Hurgando más en mí...(Sam Einsames)

Tedioso, cansado y molesto, su cuerpo en penumbras recorrió las calles de Tokyo, observando con la mirada esos locales, tiendas y esas casonas que se consideraban como abastos, buscando un lugar que le recomendaron desde hace un buen tiempo, un mercado negro.

Buscando con la mirada ese callejón que conducia hacia ese lugar, con sus papeles ordenados y bolso en hombros, algo distraido por sus pensamientos, al darse cuenta se encontraba al lado de esta. Dando la vuelta entrando, se interno a esa gran oscuridad que pocos rayos del sol tocaba, para mostrar ligeramente el camino sin problema alguno.

Llegando casi al final del trayecto, quedó de frente mirando a unos hombres de gran tamaño vistiendo prendas oscuras, sin inmutarse. Pasó unos segundos y ambos abrieron la puerta dejando el paso libre a ese lugar. Entró plantando fijamente su mirar en el local, lamparas en mesas dando toques de luces al lugar, no tanto, solo lo necesario para distingir el suelo.

Con la serenidad que siempre tenía, se acercó al mostrador quedando en frente notando que no había ningún trabajador ahí. Suspiró un poco, para abrir un poco más la boca y hablar.

- Disculpe... - su seria voz recorrió en eco por el lugar, esperando la atención de un ser vivo, si es que había uno - ¿Hay alguien? Deseo adquirir uno de sus "productos" - esperó a una respuesta, reposando sus manos encima del mostrador.

Tras unos momentos de silencio, detecto unos ruidos en la trastienda, tras eso, vio a una mujer de cabellera rosa salir del lugar de los ruidos anteriores. Observandola con cuidado, notó ese ligero aura de amabilidad, tipico de los buenos vendedores de tiendas para agradar al comprador y hacerlo sentir comodo.

- Buenas, no se tiene que disculpar, esperaria el tiempo necesario - sonrió - Bien... No quiero sonar muy exigente, pero me gustaría un chico de caracter "suicida", que sea muy... - trató de buscar la palabra - Depresivo.

Ah... Si, él era extraño desde donde le mirabas, claro esta, si lo mirabas internamente. La información que le dio su amigo sobre ese lugar, era sobre esclavos en jaulas, pero el pelinegro no pudo divisar nada en ese lugar, ademas que la falta de iluminación no le ayudaba mucho que digamos. Por ello, opto tan solo a esperar la respuesta a su petición.

- Y bueno, no importa su edad, pero tengo preferencia de mayor de 16 años. - sonrió amistosamente - Pero lo importante, que sea hombre.

Observando los movimientos de la otra y escuchando la petición de la otra, dejó sus bolsos encima del mostrador para seguirla a la trastienda. Se sorprendio al ver una tonelada de jaulas en el lugar y lo increiblemente grande que era. Siguiendo a la pelirosa, quedaron enfrente de una jaula, dentro, un menor amarrado por esposas y cadenas.

- Sam... - repitió el nombre que había dicho la mujer - ¿Último suicidio? Ajajaja... - rió un poco - Lo siento, para mi es algo gracioso. - se volvió a incorporar - Hmmm... - sonrió de lado - Es perfecto. Lo quiero. - afirmó curvando una maliciosa sonrisa.

Gustos raros, retorcido y cruel, así era Kouri, aunque, el físico del menor en la jaula le había atraído brutalmente. Cabellos pintados de un blanco semejante al gris, piel pálida y, para él, tentadora. Con sus dedos, las pasó lentamente por las rejillas de esa jaula, haciendo un ligero ruido. Estaba convencido, ese humano que despreciaba cruelmente su propia vida, le atraía. Al ver ese cuerpo debilitado y adornado cruelmente con esas cadenas, sintió la necesidad de hacerlo suyo, corromperlo, dañarlo, amarlo, desgarrarlo y plantar varias marcas en el.

Mientras que su cerebro se ocupaba de transmitir varias imagenes llenas de sadismo, comenzó su andar devuelta al mostrador para pagar por el pequeño emo, estaba lo bastante ansioso para corromper esa alma sumergida en la oscuridad.

Estando enfrente del mostrador, tomó sus bolsas y las dejó en el suelo para dejar el espacio libre y no molestar a la vendedora por su libertad de dejar las cosas en donde le plascan. Viendo la ficha que tenía en frente, tomó el boligrafo en manos para rellenar la hoja.

Ficha a rellenar
- Nombre: Kouri.
- Esclavo: Sam Einsames.
- Directo o a Domicilio: Directo.
- Modo de pago: Cheque.

Firmando el cheque, lo dejó encima de la ficha que habia terminado de rellenar, se lo entregó a la otra para que verificara lo que tenía que verificar, por su parte, sabiendo que la entrega no era a domicilio, volvió a donde estaba antes, enfrente de esa jaula para observar al menor que había comprado. Su mirada se estaba deleitando al ver ese debil cuerpo encadenado, con esas marcas hechas por las cadenas, esas cicatrices por los maltratos, le gustaba, pero él quería impregnar nuevas heridas en él.

Dejando esos pensamientos de lado, quedó enfrente, aún observando, pero esperando a que le entregasen el esclavo, la persona que sacó a brote esos sentimientos enterrados, esa criatura hecha perfectamente para él.

Un nuevo día,un nuevo infierno.Una nueva esperanza por abandonar el mundo en el que tan malas experiencias le habían hundido en la mas profunda de las miserias,las que le llevaban a querer desaparecer del mundo sin dejar rastro alguno,sin dejar una mínima parte de si mismo en él,ni un solo recuerdo,ni un solo ápice de su alma.

Muchas veces fueron las que intentó desaparecer y muchas fueron los intentos en vano,solo una vez estuvo apunto de conseguirlo y acabó así como podían verle ahora todos los que por su lado pasaban para ver a las personas que un día se convirtieron en esclavos por malas personas o,simplemente,por ser capturadas por aquellos malvados vendedores.Atado,añado,marcado y traumatizado,así es como vivía la mayor parte del tiempo por no decir todo el tiempo.Su vida estaba basada en el dolor y las malas palabras hacia él,en los enfrentamientos y la soledad por todos lados,soledad...su mejor amiga desde que tenía memoria.

Aquel día pensó que sería igual que los demás mas se equivocaba totalmente.Nuevamente intentó cortar sus venas con su preciado cúter,el cual se guardaba en la entrepierna pues no tuvo otro sitio donde guardarlo después de ser capturado y cacheado.Una suerte que no se lo hubiesen pillado,o mas bien,toqueteado como a todos los que estaban presos en aquel maldito lugar.Su cuerpo era uno de los únicos que seguía intacto a pesar de estar en donde estaba,su pureza virginal no había desaparecido todavía,algo que habría hecho aumentar los interesados por él si no fuese por su personalidad y sus tendencias suicidas,macabras,tétricas o como se quisiese llamar.Era antisocial,solitario y cerrado a toda clase de personas.Nunca tuvo un amigo.

Estaba medio dormido en su sitio por lo que no se enteró de nada hasta que escuchó como su jaula se abría para dar paso a los guardias y cuidadores encargados de quitarle todas las cadenas y grilletes que tenía colocados para que no pudiese usar ningún objeto cortante,mucho menos pudiese autolesionarse mas de lo que ya estaba,tal y como podía comprobarse al ver sus brazos,parte de sus piernas y los rajados piercings que llevaba.Si,su camiseta estaba rasgada al igual que sus pantalones,dejando ver mas carne de la que él pudiese desear.Se despertó sin demasiados ánimos,es mas,nunca se levantaba con ánimos,nunca los tenía.

Una vez estuvo suelto le levantaron entre todos para llevarlo hacia la salida,donde le dejaron en el suelo con sumo cuidado.De seguro que si el cliente no estuviese delante aquel cuidado se lo reservarían para fuera del mercado,pues a los esclavos lo trataban de todas maneras menos bien.Sam lo tenía comprobado o,mas bien,visto,pues a el solo llegaron a torturarle una vez y lo disfrutó,pues pensó que iría a morir en aquel momento.

- … - Ni una sola palabra soltó siquiera al llegar junto a la persona que sería su...”amo”,por decirlo de alguna manera,pues no tendría ningún apego por él.En su cabeza solo corrían dos ideas sobre aquella situación,una: consideraba una tontería el que le comprase para luego arrepentirse por la su forma de ser, y dos: él mismo era una mierda,un mamarracho para la sociedad,una porquería...no se merecía que alguien le otorgase la mas mínima dosis de amistad,felicidad ni nada por el estilo.Además de eso odiaba la compañía y,básicamente y para acortar,a todo el mundo.Agachó la cabeza y no la levantó,es mas,no le levantaría a no ser que le forzaran a hacerlo,tal y como estaba acostumbrado.

Estaba de pie, ahí, observando a los cuidadores del lugar abrir la jaula, en ese mismo momento, varios pensamientos pasaron por su mente. Pensamientos de felicidad y dudas, ¿Por qué? ya que el mayor era un solitario desde hace ya unos años, deseaba a una persona que cambiase su monotona vida. Pero ¿Por qué una persona suicida? Era claro que tenía gustos raros y era un sádico con baja moral, pero tener a una persona con un nivel de depresión tan alto que superaba las estadisticas de una persona "normal", era una exageración. Aún así, el supo muy bien lo que quería y eso era, tener al menor que yacia, ahora, enfrente de él.

Despertando de sus pensamientos y volviendo a la realidad, se dio cuenta de que Sam, estaba enfrente de él, arrodillado en el piso con la cabeza agachada. Sonrió, pues, verlo de cerca le hizo que su corazón diese un pequeño salto; era más lindo de cerca. Lo detalló enteramente, piel pálida con notables suciedades en ella, ropas rasgadas por obvios maltratos físicos en ese mercado negro, cabellos claros y secos por el uso de tinte, delgado, mucho, parecía anorexico y lo unico que faltaba visualizar era el rostro del menor.

- Hola - dijo amablemente, con una suave pero grave voz. Se acercó, arrodillandose, para tomarlo muy sutilmente del mentón - No seas maleducado, levanta el rostro cuando alguien te esta hablando - se rió un poco - Pero tambien es mala educación no presentarme. Soy Kouri, Kouri Kojima, tu nuevo amo.

Se sintio realizado al pronunciar "amo", esa palabra la adoraba, esa palabra que amarraría las cuerdas vocales del menor para que proximamente las musitara con verguenza... Y placer. Observó el rostro ajeno, ojos rojos, sincermente, hermosos para el mayor, pestañas oscuras y largas, labios pequeños pero ligeramente carnosos tintados de un color rosaceo que daba tentación a tocarlos, notó unos percing's en sus orejas y lo que despertó su intriga, fue la cicatriz en el ojo izquierdo.

Aquel tipo...digamos que su primera impresión fue algo muy diferente a lo que se esperaba.El creía que el comprador que consiguiese fijarse en él sería una persona muy parecida a él,que detestase la vida pero no la compañía,que fuese triste y consumido,que le gustase la tristeza al igual que él,alguien con quien no debía relacionarse demasiado mas se equivocaba,era todo lo contrario.Nada mas ver su sonrisa ya pensó en que sería alguien con quien no congeniaría o,al menos,no hablaría demasiado,pero bueno...¿para que mentir?,él nunca hablaba con nadie,si no fuese porque le obligaban no habría abierto la boca para nada excepto para llevarse a la boca algo de comida durante el tiempo que estuvo ahí dentro,el maldito mercado...lo odiaba,lo repugnaba...

Ladeó la cabeza con los ojos entrecerrados,zafándose de aquel agarre que depositó en su mentón.No quería mirar,no quería saber quien era aquel tipo que había acabado con la soledad que, a pesar de ser eterna,irritante y temerosa para todos los que estaban allí metidos le encantaba,era su mejor amiga,su única compañía en los días en que nadie le dirigía la palabra ni siquiera para decirle que la comida estaba bajo sus pies,pues comía con las manos,sucias,contaminando su cuerpo,e ahí el porqué de su delgadez,casi anorexia.Quería desaparecer de aquel lugar ahora que podía,ahora que tenía la ocasión para poder esconderse en cualquier esquina para acabar con su vida en una fracción de segundos.El que le tocasen...el mismo tacto le daba arcadas,no le gustaba,le asustaba,es mas,se le tornaban los vellos como escarpias cuando sentía que algo le rozaba,al igual que pasó cuando el mas mayor,su supuesto amo,Kouri como pudo escuchar,alzó su mano para agarrarle del mentón.

- Mátame... -¿Porqué no le cortaba el cuello ahora que podía?,¿porqué no le dejaba en una cuneta como a muchos de los adolescentes de aquel lugar que no querían para nada?,¿porqué no le echaba a los leones para que lo despedazaran y comieran sin compasión alguna?...quería una muerte lenta,dolorosa,llena de desilusiones,angustia,miedo,todo lo que fuese posible para garantizar el sufrimiento.No dijo nada mas,es mas, calló sus palabras con una mordida de labios,clavando bien sus dientes,llegando a clavarse en la carne de tal manera que le hizo sangrar,le encantaba...el sabor de su sangre...le volvía loco,era lo que mas le gustaba de su cuerpo,o mas bien,lo único que podría llegar a gustarle.Se relamió justo antes de mirar hacia arriba de nuevo,no hacía falta decir su nombre pues aquel tipo seguro lo sabía,había leído su ficha como todos los amos hacían con los esclavos que compraban,¿no?,¿que sentido tenía volver a repetirlo?...

Ante aquel brusco movimiento para remover su tacto, se alejó un poco, sin quitarle la mirada de encima. Esos ojos verdeos de una mirada profunda, se plantaba en el rostro del menor, observando cada movimiento de su cuerpo y sus cabellos que cubrian la mayoría parte de su rostro.

Su calma se redujo al oir tal petición, como esa unica palabra le daba punzadas en el corazón abriendo unos agujeros en el. Debio ser por la atracción que sentía hacia el menor y tambien, la decepción de saber que ese adolescente que yacia destrozado delante, quería perder las esperanzas de ver algo más allá que ese oscuro lugar, donde obviamente por su físico, lo había torturado.

- ¿Por qué debería hacerlo? - lo miró serio, era muy pocas veces que perdía parte de su serenidad - ¿Que razones tengo yo de hacerlo?

Quitandose el abrigo de tela delgada de color gris, se acercó al otro, inclinandose un poco le dejó el abrigo colgando en sus hombros, apretando los mismos con sus manos, con muchisima delicadeza. No sabía nada sobre él, ni tampoco la razón de porque fue tan brusco al alejar el tacto, por ello, le atrajo más, esa curiosidad que poseía cualquier humano hacia las cosas desconocidas, comenzó a brotar y era raro, ya que Kouri no era de los que tenía curiosidad por las personas.

- Sam... - llamó al otro - Vamonos de aquí ¿esta bien? - deslizó su mano desde el hombro, hasta el antebrazo del pálido. - Te llevaré a tu nuevo hogar.

Aun aturdido por ese "Matame", se alejó de ese debilitado cuerpo, para dar cuatro pasos hacia la izquierda para tomar sus bolsas y volver a donde estaba su compra. Era obvio la debilidad que tenía Sam, pensandolo un poco, se acercó con cautela por el anterior acto del otro, lo cargó entre sus brazos de forma nupcial.

¿Porqué tanta atención sobre él?,¿porqué no podía dejarle en paz?,¿porqué no podía dejar siquiera que acabase con su vida en ese mismo momento?...¿porqué?,eso se preguntaba el albino cada vez que escuchaba al mas mayor en al sala hablar,darle una conversación que no poseía sentido alguno para él además de no significar una mierda. Negó con la cabeza un par de veces, abatido y desganado, harto de que las personas le dijesen lo mismo, más de lo mismo, siempre escuchando palabras de consuelo, de esperanzas...¿y donde estaban?,¿ocurría algo interesante alguna vez?...no,nunca. Siempre le mentían, siempre jugaban con su frágil y desolado corazón, como todas las personas a las cuales nadie quiere en el mundo...personas como él.

-No...-Tragó saliva al notar como aquellas manos se movían hacia él junto con la chaqueta del que sería su amo a partir de ahora. Eso le hizo cerrar los ojos algo temeroso pues, aunque siempre hablase de la muerte y de lo bueno que sería para él realmente tenía miedo a morir en manos del destino, no quería ser partícipe de algo que no estuviese planeado por él, por eso mismo quería acabar con su vida de forma controlada y concisa, con que él tuviese el mando estaba bien. Intentó apartarse para que no agarrase sus hombros mas no pudo conseguirlo, pudo notar como las grandes manos del mayor le sostenían con calma y...¿desolación?,¿pudo ver en la mirada del contrario cierta desolación?...era normal,siendo a él a quien miraba, pues no inspiraba otros sentimientos que tristeza, pena y lo que parecía sentir ahora mismo el contrario, la desolación, la sensación de no poder hacer nada en ese momento, de saber que, a pesar de intentar muchas cosas no podría conseguir nada por cambiarle,era duro...claro que lo era, mas Sam no era el culpable de que todo el mundo sintiese eso al verle.

Se echó hacia atrás en el mismo momento que el contrario le acercó, quedando a la misma distancia que antes. Podría no tener fuerza ni esperanzas, pero si ganas por quedarse solo y compartir su vida con la soledad, su amiga íntima, la que mayor apoyo le había dado durante tanto tiempo, desde que sus padres lo dejaron a un lado y su vida fue una purísima porquería. Al menos estaba agradecido por una cosa: su virginidad. Ese estado era la prueba de que nadie le había tocado, nunca, siquiera para darle un solo beso en la mejilla, contra mucho menos en los labios y alrededores. Era raro,pues a pesar de todo eso y su delgadez era un chico atractivo, pero demasiado repelente...

Esa cogida en brazos...digamos que le impresionó demasiado,obviamente pataleó un poco, con cuidado para no hacerle daño a nadie. Eso no le gustaba,pero hacerse daño a si mismo sin embargo era uno de sus mayores gustos. Pudo sentir un pequeño roce en las caderas al elevarse,algo que le hizo soltar un suspiro ahogado,seguramente el contrario no se habría enterado pero, como Sam no era de los que se fiaban de nada, acabó por dejarse para no escucharle mas. Agacho la cabeza y miró hacia otro lado al tiempo que dejaba caer su mano, dando la sensación de un chico muerto.Su sueño.

Con el cuerpo del menor entre sus brazos, salio del local en oscuras, en esa molestia para la vista. Saliendo de aquel callejón, rodó sus ojos para depositar su mirada en el otro, que tenía los ojos cerrados y se había dejado cargar de esa forma, que Kouri, pensó que le sería molesto. Se quedo quieto, observando el rostro del albino, rozó suavemente sus labios contra cicatriz de ese delgado y sucio rostro.

No supo porque, pero ese humano que le pidio que le mataran, le atraía mucho, demasiado. Parpadeo un poco, para volver a la realidad saliendo de sus tantos pensamientos, notando que algunas personas los miraban, sin importarle; caminó hacia la calle para tomar un taxi, que le llevase al departamento. Dentro del vehiculo, aun lo cargaba en brazos dejandolo encima de sus piernas, acercó una de sus manos al rostro, acariciandole la mejilla.

- ¿Por qué...? - murmuró, alejando el toque del cachete.

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