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Capricho, serás mío~ (Vincent)
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Capricho, serás mío~ (Vincent)
Estaba muy cómodo con lo que tenía: un buen lugar donde dormir, dinero y se encontraba lejos, muy lejos de sus padres. Es decir, estaba más que feliz. Además le gustaba su trabajo y su hasta ahora pacífica vida, pero justo ahí se hallaba el problema. Todo iba demasiado bien, y se aburría tanto que si no hacía algo pronto terminaría muriendo literalmente de aburrimiento. Y no, él no había nacido para eso.
Escuchó sobre una “curiosa” tienda por un buen amigo del trabajo. Éste había terminado diciéndole con una sonrisa de lo más confiada que, si su problema era aburrimiento, vaya a una fiesta o, más fácil, que se consiga algo con qué distraerse. Pero no cualquier “algo” ni en cualquier lugar. Keith tenía sus gustos y por encima de todo estaban éstos; su amigo era perfectamente conciente. “En el mercado negro hay de todo”, había jurado, “y hasta quizás encuentres algún esclavo para ti”. Escuchar eso a Keith le gustó tanto como para animarse a comprar uno, es más, ya se le había "antojado". Un esclavo era perfecto, además, si era en el mercado negro resultaría rápido comprarlo; sin mucho papeleo ni diálogos. Como buen amigo éste le había facilitado la dirección en un pequeño papel blanco. Lo había escrito a mano, pero su caligrafía era perfectamente comprensible. Keith había tomado el primer taxi que cruzó enfrente de él al salir del trabajo y al taxista sólo le ordenó que lo llevara para allá. No imaginó que el hombre se negara en un comienzo, pero todo se resuelve siempre con unos pocos muchos billetes. Al pasar casi media hora sentado ahí, de lo más asqueado del tráfico, llegó con muchísima facilidad gracias a la experiencia del taxista. Preguntó por si éste esperaría a que saliera de la tienda, y él muy amablemente aceptó.
Entró a la tienda mirando alrededor como desubicado y dándose cuenta de que de verdad era un mercado negro, pues casi todo estaba muy sucio (?). Con cuidado de no pisar algo que no debiera o que no le gustara se acercó al mostrador, suspirando pesadamente primero y luego maldiciendo a su amigo por no haberlo acompañado o siquiera avisado de que sería en un lugar tan... "así". Bueno, al menos ahora ya sabía que no buscaba cualquier cosa. Quería un esclavo que le llamase la atención y que cumpliera con sus “gustos”.
-¿Buenas…? –preguntó alzando la voz para que lo oyesen- Quiero comprar un esclavo… hombre, de preferencia. –no dijo nada más respecto a lo que buscaba en el esclavo, pues a último momento decidió que quería “sorprenderse”. Planear mucho las cosas a veces no resultaba tan interesante.
Escuchó sobre una “curiosa” tienda por un buen amigo del trabajo. Éste había terminado diciéndole con una sonrisa de lo más confiada que, si su problema era aburrimiento, vaya a una fiesta o, más fácil, que se consiga algo con qué distraerse. Pero no cualquier “algo” ni en cualquier lugar. Keith tenía sus gustos y por encima de todo estaban éstos; su amigo era perfectamente conciente. “En el mercado negro hay de todo”, había jurado, “y hasta quizás encuentres algún esclavo para ti”. Escuchar eso a Keith le gustó tanto como para animarse a comprar uno, es más, ya se le había "antojado". Un esclavo era perfecto, además, si era en el mercado negro resultaría rápido comprarlo; sin mucho papeleo ni diálogos. Como buen amigo éste le había facilitado la dirección en un pequeño papel blanco. Lo había escrito a mano, pero su caligrafía era perfectamente comprensible. Keith había tomado el primer taxi que cruzó enfrente de él al salir del trabajo y al taxista sólo le ordenó que lo llevara para allá. No imaginó que el hombre se negara en un comienzo, pero todo se resuelve siempre con unos pocos muchos billetes. Al pasar casi media hora sentado ahí, de lo más asqueado del tráfico, llegó con muchísima facilidad gracias a la experiencia del taxista. Preguntó por si éste esperaría a que saliera de la tienda, y él muy amablemente aceptó.
Entró a la tienda mirando alrededor como desubicado y dándose cuenta de que de verdad era un mercado negro, pues casi todo estaba muy sucio (?). Con cuidado de no pisar algo que no debiera o que no le gustara se acercó al mostrador, suspirando pesadamente primero y luego maldiciendo a su amigo por no haberlo acompañado o siquiera avisado de que sería en un lugar tan... "así". Bueno, al menos ahora ya sabía que no buscaba cualquier cosa. Quería un esclavo que le llamase la atención y que cumpliera con sus “gustos”.
-¿Buenas…? –preguntó alzando la voz para que lo oyesen- Quiero comprar un esclavo… hombre, de preferencia. –no dijo nada más respecto a lo que buscaba en el esclavo, pues a último momento decidió que quería “sorprenderse”. Planear mucho las cosas a veces no resultaba tan interesante.
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
Estaba sentada tras el mostrador, echando una cabezadita, cuando escuche la puerta, seguida de una voz y me levante. Vi entrar a un chico, que me parecio un poco disgustado con el local. Cuando me preguntó, le note bastante sereno, asi que le hable tranquilamente y sonriendo.
-Hola, porque no me acompañas para escoger uno?- le guie hasta una zona de la trastienda donde varios esclavos estaban en pequeña celdas.
-Ahora mismo aqui tengo a todos estos, hechales un vistazo y dime si te gusta alguno, vale?- aun sonriendo, di un paso atras, dejandole espacio para que se sintiera mas tranquilo.
-Hola, porque no me acompañas para escoger uno?- le guie hasta una zona de la trastienda donde varios esclavos estaban en pequeña celdas.
-Ahora mismo aqui tengo a todos estos, hechales un vistazo y dime si te gusta alguno, vale?- aun sonriendo, di un paso atras, dejandole espacio para que se sintiera mas tranquilo.
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
4 metros cuadrados….ese era el reducido espacio destinado a su persona, ni más ni menos, con paredes humedecidas y agrietadas, baldosas frías en el piso y solo una manta sobre la cual podía descansar de cuando en cuando.
Infinitas veces las puertas que daban a la zona de las celdas se habían abierto, dejando ver las figuras estilizadas de gente con suficiente dinero como para comprar vidas ajenas por capricho. Sin embargo, de todas aquellas veces que los ojos altaneros y superiores se habían fijado sobre él, ninguno alcanzaba a sostener esa mirada fría y amenazante durante más de 5 segundos, y de inmediato, como si supiesen lo que les esperaba, desviaban sus orbes hacia algún otro esclavo menos peligroso o quizás más elegante.
Un pequeño cartel con la suma establecida para su compra se hallaba dispuesto para que cualquier interesado pudiese pensar en su dinero un poco antes de querer gastarlo en Vincent. Amplio conocimiento táctico y de guerra, además de una agilidad y habilidad impresionantes, daban al pelinegro la “suerte” de ser algo más costoso que el resto, con lo que se ahorraba que cualquier molesto ser humano se lo llevara.
Por supuesto ya hubiese encontrado el modo de escapar, si no fuese porque los grilletes firmes en sus muñecas y tobillos le impedían cualquier tipo de movimiento rápido; no por el peso de las cadenas, sino por la corta distancia que separaba a un extremo del otro. Pero claro, las medidas de seguridad eran lo primordial en aquel lugar, más si se contaba con la información de que un asesino estaba detrás de aquellos barrotes.
Se hallaba sentado en el suelo, con las rodillas flectadas y los antebrazos sobre estas, cubriendo parte de su rostro con el cuello de aquel particular abrigo provisto de diversos broches y hebillas. Sus parpados estaban cerrados, mas no por ello se debía dar por hecho que se hallaba inconsciente, pues el estado de alerta en el que se encontraba la mayoría del tiempo le permitió oír la llegada de ambas personas incluso antes de que aquella puerta se abriese. Continúo con los ojos cerrados, simplemente oyendo la frasecilla repetitiva que aquella vendedora solía decir cada vez que un nuevo cliente iba a evaluar la “mercancía”.
Pero realmente no le importaba lo que pasaba allí, pues daba por hecho que como las veces anteriores, nadie pagaría la cifra puesta en su celda. Aunque no se había detenido a pensar verdaderamente que haría si le compraban, solo tenía claro que si eso pasaba esperaba fuese un niño débil y caprichoso al que pudiese doblegar sin mucho esfuerzo, pues de esa forma su escape seria más fácil de lo esperado; porque si, Vincent pretendía escapar una vez alguien le comprara….no tenía intenciones de seguir ordenes de nadie.
Infinitas veces las puertas que daban a la zona de las celdas se habían abierto, dejando ver las figuras estilizadas de gente con suficiente dinero como para comprar vidas ajenas por capricho. Sin embargo, de todas aquellas veces que los ojos altaneros y superiores se habían fijado sobre él, ninguno alcanzaba a sostener esa mirada fría y amenazante durante más de 5 segundos, y de inmediato, como si supiesen lo que les esperaba, desviaban sus orbes hacia algún otro esclavo menos peligroso o quizás más elegante.
Un pequeño cartel con la suma establecida para su compra se hallaba dispuesto para que cualquier interesado pudiese pensar en su dinero un poco antes de querer gastarlo en Vincent. Amplio conocimiento táctico y de guerra, además de una agilidad y habilidad impresionantes, daban al pelinegro la “suerte” de ser algo más costoso que el resto, con lo que se ahorraba que cualquier molesto ser humano se lo llevara.
Por supuesto ya hubiese encontrado el modo de escapar, si no fuese porque los grilletes firmes en sus muñecas y tobillos le impedían cualquier tipo de movimiento rápido; no por el peso de las cadenas, sino por la corta distancia que separaba a un extremo del otro. Pero claro, las medidas de seguridad eran lo primordial en aquel lugar, más si se contaba con la información de que un asesino estaba detrás de aquellos barrotes.
Se hallaba sentado en el suelo, con las rodillas flectadas y los antebrazos sobre estas, cubriendo parte de su rostro con el cuello de aquel particular abrigo provisto de diversos broches y hebillas. Sus parpados estaban cerrados, mas no por ello se debía dar por hecho que se hallaba inconsciente, pues el estado de alerta en el que se encontraba la mayoría del tiempo le permitió oír la llegada de ambas personas incluso antes de que aquella puerta se abriese. Continúo con los ojos cerrados, simplemente oyendo la frasecilla repetitiva que aquella vendedora solía decir cada vez que un nuevo cliente iba a evaluar la “mercancía”.
Pero realmente no le importaba lo que pasaba allí, pues daba por hecho que como las veces anteriores, nadie pagaría la cifra puesta en su celda. Aunque no se había detenido a pensar verdaderamente que haría si le compraban, solo tenía claro que si eso pasaba esperaba fuese un niño débil y caprichoso al que pudiese doblegar sin mucho esfuerzo, pues de esa forma su escape seria más fácil de lo esperado; porque si, Vincent pretendía escapar una vez alguien le comprara….no tenía intenciones de seguir ordenes de nadie.
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
Le agradó lo de ver la "compra" antes de obtenerla, pues así podría reconocer mejor y más fácilmente cuál era el indicado para él, porque si de algo estaba seguro era de que no encontraría a la primera lo que buscaba. Siguió los pasos de la joven manteniéndose detrás de ella y estando distraído con el lugar, mostrándose a la vez ansioso en demasía por la expresión que llevaba en el rostro. Y no era que le emocionara tanto, pero a decir verdad para él un esclavo sonaba tan bien que no se perdonaba desconocer aquello antes. Una vez hubo parado la vendedora él lo hizo también, y echó rápidamente una mirada general a todo ese ambiente apenas pisar el suelo de aquella trastienda. Su ojos se plantaron en las muchas pequeñas y ajustadas jaulas, para nada "humanas" y mucho menos cómodas, que tenían dentro esclavos de toda clase y gusto. Y, para qué negarlo, si fuera por él los hubiera comprado a todos, pero tampoco todos no eran de su total agrado, pues pasó de mirar algunos por el simple hecho de que no eran "llamativos" para Keith.
-Ah, claro. Se pueden mirar de cerca, ¿no? -dijo a la vendedora acercándose, sin esperar respuesta de la chica, un poco más a una de las jaulas, la cual por lo visto habría contenido en algún momento un esclavo que ahora ya estaba vendido, y hablando como si se tratara de alguna clase de museo. Pero no se acercó ahí para suponer eso, sino lo hizo porque los grilletes expuestos ahí dentro llamaron su atención. Al observar aquello suspiró pesadamente, porque cualquier ser humano contenido en ese lugar debía salir con un humor de lo más fatal. Probablemente el que le pertenecería lo haría también, y ese, estaba seguro, no era un buen comienzo para ninguno de los dos, aunque no necesariamente esperaba el trato de un príncipe.
Pasó con pisadas lentas jaula por jaula, deteniéndose en cada una mientras se aburría en extremo con la expresión de algunos esclavos. La mayoría se mantenían calmados, otros desesperados y muchos cansados de estar en ese corto espacio que le daban para vivir. Fue entonces que tuvo curiosidad en ver qué serían capaces de hacer por salir de allí, y no por ser malo, fue simple curiosidad. Pero ninguno parecía tener fuerzas ya de intentar escapar, pues los grilletes los tenían más que detenidos en esos pocos metros cuadrados. Todo estaba tan aburrido que bostezó ciertamente somnoliento, pues ninguno había aprobado ni sus gustos ni sus requisitos, sin embargo, cuando ya estaba por regresar con la vendedora para cancelar la compra, vio algo que le interesó mucho, tanto como para acercarse sin miedo a ver de cerca. Lo primero que le llamó la atención fue el cartel que contenía el precio, el cual sobrepasaba por mucho al pago que tendría que hacer por algún otro esclavo, y lo segundo fue el esclavo en sí. Aquél tipo lucía, si era sincero, algo atemorizante, pero era justamente eso lo que buscaba. No quería terminar aburriéndose con otra "cosa" más en su departamento, además, era de buen tipo. Parecía ser muy resistente y seguramente sería entretenido tenerlo como esclavo las veinticuatro horas del día.
-Quiero este. -habló por fin, antojado como siempre. Esbozó una ligera sonrisa maliciosa mientras lo observaba se cerca, para luego acercarse a la chica y sonreírle de lo más animado- Haré y pagaré lo que sea necesario, pero quiero ése. -ordenó para después cruzarse de brazos, esperando a que la vendedora de aquella tienda tan mal cuidada le indique los pasos a seguir. Por supuesto, su tarjeta de crédito iba con muchos ceros dispuestos a ser gastados en lo que él deseara.
-Ah, claro. Se pueden mirar de cerca, ¿no? -dijo a la vendedora acercándose, sin esperar respuesta de la chica, un poco más a una de las jaulas, la cual por lo visto habría contenido en algún momento un esclavo que ahora ya estaba vendido, y hablando como si se tratara de alguna clase de museo. Pero no se acercó ahí para suponer eso, sino lo hizo porque los grilletes expuestos ahí dentro llamaron su atención. Al observar aquello suspiró pesadamente, porque cualquier ser humano contenido en ese lugar debía salir con un humor de lo más fatal. Probablemente el que le pertenecería lo haría también, y ese, estaba seguro, no era un buen comienzo para ninguno de los dos, aunque no necesariamente esperaba el trato de un príncipe.
Pasó con pisadas lentas jaula por jaula, deteniéndose en cada una mientras se aburría en extremo con la expresión de algunos esclavos. La mayoría se mantenían calmados, otros desesperados y muchos cansados de estar en ese corto espacio que le daban para vivir. Fue entonces que tuvo curiosidad en ver qué serían capaces de hacer por salir de allí, y no por ser malo, fue simple curiosidad. Pero ninguno parecía tener fuerzas ya de intentar escapar, pues los grilletes los tenían más que detenidos en esos pocos metros cuadrados. Todo estaba tan aburrido que bostezó ciertamente somnoliento, pues ninguno había aprobado ni sus gustos ni sus requisitos, sin embargo, cuando ya estaba por regresar con la vendedora para cancelar la compra, vio algo que le interesó mucho, tanto como para acercarse sin miedo a ver de cerca. Lo primero que le llamó la atención fue el cartel que contenía el precio, el cual sobrepasaba por mucho al pago que tendría que hacer por algún otro esclavo, y lo segundo fue el esclavo en sí. Aquél tipo lucía, si era sincero, algo atemorizante, pero era justamente eso lo que buscaba. No quería terminar aburriéndose con otra "cosa" más en su departamento, además, era de buen tipo. Parecía ser muy resistente y seguramente sería entretenido tenerlo como esclavo las veinticuatro horas del día.
-Quiero este. -habló por fin, antojado como siempre. Esbozó una ligera sonrisa maliciosa mientras lo observaba se cerca, para luego acercarse a la chica y sonreírle de lo más animado- Haré y pagaré lo que sea necesario, pero quiero ése. -ordenó para después cruzarse de brazos, esperando a que la vendedora de aquella tienda tan mal cuidada le indique los pasos a seguir. Por supuesto, su tarjeta de crédito iba con muchos ceros dispuestos a ser gastados en lo que él deseara.
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
Contemple com el cliente segui mirando dentro de las jaulas, al parecer sin que ningun esclavo le acabase de gustar, hasta que se intereso por uno, y al acercarme ar aver cual era realmente me sorprendio.
-Estas seguro chico?- no me parecia el mas adecuado para un muchacho como el pero ante su insistencia simplemente accedi, pues yo estaba solo para vender esclavos, no para preocuparme por lo que le pudiesen hacer a sus amos -Esta bien, volvamos a la tienda para tramitar la compra...-
Camine de vuelta al mostrador, dando por echo que el joven me seguia, saque un impreso y lo puse frente a el, tendiendole un boligrafo.
-Despues de rellenar esto y pagar, te lo podras llevar en el acto si asi lo deseas-
-Estas seguro chico?- no me parecia el mas adecuado para un muchacho como el pero ante su insistencia simplemente accedi, pues yo estaba solo para vender esclavos, no para preocuparme por lo que le pudiesen hacer a sus amos -Esta bien, volvamos a la tienda para tramitar la compra...-
Camine de vuelta al mostrador, dando por echo que el joven me seguia, saque un impreso y lo puse frente a el, tendiendole un boligrafo.
-Despues de rellenar esto y pagar, te lo podras llevar en el acto si asi lo deseas-
Ficha a rellenar
- Nombre:
- Esclavo/Pet:
- Directo o a Domicilio:
- Modo de pago: [Visa / Metálico / cheque]
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
Estaba más que claro que quería ese -y sólo ese- esclavo. Ya se había decidido, además ningún otro le llamaba tanto la atención ni como para dar una segunda vuelta por la trastienda buscando un esclavo diferente. Al escucharla simplemente siguió a la vendedora, caminando atrás de ella hasta el mostrador nuevamente. Esperó paciente a que le tendiera aquél papel a rellenar y aceptó agradecido el bolígrafo que le facilitó, ya que él no llevaba ninguno porque no imaginó que llegaría a necesitarlo. Tomó el documento y leyó rápidamente lo que pedían escribir. Eso estaba tan fácil que casi lo consideraba una burla.
-Bien, ya está. -habló devolviendo el documento junto al bolígrafo, dejando ambos sobre el mostrador. Al instante buscó en el bolsillo de su pantalón, sacando de éste una billetera que contenía una tarjeta de crédito. Dicha tarjeta la colocó también sobre el mostrador, dejando que la vendedora cancele con ella el pago por el esclavo.
-Eso es todo, ¿cierto? -preguntó confiado en que así sería. No le gustaba tener que esperar mucho, además sacar a un esclavo de una jaula no debería tomar tanto tiempo.
Ficha a rellenar
- Nombre: Keith Le Sage
- Esclavo/Pet: Vincent
- Directo o a Domicilio: Directo
- Modo de pago: Visa
-Bien, ya está. -habló devolviendo el documento junto al bolígrafo, dejando ambos sobre el mostrador. Al instante buscó en el bolsillo de su pantalón, sacando de éste una billetera que contenía una tarjeta de crédito. Dicha tarjeta la colocó también sobre el mostrador, dejando que la vendedora cancele con ella el pago por el esclavo.
-Eso es todo, ¿cierto? -preguntó confiado en que así sería. No le gustaba tener que esperar mucho, además sacar a un esclavo de una jaula no debería tomar tanto tiempo.
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
Sus ojos se mantuvieron cerrados todos esos segundos en los que el menor tardo en recorrer el pasillo central que separaba unas celdas de otras, y no fue sino hasta oír lo dicho por este, que se dignó a separar sus parpados mostrando así sus orbes rojizas y frías, las cuales ahora se fijaron en la figura ajena. Que le compraría había oído? si….lo confirmo cuando el chiquillo volvió a hablar expresando claramente el deseo de sacarlo de allí, y como era de esperar en Vincent tampoco mostro algún grado de emoción en ello, de hecho se veía tan apacible e indiferente como minutos atrás.
Tanto la vendedora como el joven de hebras claras salieron por aquella puerta, dejando a un pelinegro algo contrariado ante la noticia de que sería comprado. Al menos era una buena oportunidad para huir… y si todo salía como su mente empezaba a maquinarlo, en menos de dos semanas ya estaría huyendo por ahí y viviendo aquella vida llena de riesgo que de cierta forma le gustaba.
No pasaron muchos minutos antes de 2, 4….no, eran 5 los guardias que con algo de temor y bastante preparados se encaminaban a su celda con las llaves de esta en mano. Cada corpulento hombre tenía al menos un aparato de electro shock a la mano, y un par de jeringas con sedante en sus bolsillos. Valentine solo esbozo una ligera sonrisilla que fue cubierta por el cuello de su capa roja, y es que no dejaba de hacerle gracia tanto alarme solo porque hace una semana había dejado a un hombre casi en coma por tratar de tocar su gunshot de tres cañones.
Pero es que claro, había que ser idiota para tratar de quitarle al pelinegro su arma, y menos aún en aquellas condiciones. Pero esta vez no ofreció en absoluto resistencia, y fue bastante tranquilo al momento en que su celda se abrió y entre todos lo agarraron de brazos y piernas para inmovilizarlo. Quitaron la cadena que mantenía los grilletes unidos a la pared, y a su vez unieron estas dejando un pequeño espacio entre las muñecas del joven y una larga cadena de la cual podían tirarle; y así, rodeado por los 5 hombres fue que lo llevaron a la entrada, justamente donde la transacción había sido concretada.
Le entregaron al chico uno de los aparatitos de electro shock por “cortesía de la casa” mientras Vincent se mantenía de pie en el lugar donde lo custodiaban, mirando al que sería su amo con bastante indiferencia pero al mismo tiempo aquel temple frio y distante en sus ojos, sin pronunciar palabra alguna.
Tanto la vendedora como el joven de hebras claras salieron por aquella puerta, dejando a un pelinegro algo contrariado ante la noticia de que sería comprado. Al menos era una buena oportunidad para huir… y si todo salía como su mente empezaba a maquinarlo, en menos de dos semanas ya estaría huyendo por ahí y viviendo aquella vida llena de riesgo que de cierta forma le gustaba.
No pasaron muchos minutos antes de 2, 4….no, eran 5 los guardias que con algo de temor y bastante preparados se encaminaban a su celda con las llaves de esta en mano. Cada corpulento hombre tenía al menos un aparato de electro shock a la mano, y un par de jeringas con sedante en sus bolsillos. Valentine solo esbozo una ligera sonrisilla que fue cubierta por el cuello de su capa roja, y es que no dejaba de hacerle gracia tanto alarme solo porque hace una semana había dejado a un hombre casi en coma por tratar de tocar su gunshot de tres cañones.
Pero es que claro, había que ser idiota para tratar de quitarle al pelinegro su arma, y menos aún en aquellas condiciones. Pero esta vez no ofreció en absoluto resistencia, y fue bastante tranquilo al momento en que su celda se abrió y entre todos lo agarraron de brazos y piernas para inmovilizarlo. Quitaron la cadena que mantenía los grilletes unidos a la pared, y a su vez unieron estas dejando un pequeño espacio entre las muñecas del joven y una larga cadena de la cual podían tirarle; y así, rodeado por los 5 hombres fue que lo llevaron a la entrada, justamente donde la transacción había sido concretada.
Le entregaron al chico uno de los aparatitos de electro shock por “cortesía de la casa” mientras Vincent se mantenía de pie en el lugar donde lo custodiaban, mirando al que sería su amo con bastante indiferencia pero al mismo tiempo aquel temple frio y distante en sus ojos, sin pronunciar palabra alguna.
Invitado- Invitado
Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
Esperó de brazos cruzados y con la mirada fija en una ventana a que la vendedora terminara con su tarjeta, para después de todo aquello seguir en la espera de su esclavo, pues aún tendrían que dar la orden para traérselo. Afortunadamente la chica realizó la orden de inmediato, y en menos de lo que se esperaba ya tenía la noticia de que su esclavo estaba siendo traído. Sonrió satisfecho al saberlo, sin embargo, cómo poder mantener a un esclavo si no sabía casi nada de él.
Tal vez fuera por su juventud que poseía un buen oído, pero jamás lo había aprovechado hasta ahora que oía ciertos pasos acercándose y haciéndose más sonoros a la vez. No había duda de que se trataba de su compra, y al juzgar por el sonido de las pisadas había más de uno acompañándolo. Se recargó en el mostrador a esperar, apoyando los codos sobre éste y bajando la mirada por acto reflejo. Su teléfono celular empezó a timbrar, pero eso dejó de ser importante una vez hubo descubierto que algunos datos sobre su esclavo se hallaban sobre el mostrador en el que estaba apoyándose. Y, ¿qué mejor oportunidad para saber más de él? Tomó los papeles y los revisó rápidamente, dejándolos en su lugar antes de que la vendedora o alguien más lo encontrara leyendo algo que quizás no debió coger. Justo en ese momento llegaron primero dos hombres, luego, atrás de ellos, se encontraba su esclavo con otros dos más a los costados, y por último uno más cubriéndole la espalda. Parecían estar rodeándole... pero con cierto temor expresado en sus rostros. Uno de ellos se le acercó respetuosamente, haciendo una leve inclinación pues el rubio era algo más bajo que él.
-¿Uhm? -francamente no le agradaban esos aparatos, pero recibió aquello sólo por no parecer descortés. Al comienzo miró extrañado dicho objeto, sin saber exactamente para qué lo necesitaría, pero no pasó mucho cuando su cabeza dio con el objetivo de dar una cosa así "gratis". Suspiró pesadamente con el aparato de electro shock en la mano, pasando luego a acercarse al esclavo, frente a él, mirando directo y sin miedo a los indiferentes ojos del pelinegro.
-Supongo que tendré que llamarte por tu nombre. -comenzó- Hubiese querido ponerte yo uno... Pero, en fin. -pensó un poco, recordando lo que fugazmente había alcanzado a leer de él- Vincent, ¿no?, pues soy tu amo. Dime Keith, aunque no estaría mal que de vez en cuando me llamaras como debes. -rió un poco y le dio la espalda, comenzando a caminar hasta la puerta de salida. El taxi estaba esperando.
-Bien, veamos: estás sucio, necesitas algunas otras cosas y... quizás ni te hayan alimentado adecuadamente. Definitivamente primero a casa, luego ya veré qué hacer contigo. Vamos... y cambia esa expresión tan aburrida.
Con lo último dicho supuso que el pelinegro le seguiría, por lo que ni siquiera se fijó por si aún estaba detrás de él. Además, por si las dudas, tenía todavía en sus manos aquél curioso aparato, aunque no lo usaría obviamente, pero eso sólo lo sabía él.
Tal vez fuera por su juventud que poseía un buen oído, pero jamás lo había aprovechado hasta ahora que oía ciertos pasos acercándose y haciéndose más sonoros a la vez. No había duda de que se trataba de su compra, y al juzgar por el sonido de las pisadas había más de uno acompañándolo. Se recargó en el mostrador a esperar, apoyando los codos sobre éste y bajando la mirada por acto reflejo. Su teléfono celular empezó a timbrar, pero eso dejó de ser importante una vez hubo descubierto que algunos datos sobre su esclavo se hallaban sobre el mostrador en el que estaba apoyándose. Y, ¿qué mejor oportunidad para saber más de él? Tomó los papeles y los revisó rápidamente, dejándolos en su lugar antes de que la vendedora o alguien más lo encontrara leyendo algo que quizás no debió coger. Justo en ese momento llegaron primero dos hombres, luego, atrás de ellos, se encontraba su esclavo con otros dos más a los costados, y por último uno más cubriéndole la espalda. Parecían estar rodeándole... pero con cierto temor expresado en sus rostros. Uno de ellos se le acercó respetuosamente, haciendo una leve inclinación pues el rubio era algo más bajo que él.
-¿Uhm? -francamente no le agradaban esos aparatos, pero recibió aquello sólo por no parecer descortés. Al comienzo miró extrañado dicho objeto, sin saber exactamente para qué lo necesitaría, pero no pasó mucho cuando su cabeza dio con el objetivo de dar una cosa así "gratis". Suspiró pesadamente con el aparato de electro shock en la mano, pasando luego a acercarse al esclavo, frente a él, mirando directo y sin miedo a los indiferentes ojos del pelinegro.
-Supongo que tendré que llamarte por tu nombre. -comenzó- Hubiese querido ponerte yo uno... Pero, en fin. -pensó un poco, recordando lo que fugazmente había alcanzado a leer de él- Vincent, ¿no?, pues soy tu amo. Dime Keith, aunque no estaría mal que de vez en cuando me llamaras como debes. -rió un poco y le dio la espalda, comenzando a caminar hasta la puerta de salida. El taxi estaba esperando.
-Bien, veamos: estás sucio, necesitas algunas otras cosas y... quizás ni te hayan alimentado adecuadamente. Definitivamente primero a casa, luego ya veré qué hacer contigo. Vamos... y cambia esa expresión tan aburrida.
Con lo último dicho supuso que el pelinegro le seguiría, por lo que ni siquiera se fijó por si aún estaba detrás de él. Además, por si las dudas, tenía todavía en sus manos aquél curioso aparato, aunque no lo usaría obviamente, pero eso sólo lo sabía él.
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Re: Capricho, serás mío~ (Vincent)
No podía negar que de cierta forma la manera en la que el chiquillo parecía manejar la situación le sorprendía hasta cierto punto, después de todo si se dejaba guiar por la imagen, apostaría a que el menor no pasaba de los 16 años, y aun así desprendía un aire de autosuficiencia como el de los típicos chicos mimados de buenas familias.
Le siguió con la mirada, y como era de esperarse la sostuvo contra las orbes dispares del de hebras claras en todo momento, y aun cuando parecía que toda su atención estaba puesta en el que sería su amo de ahora en adelante, lo cierto es que sus sentidos captaban cada movimiento de los guardias e incluso de la vendedora que en ese minuto no hacia más que observar la escena al parecer dando por finalizada la compra.
Fue inevitable que un gruñido gutural y poco audible se hiciera presente apenas segundos luego de oír la voz ajena pronunciando tanta palabra, que a su parecer, eran estúpidas y sin sentido. JAMAS aceptaría llamar a ningún ser viviente “amo” ni nada por el estilo, y por supuesto que tampoco aceptaría el capricho ajeno si este condujera a un cambio de nombre. Pero se abstuvo de realizar cualquier comentario ofensivo simplemente porque sabía que en la condición actual; atado con cadenas y rodeado de guardias, probablemente recibiría un trato no muy amable en caso de ofender al respetable e importantísimo comprador.
Y en lugar de decir algo ofensivo en contra del chico, solo pronuncio un par de palabras a tono de pregunta, con su voz ronca y grave, algo más de lo normal producto de tanto tiempo sin tener la necesidad de hacerse oír.
-Y como se supone que deba llamarte? – la vendedora claramente le miro mal por haber respondido de esa forma y no tratar de “usted” al joven comprador, más aun cuando se lo habían repetido hasta el cansancio antes de sacarlo de la celda.
Cuando el otro empezó a alejarse, a su vez él también lo hizo, por mero reflejo caminando tras la figura más pequeña y arrastrando la larga cadena consigo, pensando en lo estúpido y descuidado que estaba siendo aquel chiquillo al tratar con él.
Hubiese sido realmente fácil el huir en ese mismo instante, pero al ser zona de mercado negro con amplio tráfico de esclavos, y en las condiciones que se encontraba; algo débil y falto de sueño, estaba claro que no tardarían mucho en atraparlo. Así que el plan consistía en ir con el menor hasta su casa, aprovecharse de ello para alimentarse y descansar un poco, y luego quizás de unos días de haber comido adecuadamente marcharse para no verle más.
Arqueo una ceja, al escuchar lo de “expresión tan aburrida”, y ya estando lo suficientemente lejos de la tienda dejo salir algo de su carácter, para hacerse oír nuevamente con voz de pocos amigos – No estoy aquí para entretenerte niño…y deberías cuidar lo que dices, no por nada esos guardias estaban allí – si bien aquello no había sido una amenaza como tal, si había sonado bastante intimidante, más aun de la forma en la que Vincent solía hablar, como si aquellas palabras fueran directo al receptor y a nadie más que él.
Se detuvo justo tras el chico cuando estuvieron frente al taxi, esperando a que este entrara para abordar el vehículo también, haciendo sonar las cadenas cuando los eslabones chocaban unos con otros, y casi recostándose contra el respaldo del asiento, para cruzar una pierna por sobre la otra y cerrar los ojos volviendo a ignorar al chiquillo cuando el auto partió.
Le siguió con la mirada, y como era de esperarse la sostuvo contra las orbes dispares del de hebras claras en todo momento, y aun cuando parecía que toda su atención estaba puesta en el que sería su amo de ahora en adelante, lo cierto es que sus sentidos captaban cada movimiento de los guardias e incluso de la vendedora que en ese minuto no hacia más que observar la escena al parecer dando por finalizada la compra.
Fue inevitable que un gruñido gutural y poco audible se hiciera presente apenas segundos luego de oír la voz ajena pronunciando tanta palabra, que a su parecer, eran estúpidas y sin sentido. JAMAS aceptaría llamar a ningún ser viviente “amo” ni nada por el estilo, y por supuesto que tampoco aceptaría el capricho ajeno si este condujera a un cambio de nombre. Pero se abstuvo de realizar cualquier comentario ofensivo simplemente porque sabía que en la condición actual; atado con cadenas y rodeado de guardias, probablemente recibiría un trato no muy amable en caso de ofender al respetable e importantísimo comprador.
Y en lugar de decir algo ofensivo en contra del chico, solo pronuncio un par de palabras a tono de pregunta, con su voz ronca y grave, algo más de lo normal producto de tanto tiempo sin tener la necesidad de hacerse oír.
-Y como se supone que deba llamarte? – la vendedora claramente le miro mal por haber respondido de esa forma y no tratar de “usted” al joven comprador, más aun cuando se lo habían repetido hasta el cansancio antes de sacarlo de la celda.
Cuando el otro empezó a alejarse, a su vez él también lo hizo, por mero reflejo caminando tras la figura más pequeña y arrastrando la larga cadena consigo, pensando en lo estúpido y descuidado que estaba siendo aquel chiquillo al tratar con él.
Hubiese sido realmente fácil el huir en ese mismo instante, pero al ser zona de mercado negro con amplio tráfico de esclavos, y en las condiciones que se encontraba; algo débil y falto de sueño, estaba claro que no tardarían mucho en atraparlo. Así que el plan consistía en ir con el menor hasta su casa, aprovecharse de ello para alimentarse y descansar un poco, y luego quizás de unos días de haber comido adecuadamente marcharse para no verle más.
Arqueo una ceja, al escuchar lo de “expresión tan aburrida”, y ya estando lo suficientemente lejos de la tienda dejo salir algo de su carácter, para hacerse oír nuevamente con voz de pocos amigos – No estoy aquí para entretenerte niño…y deberías cuidar lo que dices, no por nada esos guardias estaban allí – si bien aquello no había sido una amenaza como tal, si había sonado bastante intimidante, más aun de la forma en la que Vincent solía hablar, como si aquellas palabras fueran directo al receptor y a nadie más que él.
Se detuvo justo tras el chico cuando estuvieron frente al taxi, esperando a que este entrara para abordar el vehículo también, haciendo sonar las cadenas cuando los eslabones chocaban unos con otros, y casi recostándose contra el respaldo del asiento, para cruzar una pierna por sobre la otra y cerrar los ojos volviendo a ignorar al chiquillo cuando el auto partió.
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