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Mensaje por Invitado Dom Oct 02, 2011 1:52 pm

A Zenya le gustaba mucho la mujer que le hacía la limpieza, era mucho más lista que él, gorda de las buenas y con un acento gracioso que de alguna manera lograba amansar al rubio; sin embargo, la chica no pensaba que su acoso sexual fuera divertido, Zenya nunca le había hecho nada concreto, pero ya había perdido la paciencia con él y con sus aberrantes insinuaciones. Por eso había hecho sus maletas esa misma mañana y se había ido sin tener la decencia de avisarle.

Cuando Zenya despertó al mediodía, su tripa comenzó a sonar pidiéndole algo de comer, el rubio buscó por todas partes a la mujer o algo comestible, pero lo único que encontró en su cocina fue una lata de fruta en almíbar. Zenya intentó abrirla pateándola, lanzándola desde el balcón e incluso le prendió fuego usando gasolina, pero increíblemente la lata no cedía. Fue entonces cuando al rubio se le ocurrió la maravillosa idea de usar su cierra eléctrica. Grave error pues en vez de tener un desayuno dulce terminó en el hospital con un dedo menos.

Ahora estaba acostado sobre una hilera completa de asientos en la sala de espera. Tenía ambas manos atrás de la cabeza a modo de almohada, una pequeña bolsita transparente sobre su frente en la que su pulgar flotaba entre agua y hielos a nada de derretirse y se entretenía mirando fijamente la lámpara del techo. No le dolía nada ni se sentía mareado a pesar de que ya había perdido cerca de medio litro de sangre en su casa y unos 200 mililitros más mientras viajaba en el autobús. Contrario a los pronósticos iniciales, Zenya tenía muy buena resistencia y no moriría por una simple hemorragia.

La gente le observaba sin atreverse a hablar. Gracias a esas fachas de gamberro que tenía, los médicos seguro que no le atenderían hasta que fuera el último en la sala. Pese a todo lo anterior, el rubio no estaba molesto ni aburrido, de hecho le encantaba esa huella de ceguera que le quedaba después de observar las lámparas por mucho tiempo y esa sensación de goteo continuo de su mano le hacía cosquillas. Eso sí, estaba algo preocupado por su linda iguana mascota y compañera de toda la vida ¿se encontraría bien? ¿estaría llorando en un rincón extrañándole? ¿ella sí habría podido hallar algo de comer? hubiera sido buena idea traerla con él.

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Mensaje por Invitado Jue Oct 06, 2011 8:10 am

Cuando había descubierto que una de las cajas que transportaba estaba abierta, había sido demasiado tarde. Pese a los gritos de advertencia de sus compañeros, aquella tarde las calles comerciales mas honradas de Tokyo se empaparon de productos de limpieza producto de un descuido de los transportadores. O era mas correcto decir que había sido una imprudencia de la empresa que los distribuía. Como resultado, dos hombres habían acabado en el hospital como las bajas de una guerra repentina: uno con una pierna rota y el otro por ceguera transitoria.
Snake, si ya de por sí había perdido uno de sus ojos, quedarse ciego del otro no ayudaba mucho a su contribución al trabajo. Hablando de cosas bizarras...

El hospital estaba atestado de personas, aunque dudaba que nadie por accidentes tan estúpidos como aquel. Uno de los compañeros sanos se había tomado la molestia de acompañarlos, y David; alias “Snake”, con un paño caliente y húmedo tapándole el único ojo sano que tenía hasta el momento, fue guiado hasta la sala de espera como un infante vulnerable y perdido. Su otro compañero, debido a que se retorcía de dolor, fue llevado dentro casi de inmediato.

-No te muevas de aquí, Snake -escuchó la voz de su compañero, que al poco desapareció tras sentarle junto a un muchacho de aspecto psicótico. El casi cincuentón solo asintió, a pesar de haber sido ya abandonado. Pensar que su trabajo como independiente le llevaría a situaciones como aquella le hizo casi sentir vergüenza ajena. Èl, que pertenecía, aún, a las fuerzas militares mas importantes de su país, y que por tomarse obligatoriamente un tiempo para airear sus ideas hubiese acabado en tal penoso estado... Cualquier compañero de la milicia que le viese así se estaría descojonando de él un mes entero...

-¿?... -miró a su izquierda entonces, a pesar de no poder ver nada. Le había llegado un olor peculiar y conocido- ¿...Sangre?

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Mensaje por Invitado Jue Oct 06, 2011 11:07 am

Los segundos pasaban, cada vez llegaba más gente a la sala de espera y nada más no atendían la hemorragia de Zenya. El paño antes blanco que le rodeaba la herida en su mano ahora se veía completamente rojo y poco faltaba para que la sangre comenzara a manchar el suelo. El rubio en un intento por no perder la conciencia, elevó el brazo al cielo medio incorporándose en el diminuto asiento de plástico. Su ojo bueno pestañeó en varias ocasiones para que las manchas negras producto de andar mirando la luz desaparecieran y entonces fue cuando notó que no estaba solo en la fila de sillas.

- uh - había un tipo junto a él, mayor, gordo (para Zenya todo aquel a quien no se le vieran las costillas era gordo) con un parche en el ojo derecho y un trapo en el otro - ha.. ha.. ¡haha!.. ¡¡HAHAHA!! - sin poder evitarlo el gamberro comenzó a reír a todo pulmón, llevándose las manos al vientre y ganándose a cambio una mirada de desprecio por parte de los demás en la sala - ¡hahaha! ¿qué te pasó oji-san? - se acercó mucho a él, tanto como para que su larga nariz chocara contra la cara del castaño - ¿te picaron por andar de mirón? - nunca debes mirar por los agujeros en los baños públicos, el ojiverde así había perdido el ojo - es curioso que a todos los tuertos siempre nos falte el derecho... ah no, que tú ya eres ciego ¡HAHAHA! -

Por estarse moviendo tanto, de un momento a otro la bolsita con el pulgar se cayó al suelo - ¡mierda! ¡mi dedo! - Zenya se lanzó tras ella tan rápido como pudo, pero antes de alcanzarla, un hombre de bata blanca que casualmente pasaba por ahí la recogió - ¿y esto? - el médico puso la bolsa a contra luz para ver su interior, quedándose perplejo y observando al rubio sin poder creérselo - ¿es un pulgar? ¿porqué no ha pasado? el miembro está a punto de perderse - llamó a una enfermera para que se llevara la bolsa - caballero venga conmigo por favor - en vez de seguir al sensei, el gamberro volvió a sentarse en la silla y miró a Snake con una sonrisa para nada saludable - en un rato más voy, ahora acabo de hacer un amigo -

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Mensaje por Invitado Sáb Oct 08, 2011 11:25 am

Aquella risa estridente logró hincharle la vena de la sien, haciendo que levantase la mano y se la posara en la que esperaba que fuese la cabeza para estrujarle el cráneo entre sus castigados dedos. Como buen hospital que era, estaría atestado de gente, y no le salía del parche quedar como un pervertido que espiaba por un agujero hecho en la pared... Porque no lo hacía, ¡por supuesto!
Sin embargo no tuvo el tiempo -ni la coordinación- para aplastar el diminuto cerebro del escandaloso cuando escuchó al médico. Intuyó, con un tic en la ceja, que aquel psicópata estaba falto de un miembro y aún así tenía el valor de seguir descojonándose en su silla.

-No digas tonterías, muchacho -escuchó al médico protestar-. ¡Rápido, enfermera! ¡Traed una silla y llevadle dentro! Y usted... -Snake dedujo que se dirigía a él, y se apartó el paño húmedo del ojo cerrado, alzando el mentón en dirección a donde venía la voz- ¿Un problema ocular y tampoco a pasado? ¿Que clase de irresponsables sois los dos?

Snake levantó un dedo para defenderse con alguna protesta contundente, pero fue interrumpido de nuevo por el médico, que pedía a otra enfermera que le guiase a alguna de las habitaciones del fondo, junto al pasillo de los quirófanos donde pretendían llevar al rubio. El militar se levantó, frustrado, al sentir los finos brazos de la mujer sujetarle por el suyo para guiarlo, dando un par de pasos torpes antes de ser mas consciente de su ceguera y enderezarse... solo para acabar dándose un porrazo contra la puerta del pasillo, que se tambaleó de atrás hacia delante.

-¡Oh, Dios mio! ¡Lo siento, lo siento! -de todas las enfermeras de un hospital, fijo que le había tocado una interna. Genial. Con el médico rezongando detrás para perderlos a ambos de vista, Snake prefirió ir palpando la pared de camino a su habitación antes que llevarse otro golpe que lo dejase peor de lo que estaba al llegar.

-Relájese. Cuando le demos el alta a su amigo podrá irse con él -le aseguró la chica con voz amable, resaltando las palabras como si en lugar de ciego estuviese sordo-. La operación es sencilla, no necesitará anestesia local completa.

“¿Ese? Pero si no le conozco...” -Pensó. Esperaba al menos que su verdadero acompañante estuviera con él antes de que aquel descarado chavalín se le pegase de nuevo con la excusa del “nuevo amigo”.

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Mensaje por Invitado Mar Oct 11, 2011 6:56 pm

El rubio estaba dispuesto a quedarse en la sala de espera. No todos los días conocía a un ciego y la curiosidad por saber qué le había pasado, dominaba por completo al gamberro; no obstante, toda idea de quedarse ahí desapareció cuando vio a una diminuta y menudita enfermera acercarse a él tímidamente empujando una silla de ruedas - oh ¿para mí? - el muchacho se olvidó completamente de su "amigo" y dando un gran salto acomodó su escaso trasero sobre la sillita - está bien, vamos a que me arreglen. Nos vemos más tarde oji-san - masculló emocionado y entonces hizo avanzar su "vehículo" por el pasillo mientras se ocupaba de imitar el sonido de una ambulancia con la boca.

- IIIUUU IIIUUU IIIUUU ¡abran paso a la ambulancia! IIIUUU IIIUUU - su mano comenzó a sangrar mucho por el esfuerzo de mover las ruedas de la silla, aunque eso no fue impedimento alguno para que en cuestión de minutos Zenya entrara derrapándose en uno de los quirófanos, ahí mismo donde un regimiento de enfermeras junto con otro médico gordo le esperaban con aguja e hilo. El de verde sonrió y estiró la mano ensangrentada, esperaba que no fueran a tardarse demasiado.

Muchas puntadas después...

Zenya caminaba feliz de la vida. Ahora tenía la mano cubierta por una especie de plástico grueso para que su recién operado pulgar no fuera a desprendérsele y llevaba en la boca una paleta de cereza que le había exigido al médico terminada su operación - ¡ojii-saaaan! - llamaba a Snake sin ningún tipo de vergüenza, asomando las narices en todas las habitaciones cercanas al quirófano en donde le habían arreglado. Casualmente en el último consultorio en el que buscó, fue en donde logró hallar a su estimado amigo bigotón - ¡te encontré! - alegremente, el tuerto entró y se paró frente al otro. No sabía si en el tiempo de su ausencia el sensei había logrado devolverle la visión o si todavía andaba en eso - oye... ¿cuántos dedos ves? - extendió el dedo del medio y se lo colocó al mayor a unos cuantos centímetros de su rostro.

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Mensaje por Invitado Lun Oct 17, 2011 8:48 am

La cosa no era grave. Solo bastaba con aclarar los ojos con bastante agua y esperar a que la visión volviese progresivamente sin que ninguna distorsión eclipsase el enfoque. O algo así había dicho el médico. Snake se lo tomó como si fuese un objetivo de mira de un M-24 sucio al que tenía que limpiar y sacar brillo con paciencia. Cuando se quedó solo en la habitación se había quitado el paño esterilizado de la cara y lentamente abrió el párpado, viéndolo todo completamente borroso. Parpadeó, agradeciendo la tranquilidad... hasta que esta se fue a la mierda cuando entró el psicópata del dedo amputado chillando a los cuatro vientos que pasaba de los cuarenta.
Aquel chaval, pese a no haberle visto la cara aún, hacía que se le hinchase la vena de la sien de forma peligrosa.

Levantó las manos con un gesto de fastidio, cogió aquel dedo y con un movimiento y un “crack” pareció descolocarselo, por entrometido.

-Ahora ninguno -contestó, levantándose de aquella camilla mientras parpadeaba e iba enfocando demasiado lentamente para su gusto-. ¿Han terminado de coserte el dedo? Me sorprende que estés vivo si te pones a hacer el gilipollas en una sala de espera en lugar de rogar que te atiendan -resopló, caminando y pasando de largo, rozando su hombro al desviarse, el borrón rubio que tenía delante. Por suerte pudo distinguir la puerta, que se abrió para dejar paso a la enfermera.

-Oh, Zenya-kun, te estaba buscando -leyó su parte, el cual se lo entregó-. El doctor te ha dado el alta, pero quiere verte la semana que viene para ver como evoluciona tu pulgar, ¿de acuerdo? Y usted puede echarse el colirio que le hemos dado, lávese bien los ojos antes de dormir. Estará bien mañana -le dio otro papel firmado-. Puedes llevártelo cuando quieras, necesitaremos esta habitación para un paciente. Gracias~ -sutilmente los estaba echando, con toda sus letras.

-Espere, yo he venido aquí con otra... persona... -la chica se había evaporado. Snake se llevó la mano a la cara; ¿es que la gente mayor ya no tenía voto en aquel país o que?- Da igual -refunfuñó-. Me largo fuera, necesito fumar -expresó su creciente malhumor-. Te aconsejo que vuelvas a casa, chico -caminó hasta una puerta, giró el pomo y salió... o mas bien entró, ya se había metido en el baño por culpa de su ceguera momentánea; perdiendo de paso su momento cool dedicado al mas joven.

Y mientras, uno de su compañero aún estaba en a saber que quirófano con su pierna rota y el otro parecía muy metido en ligar con las internar como para acordarse de él.

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Mensaje por Invitado Vie Oct 21, 2011 11:27 am

El pelo de paja se guardó los papeles bajo la gorra mal colocada - ¡claro! - colocándose la mano en la frente a modo de saludo militar, Zenya le sonrió maliciosamente a la enfermerita, volvería al hospital con tal de recibir otra rica paleta como la que comía.

Ahora Zenya tenía un dedo dislocado también, pero no tuvo la más mínima intención de irse a entablillar, se estaba divirtiendo más viendo al veterano de guerra tratando de irse para quitárselo de encima - ¡hahaha! ¡baka! - entre risa y risa Zenya había jalado al mayor por los hombros para sacarle del baño - ¿por qué quieres fumar ahí? las flatulencias y los cigarrillos no son buena combinación sabías ¡hahaha! - volvió a echar una carcajada tan fuerte como en un principio, ahora empujándole por la espalda con todas sus fuerzas hasta guiarle hacia la verdadera puerta que les sacaba de la habitación. Habiendo salido al pasillo, el menor vio a la misma enfermera de antes llevando a un sujeto en un aparente coma etílico sobre una camilla. La chica les miró con cara de "¿por qué todavía siguen aquí?" y amablemente usó su índice para señalarles la salida.

Zenya no dejó de empujar al castaño hasta distinguir las plantitas artificiales que se ubicaban junto a las puertas automáticas del hospital - uff, vaya que necesitas una dieta viejo - simuló secarse sudor por el esfuerzo y bajó un poco el cuerpo para ubicarse a su nivel, así podía mirar más fácilmente el parche negro de Snake. De la nada, apareció sobre su cabeza un foco encendido y, con un movimiento más rápido que el sonido, Zenya tiró del parche del mayor en busca de arrancárselo - está... duro - hablaba con los labios pegaditos como si estuviera a punto de mandar un beso, sin dejar de halar el trozo de tela hasta lograr hacerse con él, cosa que no tardó mucho en suceder - ¡HAHAHA! - Zenya estaba feliz y dando de vueltas sobre su eje con el parche entre los largos dedos, sin importarle que uno de éstos comenzara a ponerse morado.

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Mensaje por Invitado Mar Nov 01, 2011 6:06 am

Algo le decía que su momento fantástico y de película se había ido al carajo cuando el psicópata había empezado a descojonarse otra vez. Para mas de sus preocupaciones luego se había tomado la molestia de guiarlo fuera del cuarto y las instalaciones sin que pudiese decir nada o atraer la atención de alguno de sus verdaderos compañeros. Se sentía tontamente secuestrado e ignorado por pasar de los cuarenta, e inexplicablemente tenía ganas de liarse a tortas con tanto joven impertinente.

-¡Oye, oye, OYE! -se revolvió en su sitio cuando sintió la presión del hilo del parche en el cráneo, y frunciendo las cejas trató de mantener quietecito al rubio. Porque al menos ya distinguía que era rubio. Levantó los brazos y agitó las manos, como si estuviese espantando una mosca molesta y puñetera- Tienes mucho tiempo libre, ¿verdad? ¿Por que no te vas a estudiar para tus exámenes finales como todo buen adolescente? Por cada tema que te aprendas te compraré alguna revista porno -ya decía cualquier cosa con tal de quitárselo de encima.

El parche voló de su ojo y pasó a dar vueltas en el dedo ajeno, dejandole al descubierto una pequeña incisión bajo el párpado que parecía haber sido tratada mas tarde con puntos. En una de sus misiones había perdido, literalmente, el ojo derecho en una emboscada bien ubicada. Aunque las explicaciones sobraban frente a un chaval que solo sabía reírse por la mas mínima cosa.
Snake entornó el ojo sano hasta poder distinguir su figura y silueta: era un chico alto, sin duda, estilizado, pero desgarbado. No podía aún ver todos los detalles y rasgos de su cara, pero al menos veía un borrón con ropa muy brillante y hortera. Estirando el brazo pretendió cogerle de la pechera o plantarle la mano en plena cara, pero acabó casi metiendole el puño en la boca para coger de rehén a aquella lengua larga y viperina, de la cual tiró hasta poner a Zenya a su altura. La vena de la frente se le marcó tanto que parecía una existencia a parte.

-Si te invito a un helado, ¿me dejarás en paz, niño? -como se podía ver, no había tenido mucho trato con adolescentes en su vida- Porque estás empezando a tocarme los cojones, y mucho -le arrebató el parche, le soltó la lengua (limpiándose las babas en la chaqueta del dueño de estas) y tiró de su propio parche hasta soltarlo, escuchándose un doloroso chasquido contra la piel. Luego buscó sus cigarrillos- Quien me mandará a mi a coger trabajos de ciudad... -refunfuñó como un jubilado.

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Mensaje por Invitado Sáb Nov 05, 2011 4:37 pm

Por un periodo corto de tiempo el rubio dejó de juguetear con el parche para mirar la notoria cicatriz que adornaba el rostro contrario... o por lo menos eso hacía antes que su lengua fuera víctima del ataque de Snake, ataque seguramente producido por sus hormonas menopáusicas - peds a vedad ved mejod in padeche - que traducido al español vendría siendo algo así como: pues la verdad te ves mejor sin parche. Cuando finalmente la prolongada lengua regresó a su boca, el chico sacudió la cabeza y se apretó los mofletes con fuerza como quien busca ocultar el dolor provocándose otro de mayor intensidad - yaghh ¿te estabas rascando el culo antes de verme? tus manos saben asquerooosas ¡hahaha! - Zenya hizo un gesto divertido y se hizo a un lado para que el militar pudiera salir de la clínica antes que él. Después de todo, el respeto hacia los adultos mayores era un asunto muy importante en Tokio.

Daba igual que el tuerto prefiriera las cosas saladas, estaba muriéndose de hambre y no podía desperdiciar la oportunidad de ser alimentado por Snake - a ver... quiero un helado de limón, una revista de lesbianas y un parche como el tuyo - movía la cabeza de arriba a abajo para darle más peso a sus palabras - sí, eso será suficiente para que compres mi amistad - el menor comenzó a caminar muy pegadito a él, cadera con cadera. Bueno como Zenya era mucho más alto su cadera no era precisamente lo que le pegaba al castaño -guiño para los pervertidos-

El de verde gritó de repentinamente, casi quebrando los tímpanos de los transeúntes que pasaban junto a ellos - ¡¡mira!! ¡revistas! - volvió a jalar a Snake, ahora por el brazo hasta llevarlo a la esquina. Ahí, una señora ya muy entrada en años y que tenía un cigarrillo entre los labios como quien acaba de tener sexo, atendía un modesto puestecillo de periódicos, golosinas baratas y por supuesto pornografía. Zenya se acercó a un mini-anaquel en donde se encontraban las publicaciones homos y tomó una revista en la que se veían a dos morenas tetonas lamerse con mucho cariño y otra más en donde un pelirrojo travieso mostraba la mercancía. Zenya le jaló la ropa al castaño como lo haría un crío para llamar su atención - papi papi ¿me las compras? - puso una sonrisa tan retorcida que era todo un alivio que Snake todavía no recuperara totalmente la visión.

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Mensaje por Invitado Vie Dic 02, 2011 6:00 am


-¿Tan triste es tu vida que tienes que comprar amigos? -con un tic en la ceja, Snake emprendió el camino junto al rubio mientras volvía a atarse el parche al ojo correspondiente, entornando el otro ante la cegadora luz que le impedía mucho mas la vista. Olía a lejía y a limpiacristales, así que su objetivo de llegar a casa, quitarse el uniforme de trabajo y darse una buena ducha aún estaba en pie. Aunque retrasándose por culpa del repentino rubio y sus excéntricos caprichos.
Dispuesto estaba a cruzar la calle al asegurarse de que ningún coche podría llevárselo por delante, cuando fue arrastrado a la otra punta de la acera, trastabillando con una boca de incendios y casi comiéndose de lleno una señal de stop. Despeinado y con mas cabreo acumulándose en las hinchadas venas de la frente, levantó el puño y acabó por darle un capón al rubio, que parecía no prestar demasiada atención a nada que le rodease.

-¿Quien coño es tu “papi”? -refunfuñó, mirando al frente para no distinguir a penas la expresión de incomodidad de la anciana, que parecía haberlo visto todo en cuando a pervertidos y viejos verdes se refería- ¿Que estás leyendo? -le arrebató la revista, pegando casi la retina “sana” a la hoja para poder distinguir algo. Un pie. Un muslo. Un punto negro. Otro muslo. Algo redondo pegado a otra cosa redonda. Y Snake estaba quedando como algo peor que un pervertido sin siquiera saber que narices estaba mirando.

-Caballero, para babear la mercancía tiene que comprarla -la voz rasposa de la anciana le advirtió, haciendo que levantase la vista hacia ella, parpadease un par de veces y entornase el ojo para tener una visión mas clara de las dos morenas operadas y esculturales. Levantó la ceja, no disgustándole para nada lo que veía: ¿cuando había sido la última vez que había disfrutado de una visión como aquella? En su casa no habían revistas de aquel tipo mas las que sus compañeros de trabajo llevaban simplemente para pasar el rato y desfrustrar su larga sequía por falta de novia o esposa. Con todos sus trabajos y sus supuestas vacaciones en la milicia, Snake apenas había compartido un solo momento íntimo en la bañera. Sería la edad...

-Tienes un pésimo gusto para las mujeres -le entregó las dos revistas a la anciana, buscando como pudo otra. Lo que le pareció una rubia despampanante en la portada llamó su atención, cogiéndola y señalándola de inmediato- Esto es lo que deberían ver los chavales de tu edad. Las rubias son mucho mejores -era una revista de travestís. La añadió a las demás y sacó de la cartera un billete, con el que pagó por lo seleccionado y por lo que Zenya le había colado de contrabando. Con un dudoso “gracias por la compra”, la vieja les despidió.

Pasando de largo la tienda y cruzando un estrecho callejón, Snake le miró.

-Esto será suficiente, ¿verdad? Puedes volver a casa y ser feliz con dos revistas y una caja de pañuelos, “Zenya-kun” -dio una calada y cogió el cigarrillo entre los dedos, recordando como le había llamado la enfermera estando en la habitación.

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Mensaje por Invitado Dom Feb 12, 2012 6:17 pm

Para no romper con la costumbre y ante el golpe recibido, Zenya lo único que alcanzó a hacer fue soltar una risita mientras que el mayor observaba a detalle las portadas de las demás revistas. Él no era nadie para restringir la energía sexual de otros y mucho menos para criticar gustos ajenos… aun con todo y que esos gustos estuvieran fuera de su comprensión.

- ohhh así que te gustan "las rubias" - intentó formar unas comillas sarcásticas usando sus índices, pero uno de éstos había sido dislocado por el exmilitar mientras que el otro no se veía por tenerlo dentro de la bolsa plástica - ¡quién lo iba a pensar! tus bigotes me indicaban que eras un pedófilo ¡hahaha! - bromeó(?) y luego le dijo adiós con la mano a la vendedora -quien por algún motivo desconocido a Zenya le había parecido sexy-.

Habiendo llegado al callejón, arqueó las cejas y colocó los labios como un pato. Lo que el chaval tenía era hambre, no ganas de jalarse el cogote. Que si hubiera tenido ganas de eso, hacía mucho que le habría pedido a Snake una ayudita manual - ¿y mi helado? - por momentos su cabeza giró de aquí para allá en busca de algún vendedor que de casualidad pasara por aquellos lares, pero siendo sinceros ningún hombre medianamente cuerdo iba a pasear un carrito con campañillas en una zona tan poco atractiva como en la que estaban los tuertos.

Suspiró, decaído, admitiendo la derrota - oji-san puedes hacerme un emparedado de queso en lugar del helado ¿dónde vi…? - a media pregunta volvió a ocurrírsele otra genial idea y dio un aplauso (de paso haciéndose sangrar la mano) - ¡oye! yo conozco a una rubia que está buenísima ¿no quieres que te lleve a conocerla? - le dio 2 que 3 codazos en el costado a modo de cómplice - vamos ¡andaaa! que se folla a cualquier cosa que se mueva y como tu mejor amigo es mi deber informarte que te hace falta tener sexo - no, el larguirucho no podía saber eso, sólo adivinaba y hablaba por hablar.

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