpiendo sin necesidad, o eso creía él, su merienda, sin embargo, al dar otro bocado dicho sonido volvió a llamar su atención, y aquello se repitió por al menos ocho veces más hasta que por fin Kyle decidió ver qué era lo que querían llamando a su puerta tan persistentemente. Cuando supo de la noticia, una vez que los cuidadores se lo comunicaron, supuso que no tenía más remedio que obedecer a lo que uno de éstos indicó: alistar sus pertenencias y seguirle los pasos hasta donde supuestamente se encontraría su comprador.

No tenía mucho que alistar, sólo algunas prendas y objetos personales varios, por tal, sólo demoró minutos en hacerlo. Metió todo en una maleta bastante ligera y pequeña, aunque con mucha capacidad según como ordenó las cosas, que cuyo peso era nada en las manos del albino por más que hubiera metido de todo un poco. Lo necesario, esencial y justo; suponía que su nuevo amo, si es que algún día llegaba a llamarlo así sin entonación de burla o sarcasmo, tendría la obligación (?) de comprarle lo demás. Los cuidadores, siendo un par de éstos y andando unos pasos frente a él, le guiaron hasta la puerta que daba a la tienda. En el trayecto mencionaron sobre cómo debería saludar, qué responder y qué no hacer. Lo hicieron porque conocían al chico, aunque por lo mismo debieron suponer que Kyle no los escuchaba y que habían malgastado saliva. El menor iba con la maleta sostenida con ambas manos al frente, con paso lento pero acorde a las pisadas ajenas, las de los cuidadores, y con expresión serena. No tardaron más de diez minutos en llegar.

Al entrar permaneció unos segundos en la puerta, regulando primero su vista al cambio brusco de iluminación. Frotó con una de sus manos, la otra sosteniendo la maleta, sus ojos, y luego pasó a dar una ojeada alrededor para reconocer quién era su nuevo amo. Los cuidadores lo habían orientado al respecto con la intención de que no sucedieran confusiones futuras como esta, no obstante, Kyle no los había escuchado ni tampoco había prestado atención a sus palabras o descripción. Y como no había nadie más que los cuidadores, el vendedor y la persona demás, supuso que esa persona demás era su comprador. Acercándose ciertamente confundido, se quedó de pie frente a él mientras lo observaba directo a los ojos.

-¿Tú eres el que me compró? -pregunta curioso sin verse, para nada, tímido.

Soltó un suspiro al oír su respuesta, y es que equivocarse, para él, hubiera resultado ser tan vergonzoso. Al menos era bien parecido, sin embargo, desde ya veía que tenía un humor para nada parecido al de su antiguo amo. Cllado y en silencio, sólo limitándose a observarlo, le entregó la pequeña maleta que llevaba en su manos, para luego seguirlo con la misma expresión indifenrente de hace unos minutos.

Al salir, no obstante, giró el rostro hacia los vendedores y también se despidió con un movimiento de cabeza, aunque seguidamente, antes de que ellos respondieran, los ignoró como si nada; ellos habían sido demasiado irritantes como para ser amable luego de su salida de la tienda, además, no es como si fuera a sentirse culpable o algo, pues esperaba no tener que volver a verlos. Continuó siguiéndole los pasos al mayor, cuando sus ojos se toparon con un auto que, realmente, le dejó impresionado.

-No te incumbe -obviamente no iba a decir que no por el simple hecho de que recién conocía al tipo y, también, no quería dar una mala impresión de mascota deslumbrada. Fue por ello que subió al auto sin más, sin decir palabra alguna y sólo se sentó en silencio, estirando los brazos perezosamente para luego girar a ver al mayor.

-¿Y a dónde vamos... ? -preguntó, recordando entonces que no sabía el nombre de la persona que le compró. No iba a, por cierto, preguntárselo primero.

Francamente la respuesta del otro le molestó. Y mucho. Sí, en la tienda no había tenido "lo mejor" como cuando estaba todavía con su primer amo, sin embargo, no era para tanto. Es decir, al menos estaba bastante presentable, y no porque así lo tuvieran en la tienda, sino porque él mismo estaba acostumbrado a estar así. ¡Pero! No, no iba a caer en su nivel, no si era un nivel tan bajo de comportamiento.

-Ah, claro... -desvía la mirada al lado contrario, mostrándose realmente irritado aunque, por supuesto, controlándose- Pues entonces me hubieras llevado desde un comienzo a la tienda de ropa. No es por nada, pero espero que realmente puedas pagar una a la altura -respondió imitando las palabras contrarias, sin intenciones de ofender, según él, porque estaba más que obvio que el sujeto era capaz de pagar eso y mucho más.

-Supuse que ya sabías el mío -se excusó-. Me llamo Kyle Braud, y no diré que es un placer porque aún no lo es -y dijo "aún" porque cuando lograra sacarle antojos costosos entonces sí lo sería. Como había, hace un rato, estado comiendo una merienda, entonces mucha hambre no tenía. Sin embargo, quizás si veía alguna comida de su agrado entonces de pronto le viniera el apetito.