Un nuevo personaje en mi historia [Darren-#215]

Vale, hoy no era mi día, definitivamente no lo era.

Primero y nada más despertarme mis compañeros en la tienda, sí, esos animales tan.. "listos" y "divertidos" se habían propuesto enfadarme poniéndome a un perro novato recién llegado e inexperto en frente de mi puerta, al cual o apaleaba o me mordía, obviamente la primera opción no estaba entre las posibles a dejar que ocurriesen. Segundo en el almuerzo tuve que comer de pié, parecía ser que hoy todos se habían puesto de acuerdo para joder un rato al personal y sí, me tocó comer de pié o sino me sentaba de forma demasiado apretada con otros y tampoco me apetecía el perder la consciencia en pleno salón y enterrar la cabeza en el bol de comida así que como resultado de eso tengo unas bonitas piernas adoloridas. Tercero, me compraron.

Si, me han comprado y eso requiere dos cosas por lo que parecía ser. Vendarme y escoltarme, claro está tocándome. ¿Lo peor del asunto? Humanos... ¿por qué siempre son humanos?

Bufé, pataleé y quise matar, todo internamente, lo cual transmití con una mirada asesina y un gruñido de molestia nada mas verles acercarse. Obviamente no iba a dejar que unos patanes me tocasen, por muy "jefe mío" que sean hasta ahora.

Ains.. qué bonito suena, "Hasta ahora".

Por lo que decidí dejarles un bonito regalo de despedida. Me tapé bien cada parte de mi cuerpo (si es que ya mis vaqueros y camisetas de manga larga y holgadas no me lo cubrían) y me enguanté las manos para comenzar a pelear ahí, metiendo golpes a diestro y siniestro y llegando, a base de hostias, al acuerdo de que me colocaría la bendita venda cuando llegásemos a la puerta del recibidor.

Y con todo mi orgullo bien puesto, mis cosas y la venda en la mano caminé con la barbilla alzada en muestra de orgullo, satisfacción y rebeldía. Claro, que todo se fue al caño cuando me di cuenta de una cosa. Tenía amo, un amo humano. Un maldito humano traidor, mentiroso e insolente que se cree con el derecho de... vale, comienzo a sacar prejuicios pero con mi historial es normal, o al menos yo lo veo así.

Volví a gruñir de nuevo, ¿y yo qué hago ahora? es decir, no podía echarme para atrás, no tenía forma aunque claro, si no me gusta puedo huir en la noche, ¿no?... bueno, es una buena forma de escaparme de estas cosas...

Con mirada ahora decidida y viendo como poco a poco me acercaba más y mas a la puerta apreté bien la venda y, tras darle un par de tirones con las manos, la anudé en mis ojos. En ningún momento necesité ni permití que los otros dos me tocasen, yo solo me valía para ponérmela y guiarme paso a paso colocando un pie delante del otro para no salirme del camino, abrí la puerta y me planté en la sala donde conocería a mi "amo".

Que por cierto, ya los tendría que tener bien puestos para decidir así sin más el comprarme a mi.

El hecho de ponerme aquella jodida venda en los ojos al final me sirvió para lo que pensé, para nada, porque de pronto me hablaron como si nada y bueno, en fin, ¿qué más daba? Aunque al final tanto barullo... Suspiré de forma disimulada mientras me llevaba las manos tras la cabeza y retiraba aquella venda, la cual até luego a mi muñeca mientras miraba con una ceja alzada la mano tendida hacia mi, ¿realmente esperaba que yo le chocase la mano?... ¿de verdad?

-Darren Hughes -contesté de forma cortante y con aire despistado, o ello aparentaba, ya que aunque mi mirada se centrase en terminar de atar con dedos y dientes aquella venda en la mano, mis orejas estaban alertas a cualquier movimiento extraño y mi cola aunque tranquila en el aire estaba quieta, por si tenía que moverme de alguna forma repentina. Efectivamente, no me fiaba ni un pelo de aquel tipo.

Como no, me permití mirar un momento con anhelo la ventana para observar la calle, parecía ser que ya se habían acabado mis días de libertad prófugas y glorias, así que sólo me quedaba el joderme y aguantarme con lo que me tocase -no te molestes -dije mirándole directamente, ¿para qué apartar la mirada? Eso sólo demostraría debilidad, o algo así era para los animales -No voy a darte la mano... ni a tocarte, nunca -advertí dejando los brazos caer a mis lados como si nada, como solían decir, el que avisa no es traidor -así que puedes bajar la mano, a no ser que quieras que se te hinche como un globo y te duelan las articulaciones por no moverla

Observé a aquel chico de arriba a abajo, la primera impresión que daba, tanto por su forma de hablar como de moverse y de situarse, era la de un chico despreocupado, tanto en su vestimenta como en su personalidad. Parecía importarle poco el qué pensasen los demás sobre su ropa o sobre si mismo. Eso en cierto modo me agradaba, yo era de ese estilo al menos y poco solía importarme el que cuchicheasen acerca de mi gusto sobre ir de negro.

Lo siguiente que también me agradó pero que no me acabo de tragar por completo era lo de que no se acercaría mucho. Primero que nada me agrada porque significa que no tendré ataques y podré estar consciente las horas del día que no esté durmiendo por propia voluntad, lo que no me terminaba de tragar es que fuese a cumplirlo, más de una vez había conocido en mis días de libertad pasadas a gente que decían que no lo harían y al final simplemente se acercaban demasiado sólo por fastidiar, así que nada de fiarse desde el principio, el ojo crítico no lo perdería, al menos no por ahora.

Había que admitir que aquello de "llegar temprano o nos quedaríamos sin cenar" me había dejado más que descolocado, simplemente asentí a su petición, pocas eran las ganas que tenía de estar discutiendo sobre irnos, puesto que grandes eran las de salir. -Por favor -murmuré dirigiéndome a la puerta y abriéndola, el sentir la brisa del día chocar contra mi rostro así como el sol en su explendor fue quizás lo más placentero que había experimentado en meses, no sabía que el estar anclado a algún lugar me hiciesen sentirme tan... oprimido.

-¿Y por qué no podrás comer? ¿Acaso vives en una comuna con horarios o algo? -pregunté con curiosidad quitándome a mi de la ecuación, más que nada porque yo sí que podía conseguir algo de comida fuera, la suerte de los gatos, quizás.