Leyendo tranquilamente

Hacia poco que habian serbido el desayuno y Kamui habia preguntado si podia comerlo en el patio, ante la aprobacion de los cuidadores, se hubico debajo de uno de los arboles alli, saco un pequeño libro de anotaciones de esgrima y comenzo a leerlo al mismo tiempo que se comia su tazon de arroz con berenjenas, era raro verle junto a los demas pets porque hacia poco tiempo que habia llegado a la tienda y aun no conocia a nadie

el joven solo les observaba de lejos, aunque sin incluirse en sus conversaciones, al terminar su desayuno dejo su tazon de lado, para asi luego observar el cielo, desde que habia llegado se la pasaba mirando el cielo, despues de todo creia que por mas lejos de sus amigos estubiera, estaban siempre bajo el mismo cielo, y eso calmaba su corazon

Ya pasaron casi 59 días de estar en el Pet Shop ``God Child´´, en ese tiempo no había conseguido todavía ubicarse en el gran edificio, ya que este poseía muchísimas escaleras, pasillos, puertas, que lo hacían ver como un verdadero laberinto. Lo único que parecía conocer a la maravillas, era el patio, ya que era el lugar que más frecuentaba, además de ser al único que lograba llegar sin problemas.

Había terminado de desayunar, y le había pedido a uno de los cuidadores si podían darle alguna golosina o un pedazo de chocolate, simplemente por glotonería. El cuidador había aceptado darle unos cuantos dulces de diversos colores y una paleta. Ya feliz, ante las atenciones de éste, salio al patio, donde vio a un, ¿señor?, no era mucho más joven para esa clasificación, más bien era un joven un chico.
Lo estuvo observando, desde que camino del comedor al patio con su desayuno, hasta cuando sacó un pequeño libro, que a este mismo sujeto parecía interesarle, si bien no había llegado a leer que era de lo que trataba parecía interesante.

Así que decidió, acercarse lentamente hasta el chico, primero observando que no fuera a asustarse o por lo contrario ser una persona conflictiva, pero no lo parecía. Una vez cerca del chico, se acuclillo a su costado, dejando caer su pelo sobre las manos de este, era realmente lindo, pero ahora su curiosidad se planto en el color y largo del cabello ajeno, no pudiendo aguantar su curiosidad, extendió poco a poco su mano derecha, hasta alcanzar unos mechones que caían por debajo del hombro, rozándolos apenas con sus dedos, eran suaves.


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