Después del último cliente... [Priv.]

por Invitado Miér Jun 30, 2010 9:39 am

Ya estaba terminando con el último cliente de lo que podía ser la jornada de hoy. Cansado, con un poco de sudor corriendo por la piel de su frente, se vistió con lentitud, intentando que su cuerpo se reanimara después de lo sucedido. Sus ojos se encontraban cansado, y su cuerpo también. Debía tomarse el resto del día libre para poder descansar, mas algunas personas a cargo del sitio se lo habían aconsejado también. Imaginó que sería una buena idea relajarse en su cuarto, pero luego, al llegar y tumbarse en la cama, deseaba bañarse con tranquilidad, sin que nadie la molestase. ¿Las termales? Sí, estaría bastante bien; agua caliente, nadie quien pudiera molestarla, pues era bastante grande, y si cogía aquella que estaba sin techo por encima mejor, así podría ver el firmamento con la mirada casi adormilada. Tomó una toalla, su bañador y algo de beber antes de entrar, y, claramente, no era agua. De la barra del bar le pidió a uno de los camareros que le dejase algo de alcohol, así poder "evadir" su cabeza un poco. Una vez todo listo, se acercó hasta la puerta donde se encontraban las termales.

Se desvistió en la zona donde se lo permitían a todos los clientes del establecimiento, dejando su ropa del día en un pequeño armario donde se podía dejar las cosas de forma individual, vistiéndose con su bañador luego. Se lo pensó, se lo quitó y se puso una toalla rodeando desde su pecho hasta casi llegar a las rodillas y se acercó con su bebida hasta la entrada del sitio, observando que, por un principio, no había nadie más que ella. Mejor. Se acercó hasta la orilla a paso lento, verificando que no estaba tan caliente como para quemarse adrede.- Perfecta... -Terminó por decir, decidiendo meterse en el agua con cuidado, adaptando su cuerpo a la temperatura del agua. Al estar dentro, se colocó en un borde del agua, dejando la botella a un lado, a la vez que se servía el sake en pequeñas dosis.

La tranquilidad dominó todas las partes de su cuerpo, mientras que sus ojos se clavaban en aquella tela negra con estrellas, admirándola mientras se dejaba caer un poco en el agua, la cual llegaba hasta su cuello. Estaba perfectamente tranquila, sin ningún ruido que la despertase de su agradable trance. Después de todo, el día parecía acabar bien.