Blackest Night

[PRIVADO]



Un oscuro pasado le rodeaba, un camino sin retorno, y miles de sueños rotos. Lo único que anhelaba era paz, y lo único que conseguía eran desastres. Sin duda esto era lo último que había deseado. Su vida nunca había sido lo que el esperaba... Pero rendirse nunca fue una opción. Su fiereza, su espíritu.. su simple mirada inspiraba a un héroe dormido. Un heróe que aún se negaba a levantarse...No hasta que fuera el momento indicado.

El lugar no le había dado una buena recibida, y en realidad no esperaba menos. Ahora tenía que buscar algo de que sostenerse, antes de perecer en el intento. Sería igual bueno explorar el intimidante lugar. Anuncios por doquier, simbolos, imagenes, todo tan saturado. Letras y palabras escritas, pero ninguna que realmente entendiese. Aún intentaba asimilar como había terminado ahí.

Conn nunca tenía un plan, y este caso no era la excepción. Su impulso, su ánimo por sobrevivir lo habían llevado a un callejón sin salida -o casi- pues ahora estaba más perdido que antes. Si bien no tardaría tanto en acostumbrarse, los primeros pasos siempre serían difíciles. Y esta vez estaba tardando demasiado.

Estaba frustrado, molesto. Y su impotencia no le dejaba tener una cabeza fría en esta situación -o en ninguna, como siempre- y la única salida que el veía era golpear... ¿pero a quien? Ni siquiera tendría una razón para hacerlo... Se mordió el labio inferior mientras pensaba en una solución. Así, terminó sentandose en una banca, próxima a un parque.
Toda la gente se veía tan apresurada, tan decididas a llegar a su destino... Y el no sabía ni en donde tenía los pies. ¿Que debería hacer, entonces? ¿Esperar un milagro? Creer en esas cosas, para el era realmente estúpido. Prefería confiar en si mismo, antes que alabar a cualquiera.

Soltó un suspiro, harto de la situación... ¿Y ahora?...

Estaba cansado, pestañeaba repetidas veces para evitar quedarse dormido... ahora realmente no le importaba estar en un parque, pues no tenía un asilo para hacerlo. Tendría entonces que depender una vez más de sus instintos, que lo llevaron tan lejos...

Había sin duda mucho tumulto en el lugar, a pesar de ser un parque lo último que había era tranquilidad. Bien, tan solo Conn se preguntaba si la situación podría empeorar...

Un grito fue lo que escucho, el mismo que logró sacarlo de su aletargado estado. Un grito que terminó por "arruinar" su día.

-¿Qué demo...? -Fue lo único que pudo pronunciar antes de tener a un pequeño pájaro sobre sus piernas. Cayó de bruces sobre él, cosa que, a pesar de tener un físico admirable, igual terminó por hacerle uno que otro rasguño en las piernas. Maldita sea, ahora lo único que faltaba era que la policia lo persiguiera, o algo así.

Miró fijamente al pelinegro, antes de reaccionar y fruncir el ceño, casi con desagrado. Entonces empujó al chico de sus piernas sin responderle. ¿Que se traía esta ciudad de locos?.

Le miró serio, completamente indiferente, Seguramente este chico no sabía con quien se estaba metiendo... Y entonces recordó, que probablemente su imagen de "chico rudo" del pueblo, ya no era válida aqui. Probablemente habría personas más fuertes en una ciudad de locos como esta, y seguro que el sería lo primero en la cadena alimenticia. -¿Modales? ¿Para que esa mierda? - comentó mientras se levantaba, sacudiendo el polvo y hojas de sus pantalones. También era momento de irse, tendría que buscar un refugio antes de que la noche callera..

¿Y a ti que te importa, renacuajo? -vociferó desafiante mientras se acercaba a él, aunque el otro evidentemente sabía que sus intenciones de golpearle serían correctas. - ¡No soy un perro, maldita sea! - Frunció el ceño y apretó los puños, acercandose con un paso casi militar al pequeó pájaro. Mierda, si que este chico tenía razón. Parecía un adivino.. ¿porqué alguien que apenas conocía podría saber de él?

Permaneció con la mirada fija en el otro, dispuesto a "atacar" en cualquier momento, pero al parecer el pelinegro no se daba cuenta de su error. No se daba cuenta de que todos sus comentarios lograban... llenarle de ira.

-¡Eso no es de tu incumbencia! Además, no tengo esas estupideces de "dueño" que tanto hablas. ¡No necesito de nadie para sobrevivir idiota!-Si, probablemente habría quedado como un imbécil ante su ataque de ira, pero su orgullo y su gran bocota siempre terminaban el acto. Se cruzó de brazos mientras observaba como el petirrojo se alejaba, su voz y sus pasos resonaban en su cabeza. Inclusive eso le resultaba molesto en estos momentos...

Hablaba. Hablaba demasiado. Si bien un pequeño pájaro lo ponía de malas, su palabrería jodía toda su mente. Se apretó los costados de la frente en busca de silenciar cualquier voz ajena a la suya que pudiera escuchar. Era un chico muy cerrado y sus absurdos sermones le estresaban. - Mi jodido carácter está bien. En cambio tu, hablas demasdiado, mierda - dió apenas unos pasos antes de seguir reclamando.

-No necesito consejos de un extraño, y menos de otro turista del lugar - ladeó el rostro mirandole retador, se sentía.. extrañamente bien. Discutir con palabras no era lo suyo. Golpes, patadas, todo ese tipo de acrobacias resultaban su pasión. Pero este chico.. -Ugh... Me vuelves a llamar cachorro, imbécil y te parto la cara -lo señalo con descaro, de una manera acusadora. - Y nadie podrá "regresarme" a la tienda. No soy tan tonto como tu crees -Y en realidad, si lo era, pero nunca admitiría su derrota ante un petirrojo que se pavoneaba frente a él.

Le observó alejarse, mientras tanto pretendía manetener la calma. Suaves y lentas respiraciones... valían una mierda, esas cosas no funcionaban con él.
Caminó a una esquina mientras alzaba la mirada, observando los letreros...todos en japonés. ¿De que le servía hablar Español o Inglés en este momento? Su mala suerte no dejaba de perseguirlo..

Bien. Una vez que se hubo desecho del molesto pájarillo, tendría que idear -por primera vez- un plan para lograr salir bien de esta racha de mala suerte. Intentaba buscar alguna indicación que pudiera serle de utilidad, pero no podía comprender más que unos simbolos extraños en todas partes. Talves seguir a la multitud sería una buena idea.. Si no fueran todos tan apresurados incluso podría preguntar en donde demonios se encontraba. Lo único que había encontrado con suerte había sido al petirrojo, quien evidentemente le comprendía, hablaba Inglés. Al menos podía entenderle, pero no había resultado más que un chico mimado.

Pues su única opción era seguir el camino al que todos los coches se dirigían, que seguramente tendría que llevarle al centro. Así por lo menos
sería más difícil que lo atrapasen entre el mar de gente.

Caminó con lentitud, mirando al cielo distraídamente. En realidad no quería pensar en tantas cosas, pero su estado actual lo mantenía alerta, casi paranóico.
Bajó la mirada intentando mantener su cabeza fría, hasta que un sonido inusual, un chirrido de llantas hiso que volteara automáticamente.

¡Mier....-cruzó sus brazos en un vago intento por protejer su pecho y parte de su cabeza, que, al final de cuentas no fue de mucha utilidad, pues el coche lo arrolló a diestra y siniestra. Chocó contra el parabrisas, estrellando el mismo, y luego calló de una forma estruendosa contra el piso, no sin antes "limpiarlo" de una forma casi dramática.

-..di...os..- intentó permanecer despierto, pero la sangre que caía por su frente le impedía la vista, y estaba demasiado débil -tanto, que apenas y sentía su cuerpo- como para intentar limpiarse.
Fue entonces cuando escuchó una voz.. era el petirrojo... -Ungh..tu..de nuevo...- le tomó por al antebrazo con nula fuerza, antes de desvanecerse.

No sabía que hacer, pensé que reaccionaría al momento y me diría algo que no sería de mi agrado pero..esta vez me equivoque nuevamente-¡¡Alfred!!-grité desesperado, había visto muchas veces sangre en mi vida, tanto como la de mi mentor y la de mis enemigos pero esta vez sentía que sería diferente, saqué un pañuelo para limpiar un poco aquel rostro, solté un profundo suspiro, la herida no parecía grave pero no estaba de más verificar su estado de salud. Como pude y con ayuda de mi mayordomo intentamos llevarlo al auto, diciendo que era un conocido, si alguien más lo llevaba a un hospital seguro lo regresarían a la tienda cosa que no sería muy agradable para el cachorro, dejé que su cabeza quedara recostada sobre mis piernas, alguien tenía que cuidarlo mientras Alfred nos llevaba a casa en donde lo atenderíamos en nuestra propia enfermería, Alfred era experto en atender heridas a mi aun me faltaba experiencia por lo que aprender un poco más del mayordomo nunca estaba de más.


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