Pescadería: Piratas del mar de Seto

Después de un par de paradas de metro y de dos transbordos de autobús habían llegado al centro de la cuidad. Aquel lugar bullicioso y ocioso donde la gente pasea, va de compras, se divierte, pero para Chosokabe era su lugar de trabajo.

A dos manzanas de donde se encontraban, cerca de un barrio residencial, el peliblanco había instalado su pescadería. Podía aparentar una pescadería de barrio cualquiera pero en su interior se encontraba la sorpresa.
Primero que nada, hoy era un día de fiesta en el barrio así que la pescadería no estaba abierta al público pero los demás trabajadores se encontraban en el interior de la tienda pues, unos haciendo inventario, otros organizando los pales de mercancía, otros preparando la mercancía en los expositores, etc.

-Bueno, este es mi “modesto” local jajajajaja. En realidad sólo tiene dos plantas y está totalmente mecanizado e informatizado- cuando Chosokabe dijo esto las puertas del local se abrieron dejando salir un aire bastante refrescante. En su interior a la derecha, se encontraban las cajas las cuales no tenían cajeras si no que el mismo cliente pasaba su compra y la pagaba a través de su tarjeta bancaria. Al fondo se ven los expositores del pescado y del marisco fresco, los cuales lo preparan los trabajadores. Y ala izquierda se encuentra la parte de los congelados.
En ese momento un robot de aspecto semihumanoide llegó hasta ellos, los saludo cordialmente y les tendió un par de bolsas. – JAJAJAJAJAJA este pequeño no sabe reconocer a su papa.- Chosokabe se colocó detrás del robot y lo apagó. – Este pequeñin es una de mis creaciones, los verás por toda la tienda y sirven para ayudar a los clientes así el resto de los empleados se puede concentrar en preparar la mercancía en los mostradores o en el almacén- le explicó - ¡Ey, bastardos!! ¿Cómo va todo por aquí?- grito con voz fuerte y masculina sin que su sonrisa desapareciese del rostro.
Ahí fue cuando el resto de trabajadores dejaron de hacer lo que estaban haciendo y fueron a saludar a su jefe al grito de: “Aniki”
-¡Aniki, que alegría!-
-Hace tres días que no le veíamos el pelo-
-¿Se lo estado pasando bien? Jajajajaja-
-¿Ya ha pescado al dragón?-

No eran muchos los que allí trabajaban, sólo unos diez empleados pero eran tan grandes y fuertes como dos personas juntas. Los diez se arremolinaron alrededor de Chosokabe y de Yukimura, dándole palmadas en la espalda a su jefe y bromeando entre ellos. Aquello no eran empleados y su jefe si no una gran familia… de piratas claro.

-Bueno, bueno, bastardos ya está bien. Hoy he venido a presentaron a nuestro nuevo compañero de trabajo.- le puso una mano sobre la cabeza –este es Yukimura, pero yo lo llamo Yuki-tan.- los trabajadores comenzaron a hacer barullo mientras lo miraban, algunos con la mano en la barbilla como quien mira una pieza de museo y otros le sonreían o se reían mientras susurraban cosas sobre lo bajito que era, comparado con ellos, claro.
-¡¡Oy!! Cabrones! Dejad de armar tanto alboroto!!- se calmaron un poco – Ahora a seguir trabajando!! ¡Venga!! ¡¡Todos a sus puestos de combate!!!!- su voz imponía respeto y todos aquellos hombres se pusieron firmes se fueron a su puesto. –¡Ju! y tu Yuki-tan te recomiendo que te vayas acostumbrando a este lugar. Pasaras aquí dentro muchas horas hasta que estés preparado para venir conmigo a por la materia prima de este local JAJAJAJAJAJA – lo miraba por el rabillo de su ojo sano con una sonrisa algo malévola en la cara.

Chosokabe no se esperaba aquella pregunta -¿Qué vas a hacer?- se llevó la mano al mentón y torcía la boca hacia un lado a modo de mueca -¡ya lo tengo! Tu trabajo a partir de hoy será atender a los clientes. Como puedes ver los únicos que se encargan del trato personal para con la clientela son mis robots- el albino le puso una mano en el hombro a Yuki mientras agachaba la cabeza algo triste – se ve que el número de clientes de la pescadería ha bajado porque no ofrecemos un trato más humano, ¡¡y por eso estas aquí!- miró al joven con una sonrisa.

-¡¡Serás el reclamo de nuestra tienda!!- los marineros comenzaron a aplaudir cuando Chosokabe grito esto en voz alta. Cuando el pirata dice reclamo se refiere a que Yuki será quien se encargue de atraer clientes. – Serás un dependiente que tratará a los clientes, sobre todo a las mujeres, de una forma cordial, cálida, respetuosa y afectiva, como si estuvieses hablando con tu madre. ¿Me has entendido? Te comportarás educadamente y siempre estarás de buen humor, contigo aquí las señoras vendrán más porque a algunas clientas les dan miedo estos lobos de mar- le dijo esto al oído mientras señalaba a alguno de los empleados y se reía por lo bajo.

Por supuesto Chosokabe quería explotar la cara de “niño bonito” de Yukimura para que las señoras fuesen a comprar porque el aspecto de marineros y piratas llenos de tatuajes que tenían los demás empleados, le daba miedo a las clientas.

-Si quieres ve mirando, puedes aprender de tus compañeros. Aunque tengan esa pinta de sadicos marineros son buena gente.... Allí es donde se sirve el pescado fresco, allí las cajas y allí los congelados. Yo iré arriba, al almacén- sin borrar su sonrisa le revolvió el pelo a su joven aprendiz de pirata y desapareció escaleras arriba.

Spoiler:

El jefe de los piratas estuvo durante toda la tarde en el almacén revisando el inventario hecho por uno de sus marineros, se puso a contar toda la mercancía, pez por pez, congelado por congelado, así que el olor a pescado comenzó a pegársele en la piel, aunque creo que Chosokabe huele a mar desde siempre.

Cuando se fue a dar cuenta se había hecho muy tarde y no había visto a Yukimura pasar por el almacén- estará entretenido con algo- pensó. Y en un momento dado el albino salió de la bodega para ir al baño y se encontró en un rincón a su joven aprendiz. A Chosokabe se le dibujo en la cara una sonrisa amable mientras iba a por una manta que había en la sala de descanso de los trabajadores, volvió hasta Yuki, se sentó a su lado y tapó al joven con la manta. –oyasumi (buenas noches)- le dijo mientras apoyaba la cabeza en la pared y se dormía.

Al día siguiente, antes del que el sol despuntase Chosokabe ya estaba en pie revisando que todo estuviese ordenado… eran las 7 de la mañana. – Venga, venga Yuki-tan. Tienes que estar hoy en máximas condiciones pero primero que nada, nos tomaremos un café en el bar de aquí al lado, que aún quedan un par de horas hasta que los chicos lleguen para abrir y así hablo contigo de unos asuntos que me preocupan- el peliblanco se encontraba acuclillado al lado de Yukimura – por cierto, este es tu uniforme- le enseña al joven un delantal blanco con el nombre de la pescadería a la altura del pecho.

El café de al lado era un sitio pequeño y acogedor, con grandes ventanales y la decoración recordaba a la que usaba en el Japón de la edad media con puertas de papel de arroz, las paredes revestidas con madera, la decoración era minimalista pero fina y elegante. Y las chicas iban vestidas con kimonos.

-irasshaimase (buenos días) Chosokabe-dono- le saludo una de las chicas.

- ¡ohayo, nee-san! (buenas hermana)- respondió efusivamente el albino a la vez que se dirigía hacia la barra del bar se apoyó en esta para poder darle un beso en la majilla a la mujer que le había saludado. –Estas igual de guapa como de costumbre- la mujer se sonrojo y le dijo que tomase asiento. Ambos ya se conocían de antes ya que los dos habían inaugurado sus tiendas el mismo día.

Como no había mucha clientela en el café las camareras se acercaban a saludar a Chosokabe, como era costumbre. Cuando ya estaban sentados en una de las mesas cinco de las meseras se acercaron a ellos.
-Chosokabe-dono ¿y este niño tan bonito? ¿es tuyo?- refiriéndose a Yukimura
-¿Tienes un hijo y no nos lo habías dicho? Jjajajajaja- hacían bromas
-Es el nuevo grumete de mi tripulación señoritas.- el pirata tenía los brazos sobre el respaldo de la silla y la camisa que llevaba dejaban entre ver parte del pecho de Chosokabe, ya que la camisa no se encontraba del todo abrochada, de ahí que las camareras fuesen tan amigables con él. A parte de que el pirata tiene un físico imponente su sonrisa brillaba por si misma y sus bromas hacían pasar un rato agradable a las meseras.

- ¿Cómo te llamas?-
-¿Cuántos años tienes?-
-Pareces muy joven para trabajar con Chosokabe-dono-
-Y estás un poco delgado ¿quieres algo para comer? Te haremos lo que tu quieras-
-Que pelo más bonito tiene. Chosokabe-dono cuíde bien del chico-
-Si, si y que venga más veces por aquí-

Las chicas habían rodeado casi por completo a Yukimura, le sonreían con ternura, alguna le acarició la melena, como si el pobre Yukimura fuese un perrito recién encontrado en una caja de cartón.

Spoiler:

Chosokabe veía divertida aquella escena que era tan agobiante para Yukimura. El albino sonreía dejando ver toda su blanca dentadura y sus afilados colmillos –Venga, venga chicas dejadle en paz. ¿No veis que lo estáis agobiando?- preguntó sarcásticamente.
-¿No estará celoso Chosokabe-dono?-
-¿Celoso? ¿de él?- señaló a Yukimura –jajajaja no me hagas reír-

En ese momento la dueña del local dio un par de palmadas y les ordenó a las chicas que siguieran trabajando y que dejasen en paz a la clientela. –Nee-san hazme el desayuno de siempre, anda- Chosokabe se había echado hacia delante y ahora tenía los codos apoyados en la mesa mientras miraba hacia la barra.

-Chosokabe-dono sabe que está a régimen y no debe de comer tanto-
-Ya pero hoy tengo que trabajar, necesito energía y la comida que tú me haces es la mejor del mundo- la sonrisa del albino parecía la de un niño intentando camelarse a su madre para que le de algo dulce.

La mujer asintió y se fue a la cocina. Chosokabe se giró para mirar a Yuki –Bueno Yuki-tan, te veo muy callado y yo que me pensaba que había comprado a un chico enérgico, fuerte e impulsivo. Parece que te den miedo las personas- el pirata alargó la mano y le revolvió el pelo cariñosamente, parece que este gesto lo había cogido como costumbre. – No te preocupes, las personas no mordemos- le dejó el cabello. –Pero si alguna te quiere morder, métele una patada en la entrepierna y todo se soluciona JAJAJAJAJAJAJA- rió ruidosamente.

-Chosokabe-dono… ¿el joven va a comer algo?- le gritaron desde alguna parte del bar.
-Emmm- miro a Yukimura y se encogió de hombros -¿vas a comer algo? Yo te recomiendo el desayuno especial de la casa- le dijo tranquilamente.

Las palabras tan directas del joven lo dejaron atónito, no se esperaba aquella respuesta tan brusca, pero era bueno que Yukimura se comportase así por eso Chosokabe sonrió aún más para luego reírse a carcajadas.
Cuando miró al jovencito y percibió que se ponía colorado al pirata se le pasó una perversa idea por la cabeza pero la guardó, eso sí, por detrás de Chosokabe aparecieron las mismo cinco camareras de antes para decir todas al unísono - ¡¡Kawaiiii!!- le dijeron a Yukimura con su típicas voces agudas mientras reían o se sonrojaban.

Chosokabe se rascó ambas orejas porque pensaba que lo habían dejado sordo – Niñas, niñas, tranquilas, control por favor que el chaval es muy mono pero tampoco es para dejarme sordo- dijo con la lengua por fuera mientras terminaba de rascarse el interior de una oreja. Las camareras se fueron gracias a que Chosokabe las “espantó” diciéndoles que las iba a violar si no movían el culo.

Suspiro –de nada- fue lo primero que dijo –Aunque no lo creas entiendo tu situación, el que no confíes en nadie y que no te guste que tome tantas confianzas es normal. Supongo que en ese antro del que te saque no te trataban demasiado bien- volvió a colocar los brazos sobre el respaldo de la silla. – Por cierto una de las preguntas que quería hacerte, me acabo de acordar ahora jejeje- se rascó tras la cabeza – te he sacado del mercado porque te necesito en la tienda pero no he dicho nada de apadrinarte ni tenerte como mascota ni nada de eso, así que me gustaría saber ¿Dónde vas a vivir? camarada- se llevó una de las manos al mentón. –Podrías hacerlo en la tienda hasta que encuentres algo pero no te lo aconsejo, hace demasiado frío incluso si apagamos todos los congeladores- Chosokabe es una persona que, a su manera, se preocupa por los demás.

Lo que al pirata no se le ha pasado por la cabeza rentarle uno de las habitaciones de su propia vivienda.

-Ya estamos aquí- dijo una de las camareras que se acercaba conjunto otras tres más. Las cuatro jovencitas llevaban dos bandejas cada una. Cuando llegaron y descargaron toda la comida la pequeña mesa del bar rebosaba comida por sus cuatro costados. – estos son los dos especiales de la casa. Que aproveche- las chicas se fueron dejando en la mesa: dos sándwiches mixtos, dos zumos de naranjas grandes, dos bocadillos de tortilla con queso, dos bols de cereales con frutas, dos manzanas y cuatro pares de tostadas con mantequilla.

Chosokabe se frotaba las manos mientras se relamía – ITADAKIMAAASU!!- comenzó a comer mientras esperaba la respuesta de su camarada.

Ante las dos preguntas Chosokabe comenzó a sudar frío. Quería decirle la verdad pero, ¿pero como decírselo sin que se lo tome a mal o se cabree y huya? La cabeza del albino comenzó a procesar información mientras con una mano se tapaba el ojo sano. –Etto…- su cabeza siguió pensando un momento más.

-Bingo- dijo muy bajito mientras miraba al techo y se balanceaba en la silla –Bueno, bueno pequeñín primero relaaaaajate que te veo muy tenso y ¡come algo! ¡Come! Que estás muy delgado- dijo mientras reía tontamente y sudaba a mares. Aunque sabía cómo decirle la verdad a Yukimura no le salían las palabras.

Se bebió el zumo de naranja – Veras Yukimura ¿Qué tal si hacemos un trato? De hombre a hombre- lo miró con franqueza –Comerás, dormirás y vivirás en mi casa al 100% si tu a cambio… trabajas gratis- le dijo con toda la franqueza del mundo y una gran sonrisa en la cara. – Es una buena oferta y si no, piensa, si te tuviese que pagar tardarías mucho en poseer una casa propia y mientras ahorras no te alimentarías en condiciones, por lo tanto no rendirías en el trabajo y yo tendría que rebajarte el sueldo. Y así sucesivamente.- le dijo mientras movía en círculos su mano derecha.

-Además nunca llegarías tarde a trabajar porque yo mismo te llevaría hasta la pescadería ¿Qué te parece? ¿Cerramos el trato?- Chosokabe estiró su mano encima de toda aquella comida para que Yukimura se la estrechase, como se cerraban los tratos antiguamente.

El pirata tenía una sonrisa encantadora y bondadosa pintada en la cara la cual decía que en sus tratos no existía la letra pequeña, aunque la mancha de mermelada que tenía cerca de la boca le quitaba algo de seriedad.

Okay no se esperaba que aquel mocoso enano e impertinente se rebelara de aquella manera -¿pero de dónde saca este niñato tantas ideas? Pero si es un mocoso y ya está intentando darle la vuelta a mi trato ¿pero a quien coño he comprado?- pensaba Chosokabe se tapaba los ojos con la palma de la mano para que no se le viese como fruncía fuertemente el entrecejo.

-Sí que hay quejas. Yo te he comprado y yo soy quien pone las reglas así que esto va a quedar de esa manera- Chosokabe se alteró ligeramente ya que el ojo que miraba fijamente a Yukimura comenzó a brillar con algo de ira. ¿Sería porque aquel joven le recordaba a un antiguo rival? – Tu vas a estar trabajando en la pescadería durante 15 días de prueba y ya veré si te quedas o no con nosotros. Si eres bueno en lo que se te encomiende trabajarás aquí y si no ¡te mandaré a los atuneros que tengo en alta mar!- le dio un gran bocado al sándwich sin apartar la mirada de su acompañante.

En ese momento se escuchó un alboroto en la puerta del bar. Eran los demás trabajadores de la pescadería, los diez y esos diez se sentaron en mesas adjuntas a donde estaban Yukimura y Chosokabe. Armaban alboroto pedían su desayuno a voz en grito, saludaban con palmadas en la espalda a Chosokabe y a Yukimura. Vamos se comportaban como verdaderos piratas, pidiendo ron a eso de las 8 de la mañana.

-¡¡Aniki!! Le dejamos anoche haciendo inventario-

-¡Si! Y sois unos rufianes que no sabéis contar!! ¿Por qué me habéis puesto que teníamos 30 pales de atunes cuando tenemos 50? ¡¡Hoy nos tenemos que quitar de encima esos 20 palés que no contasteis ¡¡entendido!!??- Chosokabe ya se había levantado con un vaso de ron en la mano (el cual le había pasado un compañero) y lo alzaba como si fuese un brindis.

Por supuesto aquellos diez grandes y fornidos hombres gritaron “¡Si, aniki!” al unísono, alzaron y bebieron sus vasos de ron de un solo trajo, para luego dejarlos todos a la vez en la mesa provocando un estruendo tremendo. Después estallaron en risotadas y siguieron comiendo.

Spoiler:

Toda aquella gente armaba un escándalo de mil demonios pero las chicas del bar estaban encantadas porque les animaba la mañana. Entre gritos, fiestas y risas desayunaron los diez hombretones.

[…]

Ya en la pescadería los hombres ya se habían puesto su uniforme de trabajo, o sea que encima de su ropa se habían colocado un delantal que les llegaba hasta las rodillas, eso los que trabajaban en la parte del pescado fresco pero los chicos que trabajaban en el almacén se ponían unas chaquetas de pluma de ganso para mantenerse caliente en la parte de los congeladores.

Por supuesto Chosokabe tenía un pequeño cuarto al fondo con un cartel de prohibido en la puerta, en el cual él mismo se ocupaba del papeleo y de arreglar esos robot que había inventado para atender la tienda.

El peliblanco se encontraba detrás de uno de estos robots con un cinturón de herramientas a la cintura mientras abría la espalda del robot –Este está algo mayor para trabajar, voy a tener que hacerle una puesta a punto o jubilarlo- se decía – Yukimura ¡ven aquí!- hizo un gesto con la mano para que el joven se acercase pero sin apartar la vista del complejo mecanismo interior del robot. – Ponte el delantal como todos los demás, atiende a quien lo necesite, ayuda a los chicos si te lo piden y a los clientes trátalos de una forma impecable ¡ah! y échales un ojo, no quiero ver que alguien roba comida de este establecimiento- esto último lo dijo porque ya le había pasado de ver gente llevándose pequeñas cajas de la sección de congelados.

-Pero tu tranquilo chico, con naturalidad, nadie va a estar encima de ti para juzgarte JAJAJAJAJ- siguió sonriendo mientras apretaba un par de tuercas de aquel robot, en el cual estaba bastante enfrascado. – Cuando tengas alguna duda me preguntas…¡Suerte!-

-¡¡Yo!! Yuki-tan ¡¡ven aquí!!- le gritó uno de los chicos del almacén –Antes de que empiece a llegar gente sube un par de palés de atunes- dichos palés pesan unos 200 kg -¿Verdad que tu puedes?- sonreía también como Chosokabe pero no era ni la mitad de guapo que el peliblanco, este era un hombre de unos 35 años fuerte, grande como un armario y en su cara una barba en las que despuntaban las primeras canas. –Me llamo Shinjiro, soy el jefe de los de la “bodega”- así llaman ellos al almacén – encantado-

De vez en cuando miraba por el rabillo del ojo a su grumete para ver como se desenvolvía y por ahora lo hacía estupendamente.

En un momento dado entró por la puerta un jovencito, un chico de la edad de Yukimura, el cual tenía un aspecto algo desaliñado: los pantalones vaqueros por debajo de la cintura, una camisa con un dibujo y una chaqueta bastante desaliñada. El joven se acercó al peliblanco con las manos en los bolsillos y con el ceño algo fruncido. –¡Ey! Oji-san (viejo) ¿Dónde esta..¡hm!- antes de que el chico terminase la frase Chosokabe alzó la mano con la palma abierta a modo de señal de parar.

-Si quieres saber algo pregúntaselo a aquel chico- todo esto se lo dijo sin apartar la mirada de su robot a la vez que agarraba un alicate y con la otra mano señalaba a Yukimura. –Ahora mismo ando algo ocupado. El te ayudará- el jovencito miró a Yukimura y se acercó a él.

Mientras el cliente se acercaba a Yukimura una sonrisa maléfica iba apareciendo en sus labios -¡AY, el de rojo si te cojo!- rimó de una forma bastante burda mientras una de sus manos se posaba en el hombro de Yuki. –Hola guapo, ¿me dices donde están los pulpos?- la sonrisa de aquel cliente denotaba malicia y sus ojos recorrían el cuerpo de Yuki intentando adivinar como sería el cuerpo del joven moreno debajo del delantal y la ropa.

-Prrrffffffffffff- Chosokabe se aguantaba la risa poniéndose una mano en la boca mientras observaba la situación desde detrás del robot. La risa hacía que una lágrima le saliese.

Aquel cliente hizo caso delo que Yukimura le dijo, pero después de haber cogido el pulpo que quería y meterlo dentro de una bolsa, volvió a Yukimura pero esta vez le puso una mano en la cintura y lo atrajo levemente hacia él. –Nene ¿sabes cocinar el pulpo? Si sabes me podrías decir alguna receta y así puedo invitarte a cenar- le dijo con una voz zalamera y algo pegajosa propia de un chico que intenta ligar a la desesperada.

A esto Chosokabe no se quedó callado – Oy! ¡¡Omae!!- el peliblanco salió de detrás del robot dejando, llegando hasta donde estaban ambos y agarró al cliente por la mano para separarlo de Yukimura –Esto es una pescadería y un local decente. No uno de esos bares que frecuentas, esos abren más tarde y si lo que quieres es ligar ¡Vete a otro lado!- en este momento se veía perfectamente lo grande y fuerte del cuerpo del albino ya que le sacaba dos cuerpos de grande al cliente.
Miro al cliente con seriedad hasta que este se fue.

-Kodomoarroo (niñato)- se giró hacia Yukimura -¡¡Y tu!! ¿Porque no le has dado dos buenas ostias? ¿Dónde está tu fuego? Tu espíritu ¿eh?- Chosokabe se había inclinado hasta que su cara y la de Yukimura estuviesen a escasos centímetros. Eso sí el albino no tenía cara de estar muy contento.

Chosokabe alzó las manos hasta a la altura del pecho con las palmas mirando hacia Yukimura y las movía levemente, mientras en su rostro se mostraba una sonrisa algo descontenta –Vale, vale, lo siento Yuki-tan. Entiendo tu postura en este asunto pero no te sulfures. – bajo las manos colocándose una en el bolsillo del pantalón y con la otra se rascaba la nuca –Es verdad que te dije que fueses encantador y respetuoso con los clientes, pero solamente con los clientes que se lo merecen. Si te vuelven a pasar cosas como la de antes con otra persona no dudes en botarlo a la calle como si fuese un cubo de basura. ¿Entendido?- Chosokabe no estaba reprimiendo a Yuki simplemente le estaba aconsejando. Por supuesto mientras le hablaba puso su mano sobre la cabeza del jovenpara revorverle levemente el pelo, esta vez más suavemente.

- Pero tranquilo lo estás haciendo muy bien- en este momento uno de los chicos de Chosokabe llegó con un teléfono en la mano al que el albino contesto. Mientras estaba al teléfono su rostro fue cambiando hasta tener una cara de preocupación bastante mala. Colgó. -¡¡Yukimura!! Tenemos un trabajito que hacer!!- sonrió con malicia cuando le daba dos palmadas en la espalda al joven. –Ve a mi despacho y coge la caja de las herramientas. Es una grande de metal, la verás enseguida y espera por fuera de la tienda.- ordenó mientras él se iba.

Chosokabe había recibido la llamada del repartidor de hielo al cual se le había estropeado el camión a cuatro manzanas de la pescadería, entonces el pirata le dijo que iría a arreglárselo, así que Chosokabe se quitó el delantal y fue a por su moto y un par de cascos.

El albino se quedó con la boca abierta como un buzón – JAJAJAJAJAJAJAJAA- las risas de Chosokabe pasaron en decibelios el ruido que producía su moto - ¿Cómo que te toco el culo? Vale que seas un niño muy guapo y todo eso pero, eso ¡no puede ser!- el albino se limpiaba las lágrimas que le salían, no se lo podía creer pero le hacía gracia. - Eso tuvo que ser desagradable, pero ya paso- le sonrió.

- Aunque te contrate para que atrajeses a las clientas, a ser posible a las amas de casa de la zona, no me esperaba que también atrajeses a los tíos- Chosokabe se llevó las manos a la cabeza y se revolvió el pelo. Se mantuvo con la cabeza gacha unos segundos, no se pensaba que aquel jovencito fuese como un imán – Bueno, lo único que tienes que hacer es saber liberarte de esos tíos y ya está. El acoso no está permitido en mi tienda- le miró de reojo unos segundos recorriendo el cuerpo del jovencito. Luego alzó la cabeza y sonrió con serenidad al joven, agarraba un casco y se lo ponía a Yuki.

- Amárratelo fuerte- colocó la caja de las herramientas en el suelo de la moto, o sea, donde irían los pies de Choso y montó dejando un espacio detrás de él para que el joven montase. – ¡Vamos muchacho! Monta- dio un par de toques con la palma de la mano a la parte del sillín que había dejado para Yuki.