Vengo a por el de los tridentes (Yukimura)

El peliblanco silbo al ver la preciosidad de vendedora que se aparecía ante él. Sonrió cuando la chica le quitó el timbre e intentaba volver a la compostura.

-Jajajaja pues mira guapa he venido a por un esclavo, de esos que dicen por ahí las lenguas bífidas que tenéis.- Chosokabe no se cortaba un pelo y apoyo un codo en el mostrador mientras paseaba su mirada por el cuerpo de la dependienta.

-Necesito a alguien fuerte, impulsivo, con ganas de vivir y sobre todo, que le guste la libertad y el ejercicio, porque para lo que lo quiero se va a cansar de hacer ejercicio jajajajajaj- reía. – ¿Tienes algo así?, señorita- cundo sonreía enseñaba sus afilados caninos.

Chosokabe hacia una mueca parecida a la que se hace cuando eres picado por un mosquito. Chasqueó la lengua – eso ha dolido- decía sin borrar su sonrisa socarrona.

Siguió a la joven mientras su miraba balanceaba entre las jaulas y el movimiento del cuerpo de la joven vendedora. Por supuesto él miraba en el interior de las jaulas a ver si había algo o alguien que le pudiese interesar, fue así hasta que el peliblanco se paró en seco delante de una de las lúgubres jaulas.

-Por el trayecto entre las jaulas he visto a varios esclavos interesantes, gente fornida y demás pero este me llama poderosamente la atención.- señaló hacia un joven que vestía de rojo y blanco. - Mi instinto de pescador me lo dice jajajajaja – rio sonadamente – aunque puede que me equivoque. Y si ese fuese el caso ¿el esclavo se puede devolver? o ¿tengo que tirarlo a los tiburones?- sin sacar las manos de sus bolsillos se giró hacia la dependienta con su típica sonrisa “Colgate”

El peliblanco miro por el rabillo del ojo a la jovencita, Chosokabe habia entendido aquel tonito en las palabras de la chica. - Pues si me lo llevo. Y si no me "satisface" no creo que sea asunto tuyo, pequeña loba de mar- hizo un leve movimento con la cabeza señalando el interior de la jaula.

-Lo quiero presentable y limpito. No quiero que se note que lo acabo de sacar de este antro- dijo mientras le desaparecía la sonrisa por unos instantes. Se giro hacia ella -¿entendido?- le volvio a sonreir.

El peliblanco entorno con mirada sarcástica a la joven muchacha. Era normal aquel comentario, al fin y al cabo era un pescador pero ¡eso no la excusaba!! -¡Me ha ofendido señorita!- alzó el mentón. -En cuanto esté menos ocupado volveré por aqui y me vengare de dicha ofensa. jujujuju- decia mientras agarraba un boli y escribia.

- Nombre: Chosokabe Motochika
- Esclavo: Yukimura
- Directo o a Domicilio: Directo
- Modo de pago: Metálico

El pirata agarro una enorme bolsa que cargaba con él y la puso sobre el mostrador - Creo que esto será suficiente- dentro de la bolsa habia desde monedas de oro hasta piedras presiosas, pasando por una corona y un cetro de oro. Era parte de un tesoro. -Por cierto, lengua de serpiente ¿me puedes envolver a mi esclavo para regalo? JAJAJAJAJAJA- reía sonadamente con los brazos en jarra.

Chosokabe miraba atento la oscuridad de aquellos pasillos ya que de ellos provenían varias voces y sonidos que se silenciaron al cavo de unos segundos. Aquello no le gustó y torció levemente la boca. No tuvo que esperar demasiado hasta que trajeron hasta allí a su nuevo trabajador, o esclavo, o… o como lo quieras llamar.

El albino parpadeó porque no se creía lo que veía. –¡¡¡Pero que coñ…!!!- dijo mientras fruncía el ceño, alzaba las manos a la altura del pecho y dejaba la boca medio abierta. Sefue hasta Yukimura y le puso una de sus enormes manos sobre la cabeza, con la otra mano señaló aquella sanguinolenta herida del labio del menor.

-Acaba de llegar y ya tiene esta pinta de perro apaleado.- decía el pirata con bastante desilución en su tono de voz. – No, si es que…. que tipo de comercio es este en el que te entregan así la mercancía, ains- suspiró a la vez que agachaba la cabeza con desilusión. – Bueno, por lo menos parecen un chico fuertote, seguro que ese corte no es nada. –sonrió con despreocupación al moreno.

-Tu eres Yukimura, sōdesune? (Así es, ¿verdad?)- le pasó un brazo por encima de los hombros sin parar de sonreír alegremente – Bueno Yuki-tan yo soy Chosokabe Motochika, tu futuro jefe jajajajajajaja- reía haciendo que el eco e su risa resonase por la tienda. – hajimemashiteyarro (encantado de conocerte)- dijo apartándose levemente del joven.

Chosokabe se esperaba aquellas reacciones porque el moreno tenía toda la cara de ser una persona algo agresiva y desconfiada. Al escuchar los gritos del joven preso el albino se metió el dedo pulgar de la mano en uno de sus oídos y en su cara se dibujo una expresión de dolor, como si los gritos de Yukimura le hubiesen hecho daño en el oído interno.

-Por todos los mares que nervios coges- el pirata suspiro algo apesadumbrado a causa de las pataletas del menor –Yuki-tan- se acuclilló delante de él mientras los guardias lo sostenían –me recuerdas a mi cuando era más joven JAJAJAJAJAJA. Me gustas chico, serás de gran ayuda en la pescadería- sonrió hasta enseñar sus caninos y miró a los guardias –soltadle, ya me ocupo yo- el pirata puso una de sus enormes manos en la parte posterior del cuello de Yukimura, como si la mordedura de un perro se tratase.

Los guardias soltaron al moreno y a la vez Chosokabe lo levantaba del suelo por el cuello. – Nos vamos- sonriendo se encaminó hacia la puerta del local mientras arrastraba con él a Yukimura.

Noto toda la discordia que le moreno le profesaba con la mirada a lo que Chosokabe respondió con una de sus miradas socarronas y pícaras a la vez que le soltaba el cuello y comenzó a revolverle el pelo con ambas manos.

-Si, si jovencito trabajarás de sol a sol, sudando la gota gorda limpiando y reponiendo pescado… por ahora.- le puso ambas manos en la espalda y lo sacó a empujones de la tienda – Te lo explico por el camino. Ahora vamos a nuestro lugar de trabajo.-

En la calle Chosokabe mira a Yukimura sonriendo pero a la vez una gota de sudor le resbala por la nuca. Se rasca la cabeza mientras ríe tontamente – jejeje vamos a tener que ir en transporte público porque tengo la moto averiada- agarro al joven por el antebrazo y jalaba de él de camino a la boca del metro.

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