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Casualidades de la vida [Aoi Kasegawa]
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Casualidades de la vida [Aoi Kasegawa]
Había pasado bastante tiempo desde aquella despedida. Jamás imaginó que fuera tan difícil decir un "Adiós" pero... aquel día fue necesario, pues aquella despedida no era más que permanente, jamás le volvería a ver de nuevo y aquel dolor y soledad ante su marcha le hizo pensar bastante, recapacitar y detenerse a volver también a parte del pasado para recordar si hizo algún mal que al curita no le cayera en gracia, pero no...no había nada de lo que tuviera que lamentarse.
En aquella nueva ciudad había mucha gente y jamás imaginó que se sentiría tan extraño el caminar entre la multitud de aquella solitaria manera, pero ya que... ya todo daba igual, él no volvería del vaticano por un simple vampiro como el moreno era... y si regresaba sería tan solo para tomar su comida y volver a irse, pero estaba prepadado para el más mínimo detalle.
Vestía unos simples pantalones de cuero que resaltaban la figura de sus piernas, una camisa negra abierta y un abrigo de piel con el cuello peludo, abierto hasta el vientre, mostrando su pecho sin ningún tipo de pudor o vergüenza, además de llevar unas lentes de sol y unos zapatos de vestir.
Cansado, decidió encaminarse a uno de los parques más cercanos a aquel lugar, quería descansar, fumar y de paso beberse alguna cerveza si encontraba una máquina de refrescos por el camino, que así fue, al encontrarla no dudó en sacar dos cervezas de ella y proseguir con sus pasos.
Una vez en el parque observó cada rincón con fijeza y atención, caminando entre las pocas personas que llevaban a sus hijos de la mano, recordandole aquella escena a cuando Cherry... aquel cura, era pequeño y le daba e intentaba mantener lo más feliz posible. Eso le hizo suspirar y pensar en la cantidad de sentidos que puso en él pero aquello debía borrarlo o terminaría corrompiendole.
Al llegar a uno de los bancos se dejó caer, sentandose con las piernas abiertas mientras dejaba la lata a un lado y se prendía un cigarro que sacó de la cajetilla, colocandoselo en los labios para luego coger la lata y abrirla, estirando los brazos a lo largo del banco mientras observaba al frente y se relajaba, borrando todo pensamiento de su mente en aquel cálido lugar.
En aquella nueva ciudad había mucha gente y jamás imaginó que se sentiría tan extraño el caminar entre la multitud de aquella solitaria manera, pero ya que... ya todo daba igual, él no volvería del vaticano por un simple vampiro como el moreno era... y si regresaba sería tan solo para tomar su comida y volver a irse, pero estaba prepadado para el más mínimo detalle.
Vestía unos simples pantalones de cuero que resaltaban la figura de sus piernas, una camisa negra abierta y un abrigo de piel con el cuello peludo, abierto hasta el vientre, mostrando su pecho sin ningún tipo de pudor o vergüenza, además de llevar unas lentes de sol y unos zapatos de vestir.
Cansado, decidió encaminarse a uno de los parques más cercanos a aquel lugar, quería descansar, fumar y de paso beberse alguna cerveza si encontraba una máquina de refrescos por el camino, que así fue, al encontrarla no dudó en sacar dos cervezas de ella y proseguir con sus pasos.
Una vez en el parque observó cada rincón con fijeza y atención, caminando entre las pocas personas que llevaban a sus hijos de la mano, recordandole aquella escena a cuando Cherry... aquel cura, era pequeño y le daba e intentaba mantener lo más feliz posible. Eso le hizo suspirar y pensar en la cantidad de sentidos que puso en él pero aquello debía borrarlo o terminaría corrompiendole.
Al llegar a uno de los bancos se dejó caer, sentandose con las piernas abiertas mientras dejaba la lata a un lado y se prendía un cigarro que sacó de la cajetilla, colocandoselo en los labios para luego coger la lata y abrirla, estirando los brazos a lo largo del banco mientras observaba al frente y se relajaba, borrando todo pensamiento de su mente en aquel cálido lugar.
Invitado- Invitado
Re: Casualidades de la vida [Aoi Kasegawa]
Había un hermoso día afuera para disfrutar de un paseo….como lo supo? fácil; los cálidos rayos del sol golpeando con gentileza en su rostro al despertar le dieron a entender que una linda mañana primaveral se mostraba en gloria y majestad fuera de las paredes de su departamento. El viento fresco que movía el juego de campanillas colgadas fuera de su ventana junto con el trinar de los pajarillos le dio los ánimos suficientes para empezar la jornada lleno de energía.
Una buena ducha, un desayuno equilibrado y finalmente unos cuantos minutos frente al piano repasando la composición que estaba creando terminaron de convencerlo de que ya era hora de salir a disfrutar del día que se le ofrecía.
Ya era algo pasada la hora de almuerzo, pero que más daba? tampoco es como si tuviese hambre y a decir verdad le tentaba mucho más el salir y buscar algo por ahí antes que quedarse a comer en casa. Así que sin darle más vueltas al asunto sus pasos se dirigieron a la salida del departamento, conociéndolo ya a la perfección y haciéndole más fácil el trabajo de buscar las cosas que necesitaba; las llaves justamente arriba de una mesita que se hallaba a un lado de la puerta, el bastón apoyado contra la pared, y finalmente la cartera con el dinero el cual guardo en el bolsillo de su pantalón.
Una camisa de tonos azulados y distintos matices del mismo, junto a unos pantalones beige era su atuendo de hoy, dándole un aspecto relajado pero al mismo tiempo siempre conservando ese aire de “joven bien presentado”.
Sinceramente y como era de esperarse de alguien quien no tenía la capacidad de ver, la superficialidad no existía y por lo tanto tampoco la importancia de “verse” bien, pero para el resto del mundo si existía mucho de eso, así que desde pequeño le habían acostumbrado a la idea de que tener una buena imagen era sinónimo de ser buena persona [pensamiento bastante estúpido por lo demás].
Afortunadamente y con la ayuda de su madre, su closet constaba de muchas prendas, todas perfectamente combinables entre sí, lo cual le garantizaba que cualquiera que fuese la elegida, siempre quedaría bien.
El bastón golpeteaba el piso a cada segundo, pero con la suficiente sutileza como para que a las personas que le rodeaban, si es que había alguien, no les resultara molesto el sonidito creado. Con cuidado cruzo la calle que separaba el edificio donde vivía, de un pequeño parque bastante tranquilo, donde solía relajarse de cuando en cuando, caminando con suma calma y con una sonrisa ligera en el rostro, sintiéndose realmente afortunado de poder disfrutar de un día así.
Un pequeño niño pasó a su lado corriendo, y pudo sentir como se agarraba de su bastón para no caer, ante lo cual Aoi se agacho con cuidado, llevando una mano hasta la del menor que aún no se soltaba de la vara metálica, y sonriendo hablo con voz amable… “estas bien? “ pregunto, mas no alcanzo a obtener una respuesta del niño cuando la madre ya había llegado a disculparse y llevarse al pequeño en brazos.
Se carcajeo muy ligeramente para sí mismo….si, se había desorientado y ahora no sabía siquiera hacia qué lado estaban las baquitas donde solía sentarse. Qué hacer? pues nada, se quedó allí de pie, con los ojos entreabiertos y sintiendo la brisa fresca que traía consigo el aroma de tabaco de alguien que probablemente fumaba en las cercanías.
Una buena ducha, un desayuno equilibrado y finalmente unos cuantos minutos frente al piano repasando la composición que estaba creando terminaron de convencerlo de que ya era hora de salir a disfrutar del día que se le ofrecía.
Ya era algo pasada la hora de almuerzo, pero que más daba? tampoco es como si tuviese hambre y a decir verdad le tentaba mucho más el salir y buscar algo por ahí antes que quedarse a comer en casa. Así que sin darle más vueltas al asunto sus pasos se dirigieron a la salida del departamento, conociéndolo ya a la perfección y haciéndole más fácil el trabajo de buscar las cosas que necesitaba; las llaves justamente arriba de una mesita que se hallaba a un lado de la puerta, el bastón apoyado contra la pared, y finalmente la cartera con el dinero el cual guardo en el bolsillo de su pantalón.
Una camisa de tonos azulados y distintos matices del mismo, junto a unos pantalones beige era su atuendo de hoy, dándole un aspecto relajado pero al mismo tiempo siempre conservando ese aire de “joven bien presentado”.
Sinceramente y como era de esperarse de alguien quien no tenía la capacidad de ver, la superficialidad no existía y por lo tanto tampoco la importancia de “verse” bien, pero para el resto del mundo si existía mucho de eso, así que desde pequeño le habían acostumbrado a la idea de que tener una buena imagen era sinónimo de ser buena persona [pensamiento bastante estúpido por lo demás].
Afortunadamente y con la ayuda de su madre, su closet constaba de muchas prendas, todas perfectamente combinables entre sí, lo cual le garantizaba que cualquiera que fuese la elegida, siempre quedaría bien.
El bastón golpeteaba el piso a cada segundo, pero con la suficiente sutileza como para que a las personas que le rodeaban, si es que había alguien, no les resultara molesto el sonidito creado. Con cuidado cruzo la calle que separaba el edificio donde vivía, de un pequeño parque bastante tranquilo, donde solía relajarse de cuando en cuando, caminando con suma calma y con una sonrisa ligera en el rostro, sintiéndose realmente afortunado de poder disfrutar de un día así.
Un pequeño niño pasó a su lado corriendo, y pudo sentir como se agarraba de su bastón para no caer, ante lo cual Aoi se agacho con cuidado, llevando una mano hasta la del menor que aún no se soltaba de la vara metálica, y sonriendo hablo con voz amable… “estas bien? “ pregunto, mas no alcanzo a obtener una respuesta del niño cuando la madre ya había llegado a disculparse y llevarse al pequeño en brazos.
Se carcajeo muy ligeramente para sí mismo….si, se había desorientado y ahora no sabía siquiera hacia qué lado estaban las baquitas donde solía sentarse. Qué hacer? pues nada, se quedó allí de pie, con los ojos entreabiertos y sintiendo la brisa fresca que traía consigo el aroma de tabaco de alguien que probablemente fumaba en las cercanías.
Invitado- Invitado
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