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Mensaje por Invitado Miér Nov 17, 2010 7:26 pm

Cuando sacaba uno de sus trajes de Armani del armario solo podía ser por una cosa: el trabajo. Aquella misma mañana había guardado el portátil en el maletín, se había dado una ducha rápida y había salido tras asegurarse que ni uno solo de sus cabellos estuviese fuera de su sitio. Mirando de manera contrariada las orejas felinas que adornaban su cabeza y la cola negra que emergía de detrás de su espalda, salió de la suit donde se había instalado de manera temporal hasta que terminasen la maldita reforma de su adosado. Aceptó las despedidas del recepcionista con un cabeceo y salió, con la bufanda calada al cuello, a la calle, directo hacia el Centro.

El objetivo de aquel día era entregar todo el fruto de su trabajo, ya que desde su peculiar transformación la cantidad de quejas sobre él que habían habido le acabaron obligando a dejar su despacho y trabajar desde casa. Y no le habían despedido por ser su padre el Presidente de aquella red de empresas, lo cual le parecía, a parte de humillante, injusto e intolerable. Por suerte, el presidente tomaba el cuenta su trabajo en el Departamento de Ventas, y eso al menos le hacía seguir teniendo un sueldo con el que vivir, ya que no pensaba renegarse al puesto de mascota de nadie.

Explicando su futuro proyecto de invierno y dejandole los planos, salió elegantemente del gran rascacielos empresarial y cruzó el paso de cebra que hacía esquina, dirigiéndose entonces a la cafetería donde todas las mañanas se encargaba de despertar sus sentidos con un buen café.
Le gustaba aquel local. No estaba lejos del trabajo, ni de su hotel, y no era un sitio que se abarrotase hasta viciar el aire. Tenía una decoración con colores suaves, impecables, y una iluminación perfecta para centrarse en sus documentos. Una suave música céltica sonaba desde algún lugar, y aunque en lo personal no era una de sus favoritas no podía negar que era relajante e ideal para centrarse.

Volvió a cabecear, saludando y mandando a pedir lo que frecuentaba a aquellas horas, antes de situarse en una de las mesas del fondo. Sacó el portátil y se sumergió en los pasos finales de su proyecto personal, a la espera de su humeante taza de cafeína.

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Mensaje por Invitado Jue Nov 18, 2010 12:13 am

Después de ver a su profesor de matemáticas ser acribillado por un estudiante, la universidad había cerrado sus puertas hasta nuevo aviso, Kaede ahora tenía el día libre, por desgracia todos los lugares en los que podría hallar diversión se encontraban cerrados y no abrirían hasta entrada la noche. Para no quedarse esperando decidió elegir aleatoriamente un establecimiento cercano al sitio en donde el autobús del campus le había dejado: una cafetería. La verdad no tenía hambre, pero afuera estaba helando y él sólo vestía una gastada camiseta, bermudas del tipo militar y tenía sobre las orejas unos gigantescos audífonos que casi le dejaban sordo.

Entró a la cafetería, saludó con una sonrisa a una de las meseras y avanzó por el pasillo que llevaba a los sanitarios sin bajarle en lo más mínimo al escándalo que se cargaba, después de todo se trataba de su canción preferida. Comenzó a cantar en un tono apenas audible mientras usaba el orinal, su pronunciación no era mala; sin embargo, había notas tan elevadas que le eran imposibles de sostener sin dejar salir algún alarido chillante y al verse reflejado en el espejo, sólo atinó a elevar el volumen de su voz. Creía que se veía asombroso, como todo un rockstar, incluso pensaba llamar a alguna disquera afortunada para que le introdujera en el mundo de la música.

Terminó de lavarse por décima vez las manos y se echó un poco de agua tibia sobre el rostro, fue en ese instante que la canción llegó a la parte culminante y el rubio no pudo evitar tomar una escoba que yacía arrumbada en un rincón y comenzó a manipularla como si se tratara de una guitarra eléctrica. Salió del baño dando un brinco con todo y escoba, las personas le miraban expectantes, no sabían si el joven carecía de pudor o si se trataba de alguna broma de cámara escondida, de cualquier modo, algunos no podían ocultar discretas sonrisas mientras el resto reía sin inhibiciones.

Se mantenía con los ojos cerrados, imaginándose en un escenario y de un momento a otro dio un giro completo de cuerpo, golpeando con el palo de la escoba un pequeño florero que se encontraba sobre un aparador cercano, irremediablemente el trozo de cerámica se elevó por los aires y llegó a estamparse contra la portátil de un comensal en la mesa del fondo, la que se suponía que nadie veía. Pese al ruido que el florero hizo al quebrarse, el chico ni lo notó, estaba demasiado ocupado disfrutando el solo de guitarra, aún le quedaban dos horas más de batería.

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Mensaje por Invitado Jue Nov 18, 2010 7:40 pm

Poco consciente era de la gente que entraba en aquel local. Una vez ponía la vista sobre la pantalla brillante de quince pulgadas de su portátil eran pocas las veces que levantaba la vista de este para hacer caso a cualquier otra persona que le rodease. La tabla de números, horarios y agenda personal llenaba en pequeñas ventanas la pantalla, así como captaba su mirada. Miraba con pesadez la comida empresarial que había el sábado, al atardecer, no teniendo ningunas ganas de presentarse en ella. Mas que nada porque destacaría demasiado, y su desconfianza natural -mas comúnmente llamada astucia-, ya se veía venir los intentos de muchos por inflar los ingresos de su banco al venderle al Mercado Negro. Como si lo viera...

El tintineo de la taza de café dejada a un lado por una tímida camarera le hizo al fin mirar al frente, dándole las gracias mientras procedía a sacar el teléfono móvil del interior de la chaqueta para confirmar una cita. Cuando se le vino encima aquel florero. Del sobresalto erizó las orejas, mientras notaba como el bote de cerámica engarzado rebotaba contra la cara pantalla de su Apple MC026, quebrándose y bañándolo luego de agua, tanto a la máquina como a sí mismo. Una margarita pareció caer de alguna parte del techo al haber salido volando, posándose en la cabeza del majestuoso Jaguar, que pasada la sorpresa bajó los parpados, frunció las cejas y miró a su ordenador, que se había apagado, borrando sus datos, sus últimas citas y con claros indicios de no poder volver a encenderse mas.

-... -levantó la vista ante el silencio sepulcral del local, con la camarera sujetando la bandeja a un lado, sin atreverse a decir nada. Miró fijamente al maldito mocoso que acababa de arruinarle el café, el portátil y el traje todo de una vez, levantándose y caminando a grandes zancadas hacia él. Alzó la mano, esquivando los meneos de aquella escoba, sujetándola por el palo y bajándole hasta dejar alrededor del cuello aquellos enormes auriculares, de donde salía un murmullo ensordecedor.

-Acabas de ganarte una deuda de trescientos mil yenes, así que te conviene escucharme -le miró, muy digno- ¿Que se supone que estás haciendo en un lugar público? -que un hombre pasando los treinta, en traje, te estuviese regañando mientras movía una cola y las orejas de felino y tuviera entre el pelo una margarita no dejaba de ser una escena curiosa.

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Mensaje por Invitado Vie Nov 19, 2010 10:13 am

La multitud enloquecía ante sus poderosos rasgueos, las candentes chicas en topless amenazaban con caer desmayadas debido a la emoción y más de un asistente se encontraba ya empalmado gracias a sus sexosos movimientos de cadera. Estaba a punto de dominar al público, podía sentir cómo la gloría le cubría el cuerpo y la masa de gente que le adoraba por poco se volcaba sobre el escenario con tal de tocarle; sin embargo todo quedó en silencio repentinamente y en lugar del instrumento de cuerdas que tenía había aparecido un palo de escoba. Con el entrecejo marcado, abrió los ojos, preparado para enfrentarse al listillo que le había deshecho la fantasía. Para su sorpresa no se encontró al clásico chaval de secundaria que disfrutaba de gastar bromas, se trataba de un hombre ya bastante madurito que le reprendía sin razón aparente.

No podía escuchar muy bien, apenas reconocía un par de palabras y el resto del sermón sonaba como si un mosquito se le hubiera metido hasta el fondo del cerebro, al parecer tendría que visitar a un médico pronto, solía quedarse sin audición cada vez más seguido; por fortuna, el rubio sabía leer los labios y no le fue difícil enterarse de lo que la linda cosita frente a él reclamaba - ¿EHHH? ¿QUÉ COÑO HICE PARA DEBER ESO? - debido a su sordera temporal, en vez de hablar normalmente únicamente salían gritos roncos de su garganta, gritos que llamaban aún más la atención de los presentes que ya de por sí se estaban dando un festín de chismes y habladurías con la escena del florero.

Se golpeó un par de veces la lateral de la cabeza hasta recuperar por completo el sentido faltante, sólo habiéndolo logrado fue cuando se fijó mejor en su interlocutor - ¿un neko? - le miró de pies a cabeza, deteniéndose en las orejas felpudas que parecían tener un tic nervioso y en el curioso adorno en forma de flor que tenía en el cabello oscuro. Ya había pasado un par de días en la ciudad, pero ésta era la primera vez que se topaba frente a frente con uno de esos curiosos humanos con características animales. Sonrió de lado, se trataba de un hombre sumamente atractivo que el menor no dudaría en sodomizar, pero no pensaba que “fabricaran” mascotas como él, creía que únicamente se vendían nenes menores a los 15 años de apariencia andrógina. Estiró el brazo convencido de querer tocar aquellas orejitas, no se fijó en la mueca de disgusto del mayor y mucho menos se preocupó por responder la última pregunta.

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Mensaje por Invitado Lun Nov 22, 2010 12:44 pm

Le daba la impresión de estar hablando con una pared, ya que el rubio allí presente, a parte de no enterarse de nada de lo que había causado con sus fantasías de “amo del escenario”, parecía pasarse un poco por el forro lo que le estaba reclamando. ¿Que qué había hecho para deber todo aquello? Reiji solo frunció mas el ceño, como si aquella pregunta le hubiese ofendido sobremanera. A parte de haber cerrado los ojos y haber echado hacia atrás las particulares orejas de felino para soportar aquel grito que el otro había dado.

Era consciente de que estaban llamando la atención, algo que no le gustaba lo mas mínimo -aunque, teniendo los rasgos que tenía, ya era una costumbre-. Le disgustaban las miradas que parecían asombradas por el hecho de que fuese un pet el que le estuviese reclamando a una persona, así que debía terminar aquello cuanto antes.

-Si no te importa, soy un Jaguar -dejó en claro, dándole un golpe con la mano abierta a la que el rubio había alzado, como fascinado, y que tenía una peligrosa y evidente dirección hacia su cabeza-. Antes de tomarte confianzas excesivas, sé consciente de lo que has hecho.

Se apartó, señalando la mesa donde estaba sentado. La camarera, con torpeza, recogía los pedazos de aquel florero, mientras que el agua y las flores que este contenía se desparramaban por la mesa, mojada, hasta el suelo. Su ordenador, que había pasado a mejor vida, estaba dignamente colocado en el lugar mas seco de la mesa.

-Acabas de arruinar un equipo carísimo por ser tan imprudente -volvió a mover la cola, indignado-. Así que es lógico que tengas que pagarlo -esta vez movió una de las orejas, notando un cosquilleo.

Estaba empapado, y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Y para colmo acabaría resfriado... Por eso no le gustaban los críos como aquel. Rechazando con toda la amabilidad que pudo el paño seco que le ofreció otra de las chicas, volvió a la mesa, limpió como pudo el portátil y lo volvió a guardar en la mochila. Luego se quitó el abrigo y lo colgó de la silla, ocultando también el ordenador. Con un poco de suerte se secaría pronto. La camisa blanca que utilizaba debajo se le ceñía al cuerpo, transparentandola de manera impresentable, marcandole de forma casi lasciva los pezones, progresivamente endurecidos por el escalofrío. Dándose cuenta, bajó las orejas en un gesto instintivo y puso rumbo al baño para al menos intentar secarse.

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Mensaje por Invitado Mar Nov 23, 2010 11:30 am

- jaguar, gato, viene siendo lo mismo sólo que más grande - masculló entre dientes, más para sí mismo que para ser escuchado y colocando una expresión de puchero al haber sido golpeado por el morocho. Igual el contacto ni le había dolido, pero habría querido averiguar más acerca de esas extrañas orejas en su cabeza, los movimientos casi rítmicos que tenían junto con esa curiosa colita negra le dejaban asombrado.

Barrió la mesa con la mirada para después volver su atención al rostro del mayor. Seguía sin entender qué tenía que ver aquel desastroso escenario con él ¿acaso estaba loco?. Si lo analizaba bien quizás el neko era en realidad “un hombre de compañía” con estrafalarias formas de seducir a sus clientes o tal vez se había endeudado con los dueños de la cafetería debido a su descuido con aquel florero y ahora se encontraba recaudando fondos entre los comensales.

Estaba perdido en sus cavilaciones mentales acerca de las verdaderas intenciones del mayor, solía echar a volar mucho su imaginación al conocer a una nueva persona, inventarle una vida, ya saben, cosas normales(?)... pero cuando recuperó la compostura fue que se dio cuenta que el hombre se había alejado y trataba de medio arreglarse el traje.

Ante la visión de su figura chorreada y temblorosa, Kaede colocó con una gran sonrisa lasciva mientras se dedicaba a recorrerle a detalle. Era un sujeto bastante masculino y fácilmente le llevaría por lo menos unos 8 ó 7 años; no obstante, después de dejar el saco ahí colgado, el rubio pudo apreciar con su gran vista de halcón la marca de unos botoncitos diminutos y paraditos ubicados en el pecho de aquel felino mucho más lindos que los que podría poseer cualquier adolescente humano.

Tuvo que llevarse una mano a la nariz para evitar machar el piso con su sangre, esa imagen había sido por demás encantadora y Kaede era un muchacho bastante más sensible ante los estímulos que la mayoría de las personas comunes. Le siguió hasta el baño un tanto embobado y todavía tratando de controlar la hemorragia, había un no sé qué en aquel sujeto que irremediablemente lo atraía - ¿minino estás en venta? me interesa mucho hacerme de una mascota - preguntó una vez que lo encontró en los lavabos, sus ojos estaban clavados en su pecho, no podía evitarlo.

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Mensaje por Invitado Sáb Nov 27, 2010 6:05 pm

El baño de las cafeterías no solía ser muy extenso. Quizás se limitaba a una sola parcela de único uso y con la capacidad de albergar a una persona, o quizás, dada la clientela, era algo mas espacioso como el que vio al cruzar la puerta. Se trataba de un pequeño espacio con un elegante lavabo en mármol y un espejo en la pared, y justo al lado dos cubículos con puerta para los retretes. Algo que no le haría falta, y menos en un lugar público.

Dejó caer la puerta y fue directo al espejo, viendo como se marcaba absolutamente todo por la camisa empapada. Suspiró, resignado, antes de darse cuenta de la flor que se le había quedado enganchada al pelo. Quitándosela y dejándola a un lado del lavabo, miró el reflejo del rubio, que no tardó en aparecer por la puerta, con aquella pregunta que a su parecer era tan insultante y a la vez tan osada.

-¿Tengo aspecto de ser una mascota, chico? -frunció las cejas, deshaciendo el nudo de la corbata hasta estirarla del todo, acercándola al secador que había colgado a un lado de la pared, junto al jabón y la máquina de preservativos. Mejor era obviar aquello último-. No estoy interesado. Me gano la vida lo suficientemente bien para no necesitar “amos” -dijo aquello con condescendencia, como si la sola palabra le diese escalofríos y atentase contra su orgullo. Tras un minuto de ráfaga caliente sobre la prenda la dobló y la dejó a un lado.

Llevando las manos a los botones de la camisa con la intención de quitársela también, volvió a mirar el reflejo del chico, que no parecía por la labor de irse.

-¿Quieres algo mas? A todo esto, ¿por qué me has seguido hasta el baño? -desabrochó los primeros botones- ¿Vas a disculparte por lo que ha pasado fuera o pretendes mirar como me desnudo?

Como desafiándole, le miró a través del espejo, desabrochando todos los botones hasta descubrir su pecho pálido e impoluto. No era de una complexión enteramente marcada, pero si definida y estética. El cinturón del pantalón rodeaba perfectamente su cadera por debajo de las ingles, como si tentase a dejar alguna marca entre tanto terreno limpio; algo casi anormal para alguien de su edad. En su baja espalda, y terminando la columna, crecía la cola; algo que pudo apreciarse cuando finalmente se quitó al prenda, con una sonrisa sutil.

-Si quieres un animal que te haga compañía comprate algo mas a tu alcance. ¿No te gustan los perros? -no estaba menospreciándolo, pero obviamente tampoco diciéndole nada demasiado bueno. Después de todo tenía que cobrarse todo lo que le había dicho.

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Mensaje por Invitado Lun Nov 29, 2010 1:05 pm

Rodó los ojos, hasta la pregunta era tonta, obviamente el mayor era una mascota. Hasta un niño de preprimaria podría darse cuenta de eso puesto que no cualquiera se colocaba orejas y cola de gato para dar una vuelta por las calles de Tokio. Una apariencia así era demasiado tentadora para un cazador de la tienda de pets o en el mejor de los casos un violador hormonal... y no es que el rubio tuviera la misma mentalidad perversa que ellos, claro que no(?)

- otra vez con lo mismo - chasqueó la lengua y arrugó un poco la nariz sin dejar de mirar atento cómo manipulaba la camisa húmeda antes de quitársela. Al muchacho se le tenían que decir las cosas claras ya que tenía una incapacidad innata para darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor - si quieres dinero, sólo pídemelo - sonrió algo petulante dejando salir de su bolsillo trasero una tarjeta dorada, siendo el primogénito de un viejo millonetas, el chico disfrutaba de una gran y hasta ridícula fortuna.

Esa sonrisita prepotente desapareció cuando por fin vio al moreno libre de aquella prenda, Kaede se había quedado en silencio, con la boca un tanto abierta y poniendo atención en el lugar donde la juguetona cola nacía - uh vaya - deslizó la mirada por toda esa pálida piel, admirando la falta de manchitas o defectos en ésta, definitivamente ese neko madurito era uno en un millón.

Sin contenerse más, dio un par de pasos hacia el cuerpo más bajo, pescándole de un movimiento la punta de la cola con ambas manos. Tironeó un poco, como si buscara comprobar la veracidad de la extremidad, su curiosidad le había hecho olvidarse de su trauma con la limpieza. Al darse cuenta de que por más que la jalara, el rabito no se caería, un brillito extraño invadió los ojos miel, justo como esos que aparecen en los rostros infantiles al adquirir un juguete nuevo - decidido, a partir de hoy seré tu dueño... soy Kaede, tengo 23 años y la tengo bastante grande - jaló hacia su cuerpo la prolongación felina un poco más fuerte, buscando atraerlo, sin darse cuenta si la brusquedad en sus movimientos era demasiada - ¿qué hay de ti honey? -

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Mensaje por Invitado Jue Dic 02, 2010 10:33 am

El ver que el otro disponía de dinero mas que de sobra; seguramente gracias a una familia acomodada y no al propio esfuerzo personal, el querer cobrarle el destrozo careció de sentido. Si no trabajaba duramente, mientras que se arrepentía por ser un completo inconsciente aquel dinero no tenía mucho significado. Reiji era un hombre que pensaba demasiado en el esfuerzo que había que hacer para salir a delante por si mismo, aunque a muchos le sonase a sermón de padre.

-No necesito un dinero que no te has ganado -acabó diciendo, dispuesto a poner bajo el secador la camisa una vez quitada. La dejaría secar un rato, volvería a vestirse y ya solucionaría el desastre de fuera...- ¡Hmp!

Dio un salto tras el gemido incierto de su garganta, mirando hacia atrás. ¿Que genialidad se le había ocurrido ahora a aquel chaval?

-¿¡Q-que estás haciendo!? ¡Suéltala! -la camisa cayó al lavabo, y el jaguar solo pudo llevar una mano al brazo del rubio para que dejase de manipular su cola como le diera en gana. A parte, claro, de seguir diciendo disparates- No me hagas reír, ya te he dicho que no soy la mascota de nadie. ¿Que mas me da que la tengas... grande?

¿Tanto se había notado que era gay? Por que si, a parte de empresario muy bueno en su trabajo, de ser un pet con libertades y de pasar los treinta, lo era. Pero en su vida solo había salido con dos hombres, así que no podía notársele demasiado.... ¿o si?

-¡Aah...! -su espalda, tras se arrastrado, chocó contra el pecho del mas alto, y Reiji solo pudo alternar entre el reflejo o su rostro al levantar y girar la cabeza. Había bajado las orejas y se podían ver, gracias a sus labios entreabiertos, sus incisivos felinos. Tenía una expresión extraña, como de enfado mezclado con algún tipo de sentimiento al notar las manos sobre aquella extremidad. Aquella escena era demasiado extraña si alguien la viese, y no podía permitir ser expuesto de tal manera.

“Maldito mocoso...”

-Me llamo -recalcó, para que no le siguiera poniendo motes empalagosos- Namikawa Reiji. Tengo diez años mas que tu, ¿no crees que te convendría alguien de tu edad? -eso lo decía, claro, por lo hormonal. Él tenía mas preocupaciones que estar follando como conejos con cualquiera. Nunca tuvo esa época, y no iba a empezar con 33 años. Miró de nuevo el reflejo, mientras el escalofrío de la médula espinal le subía por la espalda. Aún tenía sujeto uno de los brazos de rubio, que muy a su pesar no le dejaría tan fácilmente. Solo rezaba porque nadie entrase. Si aquel chico quería dialogar, le escucharía -aunque luego se largase sin mas-, pero sería fuera de un baño, con su ropa puesta y manteniendo las distancias...

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Mensaje por Invitado Dom Dic 05, 2010 7:32 pm

Recargó súbitamente su barbilla en el espacio existente entre el hombro y la cabeza del mayor, mirando bastante risueño el modo en el que éste intentaba alejarlo, obviamente no podría deshacer el agarre, era un chico tonto, pero para nada débil - Reiji-neko-chan la edad no importa para el amor ¿no crees que haremos una bonita pareja gay? imagínate como una guapa ama de casa cuidado a los niños, esperando a tu macho - masculló suave, señalando el espejo frente a ellos, con una pose tan tierna que una atmósfera rosa y llena de corazones invadió el baño, como si se tratara de un grosero y estereotipado manga shoujo.

No obstante, no todo era miel sobre hojuelas, el rubio por más feliz que se viera tomaba constantemente notas mentales acerca del aspecto del moreno: olía bien, se sentía bien y probablemente sabría bien; sin embargo, más tarde tendría que ir a bañarse y llevar al felino a la veterinaria para que le dieran una limpieza a fondo, no quería enfermedades raritas invadiendo su habitación - ¿es necesario conseguirte una caja de arena? en el hotel donde me hospedo dudo mucho que me dejen hacerlo - sus manos, vivaces y hasta algo temblorosas por la emoción se movieron por toda la extensión del rabito hasta llegar a la cadera del moreno. Justo al sentir la tersa piel desnuda comenzó a presionarla delicadamente como si estuviera tocando algún instrumento con teclas, alternando los movimientos de sus dedos en un lento vaivén sin dejar de sonreír.

- estás muy suavecito - ahora que Kaede por fin se había encontrado con alguien de su agrado, sería muy difícil hacerlo desistir de hacer a Namikawa su mascota. Desde pequeño cada uno de sus caprichos siempre habían sido cumplido al pie de la letra y sus oídos no estaban acostumbrados a la negación, el muchacho sólo escuchaba lo que le convenía, no menos. Además una diferencia de diez años no era tanta, su padre siempre le había insistido para que se consiguiera una esposa ¿qué mejor opción que una linda pantera con el seño fruncido? seguro su progenitor alegraría mucho en navidad al verlos(xD)

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Mensaje por Invitado Miér Dic 08, 2010 8:14 pm

¿Que se imaginase como qué? ¿Acababa de compararle con una mujer? Era mas, ¿que demonios era ese mote que le había puesto? ¡Acababan de conocerse! Y ni siquiera estaba siendo una “aproximación” demasiado normal, ya que estaban encerrados en un baño de una cafetería mientras a él le faltaba parte de la ropa y su interlocutor no paraba de tocarle, poniéndole nervioso.

-¿A mi macho? -repitió, irónico, mirando al rubio a través del espejo- No se si tienes demasiada imaginación o un pensamiento muy anticuado para esta época -dobló suavemente la espalda, moviendo la cola hasta que esta se liberó de las grandes manos del rubio. Tenía unos dedos rasposos, pero cálidos, extasiantes y que le hacían vibrar la piel cada vez que se movían sobre ella. Era un pequeño suplicio después de no haber sido tocado de aquella manera en años.

“¡Pero si no le conozco!” -le gritó de nuevo su consciencia. Aquel crío estaba planeando ya toda una vida con él en cinco minutos, y eso le hacía perderse y pensar cada vez mas que aquel chico estaba completamente loco. Namikawa tenía una carrera, que a pesar de ser pet seguía conservando con mucho esfuerzo, así que lo último que le faltaba era que corrieran rumores sobre su sexualidad.

Sintió por un momento mas como su calor corporal pasaba descaradamente a su cuerpo, sin apartar al vista del espejo. Movió sutilmente la cadera antes de querer crear una espacio entre los dos, así como dejar por imposible el apartarle con solo su brazo. Se había ruborizado ligeramente, y las orejas negras sobre su cabeza se movieron ante el cosquilleo que producía la respiración ajena.

-Está bien, escucha. ¿Quieres hablar? Hablaremos -probaría con la vía diplomática-. Recogeré mis cosas, te disculparás por el escándalo y hablaremos en mi hotel, ¿de acuerdo? Relájate, no necesito caja de arena. Insolente -murmuró, apartando la vista del reflejo del rostro del rubio unos instantes, ya sintiéndose incómodo, arrinconado y, por que no admitirlo, mucho mas nervioso que antes. Tragando saliva, y notando aquella extraña y enorme presión que ejercía la cercanía de Kaede, levantó al cabeza y la giró hacia atrás todo lo que pudo para mirarle directamente, sin ayuda del espejo. Quizás así pareciera algo mas serio...-. No es de mi preferencia entablar conversaciones serias con nadie en medio del baño así que, ¿me permites? Quisiera salir de aquí antes de que esto se malinterpretase...

Esperó su respuesta, mirándole algo enfurruñado e intentando mantener la compostura adulta que poseía. Sus orejas estaban gachas, hacia atrás, lo cual no se sabía si le daba una imagen o mas amenazante o mucho mas provocadora.

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Mensaje por Invitado Jue Dic 09, 2010 5:34 pm

Un sutil y casi imperceptible sonrojo apareció en sus mejillas al verle con aquella mueca; además de presumir un cuerpo firme, piel tersa y caderas angostas, su interlocutor poseía uno de los rostros más bonitos que hubiera visto en Tokio. Con esa visión ya ni siquiera le importaba la continua barrera física que el mayor colocaba entre ellos, él estaba feliz y eso era lo importante - ea ¿ya tan pronto quieres llevarme a tu hotel?... eres un cachondo ¿no es así? - sonrió con tintes infantiles, el rubio había malinterpretado todo lo que había dicho, pero no era su culpa ¿quién en sus cinco sentidos andaba invitando a un perfecto extraño a ir a su hotel? en la antigua ciudad de Kaede eso se tomaba como una invitación para tener sexo salvaje, invitación que no iba a despreciar claro está.

Aún sonriendo como un niño y sin darle a Namikawa la oportunidad de replicar, bajó el rostro en un certero y rápido movimiento hasta que su nariz rozó la contraria; estando ahí, procedió a mordisquear bruscamente su labio inferior y lo haló un poco antes de soltarlo, como si jugara con un resorte. Sinceramente hubiera preferido besarle y así explorar con su lengua aquella curiosa cavidad con afilados dientes, pero al ignorar el historial de higiene bucal del felino no podía darse el lujo de profundizar mucho el contacto, tenía fuertes reservas a la hora de intercambiar fluidos corporales con cualquier desconocido, aunque sólo se tratara saliva, ya saben traumas de la infancia nunca superados(?)

Después de eso, le soltó suavemente, como si el haber mordido sus labios no fuera más que una forma de decir "hola". Se acercó a los lavabos, tomó la camisa todavía un poquito húmeda y se la aventó al pelioscuro directo al pecho antes de proceder a lavarse las manos con abundante jabón líquido al igual que el rostro; no lo había hecho desde que había salido de la universidad hacía un par de horas y ya se sentía sucio - ya no te manosearé más...- "hasta que sepa que no tienes pulgas en el pelaje" pensó, por fortuna aguantándose las ganas de expresarlo en voz alta -… pero quiero ir al médico antes de pasar al hotel, una revisadita nunca viene mal ehh - sí, había dicho médico en lugar de veterinario, parecía que estaba haciendo un avance en cuanto a mejorar su forma de conseguir relacionarse con otros socialmente.

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Mensaje por Invitado Dom Dic 12, 2010 12:19 am

Era increíble como la firmeza del carácter de Reiji iba desapareciendo a pasos gigantes estando con aquel chico. Si pensaba de otra manera, muy para sus adentros, admitía que Kaede tenía un físico increíble. Era guapo, con un rostro perfecto y un aura tentadora. Pero el jaguar no era de los que se dejaban llevar por superficialidades de aquel tipo. Tenía control, antes que nada; algo que parecía escasearle al rubio. De todas maneras, ¿por que había propuesto algo así? Quizás había hablado demasiado rápido...

-Sabes a lo que me refiero, así que no saques conclusiones -apartó la vista, sintiendo aún después de que se separase los dientes en sus labios. Se puso la camisa, suspirando al verse por fin libre de sus brazos y su descarado toque. Captó en seguida lo que quiso decir de ir al hospital, aunque prefería no decir nada. Total, lo mas seguro es que el otro no le escuchase en absoluto y al menos saldrían de una vez de allí.

Cogiendo la corbata, miró a Kaede de reojo, haciéndose el nudo. Mirándose al espejo y viendo que tenía un aspecto mas o menos decente, se adelantó y salió antes de que se viese envuelto en alguna otra tontería del menor. Rápidamente fue interceptado por la camarera, que a parte de decirle que su teléfono móvil -guardado en uno de los bolsillos de su chaqueta- había sonado un par de veces, le preguntó si iba todo bien. Tras asentir y hablar de la manera mas formal que conocía, señaló al culpable de todo, que salía de los lavabos.

-No hay nada de que preocuparse. Este muchacho se ha ofrecido a pagar por los daños como disculpa -mintió, quedando demasiado creíble. Sabiendo que era un maldito niño rico no le haría pagar por sus cosas, pero al menos si por lo demás. Volvió a su mesa, se puso la chaqueta y pagó por un café que no había ni probado. Cogiendo la maleta con el portátil se dirigió hacia la salida, mientras devolvía la llamada a quien fuese que pedía su atención.

Se detuvo de golpe, una vez salió, al escuchar aquella voz. Era la de un compañero de trabajo, al que últimamente notaba demasiado cariñoso. Sobre todo después de haberse transformado en lo que era ahora.

-Si, acabo de salir... -”No has contestado al teléfono del hotel” le había comentado al otro lado- Es que aún no he llegado... -miró de reojo tras de si, como si esperase a que saliese Kaede. No quería encontrarse con aquel hombre- No es necesario, creo que tardaré en llegar. Te mandaré por E-mail las conclusiones del informe por la noche y... -desvió el tema ante las insistencias de una “cita” del otro, cerrando los ojos y frunciendo el ceño en una expresión incómoda. Detestaba a los acosadores, aunque ahora se estuviese salvando de uno con otro...

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Mensaje por Invitado Dom Dic 12, 2010 8:24 pm

Vaya... ese minino sí que era rápido a la hora de escabullirse, para cuando el rubio había ya terminado de enjuagarse y secarse perfectamente la cara, ya no había ni rastros del mayor. Oh bueno, tal vez le compraría una correa o un lazo al estar en la veterinaria, sólo así lo mantendría quieto y disponible para cuando al chico se le ofreciera una buena mamadita mañanera o quisiera pasar el rato espulgando a su mascota.

Cuando al fin salió del baño, buscó con la mirada por todas partes al pelioscuro, suerte que no tardó mucho para vislumbrarlo cerca de la puerta de la cafetería, ya muy dispuesto a irse. Kaede iba a correr tras él y posiblemente a hacerle una tacleada para toquetearlo un poquito más antes de llevarlo al hospital; no obstante, antes de que pudiera dar siquiera un paso, una delgada y bonita meserita se puso frente a él extendiéndole con una sonrisa una nota, en ella la cantidad que debía pagar por sus destrozos se encontraba impresa - joder... si no es el neko quien me pide dinero, es la camarera… no sé porqué soy tan caritativo - suspirando le entregó la tarjeta dorada de papi y esperó pacientemente recargado en la barra mientras la guapa mujer regresaba con ella.

Mientras esperaba se dedicó a observar a través de la puerta transparente a Namikawa, el menor tenía una buena vista, así que pudo darse cuenta sin problemas que el jaguar hablaba por teléfono, su carita estaba rara, pero no lograba identificar qué clase de sentimientos expresaban sus facciones ¿acaso sería posible que el morocho ya estuviera tratando con otro cliente? Pfff... ese tipo sí que era insaciable, cuando se casara con él habría que domesticarlo o, en el peor de los casos, someterlo a una castración química.

Después de unos minutos que le parecieron eternos, su tarjeta fue devuelta. Kaede coqueto se nalgueó a la meserita y salió del establecimiento a toda velocidad antes de que al gerente se le ocurriera llamar a la policía (algo un poco estúpido si tenía en cuenta que al darles su tarjeta ya se habían hecho de sus datos personales) Sonriendo cual niño pequeño que acabara de hacer una travesura, llegó hasta donde estaba el moreno haciendo chocar su pecho y estómago contra la angosta espalda - ea… si ya estás listo, creo que llamaré a un taxi, el camino a la clínica es largo y no pienso caminar - miró en su mano el móvil y de un movimiento rápido se lo arrancó para así saber con quién tanto hablaba - ¿hello hello? acá habla Kaede-chan, futuro padre de los cachorros de Reiji ¿allá quién habla? - sonrió, al parecer al otro lado de la línea se habían quedado en silencio.

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Mensaje por Invitado Miér Dic 15, 2010 10:27 pm

Intentaba por todos los medios no hablar de cosas íntimas en medio de la calle, como lo eran sus planes de aquella tarde. Prefería enfocarse en el trabajo y no ponerse nervioso o crisparse. Su política era mantenerse tranquilo, al menos de cara a la sociedad. Pero el hombre al otro lado del teléfono se lo estaba poniendo difícil. Tras esquivar sus intenciones de cita con los informes, había vuelto diciendo de salir a celebrar el final del proyecto. Namikawa solo tenía dos pensamientos respecto a aquello: o le perseguía porque se consideraba un “amo”, como había hecho Kaede, o quería venderle a algún sitio. No era su intención pensar mal de nadie, pero la gente de aquella ciudad era impredecible...

-Sería imposible. Al menos, cuando consulte mi agenda... ¿? -miró hacia atrás al recibir el apoyo de aquel pecho, seguido de la animada y alta voz del muchacho rubio. Con aquella postura pareció por un momento que había regresado al baño- ¡Kae-...!

Intentó arrebatarle el teléfono, pero se quedó de piedra -y por poco no se desintegra también allí mismo, sobre el asfalto- cuando escuchó la frasecita que le había soltado a uno de sus compañeros. Le dieron ganas de morderle una mano, por entrometido.
Al otro lado del teléfono, tras un largo silencio, la voz del otro se escuchó, dudosa y como si estuviera reteniendo el gritarle. Preguntas como “¿Quien eres? ¿Estás con él? Y ¿Por qué le llamas por su nombre?” surgieron como flechas tras la presentación, mientras que el jaguar finalmente se ponía de puntillas, alargaba la mano y, pegándose sin querer al cuerpo del menor le quitaba el teléfono. El fallo es que al volver a ponérselo en la oreja para aclarar la situación, no se oía nada al otro lado. Miró la pantalla, y vio que se había cortado.

-¿Le has colgado? -miró a Kaede, contrariado, y por un momento parecía que se le erizarían las orejas- ¿Por que has dicho semejante tontería? ¡Ahora se pensará...! -bajó la cabeza y se mordió los labios, mirando luego a los lados. Había levantado la voz sin quererlo- Hablaremos al llegar -murmuró, guardando el teléfono en el bolsillo interno de la chaqueta y girándose, caminando por la acera en busca de un taxi libre. Por suerte no le resultó difícil, teniendo un montón de ellos empezando el turno. Alzó la mano y detuvo a uno, que dio un ligero volantazo hasta quedar con las ruedas delanteras pegadas a la acera. Abriendo la puerta, miró de reojo al rubio, que inevitablemente le seguiría.

Aquel muchacho lo inquietaba, lo sacaba de sus casillas, lo cual no conseguía mucha gente. ¿Y que demonios era eso de “los cachorros de Reiji”? ¡Estúpido!

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Mensaje por Invitado Dom Dic 19, 2010 4:32 pm

Se mantuvo en silencio y sonriendo muy inocente mientras el moreno lo reñía, Kaede se estaba divirtiendo de lo lindo al ver que aquel bonito rostro se descomponía por momentos. No era bueno para su salud contenerse así - vamos, date prisa Neko-chan, se hace tarde y tenemos que planear lo más pronto la boda - se acercó hasta él y le dio un fuerte caderazo para que el cuerpo del jaguar entrara de una vez en el taxi y, antes de que Namikawa pudiera hablar con el conductor, él abrió la boca - a la veterinaria... si llegas en menos de 15 minutos te doy 50 dólares extra - con un semblante totalmente animado, cerró la puerta de golpe y se acomodó de tal forma que su muslo se quedó bien pegadito al del mayor.

Una vez el vehículo comenzó a avanzar, el rubio estiró el cuerpo hacia adelante hasta alcanzar el estéreo del taxi. El chofer, un sujeto entrado en los cuarenta, no dijo nada, se limitó únicamente a mirar al chaval de reojo con una gigantesca gota en la cabeza. Después de todo el cliente siempre tenía la razón, especialmente uno que ofrecía dar propinas tan generosas. Sin problemas Kaede cambió las estaciones hasta llegar a una que le llamó la atención por su variedad en la música ochentera, sonriendo le subió el volumen hasta el máximo, sonaba Surfin 'Bird, una de sus canciones favoritas de toda la vida. Emocionado, comenzó a cantar sin recatos, a todo lo que sus pulmones se lo permitían, moviendo también sus largos brazos de arriba hacia abajo siguiendo la coreografía original de la canción - ..b-b-b-bird, bird, bird, b-bird's the word.. a-well-a bird, bird, bird, the bird is the word.. -

Por lo menos el taxista tuvo la decencia de subir las ventanas hasta el tope para no ir llamando la atención por las calles, no obstante, debido al griterío de Kaede, era imposible que las personas dentro de otros automóviles no los voltearan a ver extrañados, algunos riendo, otros más sintiendo vergüenza ajena al oír semejante manera de cantar. El menor andaba tan alegre que de un momento a otro tomó al pelinegro por la cintura y comenzó a hacerlo contonearse - ..muévete Reiji..pa-pa-pa-pa-pa-pa-pa.. - por suerte no tardarían mucho en llegar al hospital.


*si no has escuchado la canción, búscala, está genial xD

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Mensaje por Invitado Miér Dic 22, 2010 10:30 am

De seguir así, mataría a aquel mocoso. Boda, cachorros, ¿¡veterinario!? ¡Se sentía ultrajado a mas no poder! ¿Que se pensaba que era? Ah, si, un Pet... ¡Pero no tenía que ver! Reiji estaba muy orgulloso de ser uno de los pocos “animales” en aquella ciudad que vivían por su cuenta, o que tuviesen una carrera importante con sueldo mas que inflado. Por un momento pensó en abrir la ventana y tirar a aquel rubio de bote por ella, pero se contuvo. No era su estilo. Seguramente el chaval se cansaría al terminar el día, ya que tenían una notoria diferencia de edades, gustos y particularidades. Se aburriría y él volvería a su casa a terminar el trabajo pendiente.

Era un buen plan. Pero claro, aún tenía que soportar aquel tipo de escenas. Los movimientos espasmódicos y aquel doloroso tono de voz al cantar le hizo bajar las orejas, irritado, mientras apretaba los dientes y se le erizaban levemente los pelos de la cola.

-¿Puedes parar de una vez? -le tomó por los brazos, intentando no alzar la voz, mientras el conductor alternaba la vista entre la carretera y el retrovisor- Te estoy acompañando, así que no hace falta que montes escenitas -se libró de sus brazos y se sentó, recto, en el asiento, cruzando las piernas del modo mas elegante que supo. Alzando la mano, se llevó dos dedos a la sien, soltando un imperceptible suspiro. “Paciencia...”

El coche atravesó las calles del centro, haciendo mirar de cuando en cuando al conductor hacia los lados, buscando, como le había dicho el joven cliente, un Centro Veterinario lo más rápido posible. La música seguía sonando desde la emisora, mostrando una selección de música ochentera que no hizo mas que taladrarle los oídos. Las calles por las que estaban pasando eran las adjuntas al Hospital; de hecho podía verse, mas allá, el edificio blanco de este. Levantando una ceja, cayó en la cuenta de algo.

-¿Que te trae al hospital si parecías estar lo suficientemente bien como para hacer tales locuras en la cafetería? -miró hacia delante- ¿Podría bajar la...? -el conductor ni le escuchaba, por lo que optó por descruzar las piernas e inclinar levemente el cuerpo, colándose entre ambos asientos para estirar el brazo y apagar la radio, quedando todo en un cómodo silencio al fin. Cuando quiso respirar tranquilo, el coche dio un frenazo, haciéndole trastabillar hacia delante y luego caer directo hacia atrás, sobre el regazo del rubio.

-¡Aquí estamos, joven! -anunció el taxista, mirando hacia atrás- Veterinario y dos calles mas allá el hospital, por si quiere ir después de llevar a su gato~

-... ¿Disculpe? -el despeinado Reiji comenzó a tener un serio e importante tic en una ceja, sin ser demasiado consciente aún de la postura en la que había quedado.



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Mensaje por Invitado Vie Dic 31, 2010 4:02 pm

Con todo y que el mayor lo estuviera regañando y que no deseara ser partícipe de sus excelentes movimientos de baile, él seguía en lo suyo, moviendo de manera súper sensual su cuerpo, muy alegre ante la idea de ya tener una mascota e inventándose la letra de las canciones que tocaban en la radio pues la mayoría de éstas no se las sabía. Ni siquiera se tomó la molestia de responder a su cuestionamiento, era obvio que si iban a una veterinaria a quien examinarían sería al jaguar, no a él.

Manteniendo unos morritos infantiles en su carita fue que el rubio observó cómo el liviano cuerpo de Namikawa se estiraba para apagar la música y a los pocos segundos después aterrizaba sobre sus piernas. Sin perder el tiempo, pegó su hombría al trasero redondito, lo rodeó por la cintura con sus manos y comenzó a empujar suavemente su cadera simulando una penetración sobre la ropa. Mientras lo hacía, le dedicaba miraditas entre risueñas y burlonas, se veía todo mono encabritado y ahora caía en cuenta que no solamente él le hacía rabiar - oh gracias taxista-chan… te has ganado cien dólares extra - picó las costillas del jaguar aún moviendo la pelvis - vamos Reiji no seas avaro y paga... nunca llevo efectivo conmigo -

Dirigió ahora su atención hacia el sanatorio animal, era una manzana de edificaciones completamente blancas y con las aceras circundantes repletas de árboles. La entrada del edificio central se mostraban las puertas automáticas más grandes que Kaede hubiera visto en su vida, a palabra lujoso se quedaba corta para describir el lugar - ¡pero qué pomposo es! deben tener un buen departamento de maternidad - se había emocionado tanto al ver el veterinario frente a él que se olvidó por completo del felino y lo levantó por los muslos medio aventándolo en el asiento para salir del vehículo a toda prisa. Una vez afuera corrió hacia el vestíbulo estirando perezosamente los brazos en el camino puesto que se había cansado un poco de hacer todo ese ejercicio con las coreografías, hasta tenía un tanto irritada la garganta, pero bueno ese era el precio de tener una voz tan privilegiada como la suya.

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Mensaje por Invitado Lun Ene 10, 2011 7:01 am

Mentiría si dijese que no había notado tan tremenda hombría pegada a sus cuartos traseros, bajo los respectivos pantalones. Reiji abrió los ojos y erizó suavemente la cola, sintiendo el movimiento descarado y el apretón en su cadera para sujetarle, no pudiendo evitar inclinarse hacia delante para tratar de despegarse de aquel chico que parecía cargar con mas que hormonas y testosterona revuelta. Un par de veces le miró de reojo, ligeramente ruborizado para expresar su disgusto ante sus acciones, volviendo luego al taxista, que estaba tan centrado en cobrar que no se preocupó de que hubiesen dos hombres frotándose en la parte trasera del coche.

“¡Este crío...!” -volvió a maldecir para sus adentros, volviendo a quedar sentado cuando este se deslizó y salió del coche. Resopló lo mas elegantemente que supo, sacó la cartera y le dio un billete cualquiera. Luego, ante las gracias y su peloteo constante, salió también.

Aquel lugar era dolorosamente blanco. ¿De que tipo de cuento habían salido? Aquellas calles siempre le recordaban a algún tipo de escenario macabro de Stephen King... Obviando aquello se quedó junto a Kaede, guardando la cartera, moviendo la cola con inquietud. Aún sentía el roce detrás, y un par de veces miró a su espalda para confirmar que no lo tuviese aún pegado. Se arregló la ropa y dio unos pasos al frente.

-Terminemos con esto -dijo con toda la firmeza que le quedaba. No se iba a dejar impacientar por un muchacho al que le doblaba la edad, ¡ni hablar! Entraría ahí, le acompañaría y luego negociaría con él en su hotel y le haría entender que no era un gato que podía recoger por la calle. Así concluiría aquel capítulo sin sentido de su vida y volvería a sus negocios, a su despecho en casa y a ser acosado -con su consiguiente evasión- por su compañero de trabajo; que gracias a Kaede y su contestación espontánea por teléfono estaría pegado a él como su sombra en la próxima semana.

Pero la realidad pareció golpearle cuando, una vez dentro, se percató de que estaban en un veterinario. Con todo el enfado momentáneo de antes no sabía ni a dónde estaba yendo. Antes de que pudiese mirar a Kaede, un médico con aspecto de no estar demasiado sano mentalmente emergió desde una de las puertas junto a la recepción, quitándose unos guantes de látex al lado de un muchacho que llevaba en brazos a un joven, lloroso y pálido pet conejo.

-¡Bien, bien! ¡Os veo la próxima semana! -el doctor metió la mano en el bolsillo y sacó un chupete para dárselo al chico, pero este un poco mas y acababa gruñéndole. No dándose por aludido, dio una palmada- Bueno, ¿quien sigue?

Reiji se dio la vuelta y enfrentó al rubio.

-¿Es una broma? No necesito estar aquí; soy una persona perfectamente sana. ¿Te burlas de mi...? ¡! -sintió un escalofrío al notar como le tocaban la cola. Miró hacia atrás y vio al médico, observándole tan detenidamente que le pareció insultante. Se dio la vuelta, pero solo consiguió que el otro le tocase la cadera y subiese hasta las orejas y le alzase el mentón, como si fuera un caniche de exposición.

-Un buen ejemplar, sin duda. ¡Y con traje! -si Reiji hubiese sido menos refinado le hubiese dado una buena hostia por estarle tocando- ¿Es su primera revisión? Hacemos descuento por un completo~ -miró a Kaede, como si diese por sentado que era su amo.

Namikawa dio media vuelta con un escueto “Disculpadme” y estuvo mas que dispuesto a salir de un sitio donde no pintaba nada.


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