Y estando aquí yo... (Kasumi Kazahaya)

Después de un pesimo día, el rubio caminó por las calles de Tokyo algo enojado, habían criticado cruelmente su manuscrito que le llevó mucho esfuerzo y tiempo hacerlo. Rendido, decidio comprar algunas cosas que le faltaban. Saliendo del local al que había entrado antes, se quedó mirando al frente del lugar desde la acera. Algo hurgó su curiosidad, sacandola a brote, algo tal vez insignificante para otros, ese pequeño espacio que habia entre dos edificios.

Dudas le pasaron por la cabeza, miles y repetidas veces. Pensando un momento, suspiró y se encamino hacia la otra acera. Sin nadie cerca, decidio entrar descubriendo que era un gran callejón, algo tedioso para el rubio. Viendo con algo de claridad una puerta al final del trayecto, además de inmutarse por los guardias del lugar. Pensó que era uno de esos burdeles tipicos en esa ciudad, los otros dandole paso por haber notado su obvio interes, Hiromu entró al lugar un tanto oscuro.

Viendo un mostrador se acercó al mismo, recordando que lugar era ese. Había oído de ello hace tiempo, de bocas de trabajadores de editoriales. Aunque al rubio anteriormente no le interesaban esos lugares, la curiosidad le atrajo a ese lugar algo sombrio.


- ¿Buenas? - emitio con su grave voz - ¿Hay alguien en este lugar? - si, la duda lo comía desde el interior, solo espero paciente a que alguien asomara su presencia.

Escuchó un sonido que provenia detrás del muro que yacia enfrente de él. Vio salir a una mujer con fachas oscuras, tan solo dejó a la vista, su rostro serio y calmado.

- Gracias... - suspiró - He oído que en este lugar venden... "Presas" - hizó un movimientos con sus manos - Yo quisiera comprar uno. - recordó un minimo detalle sobre ese tipo de tiendas. La especificación - Y quiero que sea hombre... Si puede mostrarme algunos, seria gratificante para mi, ademas de ser mucho más facil para mi escoger.

Esperando al que la vendedora le respondiera, ojeaba el lugar minuciosamente, un tanto oscuro, con algunas mesas y obviamente, el mostrador que yacia enfrente de él. Un lugar bien escondido, podría decirse, un mercado negro, pensó.

Habiendo pasado por al lado de unas jaulas del lugar, no le sorprendío en lo absoluto, ya que estaba acostumbrado a esos tipos de cosas y más en ese tipo de ciudad. La otra al detenerse, detuvo el andar, viendo hacia la jaula que la mujer señaló, se sorprendio al ver un hombre notoriamente mayor. Sonriendo, caminó hacia la jaula, quedando a minima distancia.

- Hmmm... Kasumi... - susurró - Es un lindo nombre - le sonrie a la vendedora - Si, este esta bien. - vio fijamente la humanidad que yacia dentro de esa jaula - ¿Podría... Verlo más de cerca?

Sonriendole a la otra, esperó su respuesta mientras veía interesado al que estaba encerrado. Semi-moreno, cabellos castaños notoriamente lacios y largos hasta el hombro, desde lejos, los ojos del otro parecian ambares, una combinación muy hermosa. Mirandolo con minuciosidad, se dio cuenta del parche en el ojo derecho del otro, esas cosas eran atractivas a los ojos del rubio.

Escuchando las ordenes de la mujer, asintio ligeramente con la cabeza, entrando en la jaula veía fijamente el cuerpo del otro, encadenado. Viendo esas cadenas que lo aprisionaban, se enojo un poco, es decir, estaba en una jaula y aún así, ¿Lo encadenan?.

- Ah... Que bello... - susurró acercandose al cuerpo del prisionero - Disculpe, pero ¿Por qué esta encadenado? - miró de reojo a la mujer - Sin ofender, pero a mi parecer, es algo cruel.

Alcanzando el rostro de Kasumi, acaricio tiernamente la mejilla de este, sintiendo tal suavidad del lugar. Estaba en lo correcto, era algo tentador esa sensación, no solo mirarlo era algo satisfactorio, el tocarlo, era algo excitante.

- Bien, lo quiero. - serio.

Estando fuera del anterior lugar, siguio a la otra, que le entregó una ficha con varias partes que llenar. Tomando el boligrafo en manos, comenzó a rellenar los espacios en blanco.

- Nombre: Hiromu Atae.
- Esclavo: Kasumi Kazahaya.
- Directo o a Domicilio: Directo.
- Modo de pago: Cheque.

Al terminar de llenar esa tediosa ficha, se lo entregó a la pelirosa. Sacando, obviamente la chequera, escribio la cantidad que la otra le habia dicho, marcando al final, su firma en el. Impaciente por llevarse a ese esclavo, comenzó agitar suavemente su pierna en muestra de su impaciencia.

Veía adolorido como maltrataban ese fragil cuerpo, como esas muñecas estaban rojas por la presión que le hacían esas cadenas. Molesto, observó como los "cuidadores", le quitaban esas molestas cadenas de las manos. Al escuchar esa voz tan torcida y con poca fuerza, había notado la falta de líquido que tenía el cuerpo del mayor.

- ¿Estas bien? - acercandose, se arrodilló apoyandose solamente con una de sus rodillas al suelo - Te vez muy pálido... - con cuidado, sujetó el rostro del otro con sus dos manos, tomandolo por ambos lados de la cara - Ah... - se sorprendio sin expresarlo, por lo hermoso que se veía esa humanidad enfrente de sus ojos - Espera...

Buscando en su bolsa de compras, sacó una botella de agua, abriendola tomó algo de ella, volviendo a acercar al mayor, hizo que abriese la boca, posando la suya encima, dandole un beso, virtiendo el liquido de su boca, hacia la del ajeno. Alejandose, relamió sus labios, para secarse el agua restante en su comisura.

- Espero que sirva de algo... - sonriendo satisfecho por lo que hizo, ya que desde el inicio, queria probar el sabor de los labios de otra persona y más de esa persona que consideraba como algo precioso - ¿entrometerme? - confundido, lo miró serio - Si te refieres a entrometerme en la vida que llevas ahora, pues, con gusto me entrometo - suspiró con pesadez - Como sea, ahora te he comprado, así que eres mío. Mi nombre es Hiromu Atae...

Poniendose de pie, esperó lo que obviamente el otro respondería. ¿Queja? ¿Insulto? ¿Golpe? Lo que sea le vendría bien por su anterior acto; tomó la bolsa de las compras acomodando su postura y seriedad, mirandolo fijamente, una mirada tan impetuosa, algo que quería desnudarlo por completo en esos instantes.

Riendose un poco por la poca reacción del otro, tomando su enojo como algo sin importancia, lo observó con mucho cuidado, cada movimiento y cada expresión que demostraba en esos momentos. Vió como el mayor pasaba por al lado, yendo hacia la salida y tomando sus cosas, lo siguio despidiendose de la que la había atendido.

- ¿Hmm? - se rie - Bueno, tecnicamente... - con su mano derecha, sujetó la mano del otro - Eres mío. - lo detuvo de un ligero jalón, mirandolo a los ojos - Oye, se que te trataron mal, pero no es para matarlos - sonrie - Ahora estaras mejor... Ya que estarás en mis manos.

Volviendo a retomar el camino hacia la salida, notó como el otro yacia con las ropas sucias y desaliñadas, además. de ese cuerpo notoriamente formado, llena de distintas suciedades.

- ¿Sabes? Te vez del asco... - dijo algo burlón - Conque te vas a ir a vivir conmigo... Dudo tener ropas extras - se volvio a detener - Así que te llevaré de compras, te guste o no - dijo seriamente, mirandolo.

Esperando la respuesta del otro, aunque sería innecesaria, ya que si se negaba, igualmente lo arrastraría hacia unas tiendas de ropas. Vio esa desordenada cabellera, soltando el agarre de la mano ajena, acaricio y acomodo esos castaños cabellos, sintiendo que carecian de resequedad, se sentía bastante suave al tacto.

Para él, era cómico como actuaba el mayor, es decir, era tan rudo y frío, pero a la vez notaba unos toques infantiles en esa actitud tan brusca. Salio del lugar tomando al otro de la mano, después de haber perdido ese contacto físico con él.

- Si, lo sé. Nunca dije que tu pagarías... Yo lo haré. Puedes comprar lo que se te plazca... - sonrió de lado mirandolo fijamente.

Salio de ese oscuro lugar, yendo a tomar un taxi o un bus para ir al centro comercial de la ciudad, donde era el lugar que tenía una de las tiendas en donde siempre frecuentaba ademas, era el lugar de su tía, por lo cual, le harían un gran favor con respecto a la paga, ya que, era ropa de marca lo que le compraría al mayor.