¿Y los edificios? {Priv.Takaya}

Se había perdido. Por mucho que diera vueltas, andase y volviese a andar siempre acababa en la misma conclusión: no tenía ni idea de donde se había metido. Aquel día comenzó como otro cualquiera; se levantó, desayunó un par de manzanas de aquellos puestos de frutas matutinos que tanto parecían gustarle, conversó con aquel chico que le brindó la oportunidad de formar parte de un cómic, Eiji, y salió a dar una vuelta para estirar las alas. Nada había sido extraño, todo lo contrario, la monotonía y la rutina seguían siendo completamente las mismas que las de cada día, las mismas personas, los mismos gritos en las calles y en los mercados, incluso el mismo grupo de niños jugando bajo la casa en la que últimamente se había estado quedando a dormir. ¿El como llegó hasta el bosque?, eso es algo que hubiera preferido saber desde hacía ya un buen rato. En sus alas había varias hojas incrustadas debido a los aleteos con los que entró en aquel inmeso lugar, la frondosidad de los árboles y los matorrales que decoraban ese espacio natural eran dignos de admirar. Tuvo que quitárselas de una en una con bastante cuidado para evitar que éstas mismas le hicieran daño, por suerte pudo conseguirlo antes de la hora de comer.

Su estómago pareció rugir en busca de la comida que, como cada día, le hacía tanta falta. Tuvo que agarrarse el estómago para evitar que comenzara a sonar como días atrás cuando no tenía tan siquier un lugar blando donde reposar la cabeza para descansar. Esas dos manzabas habían pasado a la historia en cuestión de apenas dos horas, los altos vuelos que emprendió ese día eran los culpables. Demasiadas energías gastadas que ahora tendría que recuperar, ¿cómo?, eso si que no lo sabía. Anduvo de un lado a otro con la esperanza de encontrar una baya, una seta, algún árbol que diese cualquier fruto, el que fuese, incluso personas que pudiesen ofrecerle míseros trozos de pan. Pero no tuvo suerte, ni comida ni personas. Pronto se cansó de estar caminando de un lado a otro sin más resultado que el entumecimiento de sus piernas y el deje de fuerza en sus manos. Se sentó bajo un árbol igual de denso que los demás, quizás algo mas colorido ya que disponía de alguna que otra flor que animaba el color opaco de las hojas verdes.- Debí haberme traído dos manzanas más... -suspiró tras decir aquella frase. Posó ambas de sus manos sobre la tierra y echó la cabeza hacia atrás. Intentaría pensar en otra cosa ahora que podía.

Takaya siempre pensó que la vida en la capital sería más fácil, que no tardaría en acostumbrarse, y que además todos sus planes saldrían al pie de la letra. Grave error. En realidad todo era tan complicado como volver a empezar algo que ya tenía armado desde hacía algún tiempo.
Conocía ya una buena parte del lugar, y lo único que ambicionaba era volver al instituto simplemente para poder practicar junto con un equipo. Todo era nuevo, y a la vez aterrador: enormes tiendas, edificios, y un mar de gente. Todo ruidoso y sumamente ajetreado.

Decidió aprovechar aquel caluroso día para practicar al menos un poco, no quería llegar como un novato al instituto.
Como no sabía en donde habría un campo abierto para el público, decidió viajar al bosque, donde además de tener un espacio enorme, podría alejarse del bullicio de la ciudad por al menos un día.

Tomó un tren que lo llevó casi directamente al bosque, simplemente tenía que caminar para alejarse de la estación. Si bien tardó unas cuantas horas en llegar, en verdad que el recorrido había valido la pena: El cielo completamente despejado, una brisa suave y todo lo que alcanzaba su vista estaba cubierto por árboles.

Conocía una zona que estaba libre de vegetación, lo que sería su próximo objetivo. Caminó hasta allá cargando una voluminosa maleta, que simplemente contenía su equipo y algunos víveres. No era mucho, pero sí que ocupaba espacio. Gracias a su condición física no fue un gran problema cargarla por el deteriorado camino.

Cuando llegó quedo boquiabierto, el espacio era enorme, casi del tamaño de un estadio profesional. Y lo único que se le ocurrió fue dejar sus cosas por ahí, sacar el bate y la pelota y respirar profundamente. Su rostro se llenó de confianza y así fue como sacó volando la blanca esfera que parecía que no iba a detenerse...Y no lo hizo. La perdió de vista cuando la misma se internó entre los árboles, aunque supo cuando se detuvo por el golpe del eco que hiso. - Demonios..- lo bueno era que sí venía bien preparado.

Por su mente divagaban un buen montón de ideas que le hacían a veces sonreír.Su aburrimiento era más que notable a pesar de no querer dar signos evidentes de ello, el estar solo en un lugar como aquel bosque no era para menos, sin nada que hacer mas que observar la naturaleza y los animales pasar sin más temor que el de encontrarse con uno de los muchos cazadores que iban para recoger alimentos. Ese día parecía no haber nadie por los alrededores, algo que tranquilizaba al cuervo que reposaba tranquilamente sobre la corteza de aquel árbol tan grande y frondoso. Las hojas caían de vez en cuando por sobre su cuerpo o la tierra que había a su alrededor, era reconfortante el sonido que hacían al golpear contra la hierba. Esa fue una de las cosas que le mantuvo entretenido hasta llegado el momento de marcharse. Ya había estado demasiado tiempo parado, necesitaba movilidad sobre sus piernas y sobre sus alas, ¿por qué no alzar el vuelo y observar desde arriba si había alguna persona por los alrededores?, seguramente se entretenía con tan solo el hecho de estar mirando de un lado a otro.

Justo cuando iba a emprender el vuelo escuchó algo que, si no fuera por la cercanía, apenas se hubiese dado cuenta. Una bola aterrizó justo delante de sus narices, fue una suerte que no le cayera encima. Se hundió un tanto en la tierra ante la fuerza con la que había llegado, menuda brutalidad el que la había lanzado...¿lanzado?, ¿eso quería decir que había alguna persona jugando cerca? Una sonrisa nueva se posó en su rostro mientras se agachaba para cogerla y alzar el vuelo con la esperanza de encontrar a ese alguien y entablar una conversación aunque fuese, estaba aburrido de la monotonía del lugar...de no conocer a nadie mas que a una persona, su cuidadora y a parecer confidente, pues le contaba sus problemas y sus infortunios siempre que tenía la oportunidad. Mientras volaba jugueteó un tanto con la pelota, lanzándola bien alto y recogiéndola mientras caía al vacío, era entretenido. No pareció tardar demasiado en hallar a esa persona, es mas, tampoco estaba tan lejos como había llegado a pensar, aunque si lo suficiente como para pensar que era un excelente jugador al haber lanzado la pelota tan lejos.

-¿Se te ha perdido esto? -Sin pelos en la lengua bajó hacia ese claro para preguntarle algo que seguramente desviara su atención. Se posicionó a su lado, a una cierta distancia para evitar llevarse cualquier golpe con el bate o con cualquier pelota. Hablándo de pelotas...alzó esa que se encontró para darle a entender que se refería a ese objeto. Parecía un chico bastante normal...¿cuántos años tendría?, ¿iría a la escuela?, le pareció interesante y divertido.