En el supermercado pillando algo de comer

-¡Vamonos grumete! ¡Directos al super!- le piso hondo a la moto la cual avanzó con toda la cilindrada que poseía y como a unos 110 km/h avanzaban por las calles de la ciudad, fíjate en lo rápido que iban que para tomar una curva Chosokabe tuvo que estirar un brazo, agarrarse a una farola que estaba en la esquina de la curva porque esta era tan cerrada que si no se ayudaba de la farola para girar se comían el muro de un edificio.

Al llegar a uno de los pequeños supermercados de la zona, exactamente de la zona donde tenía su casa Chosokabe, aparcó – Yuki no podemos comprar mucho porque ya ves que en la moto no caben muchas bolsas, sólo dos debajo del sillín- abrió el sillón del vehículo y allí había un pequeño cubículo- si nos pasamos vas a tener que llevar las bolsas en brazos jajajajajajja- rió mientras cerraba la moto y se metía en el super.

-¿Qué voy a llevar? Mmmmm- se rascó el mentón – No se, no se- miraba las estanterías – Supongo que verdura, pastas y arroz. - se puso al lado del menor y con uno de sus enormes brazos le rodeo el cuello, como si se conocieran de toda la vida - Ne Yuki ¿Cuál es la comida que más te gusta? A mi los erizos de mar- apretó los dientes y sonrió con cara de felicidad -¡¡Me encantan!! Creo que en la pescadería sobrarán algunos ¡me encantan! ¿Sabes cocinarlos Yuki? Porque si vas a vivir en mi casa y además de doy de comer, vas a parecer mi mascota- le revolvió el pelo –Aunque con tantos pelos ya pareces un perrillo jajajajajajajajaj- lo decía con mucho cariño, que conste.

Chosokabe apartó las manos de Yuki no fuese que le vaya a morder. – Eso de que no eres un animal no lo veo muy claro, porque con eso modales…- dejó la frase en el aire.

Chosokabe, que tonto no es, se percató del sonrojo de Yuki pero prefirió ignorarlo. – ¡Oy! Yuki-tan no te vayas muy lejos que me tienes que ayudar con la compra.- se paró al lado de una estantería y comenzó a coger comida enlatada, que quieras o no es más rápida de cocinar. –Ve a por los dangos, a por setas y a por pimientos que creo que no me quedan. Pero coge muchos, muchos ¿eh?- seguía llenando una cesta de latas de conservas.

-¡Oye! Y si ves helados también los coges… uyyy albóndigas- miraba con ilusión una lata de albóndigas precocinadas.

Despues de haber llenado una cesta con millones de latas de conservas siguio mirando los estantes. Al cabo de un momento Chosokabepasópor donde los congelados en busca de Yukimura pero no lo vio y siguió buscando.

Cuando giró una esquina lo vio, completamente rojo como estaba, pero le extraño verlo con otro hombre y como el albino es bastante malicioso le picó la curiosidad. Chosokabe sabía, por la expresión de Yukimura, que se encontraba en un aprieto y estaba totalmente nervioso, pero Chosokabe no lo ayudo porque quería ver si era capaz, el solito, de salir de aquella situción y era capaz de quitarse a ese hombre de encima.
Así el albino se hizo el despistado mirando los estantes, pero miraba de reojo a Yukimura con una sonrisa de zorro pintada en los labios.

-A ver si este mocoso es capaz de valerse por si mismo, si no lo es no vale la pena quesigua trabajando para mi- pensó el albino. No le gustabala gente que dependía de otra.

El único ojo a la vista que poseía el albino se abrió hasta que casi se le sale de la cuenca cuando todas las estanterías caían. Entre todo aquel estruendo de latas chocando contra el suelo, botes de cristal rompiéndose en millones de trozos haciendo que su contenido se disipase en el suelo, los paquetes de galletas y de bollería industrial derrapaban por el piso, en resumidas cuentas… un tremendo estropicio.

Chosokabe no podía apartar la vista de el destrozo pero por el rabillo del ojo pudo ver como un rayo de color rojo salía de escena y se camuflaba entre la multitud. El albino corrió hasta encontrar a Yuki -¡¡Nos vamos de aquí cagando leches!!- realizo una presa, pasándole el brazo alrededor del cuello ajeno y jaló de él hasta salir de la tienda, sentarlo en la moto, sentarse él y acelerar hasta que la motocicleta dejó la marca de los neumáticos en el asfalto.

Corrían incluso más rápido que de costumbre. De vez en cuando el albino miraba hacia atrás para asegurarse de que no los seguían. -¡¡Enano, eres una fiera!! JAJAJAJAJAJA nunca había visto que un puñetazo crease tanto alboroto JAJAJAJAJAJA- Chosokabe se reía porque le hacía gracia lo que había ocurrido. –Y yo que pensaba que eras un chico sin fuerza y sin espíritu- le confesó.
Cuando ya estaban bastante lejos, paró y se apeó – JAJAJAJAJAJAJAJAJA que bien me lo paso. Hacía tiempo que no salía corriendo de un lugar por haberla jodido tanto, porque de verdad que la jodiste, ahora no podremos acercarnos más a esa tienda jajajajajajaj- reía a carcajadas mientras hablaba poniendo las manos en las rodillas mientras se le escapaban lágrimas de risa. Fue hasta Yukimura y le puso las manos sobre los hombros –Chaval asegura que esto que ha pasado no ocurra en la pescadería – sonrió abierta y cariñosamente.

– Vamos a tener que comprar aquí- señaló unos grandes almacenes que estaban cruzando la calle. –Vamos, pero esta vez no rompas nada- le dio la espalda y se dispuso a cruzar la calle, pero antes le enseño la lengua a Yuki a forma de mueca burlándose del moreno.

-Yuki, hombre, no te pongas tan nervioso- intentó relajar al joven muchacho –Te creo, te creo además… te vi como tumbaste al hombre y las estanterías de un solo golpe- le revolvió el pelo fuertemente con ambas manos –¡Si es que eres de lo que no hay! JAJAJAJAJJAJAJAJ- rió haciendo que todo su pecho se moviese.

-Ya que estamos aquí pasamos de la compra de la semana e iremos a comprarte ropa. Porque ¿solo tienes esa? ¿Verdad? Bueno, pero eso de igual, no quiero que todos los días vallas a currar con la misma ropa. Qué pensarían las clientas si te viesen todos los días igual- negó con la cabeza mientras levantaba los hombros y comenzó a caminar para cruzar la calle y entrar en el centro comercial.

El lugar no era demasiado grande pero lo suficiente como para ser un centro comercial concurrido. Las chicas jóvenes y las familias con sus niños eran los que más abundaban en aquel lugar. Chosokabe se adecentó un poco el pelo y la camisa se la sacó por fuera de los pantalones. El albino se paró justo después de entrar –Yuki-tan a partir de ahora mandas tu- pasaron un par de chicas a su lado y Chosokabe las siguió con la mirada hasta poderles ver el trasero –je je- le apareció una sonrisa de tonto en la cara mientras se le caia la baba –¡Venga! Quiero ver movimiento en ese cuerpo tan flacucho tuyo- le ordenó a la vez que, con una mano, le agarraba la parte posterior del cuello y le empujaba hacia delante.

Dejó que Yukimura se explayase viendo la tienda, él no iba a ordenarle que debía ponerse o lo que tenía que llebarse, no era quien para eso, así que mientras el moreno merodeaba Chosokabe miro a su alrededor y encontró algo con que pasar el rato... el dependiente de la tienda.

El pobre chaval se encontraba tras el mostrador organizando unas camisas, así que Choso apoyó los brazos en el mostrador y con una de sus inigualables sonrisas dijo -yo!- a modo de saludo y por supuesto el chico se giró.
-¿Desea algo?-
-¿De la tienda?-
-Si-
-Pues entonces ¿cuanto cuestas?-
-¡¿eh?!- al dependiente casi se le salen los ojos de las cuencas.
-Eso, que si te quieres venir conmigo a tomar algo- Chosokabe no es demasiado fino ni elegante y menos ligando.

Cuando al dependiente le dio un patatus Chosokabe se giró para buscar almoreno -Yuki-tan ¿encuentras algo? o tenemos que ir a la sección infantil- rio por lo bajo. Le gustaba ser bromista y burlón con la gente.