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Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
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Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Su estado emocional en aquel momento era inestable y la razón de aquello un hombre de cuarenta años más o menos que semanas antes le había dicho que jamás se fijaría en un hombre menor, pero de todos modos habían pasado una noche junta, no es que estuviese enamorado de él necesariamente, pero si era bastante caprichoso y enterarse que ahora estaba con un sujeto de 27 años le molestaba de sobremanera, pero no dijo nada al verlos, solo desearles felicidad, estaba claro que no quedaría como un estupido frente a ellos. Ahora se encontraba en el mercado negro, tal vez el trabajo le pudiese aliviar un poco el resentimiento que sabia que era inútil pero de todos modos sentía.
Intento concentrarse y prestar atención ahora a su trabajo después de todo era lo único que le quedaba, eso y el esclavo o pet que tendría que comprar, aunque hace unos meses atrás echando un vistazo para comenzar ese trabajo se fijo en un hombre de actitud contemplativa que por unos minutos le había cautivado, aunque parecía tan serio en esa celda que no estaba seguro si era de aquellos catalogados “Peligrosos” ya que llevaba un tiempo allí y nadie parecía reparar en su presencia, ya vería si aun estaba, intentaría convencerlo y si no funcionaba se lo llevaría de todos modos, cuando algo se cruzaba por su mente no había dios que pudiese hacer algo para evitarlo y ahora estaba con el capricho de llevarlo fuera de aquel oscuro lugar, pero claro estaba que antes tenia que reunir información sobre un tal Madarame Kunimasa y el funcionamiento del lugar, era una investigación privada financiada por una mujer que conocía a su jefe y que de manera casi histérica le había ordenado saber en que estaba aquel muchacho, hasta una fotografía le había obligado a aceptar, cosa que no le agrado porque tan solo con su memoria le valía pero los clientes insistían siempre en decirle como hacer su trabajo y aquello era el peor error que podían cometer era llevar evidencia que pudiese arruinar su investigación. Saco la foto para observar el perfil del chico, aparentaba más edad y tenia un físico bastante desarrollado, alzo la mirada y sonrío cuando le vio pasar al parecer bastante ocupado, pico en varios pedazos la fotografía y la arrojo en uno de los basureros.
Camino decidido en dirección en la que el muchacho había ido, llamando la atención de varias personas que le miraban con clara incredulidad, tal vez por la forma tan peculiar en la que iba vestido llevaba un conjunto de pantalón de tela color blanco y una chaqueta corta del mismo color, con tocados escarlatas en las cintas para sujetarlos, llevaba el abdomen vendado al igual que las manos hasta los codos con unos mitones de color rojo en cada mano, zapatos de suela dura pero flexible, sus cabellos los llevaba atado con una cinta blanca, era literalmente un guerrero de la época antigua sacado a estos tiempos, no le presto atención a los cuchicheos ni a las risitas mal disimuladas de algunas mujeres que le señalaron sin pudor. Ingreso en el lugar donde se suponía le atenderían- ¡Buenas! -saludo animado observando al chico y alzando la mano a modo de presentarse y hacerse notar.
Intento concentrarse y prestar atención ahora a su trabajo después de todo era lo único que le quedaba, eso y el esclavo o pet que tendría que comprar, aunque hace unos meses atrás echando un vistazo para comenzar ese trabajo se fijo en un hombre de actitud contemplativa que por unos minutos le había cautivado, aunque parecía tan serio en esa celda que no estaba seguro si era de aquellos catalogados “Peligrosos” ya que llevaba un tiempo allí y nadie parecía reparar en su presencia, ya vería si aun estaba, intentaría convencerlo y si no funcionaba se lo llevaría de todos modos, cuando algo se cruzaba por su mente no había dios que pudiese hacer algo para evitarlo y ahora estaba con el capricho de llevarlo fuera de aquel oscuro lugar, pero claro estaba que antes tenia que reunir información sobre un tal Madarame Kunimasa y el funcionamiento del lugar, era una investigación privada financiada por una mujer que conocía a su jefe y que de manera casi histérica le había ordenado saber en que estaba aquel muchacho, hasta una fotografía le había obligado a aceptar, cosa que no le agrado porque tan solo con su memoria le valía pero los clientes insistían siempre en decirle como hacer su trabajo y aquello era el peor error que podían cometer era llevar evidencia que pudiese arruinar su investigación. Saco la foto para observar el perfil del chico, aparentaba más edad y tenia un físico bastante desarrollado, alzo la mirada y sonrío cuando le vio pasar al parecer bastante ocupado, pico en varios pedazos la fotografía y la arrojo en uno de los basureros.
Camino decidido en dirección en la que el muchacho había ido, llamando la atención de varias personas que le miraban con clara incredulidad, tal vez por la forma tan peculiar en la que iba vestido llevaba un conjunto de pantalón de tela color blanco y una chaqueta corta del mismo color, con tocados escarlatas en las cintas para sujetarlos, llevaba el abdomen vendado al igual que las manos hasta los codos con unos mitones de color rojo en cada mano, zapatos de suela dura pero flexible, sus cabellos los llevaba atado con una cinta blanca, era literalmente un guerrero de la época antigua sacado a estos tiempos, no le presto atención a los cuchicheos ni a las risitas mal disimuladas de algunas mujeres que le señalaron sin pudor. Ingreso en el lugar donde se suponía le atenderían- ¡Buenas! -saludo animado observando al chico y alzando la mano a modo de presentarse y hacerse notar.
Invitado- Invitado
Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Había recibido últimamente muchas llamadas de casa, advirtiéndole que el tiempo pasaba, que se le iba a pasar la vida no haciendo nada y que aún esperaban descendencia suya. No contaba ya las veces que su madre le había mandado fotos de chicas con las que emparejarlo, queriéndolo ya casar y formar una familia con buenos e incomparables genes. Su hermano Yonekuni había sido mas listo y había optado por no cogerle el teléfono a la suya, ya que siempre se repetían las mismas pautas: “¿Como estás? ¿Cuando me vas a presentar a tu prometida? ¿Cuando te casas? ¿La has preñado ya...?”
Conversaciones normales entre una madre y un hijo adolescente...
Como todo la semana anterior, había acudido a su puesto de trabajo. Yonekuni estaba de vacaciones, y había que llevar algún dinerillo extra a casa para comer y para los gastos mayores. Pero tras la llegada de nueva mercancía y de las recogidas de los “abandonados”, la actividad mas emocionante había sido el tercer intento de huida del cuervo, al que al final se vieron obligados a tranquilizar con narcóticos. Era divertido ver como, tras la captura, se veía de nuevo las caras con el viejo, al cual tenía en la celda de al lado. No se sabía que relación había entre ellos, pero mas de una vez habían intentado matarse cuando las hostilidades del pet cargaban brutalmente contra el esclavo.
-Ese tipo de pets no se encuentran en este área -les hablaba a un grupo de jovencitas de instituto, que al parecer habían ido a parar allí por simple curiosidad. Kunimasa abrió la puerta de la trastienda, dejándolas pasar a curiosear y que se llevasen tal susto que perdieran las ganas de volver a pedir “ositos y gatitos” a un lugar como aquel. Cuando escuchó la voz del siguiente cliente, sus ojos rodaron hasta encontrarse con el pelirrojo y sus extravagantes pintas. No sabía si llamarle juerguista, idiota, hortera, anticuado... De todas formas daba igual. En los barrios bajos siempre se veían cosas peores...
-Seh -contestó, pasándose bastante por el forro el protocolo de trabajo de cara al público, acercándose y poniendo un brazo en jarra, frente al chico, al que no dejó de mirar ni un instante. Lo escrutaba, ya fuera porque su altura era casi similar a la suya -lo cual no se solía dar mucho- o porque reconocía que tenía un rostro atractivo, llamativo y seguramente con grandes antecesores- ¿Que es lo que buscas, guaperas?
Conversaciones normales entre una madre y un hijo adolescente...
Como todo la semana anterior, había acudido a su puesto de trabajo. Yonekuni estaba de vacaciones, y había que llevar algún dinerillo extra a casa para comer y para los gastos mayores. Pero tras la llegada de nueva mercancía y de las recogidas de los “abandonados”, la actividad mas emocionante había sido el tercer intento de huida del cuervo, al que al final se vieron obligados a tranquilizar con narcóticos. Era divertido ver como, tras la captura, se veía de nuevo las caras con el viejo, al cual tenía en la celda de al lado. No se sabía que relación había entre ellos, pero mas de una vez habían intentado matarse cuando las hostilidades del pet cargaban brutalmente contra el esclavo.
-Ese tipo de pets no se encuentran en este área -les hablaba a un grupo de jovencitas de instituto, que al parecer habían ido a parar allí por simple curiosidad. Kunimasa abrió la puerta de la trastienda, dejándolas pasar a curiosear y que se llevasen tal susto que perdieran las ganas de volver a pedir “ositos y gatitos” a un lugar como aquel. Cuando escuchó la voz del siguiente cliente, sus ojos rodaron hasta encontrarse con el pelirrojo y sus extravagantes pintas. No sabía si llamarle juerguista, idiota, hortera, anticuado... De todas formas daba igual. En los barrios bajos siempre se veían cosas peores...
-Seh -contestó, pasándose bastante por el forro el protocolo de trabajo de cara al público, acercándose y poniendo un brazo en jarra, frente al chico, al que no dejó de mirar ni un instante. Lo escrutaba, ya fuera porque su altura era casi similar a la suya -lo cual no se solía dar mucho- o porque reconocía que tenía un rostro atractivo, llamativo y seguramente con grandes antecesores- ¿Que es lo que buscas, guaperas?
Invitado- Invitado
Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Si no fuese por la cara de horror que llevaban unas chicas que palidecían al salir de un corredor que probablemente que llevaba a la zona de los “Pets” y esclavos que no tenían nada que ver con aquellos que se vendían en la tienda que estaba en la ciudad, se hubiese largado a reír ante ese saludo tan falto de protocolo por lo que solo se limito a sonreír de manera amplia. Observo con más reservas al contrario de cómo este lo hacia con él reparando en detalles como los gestos que su cuerpo de forma conciente o inconsciente hacia.
Volvió a sonreír esta vez de una forma más picara que antes enseñando sus dientes- ¿De verdad crees que soy guapo? -pregunto alzando una ceja, mirándole de manera fija, de alguna forma debía averiguar cosas a su parecer tan absurdas que por un momento pensó en que era mejor ir directamente con él y preguntarle todo de una buena vez pero su trabajo era su trabajo y no había nada que hacer más que realizarlo de la mejor manera después de todo ya tenia la mitad del sueldo por adelantado- Pero bien, a lo que iba, hace un tiempo de forma inocente me aproxime a los alrededores para dar un vistazo al lugar, fue entonces cuando vi a un hombre de unos cuarenta años súmales o réstales, su piel es ligeramente tostada, tiene una cicatriz en su mejilla izquierda, el cabello castaño, en ese momento vestía una yukata creo de color verde olivo y un haori bastante descuidado, me preguntaste que era lo que buscaba y te respondo que lo busco a él -termino de hablar y respiro profundamente ya que tenia la mala costumbre de hablar mucho y muy deprisa, algo que solía irritar a las personas.
Le miro atento esperando por lo que tuviese que decir sin importar que fuera, de algún modo tenia que sacarle la información necesaria, si tenia prometida, si tenia ya un hijo, cosas que no podían ser normales o eso consideraba él. Que una madre insistirá en saber si su hijo tenia alguien como pareja, si tenia un hijo, que le llevara fotografías de todas las personas a las que frecuentaba, preocuparle eso antes que su salud o si estaba realizando las cosas que deseaba, aunque sospechaba que el sujeto no podía ser muy diferente a esa mujer que le había contratado, se cruzo de brazos ahora mirándole de manera más descarada ya que consideraba inútil tanta reserva si Kunimasa tampoco las guardaba con él, tenia una mirada bastante intensa y analítica la que podía sentir en todo momento.
En cuanto a lo del pet o esclavo que estaba buscando aprovechando que se encontraba en el lugar, esperaba que nadie se lo hubiese llevado antes de que él pudiese hablar directamente para exponerle algunas razones que sirvieran para convencerle, aunque dudaba que quisiese salir de aquella celda, podía verlo en esa forma de intentar pasar desapercibido que muy bien había mostrado la vez en que le vio mientras unos hombres y mujeres pasaban curioseando a os esclavos y pet con clara intención de llevarlos a quien sabe que cosa- ¿Me dejarías hablar con él si es que esta aun disponible? -pregunta ladeando la cabeza mientras sacaba de su cinto un paquete de maní que le había comprado a un muchacho que estaba instalado fuera del mercado.
Volvió a sonreír esta vez de una forma más picara que antes enseñando sus dientes- ¿De verdad crees que soy guapo? -pregunto alzando una ceja, mirándole de manera fija, de alguna forma debía averiguar cosas a su parecer tan absurdas que por un momento pensó en que era mejor ir directamente con él y preguntarle todo de una buena vez pero su trabajo era su trabajo y no había nada que hacer más que realizarlo de la mejor manera después de todo ya tenia la mitad del sueldo por adelantado- Pero bien, a lo que iba, hace un tiempo de forma inocente me aproxime a los alrededores para dar un vistazo al lugar, fue entonces cuando vi a un hombre de unos cuarenta años súmales o réstales, su piel es ligeramente tostada, tiene una cicatriz en su mejilla izquierda, el cabello castaño, en ese momento vestía una yukata creo de color verde olivo y un haori bastante descuidado, me preguntaste que era lo que buscaba y te respondo que lo busco a él -termino de hablar y respiro profundamente ya que tenia la mala costumbre de hablar mucho y muy deprisa, algo que solía irritar a las personas.
Le miro atento esperando por lo que tuviese que decir sin importar que fuera, de algún modo tenia que sacarle la información necesaria, si tenia prometida, si tenia ya un hijo, cosas que no podían ser normales o eso consideraba él. Que una madre insistirá en saber si su hijo tenia alguien como pareja, si tenia un hijo, que le llevara fotografías de todas las personas a las que frecuentaba, preocuparle eso antes que su salud o si estaba realizando las cosas que deseaba, aunque sospechaba que el sujeto no podía ser muy diferente a esa mujer que le había contratado, se cruzo de brazos ahora mirándole de manera más descarada ya que consideraba inútil tanta reserva si Kunimasa tampoco las guardaba con él, tenia una mirada bastante intensa y analítica la que podía sentir en todo momento.
En cuanto a lo del pet o esclavo que estaba buscando aprovechando que se encontraba en el lugar, esperaba que nadie se lo hubiese llevado antes de que él pudiese hablar directamente para exponerle algunas razones que sirvieran para convencerle, aunque dudaba que quisiese salir de aquella celda, podía verlo en esa forma de intentar pasar desapercibido que muy bien había mostrado la vez en que le vio mientras unos hombres y mujeres pasaban curioseando a os esclavos y pet con clara intención de llevarlos a quien sabe que cosa- ¿Me dejarías hablar con él si es que esta aun disponible? -pregunta ladeando la cabeza mientras sacaba de su cinto un paquete de maní que le había comprado a un muchacho que estaba instalado fuera del mercado.
Invitado- Invitado
Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Había muchas maneras de responder a aquella primera pregunta. “Si, no, no estás mal, estás que te sales, amigo...”; pero lo único que pasaba por la mente de Kunimasa era un grosero: “Me gustaría ver esa cara llorando y gimiendo...”. Hizo bien en guardárselo, mas que nada porque no quería aumentar egos ajenos de manera tan gratuita.
Como supuso, la panda de colegialas sin estilo -según Kunimasa, claro- había salido a escape nada mas contemplar los primeros especímenes en sus jaulas. Y no era para menos, ya que no se jactaban de ser “pets ilegales” por nada. La actitud de muchos era tres veces peor que la del propio Madarame, y aunque no era algo por lo que estar orgulloso si que era algo por lo que tener respeto y cuidado. Después de todo en aquel mundillo nadie se podía permitir bajar la guardia.
Escuchó sus palabras, su descripción y solo le vinieron a la mente los dos únicos hombres que pasaban de los cuarenta en el Mercado. ¿De verdad alguien seguía interesándose en personas que tenían un pié en la tumba? A Kunimasa no le aportaban nada; a no ser claro que tuviese un buen físico y no estuviera “usado”. Alguien de cuarenta lo estaría demasiado para su gusto...
-Cuarenta años y cicatriz -movió los labios, sin dejar de mirarle ni parpadear apenas. Se había fijado hasta en el color de los ojos contrarios, seguidos por sus pestañas, el elegante perfil de su nariz y aquellos labios que se estiraban descaradamente en una sonrisa astuta-. O tienes una gran vista o el acercamiento no fue tan inocente -le devolvió la mueca antes de separar la mano de su cadera y rascarse la nuca girándose para coger las llaves de la cajetilla. Con una señal de cabeza, le instó a seguirlo por los pasillos semiiluminados del recinto, con una decoración fría, de puro gris, metal y barrotes. Las luces del techo, blancas y parpadeantes iluminaron sobre sus cabezas hasta la tercera celda, donde había un demonio de tez pálida y ojos mustios. Antes, compartía encierro con dos dragones, uno de ellos pasando los cuarenta; aunque presumiblemente no era el que buscaba aquel chaval si ya no estaban allí.
Siguió andando hasta casi el final del pasillo. La pelirroja cabellera del cuervo se vislumbró en la primera celda. A su lado, dónde debía estar el castaño de la cicatriz, no había mas que grilletes vacíos. Kunimasa, sin cambiar demasiado la expresión, miró a uno de los cuidadores que pasaban hacia el área especial.
-Oye, ¿y el viejo?
-Fuera, en el patio. Yagyu ha ido a buscarle hace nada -contestó, mirando al mas joven antes de seguir su camino. Desde alguna parte se escuchó un gráfico insulto, y tras el eco de unos golpes, los pasos por el pasillo lateral. Uno de los guardias le traía, con bastante tranquilidad. El esclavo caminaba detrás, a un paso de distancia y con el semblante pensativo, sereno y serio. Cuando estuvieron frente a su celda, pareció salir de sus cavilaciones y mirar a los allí congregados, con un ligero parpadeo de confusión.
-¿Otra vez con los “servicios especiales”? -comentó con desinterés y sarcasmo Kunimasa, mientras el chirrido de la verja precedía a que el esclavo ocupase de nuevo su jaula.
-Bueno, alguien tiene que limpiar los escombros del patio trasero, y mientras no se vendan... -el otro cuidador cerró antes de marcharse a por el siguiente “voluntario a limpiar”. Kunimasa, apoyándose en los barrotes, miró al mayor.
-Viejo -captó la mirada de Kojuuro- Tienes visita -miró al otro, ladeando la cabeza, antes de abrir la celda y dejarle entrar, si así lo quería.
Como supuso, la panda de colegialas sin estilo -según Kunimasa, claro- había salido a escape nada mas contemplar los primeros especímenes en sus jaulas. Y no era para menos, ya que no se jactaban de ser “pets ilegales” por nada. La actitud de muchos era tres veces peor que la del propio Madarame, y aunque no era algo por lo que estar orgulloso si que era algo por lo que tener respeto y cuidado. Después de todo en aquel mundillo nadie se podía permitir bajar la guardia.
Escuchó sus palabras, su descripción y solo le vinieron a la mente los dos únicos hombres que pasaban de los cuarenta en el Mercado. ¿De verdad alguien seguía interesándose en personas que tenían un pié en la tumba? A Kunimasa no le aportaban nada; a no ser claro que tuviese un buen físico y no estuviera “usado”. Alguien de cuarenta lo estaría demasiado para su gusto...
-Cuarenta años y cicatriz -movió los labios, sin dejar de mirarle ni parpadear apenas. Se había fijado hasta en el color de los ojos contrarios, seguidos por sus pestañas, el elegante perfil de su nariz y aquellos labios que se estiraban descaradamente en una sonrisa astuta-. O tienes una gran vista o el acercamiento no fue tan inocente -le devolvió la mueca antes de separar la mano de su cadera y rascarse la nuca girándose para coger las llaves de la cajetilla. Con una señal de cabeza, le instó a seguirlo por los pasillos semiiluminados del recinto, con una decoración fría, de puro gris, metal y barrotes. Las luces del techo, blancas y parpadeantes iluminaron sobre sus cabezas hasta la tercera celda, donde había un demonio de tez pálida y ojos mustios. Antes, compartía encierro con dos dragones, uno de ellos pasando los cuarenta; aunque presumiblemente no era el que buscaba aquel chaval si ya no estaban allí.
Siguió andando hasta casi el final del pasillo. La pelirroja cabellera del cuervo se vislumbró en la primera celda. A su lado, dónde debía estar el castaño de la cicatriz, no había mas que grilletes vacíos. Kunimasa, sin cambiar demasiado la expresión, miró a uno de los cuidadores que pasaban hacia el área especial.
-Oye, ¿y el viejo?
-Fuera, en el patio. Yagyu ha ido a buscarle hace nada -contestó, mirando al mas joven antes de seguir su camino. Desde alguna parte se escuchó un gráfico insulto, y tras el eco de unos golpes, los pasos por el pasillo lateral. Uno de los guardias le traía, con bastante tranquilidad. El esclavo caminaba detrás, a un paso de distancia y con el semblante pensativo, sereno y serio. Cuando estuvieron frente a su celda, pareció salir de sus cavilaciones y mirar a los allí congregados, con un ligero parpadeo de confusión.
-¿Otra vez con los “servicios especiales”? -comentó con desinterés y sarcasmo Kunimasa, mientras el chirrido de la verja precedía a que el esclavo ocupase de nuevo su jaula.
-Bueno, alguien tiene que limpiar los escombros del patio trasero, y mientras no se vendan... -el otro cuidador cerró antes de marcharse a por el siguiente “voluntario a limpiar”. Kunimasa, apoyándose en los barrotes, miró al mayor.
-Viejo -captó la mirada de Kojuuro- Tienes visita -miró al otro, ladeando la cabeza, antes de abrir la celda y dejarle entrar, si así lo quería.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Algo que ahora comprobaba era que con tan solo esta visita al mercado no podría sacar la información necesaria para satisfacer o decepcionar a la madre de aquel vendedor tan astuto, sin quitar la sonrisa le miro como parecía meditar con aquella descripción que le había dado de el hombre que quería ver al parecer si conocía bastante a los esclavos y pet que allí habían “Un hombre bastante capaz, probablemente no tenga problemas en conquistar a quien quiera..” estrecho su mirada y esbozo una traviesa sonrisa ante el comentario de la vista y la falsa inocencia simplemente se quedo en silencio.
Se encogió de hombros y comenzó a seguirle mirando con interés a todos los hombres guapos y de edad que veía, pero sin dejar de observar de reojo al chico que le guiaba por ese pasillo, aquel ambiente se le hacia tan natural, muchas veces durante su infancia fue apresado al realizar mal su trabajo, por esa razón sentía cierta nostalgia al oír como los pasos contrarios retumbaban entre las paredes, ya que los suyos eran silenciosos, tan acostumbrado estaba a ser invisible que no podía dejar de lado aquella forma de comportarse. En la celda se suponía estaba a quien quería se encontraba vacía obviamente que en un comienzo creyó que ya se lo habían llevado pero pronto fue sacado de aquel error por uno de los cuidadores que le aseguro que estaba en el patio.
Sonrío con cierta malicia mirando a Kunimasa- Si te metes en la jaula y te pones los grilletes también puedo llevarte -murmuro haciendo un puchero que al parecer causo gracia al cuidador anterior que se río mal disimulado pero observando de reojo al vendedor mientras se alejaba, desvío su mirada al hombre que se aproximaba a una distancia prudente del otro celador, con una sonrisa en sus labios le saludo cuando pareció salir de su letargo y les miro un tanto confundido, seguro le recordaría o quizás no, pero la verdad es que bastante a menudo se pasaba por allí para mirarle, e incluso se desviaba un poco de su camino, un poco era una forma sutil de decir media ciudad, tampoco era un acosador pero ese hombre había dejado una gran impresión en él.
Ingreso en la celda no sin antes guiñarle un ojo a Kunimasa tendría que verle de todas maneras luego, no solo para terminar con el proceso de compra, también para el trabajo extra y en realidad la verdadera razón de que estuviese en ese lugar, trago saliva y miro al hombre esta vez de muy cerca pero aun así a una distancia prudente- Hola ¿Qué tal? Me llamo Harada Sanosuke -se presento bastante animado mientras se apoyaba en una parte de la celda sin bajar la guardia en ningún momento ya que en un lugar como ese no podía distraerse por nimiedades ni tan siquiera por aquel hombre al que miraba de forma fija memorizando cada detalle de sus facciones así como de sus acciones.
Miro hacia atrás para saber quien estaba en ese momento, no porque le avergonzara convencer al hombre, porque si de algo carecía era de timidez, era solo su curiosidad, hizo un puchero y regreso su vista al esclavo, ahora estaba seguro que lo era, aunque por unos segundos su mirada dio con unos rojos cabellos que de cierta forma le recordaron a los suyos- Bueno, tengo la intención de sacarte de este lugar, pero antes quiero saber porque no quieres hacerlo y la razón por la cual intentas pasar desapercibido -se inclino un poco porque estar en un sitio como ese le resultaba incomodo, sin contar con el olor a humedad y encierro que filtraban aquellas paredes, no era un sitio amable para nadie, pero no pensaba que fuese algo incorrecto o moralmente innecesario pues en su vida aunque muchos podrían apreciar que corta, había visto y vivido cosas que para muchos solo podían verse en un guión para alguna película medieval.
¿Le diría la verdad? El fácilmente podría saber si le mentía o no y aunque deseaba sacarlo de ese lugar tan deprimente, no quería pasar a llevar su opinión, pero claro estaba que una cosa era oír sus razones y otra muy diferente era quedarse de brazos cruzados, a demás él era muy bueno convenciendo a las personas o de eso se jactaba. Se acerco un poco más esbozando una amigable sonrisa- Estando aquí pierdes el tiempo, seguro tienes muchas cosas que hacer o probar ¿Qué dices? -murmuro sin moverse del lugar, aunque estaba atento a un posible ataque, no podía estar seguro de su personalidad completa pues él solo le había visto de forma contemplativa y no se podía estar seguro de nada.
Se encogió de hombros y comenzó a seguirle mirando con interés a todos los hombres guapos y de edad que veía, pero sin dejar de observar de reojo al chico que le guiaba por ese pasillo, aquel ambiente se le hacia tan natural, muchas veces durante su infancia fue apresado al realizar mal su trabajo, por esa razón sentía cierta nostalgia al oír como los pasos contrarios retumbaban entre las paredes, ya que los suyos eran silenciosos, tan acostumbrado estaba a ser invisible que no podía dejar de lado aquella forma de comportarse. En la celda se suponía estaba a quien quería se encontraba vacía obviamente que en un comienzo creyó que ya se lo habían llevado pero pronto fue sacado de aquel error por uno de los cuidadores que le aseguro que estaba en el patio.
Sonrío con cierta malicia mirando a Kunimasa- Si te metes en la jaula y te pones los grilletes también puedo llevarte -murmuro haciendo un puchero que al parecer causo gracia al cuidador anterior que se río mal disimulado pero observando de reojo al vendedor mientras se alejaba, desvío su mirada al hombre que se aproximaba a una distancia prudente del otro celador, con una sonrisa en sus labios le saludo cuando pareció salir de su letargo y les miro un tanto confundido, seguro le recordaría o quizás no, pero la verdad es que bastante a menudo se pasaba por allí para mirarle, e incluso se desviaba un poco de su camino, un poco era una forma sutil de decir media ciudad, tampoco era un acosador pero ese hombre había dejado una gran impresión en él.
Ingreso en la celda no sin antes guiñarle un ojo a Kunimasa tendría que verle de todas maneras luego, no solo para terminar con el proceso de compra, también para el trabajo extra y en realidad la verdadera razón de que estuviese en ese lugar, trago saliva y miro al hombre esta vez de muy cerca pero aun así a una distancia prudente- Hola ¿Qué tal? Me llamo Harada Sanosuke -se presento bastante animado mientras se apoyaba en una parte de la celda sin bajar la guardia en ningún momento ya que en un lugar como ese no podía distraerse por nimiedades ni tan siquiera por aquel hombre al que miraba de forma fija memorizando cada detalle de sus facciones así como de sus acciones.
Miro hacia atrás para saber quien estaba en ese momento, no porque le avergonzara convencer al hombre, porque si de algo carecía era de timidez, era solo su curiosidad, hizo un puchero y regreso su vista al esclavo, ahora estaba seguro que lo era, aunque por unos segundos su mirada dio con unos rojos cabellos que de cierta forma le recordaron a los suyos- Bueno, tengo la intención de sacarte de este lugar, pero antes quiero saber porque no quieres hacerlo y la razón por la cual intentas pasar desapercibido -se inclino un poco porque estar en un sitio como ese le resultaba incomodo, sin contar con el olor a humedad y encierro que filtraban aquellas paredes, no era un sitio amable para nadie, pero no pensaba que fuese algo incorrecto o moralmente innecesario pues en su vida aunque muchos podrían apreciar que corta, había visto y vivido cosas que para muchos solo podían verse en un guión para alguna película medieval.
¿Le diría la verdad? El fácilmente podría saber si le mentía o no y aunque deseaba sacarlo de ese lugar tan deprimente, no quería pasar a llevar su opinión, pero claro estaba que una cosa era oír sus razones y otra muy diferente era quedarse de brazos cruzados, a demás él era muy bueno convenciendo a las personas o de eso se jactaba. Se acerco un poco más esbozando una amigable sonrisa- Estando aquí pierdes el tiempo, seguro tienes muchas cosas que hacer o probar ¿Qué dices? -murmuro sin moverse del lugar, aunque estaba atento a un posible ataque, no podía estar seguro de su personalidad completa pues él solo le había visto de forma contemplativa y no se podía estar seguro de nada.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
“Yo que tu no tentaría a la suerte” -escuchó que le susurraba al verlo pasar, contestando a la primera “sugerencia” que le había soltado el muchacho. No sabía de que iba aquella conversación, aunque tratándose del joven y nuevo vendedor que había visto pululando por allí desde la semana pasada seguro que no era nada respetable. Después de todo Kunimasa se había hecho conocido entre aquellas frías paredes por ser un cínico desalmado; y aunque los otros cuidadores no fueran distintos él destacaba particularmente por tratarlos a todos igual. Un ejemplo de juventud corrompida por el ambiente y las generaciones de la capital...
El esclavo, que nada mas entrar en la celda había ocupado un lugar, en cuclillas, justo al fondo, miró como la puerta se cerraba tras el pelirrojo, al cual sin duda reconoció. Kojuuro era alguien observador y tenía una memoria casi fotográfica respeto a los rostros y las presencias de los demás. No por nada aún era el general de los Date. Su espalda, que se mantenía recta y en una postura muy digna a pesar del lugar donde llevaba encerrado no calculaba cuanto, pareció confiarle un aspecto respetable e impertérrito mientras levantaba el mentón y encaraba al joven que le hablaba. Era una propuesta que no se podía ignorar, y le halagaba que se hubiera dado cuenta de todo aquello solo observándolo desde fuera de la verja. Kojuuro era un hombre que siempre que podía ocupaba el patio trasero. Era su pequeño oasis de paz y aire fresco.
-Un placer. Pero me sorprende que un joven como tu desee gastarse un dinero que cuesta tanto ganarse en un lugar como este -apeló, sin malicia alguna. Cerró los ojos, reprimiendo un suspiro. ¿Como explicarse? La situación era complicada, no tenía una “historia de presos” como solían tenerla todos allí presentes. No le habían capturado, no había puesto resistencia, ¿como decirle que simplemente había sido un capricho de su joven señor?- Estoy esperando a alguien -dijo al fin-. Toda mi lealtad pertenece a una sola persona, y no puedo abandonar mi encierro hasta que no sea su voluntad.
¿En serio se creía lo que decía? Aunque fuese en contra de la voluntad de Masamune, tenía la obligación de guardar su espalda, de protegerlo. Dejar que se deshiciera de él de aquella manera, aunque solo fuera “temporalmente” le parecía una vergüenza para alguien tan moral y estricto como lo era él.
-No sé cuales sean tus intenciones al comprarme, pero aconsejaría elegir a otro que no fuese yo -dictó, ante la risilla de Kunimasa, que al parecer se estaba irritando con toda aquella palabrería. El cuervo, encadenado a un lado, levantó el mentón y giró la cara hacia ellos, atento a cada palabra. Aquella forma de pensar del mayor era enigmática, y sus palabras sonaban tan firmes que nadie se atrevería a decir que era un esclavo. Era elocuente, directo y educado, y su tono de voz nunca oscilaba, manteniéndose siempre neutral.
Miró al joven Harada, esperando que entendiese la situación, diera media vuelta y buscase a alguien mas para llevarse. Lo sentía mucho, pero necesitaba reflexionar mucho mas antes de poder aceptar que alguien le sacase...
El esclavo, que nada mas entrar en la celda había ocupado un lugar, en cuclillas, justo al fondo, miró como la puerta se cerraba tras el pelirrojo, al cual sin duda reconoció. Kojuuro era alguien observador y tenía una memoria casi fotográfica respeto a los rostros y las presencias de los demás. No por nada aún era el general de los Date. Su espalda, que se mantenía recta y en una postura muy digna a pesar del lugar donde llevaba encerrado no calculaba cuanto, pareció confiarle un aspecto respetable e impertérrito mientras levantaba el mentón y encaraba al joven que le hablaba. Era una propuesta que no se podía ignorar, y le halagaba que se hubiera dado cuenta de todo aquello solo observándolo desde fuera de la verja. Kojuuro era un hombre que siempre que podía ocupaba el patio trasero. Era su pequeño oasis de paz y aire fresco.
-Un placer. Pero me sorprende que un joven como tu desee gastarse un dinero que cuesta tanto ganarse en un lugar como este -apeló, sin malicia alguna. Cerró los ojos, reprimiendo un suspiro. ¿Como explicarse? La situación era complicada, no tenía una “historia de presos” como solían tenerla todos allí presentes. No le habían capturado, no había puesto resistencia, ¿como decirle que simplemente había sido un capricho de su joven señor?- Estoy esperando a alguien -dijo al fin-. Toda mi lealtad pertenece a una sola persona, y no puedo abandonar mi encierro hasta que no sea su voluntad.
¿En serio se creía lo que decía? Aunque fuese en contra de la voluntad de Masamune, tenía la obligación de guardar su espalda, de protegerlo. Dejar que se deshiciera de él de aquella manera, aunque solo fuera “temporalmente” le parecía una vergüenza para alguien tan moral y estricto como lo era él.
-No sé cuales sean tus intenciones al comprarme, pero aconsejaría elegir a otro que no fuese yo -dictó, ante la risilla de Kunimasa, que al parecer se estaba irritando con toda aquella palabrería. El cuervo, encadenado a un lado, levantó el mentón y giró la cara hacia ellos, atento a cada palabra. Aquella forma de pensar del mayor era enigmática, y sus palabras sonaban tan firmes que nadie se atrevería a decir que era un esclavo. Era elocuente, directo y educado, y su tono de voz nunca oscilaba, manteniéndose siempre neutral.
Miró al joven Harada, esperando que entendiese la situación, diera media vuelta y buscase a alguien mas para llevarse. Lo sentía mucho, pero necesitaba reflexionar mucho mas antes de poder aceptar que alguien le sacase...
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
“Que respuesta tan tajante…” pensó de pronto al oírle y aunque el contrario había utilizado más palabras en expresarse, lo que quiso decir realmente fue un “no” el resto había sido meramente educación, aquella personalidad no hizo más que causarle gracia, estaba acostumbrado a tratar con hombres como aquel, desde su nacimiento y tal parecía que el hombre era también un samurái perdido en esta época. Se sentó como lo hacían cuando los soldados se reunían para pensar en alguna táctica, estaba frente a él mirándole de forma detenida, intentando no pasar por alto ningún detalle.
No volteo a ver a Kunimasa cuando escucho esa risilla, en ese momento estaba concentrado en encontrar las palabras adecuadas con las cuales expresarse- En pocas palabras me estas diciendo que ese “alguien” te dejo aquí y no quieres moverte hasta que vuelva a comprarte… pero supongo que has pensado en la posibilidad de que cualquiera puede venir, pedirte y comprarte, aun sin importarle lo que tú quieras ¿Verdad? No es como si estuvieses en un retiro espiritual, estas en el mercado negro, probablemente ese alguien también pensó en que podrías ser comprado y aun así ¿Te ha venido a ver al menos una vez? –pregunto encorvándose un poco ya que su altura siempre le hacia algo dificultoso mirar a otros a la cara.
Alzo su mano para llevarla a su cabeza, algunos de sus mechones comenzaban a invadir su rostro de forma insistente, apretó los labios entreteniéndose con su cabello de manera infantil tan solo por algunos segundos hasta que volvió a mirar al hombre- Hagamos un ejercicio mental –murmuro estirando un poco sus labios como cuando se concentraba demasiado, pero no era lo suficiente para considerarse un morro- Si alguien te compra, y sinceramente no importa cual sea tú elección al ser un esclavo no tienes derechos – comento siendo bastante claro en su manera de expresarse, no quería herir su susceptibilidad pero tampoco iba a mentirle o suavizar la realidad- Te lleva consigo a donde sea. Hace de ti lo que se le antoje y con esto me refiero a trabajos forzados, sexo, ese tipo de cosas ¿Dónde quedaría tú lealtad? ¿Por qué ser leal con una persona que dispone de ti como se le antoje? No estas aquí para darte una lección ¿Cuánto tiempo llevas en este cuchitril? Además… ni siquiera estas reservado, cualquiera puede disponer de ti -Se hizo hacia atrás ligeramente observando de reojo a un pelirrojo que miraba en su dirección o eso parecía probablemente muchos conocían la historia de aquel hombre que estaba encerrado por su “Señor”
-Mi intención es simple y clara, necesito a alguien que me ayude en el trabajo, no es algo que requiera mucho tiempo pero si condición física, y he visto de lo que eres capaz, si crees que me daré la media vuelta e iré a escoger a otro estas horriblemente equivocado, cuando me decido es difícil que me retracte, por consideración a un guerrero fue que decidí pedir permiso, así que puedes pensar y reflexionar lo que quieras, tengo tiempo, comida y si necesitas espacio, siempre puedo hablar con Kunimasa –señalo al joven vendedor que seguramente estaba un poco fastidiado, ya que la compra estaba tomando su tiempo, pero tendría que joderse porque él no pensaba salir del mercado sin aquel hombre a su lado, así tuviese que permanecer ahí cuanto tiempo requiriera. Aquello que había dicho anteriormente era verdad cualquiera sabia que los esclavos no tenían derechos, eran usado solo para cosas referente a trabajos o de índole sexual y aquellos que se atrevían a huir eran severamente castigados y adoctrinados hasta quebrantarle completamente la voluntad, él mismo conocía a muchos esclavos así que atendían en un bar del puerto, hombres trabajando como cortesanos, siendo utilizado por marinos o cualquiera con dinero para pagar el servicio. Alzo su rostro para ver el contrario, esbozo una pequeña e infantil sonrisa mientras le observaba y sacaba de la pequeña chaqueta blanca una bolsita de maní pero que de momento no abrío.
No volteo a ver a Kunimasa cuando escucho esa risilla, en ese momento estaba concentrado en encontrar las palabras adecuadas con las cuales expresarse- En pocas palabras me estas diciendo que ese “alguien” te dejo aquí y no quieres moverte hasta que vuelva a comprarte… pero supongo que has pensado en la posibilidad de que cualquiera puede venir, pedirte y comprarte, aun sin importarle lo que tú quieras ¿Verdad? No es como si estuvieses en un retiro espiritual, estas en el mercado negro, probablemente ese alguien también pensó en que podrías ser comprado y aun así ¿Te ha venido a ver al menos una vez? –pregunto encorvándose un poco ya que su altura siempre le hacia algo dificultoso mirar a otros a la cara.
Alzo su mano para llevarla a su cabeza, algunos de sus mechones comenzaban a invadir su rostro de forma insistente, apretó los labios entreteniéndose con su cabello de manera infantil tan solo por algunos segundos hasta que volvió a mirar al hombre- Hagamos un ejercicio mental –murmuro estirando un poco sus labios como cuando se concentraba demasiado, pero no era lo suficiente para considerarse un morro- Si alguien te compra, y sinceramente no importa cual sea tú elección al ser un esclavo no tienes derechos – comento siendo bastante claro en su manera de expresarse, no quería herir su susceptibilidad pero tampoco iba a mentirle o suavizar la realidad- Te lleva consigo a donde sea. Hace de ti lo que se le antoje y con esto me refiero a trabajos forzados, sexo, ese tipo de cosas ¿Dónde quedaría tú lealtad? ¿Por qué ser leal con una persona que dispone de ti como se le antoje? No estas aquí para darte una lección ¿Cuánto tiempo llevas en este cuchitril? Además… ni siquiera estas reservado, cualquiera puede disponer de ti -Se hizo hacia atrás ligeramente observando de reojo a un pelirrojo que miraba en su dirección o eso parecía probablemente muchos conocían la historia de aquel hombre que estaba encerrado por su “Señor”
-Mi intención es simple y clara, necesito a alguien que me ayude en el trabajo, no es algo que requiera mucho tiempo pero si condición física, y he visto de lo que eres capaz, si crees que me daré la media vuelta e iré a escoger a otro estas horriblemente equivocado, cuando me decido es difícil que me retracte, por consideración a un guerrero fue que decidí pedir permiso, así que puedes pensar y reflexionar lo que quieras, tengo tiempo, comida y si necesitas espacio, siempre puedo hablar con Kunimasa –señalo al joven vendedor que seguramente estaba un poco fastidiado, ya que la compra estaba tomando su tiempo, pero tendría que joderse porque él no pensaba salir del mercado sin aquel hombre a su lado, así tuviese que permanecer ahí cuanto tiempo requiriera. Aquello que había dicho anteriormente era verdad cualquiera sabia que los esclavos no tenían derechos, eran usado solo para cosas referente a trabajos o de índole sexual y aquellos que se atrevían a huir eran severamente castigados y adoctrinados hasta quebrantarle completamente la voluntad, él mismo conocía a muchos esclavos así que atendían en un bar del puerto, hombres trabajando como cortesanos, siendo utilizado por marinos o cualquiera con dinero para pagar el servicio. Alzo su rostro para ver el contrario, esbozo una pequeña e infantil sonrisa mientras le observaba y sacaba de la pequeña chaqueta blanca una bolsita de maní pero que de momento no abrío.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Estaba claro que aquella no sería una conversación corta. La situación le recordaba desagradablemente a su charla con uno de los estrategas del clan enemigo, si bien recordaba que había caído prisionero de ellos hacía ya años atrás y que habían tenido intenciones de que cambiase de bando. Los factores y los componentes se repetían: una celda, un guardia y la voz de alguien taladrándole los oídos. Solo que aquella vez no era con palabras ácidas y cínicas, sino con una compresión y educación fuera de lugar. Al “general” de Date le venían muchas cosas a la cabeza para negarse, pero no quería ponerse a desentrañar con un desconocido la completa y cambiante personalidad de su joven señor.
-Por supuesto, he pensado en todas las posibilidades que puedan acontecer estando aquí. Las considero pues una prueba de fidelidad -aún recto como estaba, no prestó atención al moreno, y aunque sentía la penetrante mirada del cuervo a su lado prefirió no devolvérsela-. Aunque un hombre sea esclavo del mundo no se puede esperar que su orgullo también lo sea. Como bien dices podrían “disponer de mi”, aunque no creo que estén interesados especialmente en alguien de mi edad para ciertas cosas y yo no creo estar tan dispuesto como para dejarme.
Se refería, claro, al sexo. Aunque reconocía que en los tiempos que corrían habían mas fetiches que personas en aquella ciudad. Por otra parte, y si en algo coincidía con el joven Harada era que llevaba ya tiempo esperando al menos una visita. No con esperanza, pero al menos no pretendía ser del todo negativo respecto a que Masamune apareciese por allí. Alzando el mentón, le dedicó una mirada firme, con las cejas rectas ligeramente fruncidas antes de que su voz volviese a resonar en la celda.
-Admiro tu determinada paciencia, y me halaga profundamente que me creas capaz de ayudarte con tus obligaciones, pero de nada serviría darte una respuesta afirmativa si luego puedo desembarazarme de ti tan pronto como pusiera un pie fuera de este lugar -dijo, a las claras. Kojuuro no era tan sumiso como parecía, y aunque podía tener un corazón inesperadamente grande y paternal no siempre tendría una faceta tan amable. Si era por regresar con “él” se desharía de cualquiera que le comprase- ¿Estarías dispuesto a liberarme sin nada a cambio? -estiró una sonrisa sarcástica y entornó los ojos, exponiendo un aspecto cruel frente al pelirrojo, no haciéndole falta alzar la voz o ponerse en pie.
Fuera, Kunimasa pasaba la llave de la celda y muy a su pesar se retiraba de vuelta al mostrador, dónde un nuevo cliente acababa de aparecer para impedirle escuchar aquella curiosa conversación.
-Por supuesto, he pensado en todas las posibilidades que puedan acontecer estando aquí. Las considero pues una prueba de fidelidad -aún recto como estaba, no prestó atención al moreno, y aunque sentía la penetrante mirada del cuervo a su lado prefirió no devolvérsela-. Aunque un hombre sea esclavo del mundo no se puede esperar que su orgullo también lo sea. Como bien dices podrían “disponer de mi”, aunque no creo que estén interesados especialmente en alguien de mi edad para ciertas cosas y yo no creo estar tan dispuesto como para dejarme.
Se refería, claro, al sexo. Aunque reconocía que en los tiempos que corrían habían mas fetiches que personas en aquella ciudad. Por otra parte, y si en algo coincidía con el joven Harada era que llevaba ya tiempo esperando al menos una visita. No con esperanza, pero al menos no pretendía ser del todo negativo respecto a que Masamune apareciese por allí. Alzando el mentón, le dedicó una mirada firme, con las cejas rectas ligeramente fruncidas antes de que su voz volviese a resonar en la celda.
-Admiro tu determinada paciencia, y me halaga profundamente que me creas capaz de ayudarte con tus obligaciones, pero de nada serviría darte una respuesta afirmativa si luego puedo desembarazarme de ti tan pronto como pusiera un pie fuera de este lugar -dijo, a las claras. Kojuuro no era tan sumiso como parecía, y aunque podía tener un corazón inesperadamente grande y paternal no siempre tendría una faceta tan amable. Si era por regresar con “él” se desharía de cualquiera que le comprase- ¿Estarías dispuesto a liberarme sin nada a cambio? -estiró una sonrisa sarcástica y entornó los ojos, exponiendo un aspecto cruel frente al pelirrojo, no haciéndole falta alzar la voz o ponerse en pie.
Fuera, Kunimasa pasaba la llave de la celda y muy a su pesar se retiraba de vuelta al mostrador, dónde un nuevo cliente acababa de aparecer para impedirle escuchar aquella curiosa conversación.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
En ningún momento su sonrisa se opaco o desapareció al oírle hablar, le recordaba a su antiguo maestro, esa forma tan honorable pero anticuada de ver las cosas, por eso al finalizar este de hablar se rió como un niño travieso al que acababan de llamarle la atención, paso unos de sus dedos sobre sus propios labios para hacer un gesto como de quien piensa- Es obvio que he pensado en la posibilidad que te liberes de mi cuando se te antoje, pero decirle a alguien que será comprando no me apetece ni parece para nada bien, estaba pensando en algo así como un trabajo temporal, claro que con habitación y la mejor comida de bar, con maní tostado y salado que puedas imaginar -alzo los brazos un poco para que sus palabras tuviesen el efecto que él buscaba, pero aun algo inseguro de haberlo logrado, a su parecer la comida de bar y maní eran suficiente para encantarle.
Hizo el cuerpo hacia atrás con curiosidad al ver como Kunimasa se retiraba probablemente a ver que pasaba en el mostrador, aun tenia que preguntarle un par de cosas pero si iba a intentar convencer al hombre el coqueteo estaba descartado, algo tendría que inventar luego, ahora estaba más interesado en ese samurai, el trabajo podría esperar, volvió su vista al hombre frente a él sin retirar su sonrisa, no era que solo quisiera relajar el ambiente, el simplemente solía sonreír de aquella manera sin importar la circunstancia, estaba convencido que sus músculos faciales estaban tan acostumbrados a esa mueca que de no hacerla conscientemente de todas formas aparecería, alguno de sus ex y pasajeros amantes le decían que dormido también sonreía y bueno hasta ese momento nadie se había quejado o le había dicho algo ofensivo, sarcástico o irónico respecto a eso.
- Entonces hagamos algo ¿Vale? Puedes salir y dejar a los encargados la dirección y teléfono de mi casa, si ese “Alguien” llegase a presentarse por aquí bien pueden llamarnos para informarnos, así tú puedes tomar las medidas necesarias -su voz era relajada, como si aquel hombre fuese su amigo desde hacia mucho tiempo, nadie podría negar lo contrario, la forma de dirigirse a él era respetuosa pero semi informal, ladeo un poco la cabeza pensando en como convencerle, si aquel argumento no le agradaba, tendría que recurrir a otra cosa, aunque su mente no funcionaba con normalidad aquel día, tenia bastante sueño y estaba cansado, la mujer que le había contratado le hizo pasar toda la noche escuchando la historia familiar, lo importante que era tener descendencia y lo fracasado que eran aquellos que se involucraban con cualquiera sin notar su genética, sus predecesores y ya no recordaba que más, hasta ese momento aun no podía sacar esa voz desagradable de su mente, si su madre hubiese sido así probablemente se habría marchado antes del pueblo.
De forma descuidada se llevo una mano a su hombro izquierdo el que masajeo vanamente para aliviar un poco aquella tensión que sentía, después de aquel momento de esparcimiento volvió a dirigir su mirada al hombre esbozando una sonrisa infantil- Vamos, se que quieres ser fiel y bla bla, pero estar en esta celda no es demasiado productivo, cuando tengas que volver con ese “alguien” pues vuelve, hasta entonces aprovecha de tus días, no es una mala oferta ¿Qué dices? -murmuro tomándole de las manos de manera imprudente y agitando de estas de forma enérgica mientras en sus labios aun era visible una amplia sonrisa que demostraba cuan animado se encontraba, los rechazos a esas alturas ya no eran algo que le acomplejara, pero tampoco quería sonar como un perdedor que dijese estar acostumbrado a fracasar, pero en cuanto a parejas su relaciones habían sido eso, un completo fracaso.
Cuando soltó sus manos hizo un gesto de pena pues era siempre demasiado impulsivo y no era su costumbre medirse cuando estaba “emocionado” así como tampoco era capaz de mentir ni hablar de ocultar sus sentimientos, si ahora estaba siendo tan comprensivo, era simplemente porque intentaría hacerle cambiar de opinión con respecto a marcharse de su lado, o ya perdería la cuenta de cuantos intentos fallidos tendría, ladeo la cabeza y torció ligeramente los labios en un gesto de obvia concentración- Si me dices que si, salimos de este lugar y nos vamos a comer, muero de hambre y seguro en este lugar no hay menú casero ¿Verdad? Esto… por cierto ¿Cómo te llamas? -soltó una risa que llamo la atención en ese sector en las celdas contiguas los pets o esclavos le miraban bastante perplejos y uno que otro esbozo una sonrisa.
Hizo el cuerpo hacia atrás con curiosidad al ver como Kunimasa se retiraba probablemente a ver que pasaba en el mostrador, aun tenia que preguntarle un par de cosas pero si iba a intentar convencer al hombre el coqueteo estaba descartado, algo tendría que inventar luego, ahora estaba más interesado en ese samurai, el trabajo podría esperar, volvió su vista al hombre frente a él sin retirar su sonrisa, no era que solo quisiera relajar el ambiente, el simplemente solía sonreír de aquella manera sin importar la circunstancia, estaba convencido que sus músculos faciales estaban tan acostumbrados a esa mueca que de no hacerla conscientemente de todas formas aparecería, alguno de sus ex y pasajeros amantes le decían que dormido también sonreía y bueno hasta ese momento nadie se había quejado o le había dicho algo ofensivo, sarcástico o irónico respecto a eso.
- Entonces hagamos algo ¿Vale? Puedes salir y dejar a los encargados la dirección y teléfono de mi casa, si ese “Alguien” llegase a presentarse por aquí bien pueden llamarnos para informarnos, así tú puedes tomar las medidas necesarias -su voz era relajada, como si aquel hombre fuese su amigo desde hacia mucho tiempo, nadie podría negar lo contrario, la forma de dirigirse a él era respetuosa pero semi informal, ladeo un poco la cabeza pensando en como convencerle, si aquel argumento no le agradaba, tendría que recurrir a otra cosa, aunque su mente no funcionaba con normalidad aquel día, tenia bastante sueño y estaba cansado, la mujer que le había contratado le hizo pasar toda la noche escuchando la historia familiar, lo importante que era tener descendencia y lo fracasado que eran aquellos que se involucraban con cualquiera sin notar su genética, sus predecesores y ya no recordaba que más, hasta ese momento aun no podía sacar esa voz desagradable de su mente, si su madre hubiese sido así probablemente se habría marchado antes del pueblo.
De forma descuidada se llevo una mano a su hombro izquierdo el que masajeo vanamente para aliviar un poco aquella tensión que sentía, después de aquel momento de esparcimiento volvió a dirigir su mirada al hombre esbozando una sonrisa infantil- Vamos, se que quieres ser fiel y bla bla, pero estar en esta celda no es demasiado productivo, cuando tengas que volver con ese “alguien” pues vuelve, hasta entonces aprovecha de tus días, no es una mala oferta ¿Qué dices? -murmuro tomándole de las manos de manera imprudente y agitando de estas de forma enérgica mientras en sus labios aun era visible una amplia sonrisa que demostraba cuan animado se encontraba, los rechazos a esas alturas ya no eran algo que le acomplejara, pero tampoco quería sonar como un perdedor que dijese estar acostumbrado a fracasar, pero en cuanto a parejas su relaciones habían sido eso, un completo fracaso.
Cuando soltó sus manos hizo un gesto de pena pues era siempre demasiado impulsivo y no era su costumbre medirse cuando estaba “emocionado” así como tampoco era capaz de mentir ni hablar de ocultar sus sentimientos, si ahora estaba siendo tan comprensivo, era simplemente porque intentaría hacerle cambiar de opinión con respecto a marcharse de su lado, o ya perdería la cuenta de cuantos intentos fallidos tendría, ladeo la cabeza y torció ligeramente los labios en un gesto de obvia concentración- Si me dices que si, salimos de este lugar y nos vamos a comer, muero de hambre y seguro en este lugar no hay menú casero ¿Verdad? Esto… por cierto ¿Cómo te llamas? -soltó una risa que llamo la atención en ese sector en las celdas contiguas los pets o esclavos le miraban bastante perplejos y uno que otro esbozo una sonrisa.
- Spoiler:
- Lamento la calidad del post Uu... estoy desde un ciber desde que mi pc paso a mejor vida, cualquier cosa me avisas, nos vemos, espero que estés bien
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Lo mas irónico es que estaba de acuerdo con todo lo que escuchaba. Una cosa era la fidelidad y otra muy distinta era el dejarse manipular por un joven señor que obviamente había perdido el rumbo de sus acciones al imponer un castigo tan humillante para un hombre chapado a la antigua como lo era Kojuuro. Recordaba muy bien por que había empezado todo: habían regresado de un enfrentamiento con la guerrilla de sus vecinos, que habían hecho añicos sus cosechas y se habían dado el lujo de quitar del camino a dos de sus camaradas. Masamune estaba furioso. Y cuando se frustraba venían las órdenes sin sentido como pasar la noche en vela reflexionando sobre sus errores mientras exigía compañía para beber frente al jardín, donde estaba apostada su habitación. La conversación sobre la batalla perdía relevancia a medida que el veinteañero parecía perder serenidad debido al alcohol, terminando por aplacar sus confusos y efusivos sentimientos en su subordinado.
Kojuuro no supo cuando empezó a consentirle de aquella manera. No supo como había acabado cayendo y autoconvenciéndose de que aquello era nada mas que mera ayuda para un niño que nunca fue querido por su familia. Irremediablemente había seguido compartiendo sus noches con él. ¿Era justo que por un arrebato al haberse negado tras darse cuenta de lo que hacía, él estuviera allí? Al parecer el joven Harada no estaba de acuerdo, incluso ignorando aquella historia que solo se había proyectado en su mente durante dos minutos de pleno silencio entre las frases y las ideas que le exponía ahora que se habían quedado solos.
-Eres insistente -cerró los ojos, bajó el mentón y esbozó una sonrisa. Le había dicho que podía acabar con su vida para así poder beneficiarse y facilitar su escapada, ¿como es que seguía sonriendo? O los jóvenes eran incomprensibles o él se estaba haciendo viejo-. No tendré manera de pagarte la cantidad que gastes para sacarme. Lo sabes, ¿verdad? -tampoco tenía dinero para volver a la casa de su señor. Era un recorrido bastante largo donde debía abordar muchos medios de transporte público. No podía ir andando como mismo estaba, sin ropas, sin comida y sin mas fuerza que sus propios principios-. Y mucho menos si me invitas a comer -pareció reír por lo bajo, una risa que sonó pasiva y ronca.
De cualquier forma, tendría que salir, y tendría que volver, aunque una parte moralista de si no quisiera. Si se merecía tanto estar entre rejas prefería pagar un precio mas honorable que aquel siguiendo un respetable código al arrancarse su propia vida de forma voluntaria. Kojuuro era aquel tipo de persona que cuando cometía un error, lo admitía; y cuando cometía una falta deshonrosa e irreparable prefería desaparecer antes de seguir perjudicando. Haciendo un gran esfuerzo se levantó del suelo, apoyando las manos en sus rodillas entumecidas e irguiéndose frente al pelirrojo, suspirando y soltando un quejido al notar como le crujían los huesos de la espalda. Se estiró cual alto era, con una presencia imponente, ancha y un kimono levemente manchado de tierra, pero perfectamente colocado. Se sacudió y se recolocó algunos mechones del pelo hacia atrás con las manos.
-No sé si pensar en que eres uno de los pocos jóvenes temerarios que conozco o si realmente no sabes todo lo que estás diciendo, Harada-kun -estiró la mano, ofreciéndole su ayuda para que se levantase también del suelo. Aquel muchacho parecía cansado, y prolongar la estadía en un lugar así le haría sentirse aún mas culpable-. Aún no entiendo tu particular interés en alguien como yo, que no te da la estable seguridad de seguir a tu lado una vez salga. Los tiempos cambian -pareció sentir nostalgia cuando, años atrás, los adultos hablaban y los niños callaban y obedecían. En aquella época, sin embargo, un adolescente podía hacer uso de su dinero para comprar a una persona. Inverosímil-. En cualquier caso me es difícil creer que me dejarás marchar cuando la ocasión se me presente, aunque supongo que eso es mejor que nada.
Dio un paso al frente, aprovechando la mano que le había tendido para estrecharle la suya en una señal de tardía presentación. El desgastado tabi de madera repiqueteó en el suelo, mientras lo máximo de piel que podía mostrar aquel kimono era a través de sus solapas abiertas, donde se visualizaba el pecho, las muñecas al estirar los brazos y apartar las mangas o los tobillos, cuyo bajo de la ropa no tapaban.
-Katakura Kojuuro -Harada brillaba de sentimientos inexplicables. Algo que había captado mas de uno que tenía vistas a aquella celda-. General del antiguo ejército de Sendai -su mirada, aún ahora, irradiaba fuerza, determinación y vigor-. Pero supongo que en esta situación solo Kojuuro bastará -y volvió a sonreír, sosegado.
Kojuuro no supo cuando empezó a consentirle de aquella manera. No supo como había acabado cayendo y autoconvenciéndose de que aquello era nada mas que mera ayuda para un niño que nunca fue querido por su familia. Irremediablemente había seguido compartiendo sus noches con él. ¿Era justo que por un arrebato al haberse negado tras darse cuenta de lo que hacía, él estuviera allí? Al parecer el joven Harada no estaba de acuerdo, incluso ignorando aquella historia que solo se había proyectado en su mente durante dos minutos de pleno silencio entre las frases y las ideas que le exponía ahora que se habían quedado solos.
-Eres insistente -cerró los ojos, bajó el mentón y esbozó una sonrisa. Le había dicho que podía acabar con su vida para así poder beneficiarse y facilitar su escapada, ¿como es que seguía sonriendo? O los jóvenes eran incomprensibles o él se estaba haciendo viejo-. No tendré manera de pagarte la cantidad que gastes para sacarme. Lo sabes, ¿verdad? -tampoco tenía dinero para volver a la casa de su señor. Era un recorrido bastante largo donde debía abordar muchos medios de transporte público. No podía ir andando como mismo estaba, sin ropas, sin comida y sin mas fuerza que sus propios principios-. Y mucho menos si me invitas a comer -pareció reír por lo bajo, una risa que sonó pasiva y ronca.
De cualquier forma, tendría que salir, y tendría que volver, aunque una parte moralista de si no quisiera. Si se merecía tanto estar entre rejas prefería pagar un precio mas honorable que aquel siguiendo un respetable código al arrancarse su propia vida de forma voluntaria. Kojuuro era aquel tipo de persona que cuando cometía un error, lo admitía; y cuando cometía una falta deshonrosa e irreparable prefería desaparecer antes de seguir perjudicando. Haciendo un gran esfuerzo se levantó del suelo, apoyando las manos en sus rodillas entumecidas e irguiéndose frente al pelirrojo, suspirando y soltando un quejido al notar como le crujían los huesos de la espalda. Se estiró cual alto era, con una presencia imponente, ancha y un kimono levemente manchado de tierra, pero perfectamente colocado. Se sacudió y se recolocó algunos mechones del pelo hacia atrás con las manos.
-No sé si pensar en que eres uno de los pocos jóvenes temerarios que conozco o si realmente no sabes todo lo que estás diciendo, Harada-kun -estiró la mano, ofreciéndole su ayuda para que se levantase también del suelo. Aquel muchacho parecía cansado, y prolongar la estadía en un lugar así le haría sentirse aún mas culpable-. Aún no entiendo tu particular interés en alguien como yo, que no te da la estable seguridad de seguir a tu lado una vez salga. Los tiempos cambian -pareció sentir nostalgia cuando, años atrás, los adultos hablaban y los niños callaban y obedecían. En aquella época, sin embargo, un adolescente podía hacer uso de su dinero para comprar a una persona. Inverosímil-. En cualquier caso me es difícil creer que me dejarás marchar cuando la ocasión se me presente, aunque supongo que eso es mejor que nada.
Dio un paso al frente, aprovechando la mano que le había tendido para estrecharle la suya en una señal de tardía presentación. El desgastado tabi de madera repiqueteó en el suelo, mientras lo máximo de piel que podía mostrar aquel kimono era a través de sus solapas abiertas, donde se visualizaba el pecho, las muñecas al estirar los brazos y apartar las mangas o los tobillos, cuyo bajo de la ropa no tapaban.
-Katakura Kojuuro -Harada brillaba de sentimientos inexplicables. Algo que había captado mas de uno que tenía vistas a aquella celda-. General del antiguo ejército de Sendai -su mirada, aún ahora, irradiaba fuerza, determinación y vigor-. Pero supongo que en esta situación solo Kojuuro bastará -y volvió a sonreír, sosegado.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Realmente si era insistente, tal vez una arista de su personalidad que más resaltaba era aquello, sus ojos no perdieron de vista la figura contraria, todos los movimientos hasta los mas simples no pasaban desapercibidos para él, pero hizo su cuerpo ligeramente hacia delante cuando la forma de hablar del mayor le pareció comenzaba a cambiar, no era tan tajante en sus respuestas ni sus palabras parecían frías- El dinero no es importante, lo hago porque me parece incorrecto que un hombre que parece tan respetable estuviese en un lugar tan corrupto, además me ayudaras en el trabajo que por cierto no te he comentado, pero ya te enteraras -Una amplia sonrisa se formo en sus labios, al notar por donde comenzaba a ir la conversación.
Alzo la mirada al percatarse que el contrario con cierto esfuerzo se levantaba en el reducido lugar en el que estaban, mientras le observaba algunas dudas se hicieron presente en su mente, no comprendía como alguien iba por propia voluntad a un lugar como aquel, más que esperara a que el alguien responsable se hiciera presente, y aunque estuviese con esa duda permanentemente nada podía hacer en ese momento, después de todo aquello no era de su incumbencia, si el mayor en algún momento quería hablar al respecto le oiría si no se presentaba el caso pues se quedaría con la duda, aunque eso lo veía un tanto improbable, pues su curiosidad siempre le traía problemas y no se calmaba hasta resolver todo los pendientes, por ejemplo, en el momento pensaba en como solucionar lo de su trabajo.
Ladeo la cabeza al salir de su sopor, cuando la voz del contrario llego a él- No se puede estar seguro de nada -comento tomando la mano que se le ofrecía, la estrecho con firmeza y se alzo rápidamente- Supongo que debe ser difícil entender la motivaciones contrarias, los tiempos no cambian, solo avanzan así como las personas, si te quedas atrás es lógico que luego te pierdas, el asunto es ¿Quieres avanzar o prefieres quedarte en los tiempos de antaño? -realmente no era un pregunta directa para el mayor, ese cuestionamiento era el que durante mucho tiempo se había preguntado, hasta que finalmente se había decidido por avanzar- ¿Por qué es difícil? No por esto significa que pueda mandar sobre ti, eso sinceramente me parece absurdo -comento casi riendo de sólo pensarlo. Cuando su mano fue estrechada le miro ciertamente perplejo, aunque estuviese hablando del ritmo acelerado de la vida ambos parecían sacado de un libro de historia antigua, aunque su vestimenta era aun más llamativa que la del mayor, con su torso casi por completo al encubierto y tan solo el vendaje sobre su abdomen.
-Es un verdadero placer Kojuuro-san, yo soy Sanosuke Harada ex capitán de la décima unidad del shinsengumi en la provincia de Kai, hoy espía de elite para una corporación, puedes llamarme como quieras -volvió a presentarse sólo para mantener la formalidad del momento, se entretuvo agitando su mano de forma un tanto exagerada por un momento hasta que observo a un lado donde un pelirrojo parecía atento a la situación al igual que otros alrededor de aquella jaula, soltó el agarre de la mano y se giro- ¡Eh! ¡Vendedor-san! -elevo la voz para llamar la atención de Kunimasa, ya que no le podía llamar por su nombre, eso le delataría.
Se apoyo en los barrotes de la celda y observo con atención en la espera de aquel joven, pensando de que forma le preguntaría a aquel chico sin tenia ya a alguien en su vida, si tenia un hijo y ya no recordaba que más, pues simplemente le preguntaría directamente, no parecía ser de esos hombres que se iban con rodeos, se giro y le sonrió a Kojuuro de manera animada- ¿Qué tan aburrido es estar en este lugar? -pregunto mientras dejaba pasar el tiempo hasta que se dignaran a sacarles.
Alzo la mirada al percatarse que el contrario con cierto esfuerzo se levantaba en el reducido lugar en el que estaban, mientras le observaba algunas dudas se hicieron presente en su mente, no comprendía como alguien iba por propia voluntad a un lugar como aquel, más que esperara a que el alguien responsable se hiciera presente, y aunque estuviese con esa duda permanentemente nada podía hacer en ese momento, después de todo aquello no era de su incumbencia, si el mayor en algún momento quería hablar al respecto le oiría si no se presentaba el caso pues se quedaría con la duda, aunque eso lo veía un tanto improbable, pues su curiosidad siempre le traía problemas y no se calmaba hasta resolver todo los pendientes, por ejemplo, en el momento pensaba en como solucionar lo de su trabajo.
Ladeo la cabeza al salir de su sopor, cuando la voz del contrario llego a él- No se puede estar seguro de nada -comento tomando la mano que se le ofrecía, la estrecho con firmeza y se alzo rápidamente- Supongo que debe ser difícil entender la motivaciones contrarias, los tiempos no cambian, solo avanzan así como las personas, si te quedas atrás es lógico que luego te pierdas, el asunto es ¿Quieres avanzar o prefieres quedarte en los tiempos de antaño? -realmente no era un pregunta directa para el mayor, ese cuestionamiento era el que durante mucho tiempo se había preguntado, hasta que finalmente se había decidido por avanzar- ¿Por qué es difícil? No por esto significa que pueda mandar sobre ti, eso sinceramente me parece absurdo -comento casi riendo de sólo pensarlo. Cuando su mano fue estrechada le miro ciertamente perplejo, aunque estuviese hablando del ritmo acelerado de la vida ambos parecían sacado de un libro de historia antigua, aunque su vestimenta era aun más llamativa que la del mayor, con su torso casi por completo al encubierto y tan solo el vendaje sobre su abdomen.
-Es un verdadero placer Kojuuro-san, yo soy Sanosuke Harada ex capitán de la décima unidad del shinsengumi en la provincia de Kai, hoy espía de elite para una corporación, puedes llamarme como quieras -volvió a presentarse sólo para mantener la formalidad del momento, se entretuvo agitando su mano de forma un tanto exagerada por un momento hasta que observo a un lado donde un pelirrojo parecía atento a la situación al igual que otros alrededor de aquella jaula, soltó el agarre de la mano y se giro- ¡Eh! ¡Vendedor-san! -elevo la voz para llamar la atención de Kunimasa, ya que no le podía llamar por su nombre, eso le delataría.
Se apoyo en los barrotes de la celda y observo con atención en la espera de aquel joven, pensando de que forma le preguntaría a aquel chico sin tenia ya a alguien en su vida, si tenia un hijo y ya no recordaba que más, pues simplemente le preguntaría directamente, no parecía ser de esos hombres que se iban con rodeos, se giro y le sonrió a Kojuuro de manera animada- ¿Qué tan aburrido es estar en este lugar? -pregunto mientras dejaba pasar el tiempo hasta que se dignaran a sacarles.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
-Vaya, ¿te parezco respetable?
Kojuuro había bajado la vista con una amarga sonrisa en el rostro en el momento en el que la vivaz y dicharachera expresión del mas joven estuvo a su altura. Supo muy bien a que se debía esa sensación de malestar, ya que sentía que le estaba engañando de manera sutil con tanto procedimiento y tanta cabezonería en insistir quedarse. El esclavo no se consideraba “respetable”, ya que habían demasiadas manchas en su historial como para redimirse pasado ya tanto tiempo. Cosas como “querer avanzar” ya no estaban pensadas para él. O quizás así lo quisiera. Todo era mas fácil visto desde atrás...
-Un capitán siendo tan joven es admirable, Harada-kun -puso una expresión entre la sorpresa y el reconocimiento. No era el primer joven que veía a la cabeza estando tan solo en sus veinte- ¿Tiene, por un casual, relación con tu trabajo el que estés aquí hoy? -le preguntó luego de forma confidencial, con una sonrisa inquisidora y suspicaz, sin moverse de su lado de la celda. En todo aquel tiempo le habían puesto los grilletes solo una vez, y al parecer no habían considerado el volver a hacerlo dado el carácter que mostraba. El que ahora tuviese uno rodeandole el tobillo de manera provisional se debía a la visita que estaba recibiendo dentro de su celda.
Desvió la mirada del mas joven, no queriendo ser excesivamente descarado aunque le gustase encontrarse con alguien cuya energía rebasaba por mucho la suya. A su lado, y ya metido tras las puertas del área especial estaba él. Con un alborotado pelo color sangre y una mirada atenta y vengativa que apenas se vislumbraba entre su espeso flequillo. Era irónico terminar compartiendo cautiverio con alguien como él, cuyo rencor hacia los miembros de su antiguo clan le habían llevado a ser tan vulnerable como para dejarse coger y acabar en un lugar como aquel. Kojuuro dio dos pasos hacia los barrotes que le separaban de él, bajando el mentón para mirarle.
-”Aburrido” no es exactamente la palabra para definirlo. Quizás... ¿desolador? ¿Deprimente? -desvió un momento el rostro hacia Harada para dedicarle una sonrisa leve antes de volver al cuervo- Estar en sitios como estos por mucho tiempo hace que pienses demasiado o que recuerdes cosas que no quieres recordar. No es tanto el encierro lo que hace la condena, es como puedes llegar a actuar estando dentro. Después de todo nadie quiere que aflore la parte mas horrible de su personalidad, ¿verdad?
Aunque no pudiese verlo, casi oyó las cejas del cuervo fruncirse y sus ojos desaparecer bajo la mata de pelo carmesí. Era obvio que no aceptaría un perdón de su parte, ni mucho menos unas palabras amables. El mayor se inclinó, y movió los labios susurrando una frase que sonó a murmullo incomprensible para cualquier otro. Luego se separó de las rejas y cruzo los brazos, colando las manos en las mangas del largo y desgastado kimono.
-¿Investigas al Mercado negro, Harada-kun? Si esa es la ayuda que quieres que te preste puedo contarte todo lo que sé, aunque no sea demasiado -había llegado a aquella conclusión uniendo sus propios cabos, mientras escuchaba mas de un par de pasos volver por el pasillo hasta su celda.
Kojuuro había bajado la vista con una amarga sonrisa en el rostro en el momento en el que la vivaz y dicharachera expresión del mas joven estuvo a su altura. Supo muy bien a que se debía esa sensación de malestar, ya que sentía que le estaba engañando de manera sutil con tanto procedimiento y tanta cabezonería en insistir quedarse. El esclavo no se consideraba “respetable”, ya que habían demasiadas manchas en su historial como para redimirse pasado ya tanto tiempo. Cosas como “querer avanzar” ya no estaban pensadas para él. O quizás así lo quisiera. Todo era mas fácil visto desde atrás...
-Un capitán siendo tan joven es admirable, Harada-kun -puso una expresión entre la sorpresa y el reconocimiento. No era el primer joven que veía a la cabeza estando tan solo en sus veinte- ¿Tiene, por un casual, relación con tu trabajo el que estés aquí hoy? -le preguntó luego de forma confidencial, con una sonrisa inquisidora y suspicaz, sin moverse de su lado de la celda. En todo aquel tiempo le habían puesto los grilletes solo una vez, y al parecer no habían considerado el volver a hacerlo dado el carácter que mostraba. El que ahora tuviese uno rodeandole el tobillo de manera provisional se debía a la visita que estaba recibiendo dentro de su celda.
Desvió la mirada del mas joven, no queriendo ser excesivamente descarado aunque le gustase encontrarse con alguien cuya energía rebasaba por mucho la suya. A su lado, y ya metido tras las puertas del área especial estaba él. Con un alborotado pelo color sangre y una mirada atenta y vengativa que apenas se vislumbraba entre su espeso flequillo. Era irónico terminar compartiendo cautiverio con alguien como él, cuyo rencor hacia los miembros de su antiguo clan le habían llevado a ser tan vulnerable como para dejarse coger y acabar en un lugar como aquel. Kojuuro dio dos pasos hacia los barrotes que le separaban de él, bajando el mentón para mirarle.
-”Aburrido” no es exactamente la palabra para definirlo. Quizás... ¿desolador? ¿Deprimente? -desvió un momento el rostro hacia Harada para dedicarle una sonrisa leve antes de volver al cuervo- Estar en sitios como estos por mucho tiempo hace que pienses demasiado o que recuerdes cosas que no quieres recordar. No es tanto el encierro lo que hace la condena, es como puedes llegar a actuar estando dentro. Después de todo nadie quiere que aflore la parte mas horrible de su personalidad, ¿verdad?
Aunque no pudiese verlo, casi oyó las cejas del cuervo fruncirse y sus ojos desaparecer bajo la mata de pelo carmesí. Era obvio que no aceptaría un perdón de su parte, ni mucho menos unas palabras amables. El mayor se inclinó, y movió los labios susurrando una frase que sonó a murmullo incomprensible para cualquier otro. Luego se separó de las rejas y cruzo los brazos, colando las manos en las mangas del largo y desgastado kimono.
-¿Investigas al Mercado negro, Harada-kun? Si esa es la ayuda que quieres que te preste puedo contarte todo lo que sé, aunque no sea demasiado -había llegado a aquella conclusión uniendo sus propios cabos, mientras escuchaba mas de un par de pasos volver por el pasillo hasta su celda.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
No ignoró del todo el llamado del guaperas pelirrojo que seguía encerrado en la celda del viejo. Simplemente fingió sordera durante el rato que atendió el nuevo cliente, y del cual no pudo desprenderse hasta que no le dio la libertad de caminar por los pasillos del mercado y mirar si le interesaba alguno de los especímenes que habían dentro de las celdas. Cuando pasó frente a la de Kojuuro se fijó en Harada, aunque por suerte dedujo que no era un esclavo mas dadas sus pulcras pintas.
-¿Has terminado de negociar? -se asomó a los barrotes, apoyándose nuevamente en ellos mientras hacía tintinear las llaves. No negó que se le pasó por la mente el dejarle ahí dentro, parecían el típico dúo extraño que se vendía conjunto y a un buen precio. Pero pese a lo que pudiera parecer Kunimasa no tenía tan poca moral...- ¿Ha aceptado? Me sorprende.
Buscó entre el manojo de llaves la que tenía la enumeración de aquella en particular, pasándola por el cerrojo hasta que la puerta volvió a chirriar, abriéndose, dejandole vía libre al joven cliente para salir y terminar la compra. O buscar a otro, lo dejaba a propia elección. Una vez el pelirrojo hubo estado a su lado, volvió a cerrar, observando como el esclavo se mantenía en su posición dignamente, paciente, imperturbable. Solo esperando.
-Si te llevas al viejo te sacaré ahora mismo el papeleo -comentó, esquivando al cliente que observaba la jaula de Fuuma, escrutador y estoico como el solo-. Volveré enseguida -le comentó-. Mire lo que quiera, pero no se acerque demasiado... -aconsejó antes esperar que Harada le siguiese al mostrador.
-¿Has terminado de negociar? -se asomó a los barrotes, apoyándose nuevamente en ellos mientras hacía tintinear las llaves. No negó que se le pasó por la mente el dejarle ahí dentro, parecían el típico dúo extraño que se vendía conjunto y a un buen precio. Pero pese a lo que pudiera parecer Kunimasa no tenía tan poca moral...- ¿Ha aceptado? Me sorprende.
Buscó entre el manojo de llaves la que tenía la enumeración de aquella en particular, pasándola por el cerrojo hasta que la puerta volvió a chirriar, abriéndose, dejandole vía libre al joven cliente para salir y terminar la compra. O buscar a otro, lo dejaba a propia elección. Una vez el pelirrojo hubo estado a su lado, volvió a cerrar, observando como el esclavo se mantenía en su posición dignamente, paciente, imperturbable. Solo esperando.
-Si te llevas al viejo te sacaré ahora mismo el papeleo -comentó, esquivando al cliente que observaba la jaula de Fuuma, escrutador y estoico como el solo-. Volveré enseguida -le comentó-. Mire lo que quiera, pero no se acerque demasiado... -aconsejó antes esperar que Harada le siguiese al mostrador.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
La primera pregunta del contrario le llamó la atención parecía que aquel concepto no era precisamente con el que Kojuuro se definiría, aun así esbozo una sonrisa para dejar claro que no importaba; hasta ese instante, lo que hubiese pasado para que aquel hombre no se creyera respetable, negó con la cabeza-. Admirable, no lo creo sólo cumplí expectativas -murmuró sin dejar de observar su alrededor con atención. Quizás sólo era impresión suya pero en ese sector aquel vendedor ya no estaba, ni siquiera los guardias-. Es un trabajo para una acaudalada familia, debo averiguar algunas cosas sobre el vendedor, por casualidad ¿No sabrías si está casado o tiene hijos? -preguntó volteando leve el rostro para observar al mayor.
-Sé lo que se siente estar encerrado, pero dudo que por tanto tiempo, aunque crea que este es un lugar horrible, aquí estoy ¿Eso en que me convierte? -en realidad aquello era una simple pregunta retórica, sabia perfectamente lo contradictorio de sus actos o palabras. Miro un tanto perplejo a un hombre que pasaba mirando a quienes como él estaban en aquellas celdas, ni siquiera medito sobre cual era la intención simplemente hizo un gesto con su mano para que éste se fuese de allí, ya variados argumentos le habían costado el poder convencer al mayor de salir de aquel lugar como para que viniese otro a intentar llevárselo; todo aquello bajo la lógica claro que por quien se intereso aquel hombre había sido por Kojuuro.
Una sonrisa se poso en sus labios cuando el vendedor se aproximo a la celda-. Verás vendedor-san llevare a Kojuuro-san a comer, hemos pactado un trato por demás justo, que no te sorprenda -comentó algo risueño alejándose un poco de los barrotes para dar total libertad de que el joven vendedor abriera la oxidada y chirriante puerta, miro al mayor durante unos segundos esbozando una alegre sonrisa-. Volveré dentro de nada Kojuuro-san ¿Vale? -fue lo último que dijo antes de salir de aquel reducido lugar mirando con interés su alrededor. Con un fugaz gesto hizo comprender a un cliente que daba vueltas por allí que no se aproximara del lugar del que venía saliendo, ni siquiera tenía una cercanía real con aquel hombre sin embargo ya le consideraba importante, muchos podrían definirle como un estúpido, pero él prefería verlo del modo más social de su personalidad.
Siguió a Kunimasa sin dejar de mirar los alrededores-. ¿Es aburrido estar aquí todo el día? -preguntó curioso enseñando su lengua a un sujeto peliceleste que le gruñía bastante molesto al otro lado de una celda, en realidad no le culpaba por estar molesto, pero si no le agradaba que por el simple hecho de estar él allí le gruñera. Continuo el camino para finalmente notar que llegaba al mostrador, pronto acabaría todo y él ni siquiera tenía una mísera respuesta, se había distraído demasiado al estar junto a Kojuuro, después de todo aquel trabajo sólo había sido la excusa conveniente para poder hablar con aquel hombre que en ocasiones miraba ¿Qué tan psicópata estaba pareciendo? Llevo una de sus manos a sus cabellos los que agito un tanto, mejor era decir todo y ya, poco importaba ya dejar al descubierto ciertas razones-. Esto… vendedor-san -murmuró esperando llamar su atención lo suficiente.
-Sé lo que se siente estar encerrado, pero dudo que por tanto tiempo, aunque crea que este es un lugar horrible, aquí estoy ¿Eso en que me convierte? -en realidad aquello era una simple pregunta retórica, sabia perfectamente lo contradictorio de sus actos o palabras. Miro un tanto perplejo a un hombre que pasaba mirando a quienes como él estaban en aquellas celdas, ni siquiera medito sobre cual era la intención simplemente hizo un gesto con su mano para que éste se fuese de allí, ya variados argumentos le habían costado el poder convencer al mayor de salir de aquel lugar como para que viniese otro a intentar llevárselo; todo aquello bajo la lógica claro que por quien se intereso aquel hombre había sido por Kojuuro.
Una sonrisa se poso en sus labios cuando el vendedor se aproximo a la celda-. Verás vendedor-san llevare a Kojuuro-san a comer, hemos pactado un trato por demás justo, que no te sorprenda -comentó algo risueño alejándose un poco de los barrotes para dar total libertad de que el joven vendedor abriera la oxidada y chirriante puerta, miro al mayor durante unos segundos esbozando una alegre sonrisa-. Volveré dentro de nada Kojuuro-san ¿Vale? -fue lo último que dijo antes de salir de aquel reducido lugar mirando con interés su alrededor. Con un fugaz gesto hizo comprender a un cliente que daba vueltas por allí que no se aproximara del lugar del que venía saliendo, ni siquiera tenía una cercanía real con aquel hombre sin embargo ya le consideraba importante, muchos podrían definirle como un estúpido, pero él prefería verlo del modo más social de su personalidad.
Siguió a Kunimasa sin dejar de mirar los alrededores-. ¿Es aburrido estar aquí todo el día? -preguntó curioso enseñando su lengua a un sujeto peliceleste que le gruñía bastante molesto al otro lado de una celda, en realidad no le culpaba por estar molesto, pero si no le agradaba que por el simple hecho de estar él allí le gruñera. Continuo el camino para finalmente notar que llegaba al mostrador, pronto acabaría todo y él ni siquiera tenía una mísera respuesta, se había distraído demasiado al estar junto a Kojuuro, después de todo aquel trabajo sólo había sido la excusa conveniente para poder hablar con aquel hombre que en ocasiones miraba ¿Qué tan psicópata estaba pareciendo? Llevo una de sus manos a sus cabellos los que agito un tanto, mejor era decir todo y ya, poco importaba ya dejar al descubierto ciertas razones-. Esto… vendedor-san -murmuró esperando llamar su atención lo suficiente.
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
No fue demasiado consciente –por no decir nada-, del tipo de aura que ya desprendía tanto el comprador como el próximo a ser comprado. Cuando había abierto la puerta, el prisionero no se había movido de su lugar ni un ápice, dejando que los actos presentes hablasen por si solos. Paciente, esperó, bajando la cabeza ante la mirada del moreno. Limitándose a cerrar la verja de nuevo hasta que se completase el negocio, volvió sobre sus pasos acompañado del dicharachero joven.
El mostrador estaba vacío, y por la puerta solo entraba la brisa acompañada de alguna hojarasca arrastrada ruidosamente desde la calle. A lo lejos, y como barrio bien dudoso que era, las discusiones y los ecos de tumulto y alboroto doméstico llegaba a sus oídos de forma distorsionada. Por suerte, aquel era un negocio que lucraba a aquel tipo de personas y nunca habían tenido asaltos similares. Kunimasa volvió a su puesto tras la mesa, buscando los formularios que verificaban la compra y liberación de un esclavo. Pasó algunas fichas no clasificadas aún y acabó encontrando, mas por casualidad que por necesidad, la ficha y los datos del propio Kojuuro. Parte de su historia, especulada y sacada del que había ocasionado su encierro, se exponía sin pudor alguno en sus páginas, así como su número de serie y algunas fotografías hechas en el propio mercado.
Levantó la vista cuando la melosa voz del pelirrojo rogaba por su atención:
-¿Qué ocurre? ¿Vas a retractarte ahora que el viejo no está delante? –sonrió, sarcástico, dando por fin con la ficha a rellenar. Apoyó las manos en la mesa, mirando de cerca –quizás demasiado cerca-, a su cliente- Como ya he mencionado, no puedo asegurarte inmunidad al comprar a este hombre. El que lo trajo al Mercado parecía no ser muy partidario a compartir a sus capturas, y otros que han solicitado citas con él parecían estar metidos en asuntos turbios. Solo espero que el trato al que has llegado con él merezca realmente la pena –interpuso el formulario entre ambos, dejando el bolígrafo en la mesa-. Y no, no todos los días son tan aburridos como este. Puedo entretenerme de vez en cuando fastidiando a los esclavos mas rebeldes o violándolos una vez ha hecho efecto el tranquilizante.
Se hizo el silencio, mientras Kunimasa no dejaba de observar a los intensos ojos del pelirrojo, dando a entender así que sus palabras habían sido intencionadamente exageradas al hacerse una idea de lo que ocurría. Se recargó en una sola mano sobre el mostrador, adoptando una postura entre lo resignado y lo sereno. Suspiró.
-¿Quién ha sido esta vez? –preguntó- ¿Mi madre? ¿Alguna de las pretendientas que tiene para mi? –fue solo entonces cuando desvió la vista y se rascó la nuca con la mano contraria, cerrando los ojos como si la situación ya le cansase desde mucho mas atrás- Me sorprende que no se rinda aún. Espero que al menos tengas para pagar al esclavo…
El mostrador estaba vacío, y por la puerta solo entraba la brisa acompañada de alguna hojarasca arrastrada ruidosamente desde la calle. A lo lejos, y como barrio bien dudoso que era, las discusiones y los ecos de tumulto y alboroto doméstico llegaba a sus oídos de forma distorsionada. Por suerte, aquel era un negocio que lucraba a aquel tipo de personas y nunca habían tenido asaltos similares. Kunimasa volvió a su puesto tras la mesa, buscando los formularios que verificaban la compra y liberación de un esclavo. Pasó algunas fichas no clasificadas aún y acabó encontrando, mas por casualidad que por necesidad, la ficha y los datos del propio Kojuuro. Parte de su historia, especulada y sacada del que había ocasionado su encierro, se exponía sin pudor alguno en sus páginas, así como su número de serie y algunas fotografías hechas en el propio mercado.
Levantó la vista cuando la melosa voz del pelirrojo rogaba por su atención:
-¿Qué ocurre? ¿Vas a retractarte ahora que el viejo no está delante? –sonrió, sarcástico, dando por fin con la ficha a rellenar. Apoyó las manos en la mesa, mirando de cerca –quizás demasiado cerca-, a su cliente- Como ya he mencionado, no puedo asegurarte inmunidad al comprar a este hombre. El que lo trajo al Mercado parecía no ser muy partidario a compartir a sus capturas, y otros que han solicitado citas con él parecían estar metidos en asuntos turbios. Solo espero que el trato al que has llegado con él merezca realmente la pena –interpuso el formulario entre ambos, dejando el bolígrafo en la mesa-. Y no, no todos los días son tan aburridos como este. Puedo entretenerme de vez en cuando fastidiando a los esclavos mas rebeldes o violándolos una vez ha hecho efecto el tranquilizante.
Se hizo el silencio, mientras Kunimasa no dejaba de observar a los intensos ojos del pelirrojo, dando a entender así que sus palabras habían sido intencionadamente exageradas al hacerse una idea de lo que ocurría. Se recargó en una sola mano sobre el mostrador, adoptando una postura entre lo resignado y lo sereno. Suspiró.
-¿Quién ha sido esta vez? –preguntó- ¿Mi madre? ¿Alguna de las pretendientas que tiene para mi? –fue solo entonces cuando desvió la vista y se rascó la nuca con la mano contraria, cerrando los ojos como si la situación ya le cansase desde mucho mas atrás- Me sorprende que no se rinda aún. Espero que al menos tengas para pagar al esclavo…
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Re: Quiero un compañero mayor [Katakura Kojuuro]
Sus ojos seguían los movimientos ajenos con paciencia, después de todo había esperado meses por una excusa realmente valida para aproximarse hasta el mercado negro sin tener que sentirse moralmente cuestionado, aunque en ese instante poca diferencia hacía, como lo viese no había nada de “bueno” contribuir en ese lugar y perder los ahorros de meses-. Oh ¿Ese es Kojuuro-san? –señaló las fotografías con clara curiosidad aunque no se impulsó para tomarlas por el simple hecho que unos gritos provenientes desde el pasillo continuo al mercado le hicieron perder la concentración que hasta ese instante estaba acumulando para ordenar un poco su revuelta mente-. ¡Jamás! Me llevaré a Kojuuro-san y algún día me conseguiré un trabajo mejor, aunque eso aún está en pausa –entrecerró los ojos al percatarse de la cercanía ajena-. ¿De verdad? ¿Me crees tan tonto como para no saber en que tipo de asuntos me involucro? He oído rumores respecto a la mano derecha de Masamune, me parece aún más interesante en persona que los pobres cuchicheos que se oyen por allí –llevó un dedo hasta la frente contraria y le empujó suavemente antes de tomar el bolígrafo.
Pensó durante unos segundos, intentando recordar los datos que allí se pedían, los reales ya que acostumbraba a usar información falsa. No se sobresalto ni se excusó buscando entre sus expresiones una que fuese satisfactoria-. Tu madre, estuvo toda una noche contándome desde tu nacimiento hasta hoy en día, siento que te conozco mejor que tu mismo –bromeó intentando no reír, se estaba distrayendo más de lo normal con aquellos asuntos-. Ni se va a rendir, me enseñó las fotografías de todas las candidatas, varias son realmente guapas –agregó terminando de rellenar aquel formulario, su caligrafía no había cambiado en nada continuaba destacándose por su prolijidad-. Ese comentario me ofende realmente, tal vez no vista con Armani, pero no significa que no tenga dinero, no usé todo mi encanto para convencer a Kojuuro-san si luego no tendré como sacarlo –esbozó una sonrisa infantil después de buscar el dinero entre los bolsillos de la corta chaqueta que llevaba acomodada.
Observó al hombre con cierto interés, realmente le sorprendía la forma en la que se comportaba, desde que había oído a su madre hablar con tanto enfasis en las habilidades de Kunimasa sintió una obvia curiosidad por conocerle, había logrado dos de sus objetivos, obtener información y además poder hablar con el solemne hombre que ahora estaba en una sucia celda, tal vez no esperaba salir, y le creía un farsante o simplemente esperaba el momento para poder salir de aquel deprimente lugar-. No es necesario que me digas nada, le diré que no tienes nada, es cosa de observar atentamente, la frustración sexual es cosa seria -volvió a bromear aun si atentaba contra su escasa suerte, no pudo evitarlo aquel comentario había fluido naturalmente entre sus labios sin que se detuviese a pensar que era peligroso-. Dime algo, no es referente al trabajo, simplemente quiero saber si ya liberaran a Kojuuro-san, por cierto el número telefonico que puse allí -comentó señalando el formulario-. Es el correcto, si necesitas un espia puedes llamarme, tal vez te haga un descuento por el buen servicio, eres un hombre competente realmente -esbozó una sonrisa maliciosa esperando que de una vez liberaran al hombre por el cual había tomado aquel trabajo tan innecesario.
Pensó durante unos segundos, intentando recordar los datos que allí se pedían, los reales ya que acostumbraba a usar información falsa. No se sobresalto ni se excusó buscando entre sus expresiones una que fuese satisfactoria-. Tu madre, estuvo toda una noche contándome desde tu nacimiento hasta hoy en día, siento que te conozco mejor que tu mismo –bromeó intentando no reír, se estaba distrayendo más de lo normal con aquellos asuntos-. Ni se va a rendir, me enseñó las fotografías de todas las candidatas, varias son realmente guapas –agregó terminando de rellenar aquel formulario, su caligrafía no había cambiado en nada continuaba destacándose por su prolijidad-. Ese comentario me ofende realmente, tal vez no vista con Armani, pero no significa que no tenga dinero, no usé todo mi encanto para convencer a Kojuuro-san si luego no tendré como sacarlo –esbozó una sonrisa infantil después de buscar el dinero entre los bolsillos de la corta chaqueta que llevaba acomodada.
Observó al hombre con cierto interés, realmente le sorprendía la forma en la que se comportaba, desde que había oído a su madre hablar con tanto enfasis en las habilidades de Kunimasa sintió una obvia curiosidad por conocerle, había logrado dos de sus objetivos, obtener información y además poder hablar con el solemne hombre que ahora estaba en una sucia celda, tal vez no esperaba salir, y le creía un farsante o simplemente esperaba el momento para poder salir de aquel deprimente lugar-. No es necesario que me digas nada, le diré que no tienes nada, es cosa de observar atentamente, la frustración sexual es cosa seria -volvió a bromear aun si atentaba contra su escasa suerte, no pudo evitarlo aquel comentario había fluido naturalmente entre sus labios sin que se detuviese a pensar que era peligroso-. Dime algo, no es referente al trabajo, simplemente quiero saber si ya liberaran a Kojuuro-san, por cierto el número telefonico que puse allí -comentó señalando el formulario-. Es el correcto, si necesitas un espia puedes llamarme, tal vez te haga un descuento por el buen servicio, eres un hombre competente realmente -esbozó una sonrisa maliciosa esperando que de una vez liberaran al hombre por el cual había tomado aquel trabajo tan innecesario.
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