Tomando algo de aire

En aquel patio interno, donde todo era en su mayoria bullicio y carreras por doquier. El sonido de unos grilletes se escuchaban desde el pasillo, un sonido lento que a veces se estrellaba con algo. En el marco del porton que llevaba a ese patio, se dejaba ver la figura de un hombre de gran altura, de cabellos blancos como la nieve, lacios y que caian sobre su rostro. Sus ojos de un azul zafiro observaban a su alrrededor sin ver a nadie en particular, solo buscando un lugar tranquilo. Sus brazos estaban atras de el, atrapados por dos fuertes grilletes, en su cuello tambien habia uno, donde una cadena algo mas larga caia por su pecho. Venia acompañado por uno de los guardias, que a empujones lo hacia avanzar hasta llevarlo bajo un arbol. Te portaras bien, o no volvere a dejarte salir de tu querida reja... Dijo el molesto guardia, casi como si se divirtiera molestando a aquel hombre albino que simplemente le ignoraba. Bien Josh, con cadenas no es mucho lo que puedo hacer... El joven peliblanco miro de reojo al guardia, que enojado por haber sido llamado de forma tan familiar se retiraba y dejaba la vigilancia en la puerta. Llevaba cuanto... dos años ya en ese lugar?... Conocia a cada cuidador, cada pasillo, cada dormitorio... El hombre se sento bajo la sombra de un arbol dando un suspiro, sus brazos doblados hacia atras servian como soporte para su espalda, aunque era algo doloroso.

Lentamente el tiempo pasaba, no podria decir que estaba a gusto, pero no habia nada mejor. Despues de todo los dormitorios eran un asco. No en apariencia, sino, en ambientacion... Sus orbes safiros se encontraban cerradas

Sus orbes permanecian cerradas, no se habia detenido a ver si habia alguien en el lugar, pero despues de todo ¿Que importaba si habia alguien mas? ... Era un lugar libre, o eso hacian ver. Con los hombros pegados al tronco del arbol, permanecia dormitando ante la suave caricia de los rayos que de vez en vez se acercaban a su palido rostro. Un golpe como de madera se escucho y luego, otro golpe mas seco cerca suyo. Inconcientemente sus sentidos se habian despertado y abriendo solo un ojo, observo a lo que parecia ser alguien dormitando. Sonrio por lo bajo al ver al joven de cabellos blancos que, aun despues de haber recibido un fuerte golpe, continuaba soñando sin inmutarse.

Un gruñido se escucho entre los labios del tigre cuando vio como el joven que habia caido se acercaba a el, aferrandose a su muslo y utilizandole, literalmente de almohada. Los musculos de su pierna se tensaron y un pequeño movimiento hizo que el rostro del peliblanco se golpeara con el trabajado musculo del muslo. Hey... quitate, no soy tu almohada. Dijo con una voz ronca, fijando sus azulinas orbes en quien dormia.

Observo fijamente aquel... hombre, que tenia enfrente. Largo cabello largo, que en un momento parecia simular el propio con gracia, mas el joven representaba una actitud serena y hasta cierto punto, se hacia algo coqueto el hecho de que estuviese frente a el con ese hilillo que aun brillaba en la comisura de sus labios. Cuando le vio caer de espaldas por la sorpresa, no pudo evitar que una pequeña sonrisilla curvara sus palidos labios. Escucho la suave voz del joven, sorprendiendose por aquel tono susurrante y envolvente que este poseia, aun cuando sus palabras semejasen a un niño.

Antes de poder reaccionar ante aquello sintio aquella segunda voz, un golpe seco que avecinaba a una criatura acercarse a el, por lo que los labios del peliblanco se silenciaron y solo su respiracion se dejo escuchar. El peliblanco al escuchar las ultimas palabras bajo su cabeza, pareciendo un sumiso animal ante aquellas aves, volvio su rostro con lentitud hacia el joven de cabellos blancos. No me desates, te meterias en problemas... pero porfavor, afloja un poco las amarras... ya comienzan a lastimar mi piel... Dijo con suavidad, elevando solo un poco su rostro, para que aquel rostro calmo y frio se mostrara y para que las azulinas orbes buscaran la mirada del hombre de cabellos blanquecinos. Habia ignorado completamente al otro joven, mas el resto de sus sentidos, salvo la vista, estaban pendientes de este mismo.