Divirtiendome

Tener un día de relajación no sería mala idea, pero el problema sería a donde ir. Lo pensé algunos momentos, no conocía mucho el lugar y lo único que me quedaba un poco cerca de donde yo estaba era un parque de diversiones, pensaba ir, pero esperaba que alguien que me conociera no estuviera ahí o me viera. No tuve opción, no quería ir lejos. Suspiré y me encamine al parque de diversiones, no fue algo largo, pero pude ver muchas cosas, y sobre todo animales.

Al llegar al parque solo pude oír pequeños gritos de niños pequeños emocionados por subirse al mejor juego de diversiones, esos pequeños quejidos hacían que mi cabeza diera vueltas, estaba mareada, nerviosa, me sentía perdida, y mi única salida era comer algo azucarado. Tuve suerte, llevaba un poco de dinero y al entrar al parque no me costo dinero, podría comprar un algodón de azúcar.

No había mucha fila par comprarlos, así que solo me tome algunos minutos en hacer eso y luego buscar un lugar donde sentarme. Me senté en una banca y empecé a ver entretenida mente los juegos y como los niños se tambaleaban en ellos gritando de emoción, algunos hasta vomitando después de salir, pero esperaba no ver eso muchas veces.

Aquel día había despertado con un malestar en los oídos. Se desperezó de su mullida cama en la copa de unos árboles e intentó de todas las formas posibles lograr que aquel zumbido en sus oídos cesara, refrescó su rostro en uno de los riachuelos cercanos e inspeccionó la periferia del lugar donde se encontraba.

Así, a medida que caminaba, el pito en sus oídos aumentaba. Señal que le decía que el causante de todos sus males matutinos estaba próximo. Cruzó a la derecha en el árbol de plátanos y tras unos matorrales varios se vio observando lo que sería… ¿Un parque?

Perplejo acudió a este de forma lenta, con sigilo. Con las orejas bajas y una de sus manos sobre ellas. Realmente el sonido que había era muy escandaloso. Niños gritando, sonidos de organilleros varios, muchas conversaciones varias, y sonidos de ambientación por lo demás poco originales se podían apreciar; por supuesto que para él los sonidos se intensificaban por 10 al tener orejas sensibles.

Pensó en qué hacía en aquel sitio, ni siquiera le gustaban los lugares así, y no era como si tuviera dinero de sobra para gastarlo en cosas tan mundanas. Tomó asiento en una de las bancas del parque sin importarle mucho si alguna mirada se posaba sobre él o algo por el estilo. Pensó en que sería mejor marcharse por donde había venido, tanto así que la idea ya parecía un hecho al cabo de unos minutos. Se giró un poco para ponerse de pie, y cayó en cuenta en la chica que había junto a él en la banca, lucía agradada, pero algo le hizo pensar que quizá no era del todo así- O..e- Musitó haber si captaba su atención- ¿Te encuentras bien? –Preguntó acercando un poco el rostro, no muy seguro si estaba bien aquello. Después de todo, no era su estilo iniciar una conversación ni menos.